Capítulo 12: Planes.
El hecho de ser humano ya de por sí es incognito. Sentir dolor es inevitable, la felicidad también. Es normal tener un poco de ambas. Abarca más el dolor pero sé que es una señal: Aún estoy vivo. Hay personas a las cuales sigo llamando pero nunca regresaran. Vivir con eso es realmente duro y difícil de comprender. Había quedado solo, pero tan sólo que por un instante creí estar muerto. Y a pesar del amor incondicional de mi pequeño hermano, el gran alivio que sentí al tenerlo conmigo, no fue suficiente para conllevar mis emociones. Nada era suficiente porque pensaba que mi vida era una fortuna desafortunada. Necesitaba de algo... de alguien... y lo eché todo a perder cuando lo tuve en mis manos. Ahora me siento tan sólo que podría llorar.
—¿De nuevo es Ryuuichi en el baño?
—Al parecer Ryuuichi-sama encuentra el consuelo en la bañera, señora.
—Esto es ridículo —murmuró, chitando los dientes. Dio tres golpes diferentes a la puerta para llamar mi atención— ¡Ryuuichi, será mejor que salgas antes de que cumpla mi promesa!
Pequeñas pisadas que corrían a toda prisa por el pasillo llamaron la atención de los dos adultos, a lo que pensé en Koutaro instantáneamente. Decidí sumergirme en la bañera y ser ajeno a su conversación. No era como si Koutaro tuviese algo importante qué decir a su corta edad. Salí del agua cuando mis pulmones exigieron agresivamente aire y me di cuenta que dejaron de oírse voces detrás de la puerta. Lo agradecí internamente, pues pensaba quedarme otra hora más en el baño.
Cuando salí la casa se oía completamente sola. Era normal considerando su tamaño y los constantes compromisos de la abuela que la obligaban a ella y a Saikawa pasar mucho tiempo fuera. Sin embargo aquel sordo silencio me heló la piel. Intente ignorarlo y caminar hasta mi habitación. Quise creer que ese mal presentimiento sólo era producto de mi imaginación..., y debe serlo.
Al entrar a mi habitación me encontré con una mochila de acampar sobre mi cama y el cuarto limpio.
—Ayer empezaron las vacaciones de verano, ¿no es así?
Di media vuelta, encontrándome con la abuela en medio del pasillo, viéndome con esa expresión de molestia en su rostro. Avanzó un par de pasos y se detuvo en el marco de la puerta.
—Sí. Ayer comenzaron —respondí.
Ella chasqueó la lengua antes de hablar...
—Suelo hacer un campamento de verano para los profesores y sus hijos.
—¿Tiene algo que ver con la mochila en mi cama?
—Saikawa empacó todo lo necesario para ti y Koutaro.
—¿Pero por qué debo ir? ¿No dijo que es un campamento para los maestros?
—Te dije que te encargarías de la guardería en tus tiempos libres, ¿no? ¡Deja de cuestionarme y toma tus cosas! ¡Saikawa y Koutaro te esperan en el auto!
Me fue imposible discutir el tema por varias razones: La primera, tiene razón; y la segunda fue por los empujones con bastón. Ya me encontraba a medio camino cuando procesé toda la situación. Mi verano se verá invadido por maestros de la preparatoria y bebés qué cuidar. Supongo que es lo mejor para mí. He estado tan deprimido en los últimos tres días.
《No hay ningún lo nuestro.》
Pensé en abrir la mochila y ver su contenido. La verdad es que ni siquiera me tomé la molestia de revisarlo. Saikawa es una persona eficiente pero es de humanos cometer errores, podría faltar algo y ya estamos muy lejos de la ciudad como para reponerlo.
El contenido parecía normal: Ropa, toallas, pañales, traje de baño, bloqueador, un par de frituras, lentes de sol, salvavidas y otros juguetes para inflar..., una caja negra. Cerré la mochila y la hice a un lado. Es mejor dedicar mi tiempo a mirar por la ventana del auto el paisaje que recorríamos.
—Hemos llegado, Ryuuichi-sama, Koutaro-sama.
Saikawa abrió las puertas del auto y nos hizo bajar.
—¡Miren! ¡Kashima-kun ha llegado y el pequeño Koutaro también!
La presencia de los profesores y los niños fue notoria cuando oí gritar a Mamizuka, la madre de Takuma y Kazuma, con una energía repleta de felicidad. Sonreí al verlos a todos y me acerqué a saludar.
—Nos hace muy felices que nos acompañen, Kashima-kun —admitió con sinceridad la madre de Midori, Sawatori.
—No esperaba este viaje, pero sé que será muy divertido —dije, regalándole una sonrisa de labios sellados a las cuatro mujeres frente a mí.
—Los chicos se encuentran preparando el asador para la cena, ¿por qué Koutaro y tú no se visten y se nos unen en un rato? —dice la señora Kamitani, apuntando a las tiendas a su espalda con el pulgar— Su tienda está lista, es la única de color azul.
—Gracias, Kamitani-sensei.
Luego de que nos despedimos de Saikawa y él nos prometiera venir a buscarnos a primera hora después de dos semanas, Koutaro y yo nos dirigimos a la tienda que nos ofreció la señora Kamitani. No me parecía una sorpresa que estuvieran esperándonos, pero tampoco era normal. ¿Por qué necesitarían a un estudiante de preparatoria en un campamento familiar? Bueno, no es como si las cuestiones cambiaran los hechos.
—¿Eh?
Cuando entré a la tienda de acampar note que estaba llena de pertenencias ajenas en su interior y por un momento creí haber entrado en la equivocada, pero no era así, ya que en serio era la única tienda de color azul. Tal vez la señora Kamitani se equivoco de color.
—¿Qué haces ahí dentro?
La sangre se me enfrió al oír su voz.
Me incorporé, dando una pequeña vuelta, encontrándome con Kamitani y Taka. Nuestras miradas tuvieron un breve encuentro, por mi causa dejaron de conectar. Mis mejillas ardieron, el corazón estaba a nada de estallarme, las piernas me fallaban y e la nada me sentí indefenso.
—¡Ryuu-chaaan! ¡Koutaro-chaaan! —gritó Taka— ¡Qué bien! ¡Koutaro-chan, vamos acampar juntos!
—Uh —asintió Koutaro con un pequeño sonrojo de la emoción.
—¿Acamparan con nosotros? —inquirió Kamitani, cruzándose de brazos.
Me puse nervioso, busqué contestarle, pero no pude alzar la vista.
—N-N-No sabía que estarías aquí... ¡Ni siquiera sabía que vendríamos!... La-La abuela lo planeo todo y... y yo no pude negarme... ¡A penas hoy supe de este campamento cuando me trajeron!
Un largo silencio se apoderó del tema a tratar, el soplar del viento contra los árboles y las miradas curiosas de nuestros hermanos posadas en nosotros era lo único que se oía o veía. La situación me hizo temblar.
Me aterraba demasiado que Kamitani pensará que hice esto apropósito para vernos. Desde la última vez que hablamos no le dirigí más la palabra, y lo creí correcto, porque Kamitani dejó de buscarme también.
Tal vez esto es obra del destino y yo...
—Pueden quedarse con esa. Iré a buscar otra para mí y Taka.
—Creo que eso no será posible, Kamitani-kun —la profesora de teatro y madre de Kirin, Kamatsuka, se nos acercó—. Son todas las tiendas de acampar que la directora nos prestó. Tendrás que compartirla con Koutaro y Kashima-kun.
—Como sea —fue lo que dijo antes de irse.
Eso logró ponerme un poco triste. Estaba claro que Kamitani no quería verme ni en pintura por su reacción, pero ¿qué podía hacer yo?, no es como si hubiese pedido venir ni mucho menos compartir la casa de acampar con él.
Al caer la noche los profesores encendieron una fogata para socializar entre nosotros. Los niños ya se encontraban durmiendo profundamente en las casas de acampar, pues no habían parado de jugar durante todo el día y eso debió cansarlos muy pronto. Koutaro se adaptó rápidamente al cambio de aire y por el momento todo estaba en orden. Incluso de salud. En cuanto a mí, bueno, no podría decir que ha sido el campamento de mi vida pero no es que me queje. La comida estuvo deliciosa y las profesoras solían charlar conmigo de cualquier tema, mientras sus parejas tendían a cuestionarme mi trabajo como niñero de sus hijos.
Hasta ahí todo normal, pero los mandados eran especialmente incómodos. Empezando por el de la fogata. El señor Sawatori Yatuka, padre de Midori, me pidió gentilmente que lo acompañara a buscar leña para la fogata, pero cuando acepté la señora Kamitani ofreció la voluntad de su propio hijo. Entonces los tres estuvimos recolectando ramas por el bosque. No había sido la gran cosa, hasta que a todos les pareció perfecto mantenernos a Kamitani y a mí juntos.
Que si necesitaban eso, Kamitani y Ryuuichi en marcha. Que si los niños querían nadar, Kamitani y Ryuuichi debían cuidarlos. Que si requerían manos, Kamitani y Ryuuichi estaban dispuestos. Y todo el día fue de ese modo.
Ellos no sabían nuestra situación, así que no puedo culparlos, pero ¿qué tanta mala suerte debe tener uno para que algo así le pase?
—Kashima-kun, ¿no tienes novia?
La pregunta de la profesora Mamizuka me tomó por sorpresa que pegué un pequeño brinco.
—¿Ah? ¿Yo? —las personas alrededor de la fogata asintieron. Miré de reojo a Kamitani, quien veía el fuego sin ninguna expresión— No realmente...
—¿Y qué hay de esa chica con la que últimamente pasas el rato? Amm, ¿cuál era su nombre? —la profesora Kamitani pensó, fijando su vista al cielo estrellado.
—¿Yuki-chan? —pregunté.
—¡Oh! ¡Sí! ¡Ella! —sonrío con picardía— ¿No es acaso tu novia, Kashima-kun?
—¡No, no, no! ¡Para nada! ¡S-Sólo somos amigos! —aclaré de inmediato, pero cuando quise buscar la mirada de Kamitani, él estaba poniéndose de pie.
—¿A dónde vas, Hayato? —preguntó su madre.
—Tengo sueño. Además, esta conversación es aburrida.
—Dices eso porque Kashima-kun tiene más encantó que tú —suspiró la mujer—. Lástima, ya no eres el chico más codiciado en toda la preparatoria, hijo idiota.
—Da lo mismo.
Kamitani se encamino a las casas de acampar, sin embargo noté que se desvió a medio trayecto.
—Yo también tengo un poco de sueño, y si Koutaro no me ve cuando despierte podría llorar.
—Claro, descansa, Kashima-kun —sonrieron las profesoras.
Me despedí de todos los presentes y tome la misma ruta que Kamitani. Al parecer se dirigió al lago. Cuando estuve ahí lo encontré sentado a la orilla del mar, observando las estrellas.
—¿Pretendes dormir aquí?
No dijo nada, más bajó la cabeza. Me sentí estúpido al empezar una conversación de aquel modo.
—Si te molesta mucho puedo dormir afuera. Saikawa puso una cama inflable en mi mochila antes de...
—¿Hice mal al besarte ese día?
—¿Eh?
Su pregunta tocó de una forma profunda la parte más sensible de mi corazón.
—Tal vez sólo debí aceptar tu respuesta desde un principio... Si sólo yo no te hubiese orillado a esto me habría evitado... tantas cosas —eso último lo dijo en un suspiro que intentó partirme el alma—. Pero no me arrepiento, es decir, ¿por qué lo haría? Estaba con la persona que más quería. A la que todavía quiero.
—Kamitani...
—Me gustas, Kashima —Kamitani giró en su lugar, penetrando mi alma con esos ojos y pidiendo a gritos mudos que lo escuché—. Y es verdad cuando digo que te quiero.
Por un momento creí que mi voz había desaparecido.
—Es la primera vez que lo dices.
—No, es la segunda vez que lo digo —se levantó de su sitio y se me acercó demasiado, lo suficiente como para sentir su respiración en mi rostro—. Pero no lo entiendo.
—¿Qué es lo que no entiendes?
—¿Sientes lo mismo que yo?
Esta vez la voz no salió ni de lo más profundo de mi garganta. Sentí un nudo terrible y un extraño malestar en el estómago. Por un momento pensé que me desmayaría en los brazos de Kamitani. Y es que su pregunta golpeaba tantos puntos sensibles en mí, revolvía mis emociones y los enigmas volvían a invadirme con locura. Era un tornado sacudiéndome.
—N-No lo sé.
—Es por Yuki, ¿verdad? ¿O por Inomata?
Miré a Kamitani de mala forma.
—¿Ellas qué tienen que ver? Yuki-chan es una buena amiga y, bueno, Inomata-san, no entendí muy bien porqué huyó así.
—Pero me culpaste.
—Lo siento —susurré al sentir la garganta ahogándome. Mis ojos se cristalizaron y sentí varios golpes secos sobre el pecho que dolían horrible—. No entiendo qué me pasa, porque hago muchas cosas, ni cuándo será el día que las averigüe. Me gusta estar contigo, Kamitani, y es cierto, fuiste tú quien me orillo a lo que somos ahora, pero yo no te detuve —las mejillas se me decoloraron. Me abracé, sintiendo las lágrimas bajar en gruesas gotas—. Me gustan tus abrazos, me gusta que me toques, me gusta besarte. Me gusta, Kamitani. P-Pero no sé qué significa.
《Kashima-kun, estás enamorado.》
Los labios de Kamitani me atraparon en un beso, y antes de poder reaccionar, mis brazos rodeaban su cuello y él rodeaba mi cintura con los suyos. Esa calidez que había extrañado tantos días se repuso con aquel roce. Sus manos recorrieron mi espalda, acariciando cada centímetro, tocando mi piel sobre la tela del camisón. Me apretaba levemente contra su cuerpo, abrazándome tiernamente, exigiendo todo mi ser. Mis labios, mi boca, mi sabor, todo fue robándome y volviendo suyo. Kamitani estaba poseyéndome con sólo un par de besos; Y le di todo de mí. Lo quería...
Lo quería en mi vida. Lo necesito en mi vida.
.
Hola, hola.
Este todavía no es el final del campamento de verano 7u7
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO MUCHO uwu
Les mando un beso bien tierno como Takuma :3
Nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro