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El regreso al campamento fue más rápido de lo que Jake esperaba, aunque cada paso se sentía como un peso adicional en su espalda. Hunter caminaba junto a él, lanzándole ocasionales miradas de preocupación, pero Jake estaba demasiado inmerso en sus pensamientos para notarlo. La determinación que había sentido en la cueva comenzaba a desvanecerse, siendo reemplazada por el miedo de siempre.

Al llegar al borde del campamento, el bullicio de los demás rompió la frágil burbuja de tranquilidad que habían construido durante el regreso. Las risas y las conversaciones despreocupadas lo golpearon como una bofetada, recordándole lo poco que realmente le importaba a la mayoría. Tom, Ally, Aiden, Ashley… todos parecían ajenos a la tormenta interna que Jake había estado soportando.

Ally fue la primera en verlos. Levantó la mano para saludar desde su lugar junto al fuego. Su expresión mostraba alivio, mezclado con curiosidad, pero al ver a Jake detrás de Hunter, su sonrisa se desvaneció un poco.

— ¡Ah, ahí estás! – dijo con tono de bienvenida, aunque la tensión en su voz era evidente –. Nos preguntábamos cuándo regresarías, Hunter. Estaba muy preocupada por ti.

Tom, que estaba terminando de amarrarse una bota, alzó la mirada y esbozó una sonrisa sarcástica.

— Mira quién decidió unirse a la civilización – dijo, clavando sus ojos en Jake –. ¿Te divertiste en tu excursión, Jake? ¿O Hunter tuvo que sacarte a rastras?

Jake sintió el golpe de las palabras, como si una daga le atravesara el pecho. Quiso responder, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Había pensado que estar preparado haría las cosas más fáciles, pero se daba cuenta de que estaba equivocado.

— Fue bastante divertida, Tom. Incluso pude ver a todos tus parientes insectos. Te enviaron saludos –. respondió Jake, soltando lo primero que se le vino a la mente entre los insultos que rondaban su cabeza, eligiendo uno menos doloroso.

— Ja, parece que por fin te volviste loco.

Hunter, notando la creciente tensión entre ambos, dio un paso adelante, interponiéndose ligeramente entre Jake y Tom.

— Basta, Tom. Ya es suficiente. No te estas ayudando en nada, amigo.

Tom levantó las cejas, fingiendo sorpresa.

— ¿Ayudar? No sabía que estábamos en una sesión de terapia. Solo digo lo que todos piensan. Jake siempre ha sido... bueno, ya sabes.

Jake sintió que la poca estabilidad emocional que había logrado construir empezaba a desmoronarse. La mirada de Tom era la misma que había visto en tantas ocasiones: desprecio, mezclado con indiferencia. Trató de recordar las palabras de Hunter, aferrarse a la promesa de que no estaría solo, pero el dolor era demasiado fuerte. De repente, la cueva, con su fuego apagado y su aislamiento, le pareció un lugar mucho más seguro que este campamento, donde cada mirada y palabra lo herían como puñaladas.

Hunter notó el cambio en Jake, cómo sus hombros se encorvaban y su mirada se dirigía al suelo. Se acercó un poco más, intentando ofrecerle algo de apoyo físico, pero dudó antes de hacer contacto. No estaba seguro de si Jake lo aceptaría o lo rechazaría en ese momento. Su propia confusión se mezclaba con la necesidad de protegerlo, de estar cerca de él de una manera que iba más allá de la amistad, pero no sabía cómo dar ese paso sin asustarlo.

— Oye, Jake... – comenzó a decir, buscando las palabras correctas, pero en ese momento, Trevor apareció en el centro del campamento, llamando la atención de todos.

— ¡Escuchen! – dijo Trevor, levantando la voz –. El siguiente reto está a punto de comenzar. Necesito que todos se reúnan en cinco minutos para recibir las instrucciones. Ya saben que a Kristal no le gusta que se retrasen.

Pronto, la voz de Kristal, firme y autoritaria, dispersó momentáneamente la tensión en el aire. Hunter miró a Jake, esperando una reacción, pero lo único que vio fue una expresión vacía, como si el esfuerzo de regresar al campamento lo hubiera dejado agotado.

