🎴 : capítulo dos
Aun cuando los rayos del sol atravesaron las persianas, YeonJun no quiso salir de la cama. Se sentía más cansado de lo habitual y tenía un molesto dolor en el pecho, claro que no tan grave como para preocuparle. Bajo su brazo, descansaba el peluche que había usado para intentar dormir y que de hecho, no lo ayudó en lo absoluto.
Giró la cabeza hacia la mesita de noche, viendo la hora en el reloj que había sobre la misma. Soltó un suspiro al ver que eran apenas las seis de la mañana.
El día se le hacía muy largo para tener que pasarlo junto a SooBin. Tal vez si se levantaba más tarde —como en la noche— y se limitaba a saludarlo para después irse a dormir, no tendría que pasar el suplicio de intentar mantener un ambiente no incómodo.
YeonJun quiso reír por ese pensamiento tan ridículo. No podía pasarse todo el día en la cama, sobre todo porque su estómago empezaba a exigir comida y su vejiga estaba a punto de explotar. Tiró las sábanas a un lado cuando se le hizo muy caluroso.
Unos toques en la puerta lo alertaron. Apretó el peluche, escondiendo parte de su rostro en él.
—¿YeonJun, estás despierto? —preguntó.
Podía notar la voz de SooBin más ronca de lo normal, aquello mandó escalofríos por toda su espalda. Se hundió más contra el pequeño animal de felpa.
—Haré el desayuno, y pasé por aquí para saber si... quizás podríamos comer juntos.
No respondió, demasiado aterrado para hacerlo. Unos segundos después, vió como la sombra de SooBin se alejaba, logrando que sus hombros estuvieran menos tensos.
SooBin había pedido desayunar juntos, no había algo demasiado raro en eso, esa invitación no involucraba segundas intenciones. ¡Pero aún así! Cuando estas con la persona que te gusta, cada momento que pasas con ella, aunque sea trivial, se convierte en algo especial, donde el recuerdo hace que las mariposas revoloteen en tu interior y tu pulso se dispara.
Habían pasado años desde que vió a SooBin, no se mantuvieron en contacto, y ahora pasaba esto. ¿Pero y cuando acabara todo qué? ¿De nuevo se alejarían? ¿Cuándo tendría una oportunidad igual? Fue por eso que tomó una decisión. Dejó el peluche de lado y se levantó.
—Bien, Choi YeonJun, hagamos esto. Tú puedes hacerlo.
Dijo eso, pero se había quedado congelado frente a la puerta. Pudo haberse decidido a enfrentar a SooBin aquel día, sin embargo, no significaba que no se sintiera nervioso. Y aunque los nervios le obligaran a quedarse ahí, su vejiga ejerció suficiente poder como para sacarlo y llevarlo directamente al baño. Ahora el problema sería sacarlo del baño.
YeonJun observó su reflejo en el espejo. Habían una ligeras ojeras bajo sus ojos y sus mejillas estaban más rojas de lo normal. Tenía un aspecto terrible. ¿Así esperaba conquistar a SooBin?
Espera... ¿¡Conquistar!?
En un impulso, se dió a sí mismo una cachetada de la cual se arrepintió al instante en que sintió el escozor del golpe. Pero es que la línea de sus pensamientos había dado un muy mal giro. ¿De dónde había sacado que iba a conquistar a SooBin? Es algo ridículo teniendo en cuenta el tiempo que llevaron separados y la situación en la que se encontraban. No debería de estar pensando en estas cosas.
—Amm, ¿todo bien allí, YeonJun?
La voz de SooBin lo sobresaltó, no esperaba que le hablara tan de repente. Iba a responderle que se encontraba bien pero fueron otras palabras las que salieron de sus labios.
—Oye mocoso, ¿de dónde sacas el coraje para no utilizar el Hyung?
Escuchó su risa al otro lado de la puerta y algo en sí mismo se enternecido por el sonido, sonrió y su mente se trasladó a sus días de escuela, cuando eran más cercanos. Le hubiese gustado seguir en contacto, y aunque lo intentó, poco a poco los mensajes fueron haciéndose más cortos y las llamadas menos recurrentes, hasta el punto en que ya eran inexistente. ¿Qué si se arrepentía de no haber hecho hasta lo imposible por mantener el contacto? Sí, porque antes que un crush, SooBin era uno de sus amigos más cercanos, y perder la comunicación fue algo que le afectó.
La voz de SooBin, ahora más seria, lo sacó del hilo de aquellos pensamientos.
—Sé que ha pasado un tiempo desde la última vez que hablamos, pero cualquier cosa, estoy aquí... este... puedes contar conmigo...
