II - LOCURA
—Con cuidado, hija mía, ¿de acuerdo? —preguntó mi padre, Marco, acariciando mi cabello con una sonrisa.
—Lo sé, papá.
—NO te entretengas leyendo que perderás el bus, ¿de acuerdo? —preguntó mi madre, Margara.
—Sí...
—¡Y no te olvides del bastón!
Quería silencio de una maldita vez. Quería estar sola, estaba harta de sus palabras que fingían dulzura. Solamente los miraba con un rostro cansado para afirmar con una sonrisa forzada.
—Me voy ya. ¡N-Nos vemos! —respondí, intentando mostrar una ilusión que no me salía desde lo profundo de mi corazón.
Escuchaba sus palabras dulces que eran destrozadas cuando llegaban a mi corazón. Solo quería llegar a la parada y esperar hasta que llegara el conductor. No era tan difícil, de hecho, había llegado en cuestión de minutos, por lo que solo era escuchar música y leer.
Las legañas de mis ojos interrumpían mi lectura, así que me las limpié. Nada más hacerlo, escuché el motor de un bus a lo lejos, había llegado. Me levanté del asiento, dejando caer el libro al suelo. Suspiré cansada y me agaché para guardarlo en la mochila, mientras hacía esto, el bus ya estaba en la parada, esperándome.
Lista y con el libro guardado, caminé poco a poco con el bastón en mano, pero aun con el apoyo, las piernas empezaron a fallar, sintiendo un mareo horrible del que casi me hace perder la consciencia. Ante mi penosa condición, el conductor, mirándome con desprecio y asco, decidió cerrar las puertas y dejarme sola en la parada.
Eso... no era normal.
—¿En serio no me deja entrar porque casi vomito? Si es un bus de mierda, menudo imbécil —me quejé. Me sentía ridícula, quería golpear algo, pero mi cuerpo pedía que me sujetara a algo porque mis piernas no podían estar más rato de pie—. ¿Por qué me haces esto? Me aseguré de desayunar bien...
No me quedó otra que sentarme en el suelo para poder respirar como mejor podía, mirando a mi alrededor para intentar calmarme, aunque me di cuenta que no era la mejor forma en esta mañana oscura. Uno podía sentir miedo si no conocía el lugar ya que era una calle llena de árboles en nuestro alrededor con algunas casas habitadas y otras en venta.
Su color era deprimente, los dueños no se interesaban en restaurarla porque sabían que nadie iba a comprarlas. Era habitual escuchar como caía un pequeño trozo de madera de las paredes, a veces me asustaba, pero en esta ocasión solo miré de reojo al escuchar ese ruido, viendo a alguien a lo lejos.
Estaba al lado de la tabla que había caído, su mirada era curiosa hacia mí. Su apariencia era imponente y alta, y por alguna razón deseaba acercarme más a él, pero sabía que no era buena idea porque era un vecino que simplemente estaría aburrido observando mi desgracia.
¿Entienden cuando digo que todos observan en silencio? Sonríen y disfrutan de tu sufrimiento, pero luego mienten diciendo que lo sienten y que si necesitan ayuda.
—No soy una inútil, si pudiera acabaría con todos —murmuré, apretando mis dientes.
Al decir esas palabras, la figura de ese hombre se hizo más visible. Era alto, posiblemente dos metros o más, cabello despeinado, una mirada penetrante y una sonrisa perturbadora. No paraba de observarme, ¿qué deseaba de mí? ¿Por qué estaba en el lado izquierdo de la casa mirándome como si deseara algo de mí?
—Haz que no existe, Pai —me dije, cerrando por un momento mis ojos.
Intenté levantarme con la ayuda del bastón y cuando lo conseguí, el susurro de mi nombre se oyó a mis espaldas. Impactada, di la vuelta porque su voz se parecía a la de mi hermana, pero eso era imposible porque ella estaba en casa de una amiga y no volvería después de que terminara las clases.
Ahora si me sentía incómoda, caminaba lentamente, agarrando el bastón con fuerza por si había alguien a punto de hacerme daño, aun si no había nadie. Giré mi cabeza hacia el hombre de esa casa, pero ya no estaba, había desparecido y eso me dejaba intranquila. Tragué con dificultad, cualquier ruido que hubiera a mi alrededor podría asustarme, sea el viento frío moviendo las hojas de los árboles o los pájaros irritables que despiertan a cualquiera por la mañana.
