Capítulo2
- ¡Rubia!- le pegue una patada a la mesa de Javier y este se despertó de golpe, mirándome un tanto enojado- suficiente sueño de belleza, arriba, acaba de sonar el timbre...
Me senté en la mesa más cercana mientras veía como mi amigo se desemperezaba. Siempre se dormía en clases de historia, no es que la materia fuera aburrida, solo era el profesor que hablaba lento y suave, nadie hacía ruido porque su presencia era tan aburrida que nos aburríamos nosotros, por eso gente tan distraída como Javier se dormía en sus clases. Luego veías a los idiotas como yo, mirando el techo, molestando a otros, mirando el celular, y luego estaban los raritos que sacaban apuntes, hacían una que otra pregunta o incluso le entregaban los ejercicios que el profesor mandaba a hacer en clase.
La clase estaba casi vacía, solo quedábamos nosotros, un par de chicos que estaban guardando sus cosas y el profesor.
-Bueno...¿algo interesante de la clase de hoy?
Sonreí, siempre me hacía la misma pregunta cada vez que lo despertaba...y eso que es el primer día de clases.
-Nada...-mire por la ventana, quería salir de una vez- By the way-
-Deja de decir eso, me estresas- Javier se levantó y paso uno de sus brazos sobre mis hombros, arrastrándome a la puerta de la clase- está bien que lo escribas, pero no lo uses en conversaciones frente a frente, esas cosas no se usan en la vida real, menos en un país donde se habla español, estúpido bilingüe...
-Trilingüe, sé italiano
-Estúpido europeo- palpo sus bolsillos, buscando algo, en su cara se dibujó una sonrisa cuando su mano libre toco su bolcillo trasero- ¿qué me ibas a preguntar?
Me guio hasta la entrada del recinto, espere a que llegáramos, no quería hacer esa pregunta frente en pleno pasillo, es molesto lo cotilla que es la gente a veces.
Vi a mi amigo sacar una caja de cigarrillos, encendió uno y me miro directo a los ojos, esperando mi pregunta.
-el pelirrojo...¿lo conoces?
Soltó una risita acompañada de un poco de humo y sacudió su pelo con su mano libre. No vamos a negar que Javier aparenta ser sacado de una película americana, ubicada en california y él es un surfista guapo, gracioso y con mucho amor propio.
-¿Diego? Nos seguimos en Instagram, fuimos por un tiempo a las mismas clases de inglés- empezó a numerar el rubio- entramos el mismo año a esta escuela y me presto un lápiz él día que hicimos la prueba para entrar a esta estúpida escuela...también recuerdo que quedo primero en la lista de los niños de su edad
Diego, así que ese era su nombre. Siempre me daba curiosas cuando lo veía por los pasillos o aquí, en la entrada, con sus amigos. Es el único pelirrojo en toda la escuela, el único que viene con su grupo de amigos aquí sin intenciones de fumar y el único del que nunca escuche ningún rumor o comentarios sumamente negativos.
-¿Por qué?- el tono burlón de Javier combinaba perfectamente con el brillo travieso de sus ojos- ¿al ver que no logras conquistar a este hermoso rubio te vas a tirar por un lindo pelirrojo? Me hieres, pensé que tu corazón siempre me iba a pertenecer
Hizo una pose dramática al mismo tiempo que dejaba salir una bocanada de humo de su boca y el cigarrillo caía de su boca. Reí, decidido a seguirle el juego.
-Lo lamento, pero no puedo seguir sufriendo por tu amor no correspondido- tome una de sus manos y la bese- pero siempre te recordare como mi mejor amor
-¡No Julio, no lo dejes ir!
Una pelirroja teñida llego a nuestro lado, uniéndose a nuestro absurdo juego con completa naturalidad.
-¡Pero Amanda, encontré a la persona perfecta para pasar el resto de mis días!
-¡Traición!- me señalo Mónica, mirándome fijamente con sus ojos celestes sumamente claro- ¡me juraste nunca llegar a amar a alguien más que no fuera mi super diva hermana!
Y ahí fue cuando todos estallamos en risas. Mónica era una chica que sabía unirse a nuestras estupideces con completa naturalidad y sin objeción ni prejuicios, además siempre traía a la encargada de que nosotros tres llegáramos hasta último año: Karla. Esa chica nos ayudaba con los deberes, nos pasaba las respuestas en los exámenes y siempre iba atrás nuestro recordándonos las entregas de proyectos, carpetas, presentaciones...
Era todo un ángel.
-¿Pueden creer que este año la de Biología quiere que hagamos una carpeta con todos los temas del año?