Arg, SooBin, SooBin. Siempre había sido así. Confiable, amable, atento a los malestares de sus amigos y dispuesto a ayudarlos sin importar qué. ¿Cómo no iba a enamorarse de él con esas cualidades?
—Tranquilo, todo está bien. Solo tuve problemas para dormir.
No sabía lo terrible que fueron las palabras que dijo hasta que el menor volvió a hablar.
—Si sigues teniendo problemas puedes dormir conmigo.
YeonJun abrió la puerta de golpe, sorprendiendo al otro chico y a sí mismo. Su cuerpo entero estaba en tensión, y tanto sus mejillas como cuello, mostraban un intenso color rosado. Si tenía una debilidad, eran las frases espontáneas que soltaba SooBin y que parecían no avergonzarle.
—¡No es necesario! —dijo en un tono bastante alto—. Digo... estaré bien. Vamos a desayunar.
—¿Seguro? Estas bastante rojo.
—¡Es el calor! —se excusó caminando hacia la cocina.
Ahí se encontró con nada más y nada menos en una pila de panqueques recién hechos. Y no sólo los cocinó, YeonJun notó que también cortó frutas para decorarlo y para finalizar, un poco de miel por encima. No pudo evitar sonreír. Aquellos panqueques de veían lindos y a la vez apetitosos. Su estómago rugió quizá demasiado alto, avergonzándolo. Se giró hacia SooBin quien tenía una sonrisa tímida en sus labios y evitaba mirarlo a los ojos.
¡Tienen que estar bromeando!
Hace un momento hacía una propuesta de dormir juntos y ahora se avergonzaba de preparar el desayuno. YeonJun intentó no reírse, pero le fue imposible. Apenas dio un par de carcajadas antes de callarse abruptamente, no quería que pensara que se estaba burlando de él.
Ay SooBin, eres realmente increíble.
La sonrisa de SooBin se ensanchó, volviéndose segura. Se acercó hasta quedar parado a su lado, permitiéndole así, percibir aquel suave aroma a pinos.
—Muchas gracias —dijo y después fue a sentarse.
YeonJun se quedó confundido. ¿De qué rayos le estaba agradeciendo? Permaneció parado por unos segundos más hasta que su mente se iluminó y una nueva oleada de vergüenza le llenaba.
¡¿Lo había dicho en voz alta?! Oh por todo lo bueno del mundo, que no lo haya dicho en voz alta. Pero todo parecía indicar que sí lo había hecho. Dios pero que estúpido era. Sólo seguía actuando como un tonto frente a SooBin. Seguro que en este momento se estaba riendo del circo que le estaba montando. Quizá estaba exagerando un poquito, pero para él la situación había llegado a niveles catastróficos. Oh, y ahora lo veía esperando que se sentara a su lado. ¿Cómo esperaba que fuera allí? Seguro que en los cuatro pasos que le tomaría llegar, se tropezaría y sufriría una contusión en la cabeza que lo llevaría a la muerte.
¡Mierda!
Su mente llegó a ese punto en donde veía cada pequeña acción como una causa probable de su deceso. Como atragantarse con los panqueques, por ejemplo.
—¿YeonJun?
Por el momento, lo mejor era concentrar su atención en algo más y con el paso del tiempo, ya no querría cavar un hoyo y aparecer en una isla del Caribe.
—YeonJun Hyung —corrigió sentándose con éxito—. Los honoríficos son una parte muy importante en nuestra sociedad.
SooBin rio por lo bajo.
—Está bien, YeonJun Hyung —dijo haciendo afincándose en el Hyung.
Aunque fue él mismo el que insistió, no estaba preparado para que lo llamara Hyung tan de repente. Para evitar soltar otra idiotez, cortó un pedazo —un buen pedazo— de panqueque y lo llevó a su boca. Casi se derrite por su delicioso sabor y su textura tan esponjosa. Casi olvida que SooBin sabía cocinar de manera exquisita. Si no se enamoraba por su atenta personalidad y su muy buen físico, definitivamente lo haría por su comida.
Para su gran suerte, el resto del desayuno lo llevó bien. SooBin se encargó de llenar los vacíos con anécdotas de lo que estuvo haciendo en los últimos años. Le contó sobre cómo su hermana junto con las hermanas de Kai, habían abierto una panadería en Seúl y en la cual trabajaba de medio tiempo mientras terminaba sus estudios. YeonJun se alegró que siguiera en contacto con el menor de su grupo de quien no sabía hace mucho. Le preguntó sobre que estudiaba y SooBin respondió que escogió gastronomía para especializarse en repostería y ayudar a su hermana en el negocio. YeonJun lo felicitó, genuinamente feliz por él. Cuando llegó el turno de hablar de su propia vida, con algo de nerviosismo le contó que había estado ocupado con su carrera de economía, no salía mucho de su apartamento y de no ser por las constantes llamadas de BeomGyu y las visitas de su madre probablemente habría muerto hace mucho; habló un poco más de él a propósito olvidando mencionar sus miles de visitas al doctor por su condición.
