Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prefacio| La historia del reino que se dividió en dos

    «Hace mucho pero mucho tiempo, existió un Ser Supremo cuyo nombre no debía ser mencionado, que viajó por las galaxias buscando un mundo digno de su poder y sabiduría. Un día, cuando casi se daba por vencido, se topó con un planeta totalmente desierto, adueñado por la soledad y por una capa tan blanca como una hoja, pensó en él como un lienzo limpio y listo para ser pintado, ese fue su mundo esperado, su lienzo.

En su primera etapa, dejó caer en el lienzo una gota de agua, esta pronto se multiplicó hasta esparcirse en un gran océano; en el agua cristalina dejó caer una plana roca que se sumergió por su peso y luego de segundos, emergió con tal ímpetu que el mundo se sacudió, su tamaño había sido duplicado tantas veces que se convirtió en el suelo puro sobre el océano, grandes montañas adornaban aquí y allá, la vista podía perderse más allá del horizonte. Entre un montón de tierra sembró una única semilla que resultó bendecida pues crecieron árboles con frutos dulces, ácidos y otros con un toque de ambos; variadas plantas florecieron y se extendieron por la tierra a gran velocidad. Ahora que una parte estaba lista, prosiguió a crear los animales de diferentes especies, tamaños y formas, ellos habitaron su mundo, comieron de la tierra, bebieron de los manantiales que caían de las montañas, se refugiaron en los bosques y se reprodujeron en armonía. Las profundas y creativas pincelas del Creador cobraron vida y eso le gustó, orgulloso, bautizó el reino:

—Zoriel —había susurrado con un cálido suspiro—. Tú, mi inmaculado y hermoso mundo creado de mi ser, te llamarás Zoriel.

Feliz por su creación, se paseó por los inmensos jardines, navegó en las calmadas aguas, dio a cada especie viviente un nombre e hizo de aquel mundo su hogar.

Un día mientras caminaba, sintió que algo faltaba, giró su mirada a cada lado buscando el vacío, alzó su cabeza y se encontró con un plano griseo que rodeaba a Zoriel, notó entonces que nunca había oscuridad ni claridad, era siempre nebuloso. Decidido a cambiarlo, movió sus manos con agilidad hasta aparecer una roca dorada y brillante con la que creó un cuerpo celestial, radiante y cálido como el fuego de una chimenea, le dio vida y le dijo:

—Te llamarás Surya, brillarás como la gran estrella del reino, compartirás tu resplandor con los seres que aquí habitan, iluminarás cada rincón de Zoriel y darás calidez a las criaturas.

Surya aceptó su misión y resplandeció mientras caminaba por la tierra, era tan hermosa como cálida, conversaba con las criaturas y cantaba para ellas.

Luego de días, Surya se vio agotada, su luz se apagaba pues había irradiado grandes cantidades desde su creación sin descansar siquiera un segundo, su energía se consumía, así que el Creador pensó en crear una hermana que la reemplazaría durante su descanso, pero esta hermana, creada de una roca pálida y fría, no resultó ser como Surya, su luz no fue radiante y no desprendía calidez, todo lo contrario, fue blanca y fresca, no obstante, se sintió a gusto con ella, así que la bautizó.

—Qamra, así te llamarás. Tu luz será tenue y fresca durante el descanso de tu hermana, permitirás que las criaturas duerman durante tu vigía y velarás por sus sueños, darás frescura a sus cuerpos y los arrullarás con suaves melodías. Despertarás con cada anochecer y dormirás con cada amanecer.

Qamra, encantada, aceptó la misión y junto con su hermana Surya, dieron el día y la noche a Zoriel.

Todo parecía marchar muy bien en el nuevo mundo, el Creador estuvo satisfecho con su labor y se sintió orgulloso, pero desconoció las inquietudes y deseos que se alojaban en los corazones de las hermanas. Tanto Surya como Qamra deseaban obtener más dominio sobre Zoriel, más crédito por su arduo trabajo, el Creador intentó remover sus inquietudes dando explicaciones y razones por la cual no podían tener más poder que la otra, pero ellas, enfadadas, lo exigieron, mas él se negó. Decidieron entonces obtener el poder por sí mismas, saltando al ataque una sobre la otra, él intervino con un potente bramido que las hizo retroceder en direcciones opuestas, la tierra se agitó y con el siguiente grito de advertencia, los temblores aumentaron hasta que el suelo se abrió en dos, el océano invadió la grieta entre las hermanas y se hizo más grande con la fuerza del agua, la separación creció con cada segundo, la fisura se volvió más extensa y profunda. Surya culpó a Qamra y ella, a su vez, la culpaba también; con cada grito lleno de enfado, la grieta se abría más hasta que estuvieron demasiado lejos, solo entonces, con kilómetros entre ellas, comenzaron a preocuparse.

—Mis hijas, sus corazones han sido corrompidos por la codicia del poder, olvidaron ser hermanas y lucharon entre sí, deshonraron al Creador... Este será su castigo: vivirán lejos una de la otra y nada en este mundo las volverá a unir.

Y así, Zoriel, el reino que debía permanecer unido, se dividió en dos.

Surya, la dama bronceada de cabello flameante y ojos dorados, soltó juramentos y lanzó golpes al aire, espantando a las criaturas a su alrededor; estuvo tan enojada por la separación con su hermana que convirtió gran parte de las montañas en ardientes volcanes, alzó rocas que juntas crearon grandes estructuras sólidas y oscuras, llenó de fuego su tierra y pintó a los animales de negro. Creó de su corazón un sol brillante pero sin vida que se apagaba solo cuando ella lo ordenaba y siguió enfadada.

Qamra, la pálida dama de cabello blanco y ojos azules, recorrió la tierra oscura y fría buscando alguna forma de regresar con su hermana, al hallarse sin salida, entristeció, corrió mientras gritaba su nombre y esperó obtener una respuesta que jamás llegó. Tan frágil como un cuarzo de hielo se volvió, sus lágrimas resbalar on, congelándose al caer, y gota tras gota, cubrieron el suelo por una densa capa blanca. Todo lo que tocó se volvió frío, el pelaje de los animales se tornó blanco como la nieve que cubrió los árboles, rocas y montañas, fuertes ventiscas la envolvieron sin piedad. En sus noches tristes, creó una luna blanca para conversar con ella y le dio estrellas que brillaron a su alrededor.

Las hermanas se vieron obligadas a vivir separadas y con la triste realidad de no volverse a juntar. Esperaban ansiosa el amanecer y el anochecer solo para observar los astros dorados y blancos que les recordaban una a la otra.

Y el tiempo pasó, día tras día, noche tras noche, y la tristeza se hizo más grande hasta consumirlas. Surya, sola y amargada, murió llorando lágrimas de fuego que derritieron el suelo y crearon túneles debajo de la tierra. Qamra, igual de sola y deprimida, se perdió entre la nieve y murió ahogada por sus propias lágrimas; de ellas quedaron solo sus corazones que se unieron a las tierras, convirtiéndose en la fuente que las mantuvo con vida.

Los años pasaron sin clemencia, ambos reinos vivieron sin guardián alguno. Uno se mantuvo frío y oscuro, el otro claro y caluroso, en ocasiones ambas fuerzas, totalmente contrarias, atravesaban el océano para visitar el reino hermano, así se mantenían en cierto nivel estable de luz y oscuridad, calor y frialdad, así compartieron las hermanas después de sus muertes.

El Creador regresó de su larga ausencia, abatido por las muertes de Surya y Qamra, decidió dar a ambas tierras una nueva oportunidad, pero sin unirlas.

Fue entonces a la montaña más alta, nevada y fría, donde creó de la nieve a una guardiana de tez pálida, cabello largo y blanco, con ojos azules cristalinos, le dio vida con un trozo de hielo que se convirtió en su corazón y le dijo:

—Escúchame, hija mía, yo soy tu creador.

Atenta, la guardiana escuchó.

—Te llamarás Frindivar, de la nieve fuiste creada y tu corazón de hielo es, en tu alma se aloja el poder de la frigidez y deberás usarlo para gobernar justamente. Observa tu reino, esto es Qamra, reino de hielo, frío y tenue, tu misión es cuidarlo y mantenerlo. Domestica a los animales pero sin volverlos tus marionetas, crea de la nieve tu pueblo, del hielo refugios, de las montañas obtén los minerales, de los manantiales el agua pura y de los límites el sustento para vivir. Jamás has de cruzar el océano, pues al otro lado yace el peligro.

—Acepto la misión, padre —susurró ella con voz tímida.

El Creador cruzó el océano y del volcán más grande obtuvo la lava con la que creó a un guardián de tez bronceada, cabello negro y ojos radiantes como el sol que resplandecía sobre ellos, le dio vida con un corazón de roca bañado en fuego y le dijo:

—Despierta... Despierta y escúchame, hijo mío, yo soy tu creador y te llamo Lazelbah. Fuiste creado de la lava y tu corazón cubierto en fuego te dará el poder y control sobre estas tierras. Observa lo que será tu reino, esto es Surya, reino de sol, claro y cálido; tu deber es cuidarlo, mantenerlo y reinarlo justamente. Crea de la tierra tu propio pueblo, dales el don de reproducirse, construye refugios, domestica a las criaturas y has del límite la tierra que te dará de comer. Jamás has de cruzar el océano, pues al otro lado tu corazón perderá el calor y morirás.

—Con honor, acepto la misión.

Y entonces con dos guardianes, ajenos el uno al otro y un inmenso e inseparable océano entre ellos, el Creador se fue para no volver. Su decepción por lo que en un comienzo fue Zoriel y ahora eran Surya y Qamra fue tan grande que no quiso regresar. Ahora ellos debían valerse por sí mismos.

