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Único

La primera vez que vio a Yoongi, él usaba una camisa roja de franela y unos vaqueros de mezclilla que se ajustaban perfectamente a sus piernas delgadas. Su cabello era de un oscuro tan intenso que alguno que otro decía que llevaba la noche misma en la cabeza. Y Jimin les hubiera dado la razón, pero creía que más que tener la noche encima, Yoongi era la noche en sí. Siempre era sereno y tenía sus toques perfectos de misterio y era tan profundo que cualquiera se perdía en él. Si lo piensa bien ahora, puede decir que él era la noche eterna en la que Jimin siempre deseaba dormir, aunque no lo supo hasta mucho tiempo después.


Por aquel entonces, a finales de 1992, Jimin tenía novio. Por mucho que él creyera que ese pelinegro de chaqueta de cuero y converse aero fuera atractivo, su corazón le "pertenecía" a alguien más. A Kim Taehyung. La primera relación que consideró "formal", aunque no fuese así. Nunca la hicieron pública por miedo a las habladurías, pese a que los rumores siempre corrían y ellos eran el centro.


"Hey, dicen que el hijo mayor de los Park se la chupa a Taehyung."

"¿Ya oíste? El rarito afeminado está detrás de Tae"

"Taehyung tiene nueva perra."


Jimin tenía mil nombres y Taehyung era siempre Taehyung. Él se había ganado el derecho del recuerdo porque era tan guapo como cualquiera se pudiera imaginar. A pesar de su porte de niño malo, era un chico extremedamente limpio, siempre olía a rosas y mantenía su cabello cuidadosamente peinado hacia atrás. Su ropa, en su mayoría negra o con estampados obscenos, por lo general estaba limpia y bien planchada.


Jimin creía que eso era lo que le había atraído de él, en lugar de toda esa imagen de chulo que se había creado. Era ordenado y, además, besaba como el infierno. Él era caliente y eso le encantaba. Solía creer que estaba con él por esa sensación de estar haciendo algo incorrecto, de sentir la adrenalina de ser descubierto o por esa perversa fascinación de pertenecer a algo tan secreto, tan... lascivo. Lo cierto era que ellos eran y no eran.


Pero Jimin lo quería, sí, no le quitaba el mérito de haber estado enamorado de él  por lo menos durante un tiempo. Él se enamoró porque, aunque fueran un par de cobardes, Taehyung siempre estuvo al pendiente de su relación. Era un buen novio.


Hasta que vio a Yoongi. Aquella tarde, ambos se encontraban en el estacionamiento del videoclub. Yoongi lucía guapo como sólo él, con su cabello desordenado por todas partes,  fumando en frente del volante de su Beetle negro con su porte de malote, pero con los ojos escondidos detrás de sus grandes lentes cuadrados de armazón negro. Jimin adoraba esa mezcla. Era adorable, simplemente hermoso. Buscando intimidar y a la vez siendo tan tierno con su ligera ceguera.


Supo que fue amor a primera vista cuando él, a la distancia, notando su intensa mirada, se volteó hacia Jimin y le sonrió como nunca lo había hecho con nadie. Como en cámara lenta, fue testigo de como sus labios se crispaban hacia arriba y dejaban a la luz su encía rosada, de como sus ojitos se cerraban alegres y de como un par de arrugitas se acumulaban en las orillas de sus ojos. Y Jimin no pudo evitarlo, aunque Taehyung estuviera agachado, escondido de los demás y buscando complacerlo en el auto, simplemente se enamoró de Yoongi.


De hecho, fue mutuo, lo sabía. Lo sentía.


Pero ya tenía novio. Y era secreto, ¡vaya genialidad! ¿Cómo iba a dejar a su mayor aventura? ¿A su rebeldía adolescente? No, Jimin le iba a ser fiel a sus principios, le bastaba con su familia disfuncional para saber que no quería repetir los patrones en su vida. No dejaría a Taehyung porque se suponía que era su historia de amor perfecta, de esas que se cuentan a los hijos con anhelo y añoranza.


Salvo que Yoongi no se conformó. Él siguió buscándolo, siempre con su guitarra en la espalda, con sus camisas de leñador y con sus lentes enormes, pero, sobretodo, con esa maldita sonrisa que Jimin calificaba como azucarada por lo dulce que era y que frecuentemente usaba en su contra, ya fuera en el baño, en el comedor, en el salón, en deportes, en el cine... en todas partes, el muchacho siempre le sonreiría. 