La conversación se extendió por un par de horas más, dejando de lado sus vidas personales y pasando a temas banales como las últimas tendencias; era como si el tiempo que llevaran serapados se hubiese esfumado y solo eran ellos dos hablando tal y como lo hacían en preparatoria. Lo único malo era que la fresca mañana se había ido y ahora entraban a una calurosa tarde, varias veces YeonJun tuvo que pellizcar su camisa porque se pegaba a su piel por el sudor. SooBin no parecía afectarle el calor. Por supuesto, él era un perfecto ángel. ¿Siquiera sudaba? Seguro que no.
YeonJun sacudió su cabeza. Sus pensamientos volvían a ser ridículos. Pero enserio, él se estaba ahogando y SooBin no hacía más que verse atractivo. Incluso llegó a ver una especie de brillo a su alrededor. Más tarde lo adjudicó a una mala jugada de su mente.
Pero enserio hacía calor. Volteó hacia la ventana del apartamento notándola cerrada, se preguntó a sí mismo si sería buena idea abrirla. Pero es que comenzaba a sentirse sofocado en aquel apartamento que parecía encogerse a cada segundo. Y ni hablar de aquel punzante dolor en su vientre que empezaba a molestarle.
—YeonJun... ¿Te sientes bien?
Esta vez no le dio ninguna excusa. Sacudió su cabeza para negar. Se encogió en su sitio, sintiéndose demasiado caliente. Algo estaba pasando, algo muy malo pasaba y no le estaba gustando.
—Duele... no me siento... no me siento bien...
Lágrimas se acumularon en su rostro por el miedo de no saber que pasaba con su cuerpo. Su nariz llegó a picar cuando percibió un fuerte olor a limón y a cilantro. No sabía de donde venía, pero en una mezcla de emociones contradictorias, amaba aquel olor y al mismo tiempo lo odiaba. Levantó el rostro en dirección a SooBin, donde parecía concentrarse el olor. El chico parecía querer decirle algo, su boca se movía pero no lograba escuchar ningún sonido.
Se sentía realmente mal. El apartamento entonces le pareció realmente pequeño, como si las paredes estuviesen cerrándose a su alrededor. La idea de que el covid no era tan peligroso llegó a su mente, porque necesitaba salir cuanto antes de ese lugar. No podía respirar, necesitaba salir por aire fresco.
SooBin lo tomó de los hombros y comenzó a sacudirlo.
—¡YeonJun, Choi YeonJun! —llamaba.
Su cercanía en vez de ayudar había empeorado su condición.
—¡Sueltáme! —gritó empujándolo. No creyó hacerlo con demasiada fuerza, pero su repentino grito fue suficiente para alejarlo—. Tu idiota.
Como pudo se acercó a la puerta del apartamento y luchó con las llaves para intentar escapar. Sus dedos no lograban coordinarse en lo absoluto y su vista empezaba a verse borrosa.
¡Maldita sea!
—¿YeonJun, a dónde intentas ir? No puedes salir —llamó al ver al mayor en la puerta con las llaves.
El nombrado arrugó la nariz cuando el olor se hizo más intenso.
—¡Alejate! Apestas mocoso —gritó sin voltearse. Sus piernas temblorosas parecían querer ceder de un momento a otro.
Respira Choi, respira.
—Hyung, por favor —intentó acercarse pero se detuvo cuando YeonJun se desplomó sobre el suelo.
El mayor respiraba con dificultad, su rostro adquiriendo un intenso sonrojo. Una capa de sudor hacía que su cabello se pegara a su frente, y sus ojos naturalmente oscuros, habían pasado a ser de un brillante azul. SooBin observó como temblaba y como un aroma a canela y miel se extendía por todo el departamento. El chico en el suelo abrió sus labios para soltar apenas unas palabras.
—A-alfa —pronunció con voz quebrada—. Tu olor... m-me abruma. Puedo sentirlo... en todos... lados.
SooBin ya había presenciado esta situación antes, tenía una hermana omega también, sin embargo, con ella nunca sintió la necesidad que estaba experimentado en ese momento. SooBin cerró los ojos tratando de desviar aquellos pensamientos que se arremolinaban en su mente. Lo sabía...
YeonJun había entrado en celo.
⬪˙ഒ🎴
a partir de este momento sólo
falta un capítulo más y un
extra a modo de epílogo. el
próximo capítulo ya se está
escribiendo y espero publicarlo
pronto. claro, a menos que no
me haga la imbécil.
puede contener errores,
cualquier cosa me avisan sin miedo :)
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