CAPITULO 7
La señora Lee redujo la velocidad del coche de alquiler y observó el curvado camino empedrado hasta la entrada de la cabaña que tenia el estilo antiguo. Posiblemente no era tan buena idea después de todo el de dejar a su único hijo en ese lugar tétrico.
Aja. Quizá si informaba a Soo Bin sobre los peligros inminentes que habían en el campo este podría desistir de su capricho.
—Entonces, ¿Estás seguro de querer quedarte aquí? —Preguntó Hye Sun con una de sus cejas alzadas.
— ¡Claro! El señor Choi y Beom Gyu estarán aquí. Además no puede haber nada malo, ellos me cuidarán.
—Pero, Binnie. Puedo pisar el acelerador y llevarte a casa—Musitó su madre—No estás acostumbrado a este tipo de ambientes.
Soo Bin negó con la cabeza mientras echaba un último vistazo al lugar. Miró a Hye Sun y trató de sonreír, su madre era una mujer hermosa y jocosa pero a veces solía comportarse como una mujer demasiado sobreprotectora.
—Soy tu madre y mi deber es protegerte, además ya no eres un niño. Los muchachos a tu edad piensan la mayoría del tiempo en pasarla bien y si estás lejos de mi voy a preocuparme demasiado.
Durante una época de su vida. Si hubiese tenido que enfrentarse a un acontecimiento tan sofocante como ese, Soo Bin se hubiera echado a patalear en el suelo como un niño pequeño que adopta una posición fetal para salirse con la suya. Pero ya con diecisiete años aquello seguramente se hubiese visto del asco, así que simplemente se quedó en el asiento e intentó mirar a su madre con una sonrisa tranquila.
—Todo estará bien, prometo cuidarme a mí mismo.
El castaño salió del auto prestado que su madre había adquirido y cerró la puerta del copiloto con algo de fuerza para alejarse de ella antes de que esta cambiara de opinión.
Soo Bin se dio la vuelta cuando Yeon Jun salió de aquella cabaña, básicamente porque la mirada de Hye Sun fue directo a él. El corazón le dio un brinco y las manos comenzaron a temblarle como de costumbre.
—Hablaré con Yeon Jun—Dijo Hye Sun.
Soo Bin percibió un leve atisbo de orgullo en su voz, como si ella y Yeon Jun fuesen más amantes que amigos.
—No.
—Yeon Jun, ¿Cómo estás?
Sin embargo su madre ya había salido de su automóvil para saludarlo y estrecharle la mano. Sus ojos de un oscuro café se chocaron contra los de Soo Bin.
—Hye Sun.
—Soo Bin dijo que se iría de fin de semana con ustedes y no le creí, hasta que te vi. Promete cuidar muy bien a mi conejito, sabes que no está acostumbrado a esta clase de lugares además le tiene miedo a los insectos, revisa su cama por las noches para que ningún tipo de animal espante a mi hijo.
Soo Bin no pudo disimular la vergüenza que le atravesaba el alma, por eso se quedó completamente inmóvil, incapaz de responder nada.
—Lo prometo, cuidaré bien de Soo Bin.
—Me alegro de que así sea, no podría confiarle mi hijo a alguien más correcto que tú.
Yeon Jun se encogió de hombros y, con un gesto de la mano, le restó más importancia al asunto.
Más rápido que pronto, Hye Sun regresó a su auto, movió la mano con audacia y se despidió de su hijo con una sonrisa ladina para regresar a la ciudad.
—Me alegro de que estés aquí—Las palabras salieron de sus labios antes de poder reflexionar sobre lo que estaba diciendo. Y una vez dichas, Soo Bin lo miró con una calidez alarmante.
Habían llegado demasiado lejos. Yeon Jun tomó las azas de las maletas que tenía Soo Bin y comenzó a caminar con dirección a la cabaña, su mirada se hizo fría y distante, a pesar de que se había repetido muchas veces que debía tener cuidado con lo que deseaba o decía cuando tenía a Soo Bin cerca.
A lo largo de los minutos, sólo le enseñó la habitación que debía compartir con Beom Gyu y las otras dos habitaciones habilitadas, le mostró también la habitación para el tal Tae Hyun y la suya para que no hayan más equivocaciones, Soo Bin notó el cambio de Yeon Jun y no hizo nada más para retomar la primera conversación.
—¿Por qué me invitaste?
Yeon Jun se incorporó bruscamente en respuesta y a la dureza de su tono. Luego le dio la espalda, mientras acomodaba las maletas sobre la cama.
—Porque Beom Gyu quería—Su respiración estaba comenzando a pesarle—Además, eres el mejor amigo de mi hijo, seguramente tú podrías decirle que ese novio suyo no me convence.
—Pensaba que lo tenías todo bajo control, Yeon Jun—Soo Bin empezó a morderse el labio—Te ves muy bien.