Miramos a la pequeña Karla, su pelo rubio atado perfectamente, sus grandes lentes que hacían lucir enormes sus ojos verdes, luego estaba su forma de vestir algo infantil con vestidos colores pastel, había que sumar a eso que era más bajita que yo. Su piel era un poco bronceada y tenía un gracioso lunar abajo del ojo izquierdo, de lejos parecía una pequeña estrella.
-Karla, acabamos de empezar el año- Javier apoyo uno de sus brazos sobre la cabeza de la chica- tranquila
-Comprar carpetas...
Mónica se me acerco riendo por lo bajo.
-Ya la perdimos
Asentí completamente distraído, acababa de llegar Diego con sus amigos, la chica morocha venía reprochándole algo y él parecía incomodo, con sus cachetes rojos y una mueca de incomodidad. Podría ir a hablarle.
-Ya vuelvo- dije mientras Javier y Karla seguían en su pequeña conversación sobre carpetas y.... ¿lagartos?
Me encamine directo hacía Diego, sus ojos verdes ahora estaban enmarcados por unos lentes un poco grandes. En cuanto hicimos contacto visual puse mi mejor sonrisa, su rostro se volvió el doble de rojo y sus ojos se abrieron tanto que por un momento parecía que se fueran a caer.
-¡Ya averigüe tu nombre!- le dije en cuanto estuve frente a él, ignorando que su amiga le estuviera demasiadas preguntas- Diego ¿verdad?
Parpadeo perplejo y asintió. En clase de gimnasia era más hablador.
-Supongo que ya sabes mi nombre...- le sonreí con un deje de coquetería- pero tus amigos no, hola, soy Drake, gusto de conocerlos
-Sara- respondió la chica morocha. Nota mental, no hacerla enojar, parecía la clase de persona que te apuñalaban como advertencia.
-Ed- se presentó el chico. Sus rasgos dejaban en claro sus orígenes.
-¿qué haces aquí?- preguntó finalmente la dulce voz del alto pelirrojo, sus ojos verdes estaban clavados en mí.
-¿no puedo?- le pregunte acercándome un poco.
-N-no, no quería decir eso, p-perdón- tartamudeaba y jugaba nervioso con sus manos- s-solo...mejor me quedo callado
Solté una risita. Diego seguía con su pelo atado, sus rizos caían sobre sus hombros mientras que algunos mechones rebeldes se habían escapada y caían sobre su cara. Tuve que resistir la tentación de apartarle uno que caía sobre su ojo.
-¿de qué me perdí?- preguntó Ed acomodando sus lentes.
-Conocí a tu lindo y pelirrojo amigo en clases de educación física y solo quería hablar con él- le respondí con una sonrisa, las sonrisas siempre son la mejor carta de presentación- ¿lo puedo robar solo por unos minutos?
Y sin esperar una respuesta, lo tome de la muñeca y lo arrastre conmigo. Ni yo sé con certeza que es lo que estaba haciendo, solo quería ¿estar a solas? No sé. Había algo en ese chico que me llamaba, además, ahora que le había hablado no se iba a deshacer de mi con tanta facilidad. Quiero más amigos. Lo quiero a él como amigo.
Algo que me sorprendió fue lo fácil que era arrastrarlo conmigo, no ponía resistencia alguna.
-Así que...¿Diego?- pregunte una vez que paramos, alejados de sus y mis amigos- ¿la historia detrás de ese nombre es...?
-Así se llamaba el medio hermano de mi madre- respondió levantando ambos hombros- ¿la historia detrás de tu nombre?
-Es de familia, mi bisabuelo, mi abuelo, mi padre y yo- respondí- ¿nos sentamos en el pasto?
Asintió de una forma demasiado infantil y dulce. No es por nada, pero mi radar gay se está activando.
-¿por qué me trajiste aquí?
-La verdadera pregunta es ¿por qué no?
Soltó una risita y se acomodó uno de los ricitos que caía sobre su cara. Diego era esa clase de persona a la que la sonrisa le iluminaba la cara.
-Si te vas a poner filosófico...- cada vez que nuestros ojos conectaban él desviaba la mirada- by the way...
-¡SABIA QUE NO ERA ÉL ÚNICO! - me le tire arriba y le estampe un beso en la frente- ¡GRACIAS DIEGO!
Su cara de sorpresa y miedo fue muy evidente, era claro que no se esperaba que un chico al que acababa de conocer se le tirara arriba solo por haber dicho "By the way". Ni yo sé que me dio, solo fue como una luz de esperanza en un mundo nublado.
Se acomodo los lentes mientras me miraba aún sorprendido, se encontraba debajo de mí, entre mis brazos. Al darse cuenta de esto su cara se tornó de un color rojo intenso. Adorable.
-¿Podrías por favor...?
-Sí, sí, sorry- en cuanto lo deje libre me dedique a disculparme y explicarle mis motivos de tanta emoción.