Yoongi era su sombra, pero Taehyung era su sol y él no sabía si quería arder o congelarse para siempre.


Sin embargo, no fue esa la cúspide de su enamoramiento, sino lo que siguió después. Yoongi se dedicó semanas enteras a buscar cuanto acercamiento con él pudiera, ya fuera un roce accidental de dedos o algún choque en a la salida, alguna reunión de amigos en común o simplemente guiños coquetos. Y Jimin se hubiera sentido acosado, de no ser que estaba emocionado con los avances del chico. Cada que lo veía acercarse con su discman en manos, tarareando Tears in Heaven y con su sonrisa provocadora, Jimin se sabía perdido.


Y hubiera seguido hundiéndose en la noche fría que era Yoongi, de no ser por Taehyung que seguía iluminando sus días.


—¿Él te gusta, verdad?—le preguntaría constantemente, cuando nada tonto se percataba de las miradas cómplices que se dedicaban a escondidas.

—Estás exagerando—respondería Jimin con su tono usual de molestia, girando los ojos y besándolo después. Sintiéndose tan equivocado, tan infiel. Cuando se suponía que no sería así.


Y todo por negarse a dejarlo, porque por no lastimar un corazón, estaba dispuesto a machacar dos. Sólo que Yoongi parecía reacio a entenderlo y seguía caminando siempre hacia adelante, ganando terrero, a veces a escondidas, dedicándole canciones por la radio de la escuela, y otras veces expresándole su amor de una forma no tan discreta.


—¡Les he dicho que es lo más bello de esta asquerosa fiesta?—gritó una vez en casa de Seokjin, justo en medio de la sala y con un montón de muchachos ebrios y drogados alrededor, Jimin aún puede recordar el fuerte aroma a alcohol barato y lo saturado que se escuchaban Seo Taiji & Boys por las bocinas de mala calidad— ¡Mi amor por Park!


Por suerte, nadie relacionaba el apellido con Jimin, sino con cualquiera otra persona que les pareciera más interesante. Estaba a salvo. A excepción de Taehyung, quien posesivo y celoso, se llevó a su novio lejos de esa fiesta para hacerle el amor en la parte trasera de su corvette rojo.


—¿Él está enamorado de ti, verdad? —le reclamó molesto una vez que la faena terminó, pero Jimin negó en silencio porque no sabía qué decir. »Sí, lo está, creo que yo de él también, ¿qué hago?«— ¿Sabes qué amenazaron a Hoseok con golpearlo?

—¿Quién haría algo así? —Jimin estaba sinceramente preocupado, pues había conocido a Hoseok en clases de gimnasia y era un ser lleno de luz. Su pecado residía en no ser tan "masculino" como la sociedad dictaba.

—Vete a saber, pero fue por homosexual, ¿quieres eso para ti, Jimin? ¿Quieres que te golpeen por ser gay? ¿Sólo porque ese tipo enfermo le grite a los cuatro vientos que está enamorado de ti? ¿Quieres esa clase de relación liberal?

—¿Tú... crees que es enfermo?

—¿Y qué más? —Taehyung era tan miedoso como Jimin, pero tal vez a veces lo llevaba a un nivel más arriba.

—¿Entonces por qué estás conmigo...?

—Porque te quiero, diablos, mucho... ¿por qué está tan mal quererte?

—Quisiera saberlo, Tae...


Esa misma noche, Jimin decidió ignorar lo que pasaba con Yoongi y decidió terminar con Taehyung. No tanto porque tuviera miedo de ser golpeado—si tenía que pasar, él lo esperaría con los brazos abiertos, sería el empujoncito que necesitaba para "salir del clóset" sin sentirse mal—, sino que el temor de lastimar a esos dos hombres que decían quererlo lo estaba atormentando. No quería que nadie les hiciera daño.


No, eran demasiado preciosos, pese a la falta de iniciativa de Yoongi, pese a la cobardía de Taehyung. Sólo eran adolescentes que no sabían como actuar;  ellos tenían tantas dudas como él, eran dos hombres jóvenes que no merecían ser heridos por la crueldad de la ignorancia. Jimin sólo había querido protegerlos.


Pero ninguno cedió.


Tanto Yoongi como Taehyung siguieron merodeando alrededor de él. Uno con ruegos exagerados, persiguiéndolo en clases, pidiendo explicaciones silenciosas, llorándole por teléfono. Otro esperanzado, sonriéndole en cada esquina, regalándole versos escritos en notas sobre su pupitre. 


Jimin se preguntaba de dónde residía tanta suerte como para que dos personas así lo siguieran, siendo que él era un simple muchacho del que nadie recordaba su nombre, un hombre que vestía con playeras sencillas y chamarras de mezclilla y al que le gustaba jugar Mortal Kombat por las tardes. No era nadie memorable y aún así seguían buscándolo, especialmente Yoongi que  con el tiempo dejó de lado los roces ligeros para comenzar con los ataques directos .


—Tú, yo... y Home Alone—le dijo el pelinegro una mañana en la biblioteca, asegurándose de que nadie pudiera escucharlos. 


Jimin lo miró, sorprendido por su voz grave, ensimismado en su gesto galante y en sus dedos largos, imaginando cosas, deseando cosas.


—¿Home Alone? —por fin respondió saliendo de su trance, sacudiendo la cabeza y esbozando una sonrisa tímida sin quitarle la mirada a las ecuaciones en su libreta—¿No se estrenó hace meses?

—Podemos rentarla... —el muchacho relamía sus labios, consciente de su atractivo y de que sus gafas ciertamente atraían a Jimin— ¿Qué dices?

—Que estás loco—Jimin deseaba con todas sus fuerzas decirle que sí, no obstante, su deseo de cuidarlo era aún más grande, bastaba ya con que el sujeto fuera lo suficientemente bizarro como para gritarle al mundo sobre su homosexualidad, sin mencionar el hecho de que Seokjin hubiera sido golpeado por el mismo motivo que Hoseok una semana atrás. 

—Totalmente—pero el pelinegro parecía ser más sinvergüenza de lo que su rostro decía y contestó rápido, recargando los codos sobre la mesa para inclinar su cuerpo hacia Jimin, disfrutando de haberle robado un sonrojo que anteriormente había sido sólo de Taehyung—. Tú también podrías estarlo... 

—Ya, déjame estudiar, ya vi esa película y no me gustó—mintió más nervioso mientras mordía el borrador de su lápiz y aceleraba el movimiento de su pierna. 

—¿Aladdín? —Jimin negó— ¿Batman? —otro rechazo— ¿The Bodyguard? Tengo el VHS...

—Nada, Yoongi, déjame en paz, ¿qué no tienes otra cosa qué hacer que acosarme?


Para sorpresa de Jimin, el chico se alejó en completo silencio, sopesando lo dicho y asintiendo suavemente.


—Tienes razón, no quise ser tan intenso...—comentó al cabo de un rato y se rascó la nuca. Sus ojos volvían a mostrar esas arrugas que Jimin tanto amaba, pero esta vez no eran a causa de una mueca amable, sino de una completamente diferente.

—Bien, gracias... supongo.

—Es que creí... —Yoongi le dedicó una mirada tímida por primera vez y negó volviendo a sonreír con dulzura— Nada, a veces soy torpe, si me disculpas... creo que iré a ver a Namjoon, hará una fiesta, por si quieres ir... pero sin presiones, puedes llevar a Taehyung.


Jimin quiso pararse e ir por él en cuanto lo vio salir por la puerta, pero se dijo que era lo mejor, que no lo arriesgaría por simples gustos de adolescencia, sin embargo, no previó que los días siguientes fueron un martirio. Parecía que la noche eterna que era Yoongi se había extinguido para darle paso a un amanecer que él no podía mirar, uno que era exclusivo para su círculo social que, por alguna razón, procuraba siempre cerrarle el campo de visión.


Jimin se sentía lastimado. No le hacía daño a nadie con mirarlo, pero sus amigos lo protegían como él también creía que lo hacía. »No soy yo, yo no le haré daño, son ellos, no es de mi de quien lo deben de cuidar«. Pero era el único malo de la historia y Jimin sabía que se lo merecía, por ser más cobarde que Taehyung, por tener aún menos iniciativa que Yoongi.


—¿De verdad que piensas ignorarme, mi amor? —esa tarde, Taehyung fue a visitarlo a su casa. A simple vista, parecía el mismo de siempre, pero Jimin notó de inmediato que no se encontraba bien, pues  su pantalón estaba sin planchar y su playera tenía una mancha de café que parecía llevar horas ahí.

—No quiero ignorarte, quiero olvidarte—en cuanto el chico pronunció aquello supo que se había equivocado, ya que su ex novio le sonrió tan ilusionado que pronto comprendió que le había dado falsas esperanzas. 

—No tienes que olvidarme, ¿es qué hice algo malo? ¿Fue porqué no te besé lo suficiente? ¿O-o por qué no le dije a mi hermana sobre nosotros?

—Taehyung, no...

—¿Por qué quieres olvidarme si yo aún no te olvido, Jimin?


Y de buenas a primeras, el chico se había echado a llorar en frente de él. Jimin era bastante sensible y lo único que pudo hacer fue abrazarlo y acariciarle la espalda. Le prometía con palabras cariñosas que encontraría a alguien mejor, a una persona que no temiera de la vida, alguien que valiera la pena. Pero Taehyung insistía, sorbiendo e hipando, que era el amor de su vida. En efecto, no lo era. Jimin supo en años superiores que Tae se comprometió con un hombre al que presumía amar, uno con el que no dudó en expresar sus sentimientos abiertamente. Uno con el que fue libre para amar. 


Pero, en enero de 1993, nadie sabía lo que el futuro le deparaba. Como Jimin tampoco supo que tiempo después vería a Yoongi borracho en el pórtico de una casa abandonada que se encontraba a las afueras de la ciudad. 


Por casualidad, él había estado merodeando por el sitio cuando su familia decidió ir a acampar a los suburbios. Había estado caminando por un par de minutos lejos de su casa de campaña cuando encontró una construcción antigua que llamó  su atención haciéndolo ir hacia ella, por sorprendente que suene, descubrió que ahí mismo también había un joven hombre pateando la estructura de madera mientras balbuceaba y sostenía una botella de vodka.


—¿Yoongi? —preguntó asombrado por la coincidencia y caminó hacia él, oliendo el pasto verde y la humedad de la tierra.


El chico se giró hacia él y le arrojó la botella que por suerte pudo esquivar.


—¡Tú dijiste que estaba loco y sé que lo estoy porque ahora te imagino! —vociferó enfurecido, dejándose caer en el piso sucio y limpiándose alguna mancha imaginaria de su rostro— ¡Y ahora quiero llorar!

—Oh no, no llores por favor—Jimin se acercó aún más y se agachó para estar a su altura. Yoongi se veía pequeño y vulnerable, por lo que sólo quería mimarlo y pedirle perdón, aunque se contuvo y se limitó a palmearle la cabeza con dulzura—. Soy real, lo juro, ¿tú qué estás haciendo aquí?

—No me acuerdo en este momento—confesó sincero y sollozó sin lágrimas—. Pero estoy, que es lo que importa.

—Estoy de acuerdo... —le dio la razón a Yoongi y señaló el camino por donde había llegado— ¿Quieres venir conmigo?

—No.

— ¿No?

—Es que si voy contigo me voy a enamorar más y tú, insensible, me vas a romper el corazón de nuevo.


Jimin, quien había tratado de mantenerse templado, suspiró entristecido y negó repetidamente, abrumado de pronto por toda la situación.


—Oh, Yoongi, no era mi intención, yo sólo quería protegerte—le dijo trastabillando y ayudándolo a levantarse para que no cayera a la tierra—. De los chicos malos, Yoongi, de todos ellos.

— ¿Y qué me dices de haberte vuelto el malo en mi historia?

—Quisiera que entendieras...—Jimin se mordió el labio y miró el cielo que lentamente comenzaba a cambiar de colores— Quisiera que de alguna forma comprendieras lo que significa tener miedo de ser quien eres...


Ambos caminaron en dirección a la familia de Jimin, a pesar de que minutos antes Yoongi se hubiera negado, y procuraron sostenerse con sus cuerpos para no resbalar por alguna rama o piedra en el suelo. 


—¿Y por qué... por qué piensas que yo no sufro por esto? —comentó el pelinegro al cabo de un rato, abriendo y cerrando los ojos para poder enfocar lo que ante sus ojos no dejaba de moverse gracias al alcohol— Tengo tango miedo como tú, yo no quería enamorarme de otro hombre.

—Lo dice el que se la pasa profesando su amor por mi en cada oportunidad—chilló de pronto Jimin con un nudo en la garganta, sintiéndose inexplicablemente molesto con su acompañante.

—¿Y cuándo he sido obvio? —Yoongi hipó y se detuvo de golpe, desesperado por alejar a su acompañante de su cuerpo y notando como éste respiraba profundamente— Tú crees que lo soy porque sabes que es para ti, Jimin, pero nadie más sospecha que eres tú quien me gusta.

—De verdad no creo que lo entiendas...

—¿Crees que no me da miedo que mis padres me corran? Pero yo no elegí esto y tampoco lo puedo controlar y-y dudo mucho que sea malo porque no fue mi decisión.


El menor ladeó la cabeza mirando hacia cualquier otro punto. Deseaba también llorar como su amigo lo había hecho momentos atrás, pero el miedo de saber que "los hombres no lloraban" lo detuvo de hacerlo y en su lugar se hundió de hombros como si no le importara, comenzando a caminar hacia su familia que pronto apareció ante sus ojos.


La familia Park siempre se había considerada hospitalaria y amable, así que en cuanto vieron a Yoongi medio ebrio con su hijo, lo sentaron junto a ellos y lo llenaron de comida y de café que habían llevado para pasar la noche. El chico se los había agradecido tan dulce como siempre, esbozando una de esas sonrisas que atrapó el corazón de Jimin para toda la vida.


—¿Supongo que supiste que golpearon a Jungkook? ¡Él ni siquiera es gay! Si lo sabré yo—Bom Park, tía de Jimin, quien era conocida por seguir en la revolución sexual y hablar abiertamente de cualquier tema frente a su familia, no dudó en expresar sus pensamiento delante de los dos chicos que se mantenían pegados por los hombros frente a la fogata—. Lo que pasa es que tiene ojos de cachorro, pero nada más.

—Pero pobre muchacho—comentó la madre de Jimin mientras mordía un enorme bombón quemado—. ¿Golpearlo por eso? Él no tiene la culpa de haber nacido así, fue victima de las circunstancias.

—Que no es gay, cuñada—Bom sonrió agitando su mano delicadamente y miró a su sobrino con cariño, como si todo ese tiempo ella hubiera sabido la verdad—. Y aunque lo fuera, no es raro.

—Oh, cállate—exclamó el mayor de los Park lanzándole un bombón que pronto se pegó a su perfecto cabello, haciéndola gritar molesta—. Ya quisiera verte si tu hijo saliera homosexual.

—¡Nomás porque no puedo tener! ¡Y aún así lo amaría igual! Yo recibiría en mi casa a cualquiera que fuera rechazado por sus gustos—Bom ahora se limpiaba con furia su cabello, tratando inútilmente de quitarle el caramelo, pero sin apartar la mirada cálida sobre su sobrino, quien tras oírla asintió comprendiendo que nunca estaría perdido por ser quien era.


La vida lo llenaría de amor de a montones. Sólo tenía que buscarlo.


Y tal vez fue eso lo que hizo que se llevara a Yoongi hasta su tienda de campaña con el pretexto de querer dormir, lo que hizo que cerrara con seguro y lo que hizo que se aventara al piso para abrazarlo con fuerza.


—¿De verdad no piensas que está mal? —preguntó escondido en su cuello, llorando no porque se sintiera triste sino porque se sentía diferente. Emancipado de algo.

—Lo está para ellos, pero no para mí, porque soy así, es decir... siempre me gustaron las mujeres, pero tú... fuiste una revelación—el chico respondió tranquilo, acariciando su espalda baja y escuchando de fondo el fuego que ardía en la madera—. No te digo que lo grites al mundo, pero basta con que no huyas de ti, ¿sabías?


Jimin cerró los ojos cuando un tumulto de emociones lo golpearon de golpe. Yoongi era todo lo bueno de la vida y él sólo un cobarde, pero estaban enamorados el uno del otro y eso era lo que importaba. Lo único en lo que pensaba.


—Quiero que me beses... —le susurró contra su piel, feliz de haberlo conocido, feliz de estar ahí.

—Entonces ven a darme la cara...


El beso no fue tan bueno ahora que Jimin puede opinar libremente, pero fue el más significativo que tuvo en los años noventa y el que aún recuerda, el que aún siente cuando lo cuenta. El Jimin de diecisiete años fue el hombre más pleno del mundo con el simple roce de labios que tuvo con Yoongi y eso era lo único bueno que se permitía recordar.


Porque días después pasó la tragedia.


Era lunes por la tarde cuando se reunió con Taehyung. Su ex novio lo había citado para intentarlo una vez más y aunque Jimin le insistió en que lo suyo había terminado, el chico persistía en que podía hacerlo cambiar de opinión. Le prometió llevarlo todos los días al cine, comprarle las botas que tanto quería, pero que no podía costearse, le dijo que lo besaría con más pasión, que usarían ropa de pareja, pero Jimin sinceramente no podía decirle que sí porque estaba enamorado de alguien más.


—¡¿Es por culpa de Yoongi, verdad!? —gritó con su voz grave de siempre, caminando en su propio eje sin apartar la mirada del suelo— ¡Estábamos tan bien, Jimin!

—Por favor, Taehyung, entiende, entiende que esto es lo mejor...—Jimin no sabía qué hacer para irse de ahí. Se sentía incómodo, molesto y triste y no sabía como actuar ni que decir.


Por suerte, el muchacho no tardó en irse, pero al día siguiente, Jimin se encontró separando a Yoongi y a Taehyung cuando éstos se batían a golpes en uno de los pasillos más transitados de la escuela.


—¿Qué les pasa! —aunque no puede recordar el tono de voz irascible que usó ese día fatídico, sabe que asustó a los presentes  porque hasta la fecha Yoongi sigue haciendo pucheros cuando hablan del pasado— ¡Taehyung, cálmate!


Ambos muchachos estaban llenos de moretones en el rostro. Yoongi con los labios partidos, Taehyung con un ojo completamente rojo. Ninguno con la intención de detenerse.


—¿¡Y por qué no mejor te explica personalmente tu amiguito!? —por primera vez, Jimin vio a Yoongi enojado y distaba bastante del chico de gafas enormes y cabello desordenado, pues, aunque su cabello en efecto era un desastre, sus gafas se encontraban rotas en el piso y dejaban al descubierto una mirada furiosa, una totalmente alejada de la enamorada de siempre.

—Quiero saber la versión de ambos...—susurró ayudando a su exnovio a sostenerse cuando fue obvio que éste no podía mantener el equilibrio— ¿Qué pasó?


Pero antes de que cualquiera pudiera hablar, el profesor que más atemorizaba al estudiantado apareció repentinamente alejando a los curiosos y llevándose únicamente a Yoongi quien guardaba un profundo resentimiento en sus facciones y que Jimin no entendió hasta muchos meses después cuando éste le confesó que se había sentido dolido de que hubiera ayudado al otro en lugar de a él.


—¿Qué carajo te pasa, Tae? —le recriminó cuando estuvieron lejos de los cotillas y bajo la sombra del viejo árbol del patio trasero— ¿Golpear a Yoongi? ¿En serio?

—¿Y qué más? ¡Se lo merecía!

—¡No se merecía nada! ¡Él no hizo nada!

—¡Él es gay! ¡Se lo merecía!

—¿¡Qué estás diciendo, Taehyung!?


También ese día, Jimin descubrió que su querido exnovio había sido el culpable de golpear a sus compañeros de clases. No necesitó de más palabras porque conocía tan bien al chico que pudo deducirlo con tan solo mirarle a los ojos.


»—Fuiste tú, ¿verdad? —le cuestionó con odio palpable, alejándose dos pasos sin poder creer la reciente información— Tú golpeaste a Hoseok y a Seokjin... y a- a

—¡Es que tú no entiendes que no está bien ser lo que somos! —y aunque parecía ser la única razón, Jimin sabía que Taehyung tenía otra más deplorable. 

—¿Por qué, Taehyung?


El chico tan solo negó con tristeza sabiéndose descubierto.


—Porque creí que si te daba el miedo suficiente no querrías salir con el maldito liberal de Yoongi...


En los años noventa, la vida de Jimin era más complicada de lo que le gustaría admitir, y una de las causas había esa revelación que lo destrozó completamente, especialmente porque ni siquiera había podido desquitarse con Taehyung como hubiera querido, ya que Yoongi había aparecido en su campo de visión cuando, desesperado y casi corriendo, salió por la puerta trasera cargando un montón de libros y su guitarra en la espalda.

