¿Mala suerte? ¿Qué es la mala suerte? La respuesta varea dependiendo de la persona.

No tener dinero. No conseguir trabajo. No lograr quedar embarazada. Tu prometido te sea infiel con tu mejor amiga el día de la boda. Que se caiga tu pastel de cumpleaños. Que se te manche un pantalón blanco. Un coche pasando por un charco y que quedes empapado.

¿No tener suerte en si?

O el hecho de que todos los días parece que todo te quiere matar y no poder decir o hacer nada al respecto.

Este era el caso de Savannah.

Un día común para ella era levantarse tarde por que la alarma no sonó. Caminar a el baño esquivando el ventilador del techo que de la nada se cayó. Casi ahogarse mientras se limpiaba los dientes y lo mismo cuando desayunó evitando usar la tostadora o el microondas, mismos que explotaron pero que no podía desconectar por que tenían corriente. Se preparaba para salir al trabajo a la hora donde todos los autos iban locos a sus destinos y casi ser atropellada por un conductor ebrio cuando cruzaba la calle. Caminar a su trabajo esquivando loquitos de la calle y algún objeto que caía de balcones altos. Todo para repetir la rutina una y otra vez.

Llevaba cinco años viviendo así y ya era normal para ella, se había rendido con el asunto que hasta le hizo no poder hablar, culpa de un accidente con sus cuerdas vocales en el cual casi perdía la vida. No importaba a donde se fuera, le pasaban las mismas cosas. Una vez fue con una vidente para ver qué sucedía, qué sorpresa se llevó cuando la bola de cristal explotó y vidrios quedaron incrustados en sus brazos, mismos que cubrieron su cabeza.

[...]

Saliendo de su trabajo sintió hambre y pensó que la mejor opción era irse a la cafetería que quedaba al otro lado de los edificios. No quiso ir por todo el camino, por eso optó por ir por el callejón para acortar camino.

El callejón estaba oscuro, era normal, después de todo, la noche estaba cayendo. A pesar del miedo no quiso detenerse, ya casi estaba del otro lado.

Sus planes se vieron detenidos por una silueta oscura al otro lado. Savannah se detuvo asustada cuando vió los ojos rojos carmesí de aquel sujeto. Quiso gritar pero no era algo que podría hacer. Peor aún cuando aquel sujeto alzó su mano armada y tiró del gatillo.

La camisa amarilla de la chica terminó manchada de un rojo fuerte como los ojos de aquel sujeto. Segundos pasaron para que cayera al suelo.

Pensó que su día había llegado y que por fin moriría, pero un hombre le vió caer y corrió a socorrerla.

"¿¡Estás bien!?" Preguntaba el hombre mientras se agachaba. "¿¡Quien te hizo daño?!"

Ella le miró con sus ojos cansados y con sus pocas fuerzas alzó su mano hacia aquel hombre de ojos rojos señalándolo.

El hombre preocupado miró en esa dirección mientras llamaba a una ambulancia, pero no vió nada. Aún así, Savannah lo veía, esta vez, más cerca que antes. Esa silueta era un hombre precioso, sus ojos eran rojos, su cabello era largo y negro al igual que su vestimenta y su gorra.

La ambulancia llegó y socorrieron a la herida con preocupación y rapidez. A pesar de estar tan cerca nadie parecía notar a aquel hombre que no podría pasar desapercibido con ese rostro. Savannah estaba segura que él estaba allí, también juró ver como sacaba un reloj de bombillo con estilo victoriano, lo abrió y lo miró sin moverse más. Y desapareció.

Ella sobrevivió al ataque, pero nunca se encontró al responsable a pesar de las descripciones que escribió para la policía.

Nunca supo que la razón de su excesiva mala suerte era debido a que la muerte misma estaba loca y profundamente enamorada de ella. Y al estar cansado de no lograr traerla a él optó por ir personalmente a tomar cartas en el asunto. Pero no lo consiguió y no podía con ese fracaso así que sus intentos nunca terminaron y siempre fallaba.