-Pero...yo lo uso todo el tiempo
-Same, pero la rubia no- note que su pelo había quedado sumamente desordenado y como hermano mayor de tres hermanas no podía permitir eso- tu pelo...¿puedo arreglarlo?
Frunció el ceño confundido y paso una mano por su pelo.
-Pero...está bien
Negue.
-Por mi culpa está desordenado y lleno de pasto
-oh...-pareció dudar un poco. Es entendible, después de todo le acabo de saltar arriba- está bien...
En cuanto me dio permiso, me coloque atrás de él y con cuidado desate su pelo. En cuanto mis dedos entraron en contacto con su pelo note lo suave que era, me dieron ganas de estampar mi cara contra tanta suavidad.
-Me encanta...-murmure
-¿Dijiste algo?- pregunto la dulce voz del pelirrojo
-No, no- deje caer su sedoso pelo entre mis dedos- nada importante...
Cualquiera de mis hermanitas les tendría envidia a estos hermosos rizos. Con cuidado ate su pelo de nuevo, dejando apropósito un mechón suelto que cayera suavemente sobre su cara. Tuve que resistir la tentación de empezar a hacerle una tranza o probar diferentes peinados.
-Oye- me acerqué a su oído- me encanta tu pelo
Se sacudió a causa de un escalofrió, pero no se movió, de todos modos, su sonrojo llego hasta sus orejas. Se acomodo los lentes y agacho la mirada.
-Gra-gracias
Sonreí. Me encantaba lo fácil que era hacerlo sonrojar.
-Diego ¿me das tu número?
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Le mostré el nuevo contacto agendado como "Dieguito" a Javier una vez más. Sus ojos estaban abiertos de par en par mirando atónito la pantalla de mi celular.
-¿es gay?- pregunto mirándome a los ojos- ¿o bi? Siempre esta con esa chica, pensé que eran algo...
-Me da la impresión de que no son nada- guarde mi celular en mi bolcillo- sobre su sexualidad, ni idea, pero me parece de que esta dentro del closet, sea cual sea su sexualidad
-uy, eso es malo
Asentí. Las clases ya habían terminado por hoy, Javier me estaba llevando hasta casa, era el único que tenía permiso de conducir, digo, obviamente sé conducir, pero aún tengo 17 años, no puedo ir por ahí conduciendo sin permiso.
-Por cierto- ya estábamos por llegar a mi casa- ¿por qué tan repentino interés por Diego?
-¿me creerías que ni yo sé?- reímos un poco- pero, no sé, es adorable...
-y complicado- me sorprendió su comentario- si nuestra teoría es verdadera, está en el closet, debe tener una familia complicada o algo así...una vez, en realidad la última vez que fue a clases de inglés, llego con el labio partido, llorando y su recuerdo que su padre era un tipo aterrador, gigante, nadie dudo quien fue el que le partió el labio
>> falto toda la semana a clases, fue un año antes de que llegaras, fue en su primer intento de usar el pelo largo- siguió contándome- tendría doce, once años. Cuando volvió tenía el pelo sumamente corto y sus lentes estaban pegados con cinta en varias partes.
>>Debe ser raro que recuerde todo esto, pero sabes la buena memoria fotográfica que tengo
Me guiño un ojo y freno frente a mi casa.
-Supongo que gracias por revelarme un poco del pasado de Diego- tomé mi mochila y abrí la puerta- de todos modos, voy a seguir hablando con él, es divertido hacerlo sonrojar
Javier soltó una risotada y me choco los cinco.
Esperé a que su auto desapareciera de mi vista y me metí a mi casa. Abrí el portón que daba al patio y enseguida aparecieron mis tres perros, Chico, el Gran Danés, Sasha, Husky Siberiano, y Sultán, el único que no tenía raza y era el pequeñito de los tres. Era completamente blanco y era tan peludo que parecía una oveja en miniatura.
Con un silbido Sasha y Chico se sentaron, solo Sultán siguió caminando, con su lengua afuera, hasta mi.
-¿Cuándo aprenderás pequeño?- acaricie su cabeza y seguí caminando hasta la entrada, ya desde afuera podía oír el caos que había adentro.
Abrí la puerta con cuidado, esquivando al pequeño mini-yo llamado Franco, que iba siguiendo a Matt, el más pequeño de todos con sus ojitos celestes y su pelo rubio ceniza. Era mudo, así que todos habíamos aprendido lenguaje de señas para también enseñarle a él.
Mientras subía las escaleras me tope con Zoe. Ella tenía el pelo negro, largo y ondulado, sus ojos eran una mezcla de café y verde y su piel era un poco menos pálida que la mía.
-¿Cómo fue tu primer día?- le pregunte.
-Una mierda total- me respondió poniendo los ojos en blanco- ¡No me dejan usar mi ropa de camuflaje ni mis botas militares!