—¡Yoongi! ¿Qué pasa! —preguntó dejando atrás a Taehyung y acercándose a él, comenzando a caminar a sus espaldas cuando comprendió que el chico no pretendía detenerse— ¡Yoongi!

—Déjame en paz—dijo por fin con sequedad, abriéndose paso entre los pocos estudiantes que los miraban salir de la institución—. No quiero verte.

—No, por favor, ¿qué pasó? Yoongi, ¿qué pasó...? —y por muy hábil que fuera en gimnasia, por alguna razón, Jimin no podía alcanzar al chico de sus sueños.

—Me expulsaron, Jimin, eso jodidamente pasa—Yoongi cruzó la calle sin fijarse de los autos y Jimin casi muere de un susto cuando uno estuvo a punto de atropellarlo, por suerte, ambos llegaron a salvo hasta el otro extremo de la avenida—¡Déjame en paz, maldita sea!

—Pe-pero, ¿yo qué culpa tengo?

—¡Que tu maldito amiguito le dijo a todos los profesores que temía por tu integridad!

—¿Qué?

—"No aceptamos desvariados, Yoongi, comprenderás que la decisión que tomamos es inapelable".

—Pero yo no...—¿Pero, cómo lo detenía? Yoongi parecía ser un gatito asustado que huía de su depredador.

—Y mis padres recibieron una llamada esta mañana—continuó el azabache sumamente herido—. De un tal Park que les afirmaba muy seguro que yo lo había estado acosando... El labio roto no fue de Taehyung, ¡no fue de él!

—Por favor, detente... Yoongi, por favor... no fui yo, juro que no fui yo...

—¿Pero sabes qué? —el mayor apresuró el paso cuando su viejo escarabajo apareció estacionado al fondo de una calle, dejando atrás las libretas que cayeron de sus manos temblorosas—No fue tu culpa que mi padre me golpeara, mi abuelo me dijo que, si quieres conocer a una persona, te fijes en sus amistades y así sabrás como es. Era bastante obvio que si estabas con Taehyung era por algo. Pero yo no hice caso así que fue mi error. 

—Juro que no... ¡Por favor, hazme caso!

—¡Que me dejes en paz!


Jimin jamás ha vuelto a ver a Yoongi tan asustado como lo vio en ese mes del 93, ni cuando le dijeron un par de años después que tendrían que quitarle el apéndice, ni cuando creyó por error que había olvidado su aniversario.


Para todos en la escuela fue un misterio del por qué Yoongi fue expulsado. Algunos decían que había sido descubierto masturbándose en el baño, otros que le había escupido al profesor cuando hablaba, los más atrevidos decían que había matado a su madre. Pero nadie comentó acerca de su homosexualidad, ni siquiera Taehyung que no escondía para nada su repulsión hacia él, riéndose sonoramente cuando se mencionaba el caso.


Jimin, en cambio, prefería no opinar cuando le preguntaban. Se sentía inestablemente dolido y tan perdido como para hablar de su amor frustrado así que se callaba en cuanto escuchaba su nombre y se alejaba de la multitud. Seguro de que no quería que nadie lo viera sufrir por culpa de un romance de adolescentes. Sin embargo, todo cambió cuando su querida tía volvió a casa de visita, cargando un par de panfletos religiosos que le aseguraban la redención.


—Dice aquí que el mundo se acaba en el 2000—dijo ella mientras leía con esos ojitos pequeños que Jimin se acostumbraría a ver a diario tiempo después.

—¿Qué estás diciendo, mujer? Fumar tanto te hirvió la cabeza—exclamó el señor Park desde la cabecera del comedor, disfrutando de la tarta de frutas que su hijo mayor había hecho— Si eso fuera cierto entonces nos quedarían siete años de vida.

—Exactamente, ¡siete años! ¿Qué pasa si es cierto? Dios, tengo que hacer todo lo que no he hecho en mi vida... ¡Ustedes deberían de hacerlo también!


Y Jimin le hizo caso a su sugerencia. Sin decir nada, ni responder a los gritos de su familia, salió disparado hacia donde Yoongi le había dicho que vivía. No importó lo mucho que le dolían las piernas por las prisas de correr, ni lo mucho que odiaba sudar como lo estaba haciendo, él logró llegar al  sitio mucho antes de lo que imaginó.


—¡Min Yoongi! —gritó a todo pulmón una y otra vez sin hacerle caso a los vecinos que lo miraban a través de sus ventanas — ¡Min Yoongi! ¡Sal de una maldita vez!


Pero el que salió no fue él, sino su padre.


—¿Qué quieres con mi hijo, eh? —lo afrontó el hombre idéntico a Yoongi— ¿Por qué lo estas buscando?

—¡Dígale que venga a explicarme por qué carajos me robó a mi novia!— mentir no era bueno, pero en la guerra y el amor todo se vale. 


Y como por arte de magia, el señor Min, sin dejar de sonreír por la idea de que su hijo no era gay como creía, subió por él y lo bajó a  empujones, invitando también a Jimin a pasar a la sala para que arreglaran sus diferencias "como los hombres".


—¡Todo tuyo! Peléense con honor por la bella dama—dijo orgulloso antes de subir las escaleras de su casa y dejarlos solo.


Yoongi dio señales de querer abrir la boca y decir algo, pero Jimin lo detuvo colocando la mano sobre sus labios.


—¡Eres un maldito idiota roba novias calientes! —le gritó fingiendo furia sólo por si su padre estaba atento a la conversación—Y un estúpido por irte sin darme tiempo de explicarte—susurró dolido y le pegó a su propia mano para escenificar correctamente los sonidos de una pelea.

—¡Esa chica vino solita a mis musculosos brazos! —Yoongi sonrió al comprender el juego y negó para después bajar la voz—Espera, Jimin, quiero decirte algo antes...

—¡No! —el menor volvió a golpear su mano y gimió frustrado —¡Sandara me quería a mí!

Ese es el nombre de mi madre, imbécil... ¡Pues eso no me dijo anoche!

—¡Oh jodido idiota! —Jimin arqueó una ceja y se encogió de hombros para volver a hablar bajito— ¿Qué es lo que quieres decirme?

Te quiero—Yoongi dejó de lado toda actuación y se aventó directo a los labios de Jimin para comenzar un beso que lo hizo caer sonoramente sobre la mesa del centro—. Perdón, perdón, sólo quería ser cursi, perdón...

—Shhh—Jimin jaló al chico para otro beso igual de apasionado, pero se separó temeroso de que alguien pudiera verlos por la ventana de la sala y se sacudió la ropa indicando con eso que esperaba una respuesta.

—Lo estuve pensando en estos días, diablos, soy tan idiota—el pelinegro se alejó para comenzar a levantar lo que habían tirado y le echó un leve vistazo a las escaleras por si alguien bajaba—. Tú no harías nada así, seguro fue Taehyung para separarnos y yo...

—¡Fue Taehyung, maldito idiota!


Jimin no había tenido intenciones de exaltarse, pero terminó llorando y gritando porque era tan sensible como para explotar en lágrimas en una casa ajena. 


—Ya lo sé, lo sé, perdóname... —Yoongi lo entendía perfectamente, pero había tenido tanto miedo de la furia de su familia que había reaccionado de la peor forma— Perdóname, de verdad... perdóname. 

—No, no quiero, no quiero—Jimin juraría que ese día se negó con todas sus fuerzas a caer ante los encantos del tonto de Yoongi, pero la verdad era que se había dejado abrazar por él sin querer apartarse de sus brazos. 

—¿Y si te beso podrás perdonarme...? —Yoongi había preguntado con respeto, pero sus labios ya estaban puestos sobre los ajenos. 

—Tu papá nos va a ver... —protestó Jimin abriendo la boca para darle acceso a la lengua de su novio. Por suerte, el hombre mayor se mantenía arriba creyendo en la falsa disputa. 


Yoongi volvió a sonreírle coquetamente y con decisión declaró: 


—Jimin, por mi, que nos vea el mundo... 


Aquello había sido cierto. Los habían visto un par de vecinos a través de la ventana, pero todos, conscientes de lo agresivo que era el señor Min, se quedaron callados hablando solamente tras las paredes, o al menos hasta el 95, cuando el pelinegro se fue de su casa para vivir con Jimin y su tía, quien los recibió con los brazos abiertos una vez que decidieron que nunca más ocultarían su amor. 



Fin.

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Ronroneos y mimos <3

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