Tanto Lazelbah como Frindivar alzaron sus reinos y los gobernaron de forma justa como les habían encomendado. Cada amanecer, Frindivar admiraba desde la cima de su palacio el lejano sol que apenas lograba ver como una gran estrella en el horizonte más allá del océano, y desde Surya, Lazelbah contemplaba cada noche la luna blanca y sus estrellas. Deseosos de verlos más de cerca, atravesaron el océano justo al momento en que el sol se dormía y la luna despertaba, allí, en medio del mar, se encontraron y tan inocentes se sonrieron. Se unieron para compartir historias sobre sus reinos; fragmento a fragmento, completaron la historia de Zoriel y cómo se había dividido, imaginaron que juntos podrían volver a unir ambas tierras y volverlas un solo reino, aquel sueño compartido los enamoró en cuestión de días; ella representaba lo que él anhelaba, él era la luz que ella deseaba. Se amaron, hablaron a sus pueblos del reino más allá del océano y festejaron, lucharon por la unificación, pero de pronto, sus mentes se llenaron de tormentos.

Uno noche tan serena como las otras, Frindivar subió a la cima de la montaña más fría, la misma donde había sido creada, desde allí contempló junto a su búho blanco la belleza de su reino, el firmamento resplandecía con su luna llena y sus estrellas, con gran pesar y lágrimas que se volvían copos de nieve al caer, apagó cada lucero y también la luna, dejando el cielo tan negro como el carbón, sin ningún brillo o destello. Con el poder que guardaba, hechizó su reino, haciendo que cada persona, criatura, árbol, planta y refugio se congelara; maldijo a todo aquel que se atreviera a pisar el reino de hielo, se congelaría también, pues nadie profanaría su hogar en su ausencia.

Antes de convertirse en hielo a sí misma, concentró todo el poder de su alma y mente en una estrella fugaz que lanzó fuera del planeta. Su último aliento fue como una gran ventisca helada que azotó no solo a Qamra, sino también al océano e invadió por poco el reino de fuego...»

La pequeña Isabel se mostró asombrada por la historia, se mantuvo sobre la cama con sus piernas entrelazadas y su joven rostro apoyado en sus manos.

—Se dice que el corazón de Frindivar sigue latiendo en la cima de la montaña más fría y en conjunto al corazón de Qamra, que yace en el palacio, mantienen con vida al reino bajo capaz gruesa de hielo y nieve. Y el alma de Frindivar, con todo su poder, viajó de galaxia en galaxia hasta aterrizar en algún planeta, esperando a ser encontrada por la sucesora de la reina que deberá regresar a Qamra para descongelarla y continuar con el legado, convirtiéndose en la nueva reina... y fin. Es todo por hoy, mariposa, tu mamá me matará si sigo extendiendo tu hora de dormir.

Selina se acercó para cubrirla con la manta.

—¿Por qué? —preguntó Isabel mientras la veía acomodar las almohadas.

—¿A qué te refieres, mariposa?

—¿Por qué lo hizo? —Captó su atención— ¿Por qué Frindivar congelaría su reino si tanto lo amaba?

Selina, intrigada por la pregunta de su sobrina, se dejó caer devuelta a la silla y arrugó su entrecejo mientras analizaba y buscaba una respuesta.

—No lo sé —susurró tras segundos de meditarlo—. Tal vez su intención era proteger al reino.

—¿De qué? No había peligro alguno, ¿verdad? Los reinos se unirían, ¿ella no quería eso?

Y una vez más, la niña hizo dudar a su joven tía.

—Ay, mariposa, no tengo ni la más remota idea. Mejor duérmete ya, tal vez encuentres la respuesta en tus sueños.

Se inclinó sobre Isabel y la cubrió hasta los hombros, le entregó su pequeño peluche colorido y esponjoso en forma de mariposa, besó su frente y encendió la lámpara, alejándose después.

—¿Tía Selina?

—¿Sí? —Se detuvo en la puerta.

—No creo que Frindivar haya congelado a Qamra sin una buena razón, era su hogar y lo amaba así como a Lazelbah. Aunque el Creador les prohibiera cruzar el océano, estaban destinados a hacerlo porque solo así se encontrarían, solo así unirían los reinos, gobernarían felizmente juntos, pero eso no sucedió. —Sacudió su cabeza— No lo entiendo, tía.

—Yo... yo tampoco. Pero es solo una historia, no te afliges por ella. Descansa —se despidió otra vez, apagando la luz al salir.

Afuera, la oscuridad de la noche pareció infinita, gruesos copos de nieve caían desde las alturas, la luna se peleaba contra las oscuras nubes que insistían en opacarla. En un árbol cercano a la casa y en una de las ramas que daba a la ventana, se movió una figura, sacudió de su cuerpo la nieve que lo cubrió durante el rato que estuvo allí, sus ojos azules resaltaron en las penumbras al observar el interior de la habitación, de su cuello colgaba una pequeña gema gélida que resplandeció con un brillo níveo, con un movimiento magistral extendió sus alas y el búho blanco se perdió en la noche.

«...Bajo la forma de una majestuosa ave invernal, el guardián se ocultará para cuidar de ella. Ella, mi sucesora, mi alma, mi pequeña florecilla de invierno... Mi elegida.» 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro