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Nuevos sentimientos

Aang se encontraba muy feliz con la relación que sostenía con Katata y aunque está fuera a escondidas, sentía una gran felicidad por poder estar con ella todas las noches. Ella lo despertaba cuando la luna estaba en lo más alto del cielo y se escabullían por los árboles mientras el equipo se encontraba dormido. Sus encuentros eran mágicos para él y aunque la mayoría de sus pláticas se centraban en sus compañeros, Aang se sentía afortunado por el simple hecho de tenerla a su lado, tocar su mano y ver las estrellas cada noche.

—Vamos Aang necesitas entrenar. —menciona Zuko pasando frente al avatar desapercibido.

—¿Por qué no podemos descansar?, es domingo.

—Porque mi padre te hará cenizas incluso en domingo.

—Me gustaría ver eso. —Dice Toph sarcásticamente.

—Está bien. —contesta el avatar con la cabeza agachada, mientras tomaba su planeador.

Los chicos se preparaban a realizar un breve calentamiento, antes de empezar a lanzar bolas de fuego a las rocas voladoras de Toph, cuando Katara los interrumpe.

—Chicos tenemos un problema.

Aang y Zuko siguieron a Katara al campamento hasta encontrarse con Appa y Momo, ambos se encuentran recostados en el césped mirando al cielo. Parecía que estaban dormidos pero era muy temprano para estarlo.

—¡Malditos!, se comieron todo, incluso la carne de foca. —Lamentaba Sokka mientras sostenía la bolsa vacía.

—Se ven algo enfermos Aang. —Comenta Suki mirando al avatar.

—Solo están llenos —colocando la mano en el estómago de Appa. —Necesitan dormir.

—Bueno ya pasa de medio día y ya tengo hambre. —Comenta Toph tocándose el estómago.

—Tenemos que ir al pueblo. —Dice Zuko mientras escuchaba rugir a su estómago.

El equipo se dirige al pueblo más cercano, pero para su gran sorpresa al llegar se encuentran con él mercado más grande que habían visto en su vida. Había dos hileras de puestos hasta donde alcanzaba la vista. La gente gritaba sin parar promocionando sus productos: vasijas, armas, coles, ropa, etc.

—¡Wow!, esto es enorme. —dice Toph mientras coloca su mano sobre el suelo.

—Necesitamos dividirnos o duraremos toda la vida aquí. Aang, Katara y yo iremos por la carne, mientras Toph, Sokka y Suki irán por la verdura. —Indica Zuko mientras ve unas brochetas de carne bastante exquisitas.

—Yo, no lo sé. —Duda el avatar. —A mí no me gustaría ir por la carne, ¿Podría ir con los chicos a comprar la verdura?.

—Está bien. —Responde Zuko, sin importarle su decisión.

—Miren nos quedan solo 10 monedas de la tribu agua. 5 son para las verduras y 5 para la carne —comenta Katara entregándole el dinero a su hermano. —Fíjense bien en lo que compran, no quiero comer de nuevo verdura echada a perder.

Los chicos se alejaron en direcciones contrarias, mientras un silencio incómodo se tornaba entre Zuko y Katara, él príncipe desterrado intenta romper ese silencio un poco nervioso.

—Está lindo el clima, ¿No?.

—Me agradan más los días soleados —responde mientras observa el cielo nublado. —El día parece triste. Pareciera como si el cielo fuera a llorar.

—Es extraño en una maestra agua. Si en este instante estuviera el sol ya te hubiera hecho pedazos.

Él príncipe soltó una pequeña carcajada alentando su propio chiste, mientras que Katara lo encuentra de mal gusto y decide quedarse callada. Tal vez el silencio no sea tan incómodo después del intento inútil de tener una conversación normal. Pero por alguna extraña razón Zuko no deseaba quedarse callado, algo en Katara le llamaba la atención y algo en él quería seguirla escuchando hablar.

—Dime Katara, ¿Qué tipo de carne compraremos?.

—No lo sé, tal vez pescado o algo de res.

Mientras caminaban, el silencio ganaba con periodos más grandes y más grandes, lo que a Zuko le disgustaba mucho, no comprendía por qué ella no lo había perdonado del todo y aun así se atrevía a humillarlo con su silencio. Esta vez no se quedaría con la duda y se lo haría saber, él necesitaba entenderlo, al menos para no sentirse así de miserable.

—Nunca me podrás perdonar, ¿Cierto?.

—¿Qué quieres decir con eso?.

—El hecho de qué es muy difícil para ti poder olvidar todo el daño que ocasione, antes de decidir hacer las cosas bien y unirme al avatar.

—Claro que te perdoné, —colocándose frente a Zuko. —Es solo que somos muy diferentes, con gustos distintos. No te sientas incómodo por el silencio, por mi está bien.

Los chicos continuaron su recorrido, pero Zuko no podía dejar de pensar en las consecuencias que tuvieron sus decisiones, las cosas no se podían quedar así, ya era una nueva persona y quería compensar todo el daño. Pareciera como si encontrar al asesino de su madre no hubiese sido suficiente aquel día. Él creía que se ganaría su confianza, pero eso es algo difícil de conseguir y más con una persona como Katara, ya la había traicionado una vez.

—¿Y qué tal si tenemos más cosas en común de las qué te imaginas?.

—Puede ser, pero, ¿Cómo saberlo?. —Responde Katara mientras se distrae viendo unos vestidos color celeste.

—Bien, podemos iniciar con algo sencillo, dime, ¿Cuál es tu animal favorito?.

—Supongo que los pingüinos, —responde algo sorprendida por el interés que muestra Zuko en ella. —¿Y el tuyo?.

—Creo que son los dragones, aunque ya no existan no pierdo la esperanza de ver uno algún día.

Después de un silencio breve Zuko continuó preguntando, no quería seguir caminando sin ninguna conversación. Era diferente con ella, cuando estaba con Mai nunca le incomodo el silencio, pero con Katara sentía la necesidad de contarle todos sus sueños.

—¿Dime qué se siente tener un hermano?.

—Es lo peor de la vida —riéndose. —Es como una tortura que no puedes dejar de lado, no es como decir: "Ya no te quiero como mi hermano porqué tomaste mi vestido favorito para hacer un búnker secreto con él". Es algo masoquista pero a la vez tienes a alguien que te quiere sin condición y que te defenderá, o al menos hará el intento de hacerlo.

—¿En serio uso tu vestido para hacer un búnker?. —Pregunta Zuko sorprendido, mientras escoge un par de pescados y los coloca en el canasto.

—Sí, quería demostrar que la nieve no era tan importante en el polo sur, ¿Puedes creerlo?, su invento fue un desastre, tomando en cuenta que ese día hubo una tormenta terrible. —Katara río al recordar ese momento y después de un largo suspiro añadiendo. —en serio me gustaba ese vestido. Y dime, ¿Qué se siente tener una hermana?.

—¡Wow!, ¡wow!, ¡woow!, lo nuestro si es en serio masoquista. Desde que tengo memoria Azula se ha encargado de perjudicar mi vida —suspirando. —Pero sabes, es mi hermana pequeña y al igual que Sokka siento esa necesidad de intentar protegerla de todo, espero que un día de estos reflexione sobre lo qué quiere hacer con su vida y así poder llevarnos mejor.

—Nunca te lo había dicho Zuko, pero es de admirar la decisión que tomaste.

Zuko se sonrojó un poco y no pudo evitar mirar los ojos de Katara y sentirse profundamente perdido en ellos.

—Tienes unos ojos muy hermosos.

—Gracias Zuko —agachando la cabeza evitando que el príncipe se percatara de lo rojo de sus mejillas.

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