Directores
La luces de los escaparates lo mareaban. Christian Dior, Channel, Louis Vuitton, Gucci, Armani.... La lista era interminable.
Estaba con varias bolsas en una mano, una botella de agua en la otra y George agarrado del cuello de su campera.
— Deja de quejarte — Espetó su compañero de equipo, dándole una lamida más a su helado — Ya me lo acabo.
La cantidad de personas transitando les complicaba seguir un rumbo sin perderse en el transcurso.
Ya había pasado.
— Apúrate.
George rodó los ojos, pero se distrajo con una tienda diferente por lo que terminó siendo jalado por el británico más joven hacia esa dirección.
•••
— Ahora, da la vuelta — La risa de Yuki resonaba en el pasillo.
Checo tenía miedo que algún huésped salga a reclamarles el alboroto.
Las carcajadas del japonés se hicieron más fuertes cuando Charles acabó en el suelo junto con su equipaje.
Franco se acercó a pasos apresurados hacia el monegasco para ayudarlo. Tenía una sonrisa reprimida en los labios pero aún así prefirió asegurarse que no había lesiones antes de unirse a la diversión.
— ¿Eso es sangre? — Nano apuntó a la rodilla del piloto de Ferrari.
— ¡¿Sangre?! — Los ojos desorbitados de Charles buscaron por todo el lugar un atisbo del líquido rojo, alterado por su presencia.
— Solo un raspón — Aseguró Franco, parándose lentamente de donde estaba arrodillado — Voy a ir a traer una curita. — El argentino le avisó y salió disparado hacia su propia habitación.
•
— ¡Oscar!
El Australiano giró en sus talones al escuchar su nombre.
— Hey — Oscar se acomodó la camiseta y se dejó abrazar sin oponer mucha resistencia. —Estaba yendo a buscarlos.
Franco, con más soltura, se tomó el atrevimiento de agarrarle del brazo y llevarlo a rastras consigo hacia su misión de conseguir el botiquín de primeros auxilios.
— ¿Estás tomado? — Oscar le sujetó el brazo, girándolo en sus talones para enfrentarlo cara a cara.
— No — Mintió
— ¿A dónde estamos yendo? — Oscar ignoró su respuesta anterior, su tono un poco irritado por la situación.
— A conseguir band-aids. — Franco siguió con su camino. Hizo ademán de tomar de la camiseta del australiano para continuar con el trayecto, cuando este lo detuvo por segunda vez. — Che, boludo-
— ¿Pasó algo? — Oscar lo escaneó de pies a cabeza, preocupación escrita en el rostro.
— Charles se raspó— Franco río, divertido por la mueca del australiano.
Podía ver claramente como la máscara sería que siempre traía Oscar, se iba rompiendo poco a poco. El australiano luchaba por no dejar salir la sonrisa que se empezaba a formar en sus labios: perdió la batalla.
Los dos reían libremente en medio del pasillo, solo dos jóvenes disfrutando de las anécdotas únicas que la vida les mostraba.
Oscar dejo de reír abruptamente.
— Qué-
Ni siquiera pudo completar la pregunta cuando se encontró con la mano de su amigo tapando su boca. Oscar te había quedado completamente quieto, miraba hacia un punto fijo detrás de Franco y trataba de trasladarlos lentamente fuera del lugar.
Mirando hacia el pasado, no debió de haber gritado en voz alta, y solo limitarse a expresarse mediante twitter.
Franco se arrepiente profundamente.
Su ojera no debería estar sufriendo en ese momento.
Christian había girado su cabeza bruscamente, orgullosamente podría decir que le salió el movimiento de la niña del aro, los miró directamente a los ojos y procedió a teclearlos.
Puede que teclearlos no sea la palabra más precisa, pero lo que sabía es que se vio envuelto entre los brazos de un muy furioso Christian Horner.
Les agarró de la oreja a los dos y arrastró por entre los pasillos sin darles oportunidad de abrir la boca.
—¡Oh! ¡Hola, chicos! — Gritó con entusiasmo.
Alzo la mirada por unos segundos para ver al resto de los pilotos aún amontonados afuera de la habitación de los Bulls. Le divirtió ver como sus caras se transformaban en expresiones de horror absoluto.
— ¡Christian, un gusto volver a verte! ¿Qué haces por acá? — Checo hecho un vistazo nervioso hacia dentro de la habitación, parecía contener las ganar de ocultarse dentro.
— ¡Qué bueno que preguntes! Increíble, Chequito. Volé durante horas, cruzando un océano, para poder encontrar a mis pilotos desaparecidos; uno de los mejores viajes ¿no crees?
El mexicano se removió incomodo en su lugar por las sarcásticas palabras de su jefe. Se supone que ese era su momento de relajación pero nada de la escena podría atribuir a ello.
— Director-
••
— ¡A ti te quería encontrar, mocoso! — El director Horner se abalanzó hacia su piloto más joven, soltando a los rookies en el proceso.
— ¡Auch!
Nadie de se movió de su sitio para defender al holandés de las garras del director: era mejor no traer atención a su persona.
Óscar siempre hacia eso.
— ¿Cómo se que ocurre siquiera pensar que esto era una buena idea? Yo no he pasado años corrigiéndote lado a lado para que-!
— Christian, bájale un poco a tu tono.
Toto Wolff hizo acto de presencia desde el final del pasillo. El Austríaco avanzó a grandes zancadas hacia el Director de RedBull, a pesar de las malas caras que este le hacía, y situó una mano en el hombro del nombrado.
— Estas llamando la atención de los huéspedes.
Horner gritó en frustración, dándole un manotazo a Wolff y soltando por fin a Vestappen.
— ¿Qué les parece ingresar a la habitación? Creo que sería mejor-
— Apúrate — Horner interrumpió bruscamente la explicación de Checo y se abrió paso entre los pilotos para refugiarse dentro del lugar.
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