Sonreí y seguí subiendo las escaleras, al llegar al segundo piso me encontré con Rebecca y Kenya, Kenya era una mini copia de Zoe pero sus ojos eran completamente verdes. Rebecca era muy diferente, con unos grandes ojos entre grises y celestes y su pelo de un rubio un poco oscuro, tenía los hombros llenos de lunares, al igual que sus piernas y su espalda.
-¡Drake!- ambas corrieron hasta mi- ¿Cómo te fue?
Les sonreí y me agaché un poco para quedar a su altura.
-Bien, hice un nuevo amigo...
-¡Para mí que es tu novio!- aseguro Rebecca asintiendo convencida
-Nop- toque su nariz y me levante- solo un amigo
Por sus caras, supuse que estaban decepcionadas. Seguí caminando, Me encontré con Jacob, el novio de Sofía. Era un chico alto, de piel un tanto oscura, pelo negro y revuelto, y ojos castaños oscuros. Estudiaba psicología.
-Hola Drake- sacudió mi pelo- ahora que llegaste, me tengo que ir, llego tarde a clases.
Él tenía la ventaja de ir a clases por la tarde, por mala suerte le hacía el favor a mi madre de cuidar a los niños en la mañana, hasta que yo llegaba. No había muchos problemas porque Sofía estudiaba de mañana, profesorado de música.
-¡Llegue!- el grito de Kevin llego desde abajo junto al grito de desesperación de Zoe.
-¡Suéltame idiota!
Esos dos siempre se metían en problemas.
Kevin era el mellizo de Sofía, ambos rubios, de piel bronceada, la diferencia era que Sofía tenía ojos castaños y Kevin verdes. Ambos eran los mayores de todos, con 21 años recientemente cumplidos.
-¡Yo ya me voy!- Marcos salió de su habitación, intentando colocarse bien su zapatilla- ¡Jacob! ¿me llevas?
-¡Si te apuras puedo!
Marcos sacudió mi pelo en la pasada y siguió de largo, su pelo castaño claro estaba completamente revuelto y sus ojos azules demostraban la locura y energías que llevaba adentro. Era super hiperactivo, por suerte los diferentes tratamientos y medicación lo ayudan bastante, pero no evitan que de todos modos sea capaz de correr tres maratones si toma un poco de café.
En orden íbamos algo así:
Primero Sofía y Kevin, con veintiún años. Le seguía Marcos con 18, luego yo con 17, Zoe con 14, Rebecca con 10, Kenya con 8, Franco con 4 años y Matt con 2. somos una familia grande y la mayoría tenemos padres diferentes, los únicos que compartimos padre somos Zoe, Kenya, Franco y yo. Después los mellizos y bueno, Rebecca y Matt son de diferentes padres. De todas formas, nos queremos entre todos, sabemos que somos familia, nos valoramos y apoyamos entre todos. Por ejemplo, Sofía me enseñó a tocar la guitarra mientras que Kevin me mostraba todas sus revistas con imágenes de muchas partes del mundo o incluso del espacio (¿mencione que está estudiando guía turístico?). Con Marcos siempre nos cubríamos las travesuras y soy yo quien siempre le recuerda cuando tomar sus medicamentos. Con Zoe compartimos algunos gustos musicales y me suele venir con sus problemas de chicos, yo la ayudo en todo lo que puedo. Luego con los más pequeños siempre estamos cuidándolos entre todos y en cuanto supimos que Matt era mudo empezamos a aprender entre todos lenguaje de señas para ir incorporándoselo desde pequeño.
Obviamente tenemos nuestras diferencias, pero la que siempre logra unirnos es mamá. Fue madre adolescente a los 17 años, el chico jamás se hizo cargo. Por suerte sus padres la ayudaron, ella pudo terminar sus estudios y ahora trabaja como enfermera en colegios u hospitales.
La casa en la que vivimos la diseño y construyo mi padre, es arquitecto y a pesar de que hace mucho tiempo no hablamos sé que está viviendo en Italia con su madre.
La historia que tiene con mi madre es un tanto complicada.
Finalmente logré llegar hasta mi habitación, abrí la puerta y me encontré con el desorden en persona. Con un piso alfombrado gris, paredes de un gris muy oscuro, una cama de dos plazas con sabanas rojas y negras con una ventana sobre la cabecera y muchísima ropa negra tirada por todas partes, les presento mi cuarto.
Lance mi mochila a cualquier parte del piso mientras cerraba la puerta atrás de mí, me deje caer en mi cama, estaba caliente debido a que le debió dar el sol durante casi toda la mañana.
Ni siquiera sé con certeza en qué momento me quede dormido, entre mis sabanas calentitas y los murmullos del resto de la casa.
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