Chapitre un
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Las manecillas del reloj resonaban en aquel espacio frío y lleno de murmullos.
Estaba en el aeropuerto, esperando su turno para comprar un boleto. Era diciembre, y la mayoría de los vuelos no salían puntualmente debido a las festividades.
El altavoz anunció la inminente partida de un avión, pero no era el suyo. Mientras tanto, su jefe le había dado instrucciones claras: debía viajar a Francia para cerrar un negocio importante. Siempre lo mismo. Trabajar durante los meses festivos lo alejaba de su familia, obligándolo a pasar Nochebuena y otras fechas importantes en completa soledad.
Odiaba su trabajo con todas sus fuerzas, pero no podía renunciar. Después de todo, era la empresa familiar, la herencia de su padre. Solo le quedaba un año más para que su jefe dejara el puesto, y entonces él se convertiría en el nuevo dueño de Canela's Company. Su vida cambiaría, pero no estaba seguro de si para bien o para mal.
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Con la mirada fija en la ventana, trató de ignorar el creciente dolor en su cuello. El reloj marcaba las 9:25 p.m., y el cansancio lo consumía. Sus ojos ardían, su boca estaba seca y todo su cuerpo dolía. Suspiró profundamente, cerrando los ojos por un momento. Poco a poco, el ruido del aeropuerto se desvaneció, y todo quedó en silencio.
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Francia
"Bienvenidos a Francia", anunció una voz femenina por los altavoces.
Despertó lentamente, parpadeando mientras trataba de orientarse. Un bostezo escapó de sus labios antes de estirarse y recoger su maletín y su mochila. Se levantó del asiento y siguió a los demás pasajeros hacia el pasillo de salida.
Al llegar al vestíbulo del aeropuerto, se detuvo un momento, deslumbrado por las luces. Buscó los letreros que indicaban la salida, pero todos estaban en francés.
"Venez voir notre belle France"¹ y "Achetez votre brochure à la grande maison souvenir et puis vous saurez où vous allez"², decían algunos.
No entender nada lo hacía sentir frustrado. Recordó las clases de idiomas extranjeras que había ignorado en el pasado. "Idiota, ahora estás perdido", pensó mientras caminaba en círculos.
Finalmente, vio a un policía conversando con una señora mayor. Esperó a que terminara, y cuando la mujer se fue, se acercó lentamente.
—Hola, una pregunta... ¿cómo puedo salir de aquí? —preguntó con vergüenza.
El policía lo miró y respondió con un marcado acento:
—Vous n'êtes pas d'ici, n'est-ce pas, jeune homme?³
Él solo rascó su nuca y asintió sin entender una palabra.
—¿Me entiende? Yo... eh... ¿usted me podría ayudar?
El policía rió suavemente.
—Claro, solo quería comprobar si conocías nuestra lengua. No hables así, pareces tonto. —Sonrió al final, divertido.
El rostro del joven se puso rojo como un tomate.
"Voy a matar a mi jefe cuando regrese", pensó con furia.
—Lo único que tienes que hacer es subir esas escaleras. La salida está al final, derecho.
—¡Oh! Muchas gracias, señor. Que tenga un buen día.
Con una sonrisa nerviosa, subió las escaleras. Al salir, se encontró con una noche fresca y tranquila en la gran Francia. Las calles estaban casi vacías, salvo por algunas parejas y familias paseando. Suspiró, disfrutando por un instante de la vista.
Pero la calma no duró. Sacó su teléfono para buscar la dirección del hotel, y una nueva complicación surgió: no tenía idea de cómo llegar. Bufó al darse cuenta de que tampoco había taxis cerca. Resignado, volvió la mirada hacia el policía al otro lado del vestíbulo.
"No puede ser... otra vez no".
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volví a corregir y ahora si todo
Traducción:
¹"Ven a ver nuestra hermosa Francia"
²"Compre su folleto en la gran casa de souvenirs y entonces sabrá a dónde va"
³"No eres de aquí, ¿verdad, joven?"
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