— Vamos – dijo suavemente –. Estaremos juntos en esto.

Jake asintió débilmente, sin siquiera levantar la vista. Mientras los demás se reunían, Hunter notó cómo Jake parecía encogerse más, como si quisiera desaparecer entre las sombras de los árboles. Y tuvo miedo, no solo por lo que Jake estaba pasando, sino por lo que podría significar para ambos si Jake se hundía más en esa oscuridad.

Kristal anunció el siguiente reto: consistía en buscar un saco de arena enterrado o arrebatárselo a otro. El primer equipo en llegar a tres puntos ganaría inmunidad; el equipo perdedor enfrentaría una eliminación. Podían usar cualquier medio para ganar.

En la primera ronda participaron Tom, Ally y Grett, resultando en una victoria para el equipo cian. Los vítores no tardaron en hacerse notar, cohibiendo aún más a Jake.

— Lo siento, chicos – murmuró pesadamente la chica de lentes.

— Ey, ahora voy yo – dijo Hunter, señalándose a sí mismo con una suave sonrisa –. Les traeré ese saco de arena.

Se colocó en la línea de salida junto a Gaby y Yul, quienes inmediatamente corrieron a por el saco. Yul lo encontró primero, y Gaby saltó sobre él en un intento de arrebatárselo.

— ¡Quítate de encima, loca!

— ¡Suelta el saco, chinito!

Por otra parte, un relajado Hunter aprovechó para tomar el saco, asegurando la victoria para el equipo magenta.

— Bien hecho, Hunter – dijo Ally, colgándose de su brazo.

Hunter solo sonrió y se acercó a Jake.

— Lo hiciste increíble – gritó emocionado, captando la atención de todos. Al darse cuenta, bajó el tono –. Perdón, me emocioné demasiado...

La mirada de Jake se cruzó con la de los demás, llena de recelo por lo que acababa de pasar. Mientras se elegían a los siguientes participantes, Hunter entrelazó su mano con la de Jake, tratando de transmitirle seguridad.

— No tienes que disculparte por eso. Mi victoria es tu victoria – susurró, para que solo Jake lo escuchara –. Es tu turno, te estaré esperando, ¿sí?

Jake, aún aturdido por todo, asintió.

Esta vez competirían Aiden, Connor y Jake.

— Oye, Aiden – dijo Jake, intentando llamar la atención de su compañero mientras observaba sus manos llenas de arena –. Yo... ¿Les hice algo? Digo, a ti y a los demás...

— No lo sé – respondió, cortante.

Antes de que Jake pudiera replicar, Connor ya tenía el saco en sus manos, lo que provocó que los otros dos se abalanzaran sobre él. En una jugada arriesgada, Jake empujó a Aiden, haciendo que este se resbalara. No pensaba en nada, tal vez porque las voces en su cabeza no se callaban. Lo único que lo sacó de su trance fue la mirada de Hunter, quien lo observaba con una mezcla de felicidad y preocupación.

— ¡Y el equipo magenta lleva la delantera! Increíble esa última jugada, Jake – anunció Kristal, visiblemente emocionada.

— Eso fue espectacular, Jake. Lo hiciste muy bien – dijo Hunter, endulzando sus palabras al máximo, tratando de animar a Jake. Incluso tomó su mano sin pensar en quién podría verlos.

— Sí, Jake. Eso fue tan increíble – intervino Tom con sarcasmo, mirando a Jake con recelo –. ¿Te encuentras bien, Aiden?

— Podría estar mejor – respondió, visiblemente molesto.

Una vez más, la vista de Jake se nubló, y las lágrimas amenazaron con brotar. El continuo temblor en sus dedos era incontrolable, y poco a poco perdía la estabilidad. Un pequeño apretón en su mano lo trajo de vuelta de ese mar de emociones, y al levantar la vista, los ojos azules de Hunter, tan firmes como el cielo, le recordaron una vez más que no estaba solo.

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