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El bar

— Franco, trae los shots.

Los pilotos dejaron escapar un suspiro de alivio tras las palabras de Christian.

Fernando había trasladado la atención de sus acciones irresponsables hacia algo que el director de RedBull era débil: Una competencia.

Una pequeña indirecta sobre la poca resistencia al alcohol del Inglés, había hecho que un juego de bebidas comenzara.

Estereotípicamente, la mayoría de la parrilla escogió a los pilotos latinos como sus representantes. Pensando así, que iban a vencer al viejo hueso de roer que era Christian Horner.

Rápidamente, los pilotos y directores hicieron su camino hacia el bar del hotel. Era un casino donde se encontraban mesas libres que los huéspedes podían utilizar con total libertad.

Franco, junto con Lance y Oscar, se escabulleron entre la multitud para obtener algunas botellas nuevas de licor.

Se reunieron alrededor de una de las mesas más grandes. Vasos tras vasos de shots de tequila fueron acomodados con la ayuda de Carlos y Yuki, mientras que Toto se mantenía de brazos cruzados a un lado de la escena

Checo estaba seguro que faltaban pilotos.

Las cosas se salieron de control.
La partida de shots acabó bastante tiempo atrás, y la mayoría de pilotos se esparcieron por todo el casino buscando algo con lo que entretenerse.

Oscar prefirió quedarse cerca de la mesa del principio, era la mejor manera de mantenerse cuerdo por el resto de la noche.

— Oscah — Charles se acercó a él, tropezando con cada paso que daba. — Niño bonito, ven a divertirte con los mayores.

El monegasco había perdido la batalla contra el alcohol muchas horas atrás. Llegó al casino con los ojos brillosos, producto del licor, y terminó desmayado por un buen rato en una de las sillas después de intentar tomar el puesto de Franco en el juego. En algún momento de la noche recuperó la conciencia y siguió buscando intoxicar su sangre.

Oscar hizo una mueca, el olor de la cerveza en el aliento de Charles le daba asco.

— Siéntate un rato. — Con cuidado, tomó una de las manos del mayor, guiándolo suavemente al asiento al lado suyo.

— No seas aguafiestas, canguro.

Stroll se apareció entre la multitud, vaso en mano y con una sonrisa peligrosa en el rostro; a su lado, Tsunoda mantenía una ceja alzada y una sonrisa idéntica al canadiense.

— Le estoy tratando de salvar de un coma etílico. — Charles, bajo su agarre, opuso resistencia.

— Niño bonito, déjame ir a bailar. — El piloto de Ferrari dio un paso hacia atrás, tropezando con sus propios zapatos, pero sin caer. Charles le dio una sonrisa boba antes de hablar — Te traeré un vaso de... de Gin Tonic.

— El hubiera competido en lugar de Checo. — Stroll ocupó el sitio en el que Charles estaba sentado — Tiene un aguante increíble.

— Hiciste que se vaya.

— Hice que no tengas que limpiar vómitos — Le corrigió el canadiense, tendiéndole el vaso que traía consigo — Estas muy solo acá.

— Tú eres el que siempre se aparta de las personas, no creo que tengas el derecho de decirme algo.

— Por eso estoy aquí — Stroll se encogió de hombros, restándole importancia a sus palabras. — Perdí a Checo y Fernando hace un rato, hay demasiada gente como para estar en grupo allá.

— Yo solo necesitaba respirar un poco — El japonés le dio un vistazo rápido, volviendo a concentrarse en su teléfono segundos después. — Quiero ver cómo Toto se pelea con Christian.

Tras unos cuantos minutos en silencio, Yuki se marchó, haciéndose espacio entre cuerpos sudados de jóvenes y adultos bailando y tomando.

— Esto parece más una discoteca que un casino ¿no? — Oscar rompió la quietud del ambiente.

— La magia de las Vegas.

Se quedaron en silencio una vez más, entreteniéndose observando los ocasionales cantos a gritos de sus compañeros de trabajo, o las extrañas formas que bailar de cada uno de ellos.

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