—Gracias. Eso es lo más amable que me han dicho en todo el día—Le pinchó, sintiéndose más cómodo que antes, sintiéndose más a gusto con velado coqueteo que con la sincera brutalidad, detalle en el que él no había querido pensar.
—Eso no es cierto—Protestó Soo Bin.
— ¿Ah no? Pues hasta ahora no recuerdo ninguna conversación del día que haya sido gratificante, Beom Gyu se molestó porque interrogué a su "novio" y se fue con él al rio. Ve tú a saber qué clase de cosas estarán haciendo.
— ¿Por qué crees que harían cosas malas?
—Porque son adolescentes con las hormonas alborotadas, también he pasado por esa etapa y créeme cuando te digo que hay que cuidarlos más en esa etapa de su vida—La confesión le hizo reír.
— ¿Y usted ya controla esas hormonas, señor Choi?
—Eso de llamarme señor Choi, tiene su morbo—Se aclaró la garganta— Pero regresando al tema, claro que sí.
—Claro, no hay duda de eso—Lo acusó con un tinte de sarcasmo—Eres un presumido.
—Las mujeres son presumidas, yo soy vanidoso—Se quejó confuso por sus propias palabras.
—Yeon Jun. ¿Por qué ella no está aquí? —Sus caóticos pensamientos se dispersaron más—Es decir, tú podías traerla aunque Beom Gyu se hubiese negado.
—No vino porque yo no quería, además tiene algunos trabajos extras que realizar. Es una mujer ocupada y centrada en su trabajo por eso no la invité, no quería interrumpir sus planes.
"Centrada" "Ocupada" "Mujer", Soo Bin fue consiente de cada palabra hiriente que indirectamente Yeon Jun le daba. Giró sobre sus talones y comenzó a acomodar sus ropas sobre la cama, pero poco después la mano caliente de Yeon Jun le tocó la espalda.
—Puede que no tenga la edad de esa mujer, pero yo también soy centrado y sé lo que es querer.
El señor Choi lo tocaba a menudo y siempre estaban a pocos escasos centímetros. Soo Bin sabía que aquello era arriesgado, claro antes no. Pero ahora las cosas habían cambiado, aun así intentó fingir que aquello no le perturbaba.
— ¿Quieres que te ayude con eso? —Él se inclinó para murmurar en su oído. Y el cálido aliento de Yeon Jun consiguió erizar al castaño.
—Puedes ayudarme con muchas cosas, Yeon Jun—Era verdad, Soo Bin había hablado con toda la sinceridad que su cuerpo le había permitido, incluso había querido gritarle que lo quería para él, pero ya estaba demasiado jodido como para aumentar más cosas a su agonía.
—Dime en qué.
—Bésame primero y lo pensare.
Cuando Soo Bin se volvió para mirarlo, él estaba tan cerca que sus labios le rozaron la mejilla. Se quedó paralizado. Y en lugar de alejarse, el castaño se enderezó lentamente, rozando de nuevo sus labios, como si hubiera sido accidentalmente. Solo las líneas finas en las esquinas de sus ojos le demostraron a Soo Bin que Yeon Jun estaba sonriendo.
— ¿Quieres saber porque ella no vino? —Le acarició ligeramente la barbilla con un dedo—Me dijo que eras un niño confundido y que debía darte terapia, de hecho me hizo prometer que te llevaría con ella, ¿Quiéres ir?
¿En realidad haría eso? Una extraña sensación se alojó en la boca de su estómago, no tenía nada que ver con el juego casi erótico que ambos mantenían, era más bien culpa y razón, quizá y la mujer tenía buen juicio. Quizá solo estaba un poco confundido y por eso quería a Yeon Jun, aun sabiendo que aquello ocasionaría problemas.
Yeon Jun inclinó la cabeza y estudió el rostro de Soo Bin.
—Muy pocas veces he visto esa expresión en tu rostro.
Si Yeon Jun pensaba que Soo Bin le hablaría sobre su reacción, estaba tristemente equivocado. No lo haría.
—No iré con ninguna psicóloga o loquera que quiera meterse en mi cabeza, de hecho ni siquiera deberías hablarme de ella. Algún día tendré una familia y sería un poco malo que ellos se enteren que fui a un matasanos mental, lo que quiero decir es que, ¿Qué pasaría si algún día yo me caso con una bella mujer y ella queda embarazada? Entonces sería una menuda mierda.
—Estas diciendo tonterías. Tú no te casarás con ninguna mujer.
— ¿Qué? —Soo Bin miró fijamente a los ojos de Yeon Jun.
Al pelinegro se le encogió el corazón al verlo así, no podía soportarlo más. Por eso con una zancada llegó hasta él, lo agarró entre sus brazos y le miró fijamente. Lo sintió temblar entre sus brazos, lo vio morderse el labio inferior y hacer una mueca triste.
—Hablas tan rápido, apenas he podido entender lo que has dicho.
—Hye Sun dice que cuando estoy nervioso hablo rápido y nadie puede entenderme.
—La comprendo completamente—Yeon Jun suspiró, le estaba comenzando a gustar sentir el cuerpo de Soo Bin aplastado con el suyo. Un sentimiento de culpa se encendió en su pecho y el cuerpo comenzó a vibrarle— ¿Qué es lo que tienes, Soo Bin?
—No lo sé—Respondió Soo Bin, y se le acercó aún más. Soo Bin podía ser apenas un adolescente de diecisiete años, pero tenía en su rostro una expresión sería. El castaño ya había tomado una decisión y Yeon Jun temía que, una vez decidida, ni siquiera la lógica podía hacerle cambiar de opinión—Vas a besarme, Yeon Jun.
Y, de repente, se arrojó a sus brazos, le rodeó el cuello y se puso de puntillas para besarlo.
Yeon Jun sintió que el cuerpo se le ponía duro y tenso. Le ardían las manos por tocar algo que se le entregaba en voluntad, apretó la mandíbula y luchó contra el deseo de besarlo. Cerró los puños fuertes mientras la sangre le hervía. El aliento mentolado de Soo Bin le acarició el rostro, sus dedos, el cabello...y las caricias le llegaron hasta los huesos, Soo Bin estaba frotándose contra él.
Yeon Jun dejó de respirar. Miró sus dedos cubiertos por los de Soo Bin, su piel casi del mismo tono, reaccionando al contacto sin moverse. Al pelinegro se le ocurrió que aquello no estaba bien. Era un pedófilo, si tal fuera el caso.
Pero sus pies estaban clavados en el suelo y no podían moverse, tampoco respirar.
Yeon Jun lo estaba tocando sin darse cuenta, sus manos ya habían ascendido por las caderas de Soo Bin, tocándolo fuerte y levantándole apenas la playera negra que llevaba, pensó que era algo... ¿Físico? Por supuesto, lo deseaba sudoroso y desnudo allí mismo. ¿Emocional? Si, aunque resultara increíble, él quería a Soo Bin de una forma tosca y amorfa. ¿Intelectual? Su mente nunca había imaginado siquiera el desear a un adolescente de diecisiete años. ¿Metafísico? ¿Espiritual? Dejó de pensar de repente y su mundo colapso.
— ¿Yeon Jun? —Susurró Soo Bin sin estar seguro de lo que estaba pidiendo.
Él se movió un poco más y equilibró su peso mientras se inclinaba hacia adelante. Soo Bin hizo lo mismo, separando las piernas para darle espacio. Yeon Jun se acercó más y el menor observó los rasgos masculinos de su cara, se mordió el labio inferior con anticipación al beso. Entonces Yeon Jun cerró los ojos y bajó la cabeza despacio, separó los labios y luego disparó.
Su boca estaba suave y caliente, pero en cuanto se encontró con los labios de Soo Bin se descontroló. Pasó su lengua por la dulce boca y lo tomó como si estuviese absolutamente seguro de que eso era lo que debía hacer.
Soo Bin separó los labios y Yeon Jun olvidó lo que estaba pensando. Movió su boca inconscientemente, deslizó sus manos por el cuello del pelinegro y emitió un pequeño jadeo.
Y entonces le invadió un arrebato de confianza, ambos disiparon sus dudas y pensamientos hasta que se dejaron llevar.
Yeon Jun estaba aprovechando el momento, sus labios firmes pero suaves se deslizaron rápidamente por Soo Bin. Su lengua estaba haciendo todo tipo de cosas extraordinarias; acariciándolo, empujándolo, dándole golpecitos. Era como si estuviese probando algo exótico o nuevo en su paladar.
Las manos grandes del pelinegro empezaron a tantear por las piernas de Soo Bin, le acariciaron de arriba abajo antes de terminar en sus caderas. Fue un gesto tan posesivo que accionó algo en Soo Bin. Su alegría creció en cuanto tuvo el cuerpo entero de Yeon Jun tapándolo.
Soo Bin empezó a mover sus caderas, contorneándose contra la fabulosa erección que crecía en Yeon Jun. Le ardían los pulmones y se le empezaron a arquear los dedos de los pies, era el principio del fin.
—...Creo que él no está aquí—Entonces ambos tuvieron que soltarse, Yeon Juun se apartó de Soo Bin y se arregló la ropa.
Beom Gyu y Tae Hyun habían llegado a casa.
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Lo siento por la tardanza, estoy enferma pensé que ya había mejorado pero al parecer no, estoy con fiebre, esta semana me dió una gran gripe que siento morir. :"(
Por lo cual actualizaré dos capitulos de esta historia por hoy, de verdad lo siento. 😭
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