El amor no mueve montañas
— ¡Yuki, no! — El grito de Lance le hizo taparse los oídos.
— ¡Yuki, sí! — El japonés bramó, haciéndose pasó entre los cuerpos de personas sudorosas.
— ¿No deberíamos decirle a alguien? — Dijo, mirando con preocupación la escena que se iba a orquestar.
— Ya escribí al grupo, Canguro. — Lance le dio unas palmaditas en la cabeza, encogiéndose de hombros.
— ¡Carlos, haz algo!
— ¡A eso voy, Checo! — Carlos chilló desde alguna parte del lugar. — ¡No me grites!
— Ven. — Ignoró los gritos y agarró del brazo al canadiense, moviéndolos hacia otra parte.
Oscar no era de meterse en dramas, trataba de estar lo más alejado posible de eso. Lo cual era difícil, teniendo en cuenta las personas con las que se junta.
El australiano los guió entre tumultos de gente, haciendo oídos sordos a las quejas de Lance, quien era empujado por desconocidos. Oscar se escurrió entre dos gran guardias de seguridad, llegando hasta la pared al lado de la salida.
— ¿Dónde están los demás? — Lance preguntó, jadeando para recuperar aire.
— No tengo idea — Admitió, rascándose la cabeza avergonzado. — Pero teníamos que salir de allí antes de que nos botaran.
— ¡Mira! — Lance señaló a la distancia — ¡Si se puede ver la pelea!
•••
— ¿Porqué tengo que hacerle caso a los demás? ¿Acaso no soy lo suficiente adulto?
Carlos iba refunfuñando, caminando hasta donde la batalla se encontraba. Sentía en su bolsillo las notificaciones del grupo que tenían, recordándole que sus demás amigos tenían toda su atención en la escena.
Yuki tenía a un guardia de seguridad encima suyo, pero el japonés seguía moviéndose como gusano para salirse de su agarre. Torger y Charles discutían a un costado de la escena, ignorando las agresividad con la que Horner jalaba del cabello al otro encargado de seguridad.
Carlos soltó un suspiro entrecortado.
¿Qué se supone que iba a hacer para sacar al chihuahua japonés de allí?
•••
— Eso es lo que te digo, Nano — Yuki escuchó la queja de Checo a lo lejos. — No hay manera de de alquilar un carro ahora.
Los mayores habían hecho un círculo, cerca de la esquina de la calle, tratando de encontrar una solución a la salud del piloto de Ferrari español sin terminar empeorando alguna otra cosa en el proceso.
— Separarnos no es una opción— Lewis dijo firmemente.
— Lo sé-
— Yuki, mira — La voz de Lance le hizo volver a poner su atención al resto de pilotos excluidos.
Max estaba tirado en medio de ellos, las piernas y brazos estirados como una estrella de mar. Franco se había arrodillado a su altura, y con un lapicero pintaba la cara del neerlandés.
— ¿Cómo es que aún no se despierta?
Franco se encogió de hombros, no mostrando la misma preocupación que el australiano.
— Che, tomá el otro y rayale los brazos — El argentino le señaló a Oscar la bolsa con varios lapiceros, con el nombre del hotel, mal guardados.
— ¿De dónde sacaron esto?
Yuki se encogió de hombros bajo la mirada del australiano, no veía la necesidad de delatar a nadie.
Oscar le dio una última mirada con ojos entrecerrados antes de hacer lo pedido.
— ¿Posta nadie tiene tiene agua para tirarle encima?
— Que no, Franco — El canadiense respondió con bastante calma. — Ya vas preguntando eso cinco veces, nada va a cambiar cada que preguntes.
— Usaron todo el agua para bajarle la borrachera a Charles — Repitió una vez más, bastante irritado por ello; tenía bastante sed.
— ¡Chicos! — El grito de Checo los sacó de las quejas. — ¡Vengan!
Yuki soltó la cabeza de Max, que estaba sosteniendo para darle un mejor ángulo a Franco, levantándose y caminando hasta el grupo de pilotos mayores.
— ¡Ou! — Carlos exclamó a sus espaldas — Eso debió de dolerle.
— Así se despierta más rápido — Yuki respondió, encogiéndose de hombros.
Los mayores miraron momentáneamente preocupados el lugar donde el cuerpo de Max descansaba.
— Bueno — Checo fue el primero en hablar — Vamos a tener que irnos a buscar algo para las heridas de Carlos.
Se escuchó un suspiro colectivo, con una grito de protesta de parte de Franco.
— Sé que tienen hambre — Checo trató de calmarlos — Vamos a separarnos para que los que ya no aguantan sin comida puedan adelantarse y los demás compraremos las cosas que faltan.
— ¿Puedo irme con los de la comida? — Franco levantó la mano.
— Si — Lewis respondió. — Hagan una fila a mi izquierda los que quieran ir por los suministros médicos, y a mi derecha los de la comida.
Yuki no esperó para ponerse al lado derecho del británico, seguido de un casi tan rápido, Franco Colapinto.
— ¿Checo para donde va a ir? — Lance alzó la voz desde atrás de la fila, aún en medio, sin decidir su lugar.
— Voy por el equipo médico, Lance — Checo respondió distraídamente.
Rápidamente, el canadiense jaló del brazo a Oscar, moviéndolos al lado izquierdo del británico.
— ¿Supongo que tengo que ir por los medicamentos? — Carlos se movió con cuidado detrás de Oscar, mirando tentativamente al monegasco, quien lo observaba con los brazos cruzados.
Yuki se encogió de hombros, no le importaba realmente quienes serían sus acompañantes.
— Tenemos que llevarnos a Max en uno de los taxis — El mexicano miró a su pareja aún tirada en el pavimento.
— Podemos sacar el auto que rentamos — Apoyado en la pared del edificio vecino, Horner sugirió— Está en el estacionamiento del hotel, llevamos allí a Max para que no estorbe en el taxi.
— ¿No teníamos que esperar al gil de mierda de Verstappen que se despierte? — Franco frunció el ceño, molesto e irritado. — Por ese hemos tenido que esperar todo el puto rato acá.
Yuki vio la ceja de Checo alzándose por el tono de voz del argentino. Curioso, se apartó de en medio de en medio de los dos, mirando la escena desde un lado.
— Cuidado con ese tono, Colapinto. — Yuki sonrió fascinado por el intercambio. Las palabras secas de el mexicano le dieron escalofríos — Entiendo que estes enojado, pero no hay razón para hablar así.
Franco desvió la mirada, haciendo lo posible para no hacer contacto visual con Checo; demasiado obvio.
— Como sea — Wolff aplaudió llamando la atención. — El grupo que va por la comida me siguen para recoger el carro, el resto, toma taxi.
Miró de reojo a Franco, observando como el argentino lentamente se movía hasta quedar atrás de Fernando, quien ya se dirigía hasta el interior del estacionamiento del hotel.
— Yuki — La voz del director Horner le hizo girar — Yo me quedo con Max, si quieres puedes ir con Toto y Franco.
— Claro.
Con una última mirada hacia el mexicano, Yuki desapareció del lugar.
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