Negué con mi cabeza para no pensar en eso y recordar que había perdido el bus. Puse mis manos en la cabeza, no había más buses, estaba sola.
—Si vuelvo a casa me van a matar, no quiero oír su bronca y tampoco quiero molestar. No quiero...
Observé mi alrededor, las mañanas en el pueblo donde vivía eran vacías a excepción de uno o dos coches. Decidí sentarme en el banco y activé la música de mi móvil para relajarme, tomé el libro que guardé en mi mochila y le di unas pocas hojeadas con aburrimiento, pensando en que podría hacer. Capaz si les decía a mis padres lo que ocurrió, no se enfadarían conmigo y me mirarían con tanta pena que me llevarían a clases.
Distraída, sentí una corriente fría en mis espaldas, me giré, preocupándome por si ese viento iba a ser peor. Gruñí irritada, dirigiendo mi cabeza al libro para ver las letras del libro volando, moviéndose a mi alrededor.
Del susto tiré el libro y empecé a ver las letras, varias se repetían sin parar. Locura, traición, manipulación, poder, ambición, egoísmo, oscuridad, luz, ruido... Todas hacían que llorara de miedo sin entender nada. ¿Era un sueño, una pesadilla? ¿Era un...?
—¡Eh, niña!
El pitido del bus logró que volviera a la realidad, respiraba agobiada mientras miraba hacia el hombre malhumorado, esperando a que tomara una decisión. No comprendía nada o, había perdido el bus, acaba de pasar uno hace poco, ¿por qué estaba aquí de nuevo? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué...?
—Deja que un poco de suerte entre en tu vida.
Un horrible escalofrío penetró en mi espalda, llegando hasta mi cuello. Reaccioné y giré hacia mis espaldas, encontrándome nada más que un campo de flores artificiales junto a los árboles que enseñaban la triste realidad de un tronco tenebroso y consumido por la crueldad de la gente.
—¡Niña, ¿tomas el bus o no?! —preguntó el conductor de mala gana.
—¡S-Sí!
Miraba hacia la pizarra, pensando en todo lo ocurrido hasta que una llamada perdida llegó a mi móvil. Era mi hermana.
—¿Qué quiere de mí? —susurré en un tono cansado.
Sentía que me agarraban del brazo y que no me dejaban ir. Ya sabía que el primer día de clases era aburrido. Si se esperaba que le dijera lo ocurrido en el bus... sabía que iba a decirme que estaba loca y que me llevaría al psicólogo.
—¿Tu hermana tiene que saber si la bebé se hace daño? —preguntó una compañera que tenía a mi lado, la que debía compartir mesa por obligación.
«No tengo ganas de saber de tu mísera vida, desgraciada —pensé mientras la miraba de reojo con un rostro que la contraria dejó de observar mi móvil para atender a lo suyo—. Eso, déjame en paz. Los curiosos como tú siempre acaban mal, ¿es que no escuchaste esa frase que la curiosidad mató al gato?»
Admitía que sociabilizar no era mi punto fuerte, sentía que todo lo que me rodeaba eran humanos sin compasión alguna que solo se movían por dinero, interés y fama. ¿Amistad? ¿Alguno de ellos de verdad habla por amistad? No, claro que no, menos cuando era mejor avanzar con una compañía que le siguiera como descerebrados. Era curioso, ¿seguir a un líder? ¿Seguir como un grupo de amigos? Lo veía como seguir a un gobernador, un dios poderoso en el que todos sus seguidores le acompañaban y lo adoraban.
—Y yo que creía que los humanos eran aburridos.
La voz de ese hombre me ponía más nerviosa e irritable, ¿por qué no se alejaba de mí? ¿Por qué no se iba? ¿Qué quería?
Suspiré cansada y miré hacia mi móvil. Tenía que llamarme ahora mismo, y menos mal que tenía el móvil en silencio. Suficiente tenía con las clases como para tener que aguantar a alguien. Daba igual quien, no quería a nadie, deseaba estar sola.
—Paiphire. —Un chico llamó mi nombre, golpeando con ambas manos mi mesa. Le miré de reojo sin mucho interés, encontrándome con sus gafas redondas que no ocultaban su molestia—. ¿Tienes algún problema con mi hermana?
Fruncí un poco el ceño.
—Ah, la chica de al lado es tu hermana —supuse, mirándola de reojo para luego soltar una leve risa, apretando mis labios.
—Exacto, ¿por qué la respondes de esa manera?
«¿Perdón? Si ella... —Le miré y apreté mis dientes—. ¡Claramente tenías que ser su maldito hermano!»
—La habría respondido peor si lo hubiera sabido antes —contesté, chasqueando la lengua para mirarle con asco—. Me habría gustado saber tu reacción al decirle que tu hermana esa mierda llena de curiosidad que un día para otro morirá a manos de las desgracias que estáis hechos. ¿Sabes lo mejor? Yo sería una espectadora de ello y me reiría con gusto.
Lo había dicho en alto sin importarme las consecuencias, dejando en silencio a toda la clase que me miraba con distintos ojos: Sorpresa, miedo e ira. Creí nadie más que él escucharía mis palabras llenas de asco y desprecio por la chica que tenía a mi lado... Una curiosa que podría morirse en cualquier momento.
Escuchaba una risa de fondo, una que me hizo girar la cabeza hacia la izquierda para verle sentado a mi lado. Fruncí el ceño y cuando miré mi alrededor, me di cuenta que todo parecía haberse... ¿paralizado? No, era como... ¿parpadeos?
—¡No sabía que tenías tanto valor! —gritó entusiasmado, moviendo sus manos con emoción—. Esto es más interesante de lo que creía, pero quiero ver que eres capaz. Vamos a actuar de otra forma, una en la que aprenderás mejor como hablar y moverte.
Cuando quise hablar, todo mi alrededor cambió, volviendo justo cuando el chico golpeaba mi mesa y me hacía aquella pregunta de nuevo. Todo mi interior se había paralizado, no entendía que estaba pasando, ¿todo se había vuelto a repetir? ¿Por qué?
«Dile la verdad», me habló esa maldita voz de nuevo, y si por mi fuera empezaría a llorar, pero no le daría ese gusto al chico que me miraba cabreado.
«¿La verdad? ¿A qué te refieres?», pregunté.
Ese hombre que vivía en mi cabeza soltó una risa.
«¿No que esa chica que tienes a tu lado miró tu móvil? Díselo, dile la verdad».
En silencio, aun con los ojos muy abiertos mirando hacia la mesa verdosa, intenté respirar para relajarme, calmarme y observar al chico.
—Tu hermana miró mi teléfono sin consentimiento —respondí. Vi la cara del chico, sorpresa y decepción mientras poco a poco miraba a su hermana quien agachaba la cabeza con vergüenza—. No sé si quería hablar conmigo, pero esa no es la mejor posible, me sentí incómoda y no sabía responder para que parara de mirar mis cosas.
—¿En serio, Lana? ¿Por qué no la saludaste como una persona normal? —preguntó con las manos en la cintura. La chica miró a otro lado sin saber que decir, provocando un suspiro pesado del mayor—. Lo siento Pai, mi hermana no sabe cómo empezar una conversación, no sabe bien como sociabilizar.
—Lo entiendo, me pasa lo mismo, pero vaya, no creo que sea buena idea mirar el móvil de alguien —fingí una risa ligera, logrando que el chico me mirara con ojos más amables, para luego mirar a su hermana con decepción.
—Siento las molestias y perdón por asustarte con el golpe que di en la mesa.
—¡Maravilloso! —gritó la voz masculina a mis espaldas. No me giré porque estaba siendo observada por los ojos curiosos—. Me gusta como actúas, como aprendes, como sabes actuar, aunque me imagino que estarás preocupada, creyendo que estás mintiendo con lo que sientes.
Sentía que ese hombre leía mis pensamientos, por lo que solo pude afirmar, sintiendo una sonrisa extraña que logró ponerme tensa, como si estuviera amenazada por varias agujas en toda mi espalda, no solo eso, sentí una mano en mi hombro izquierdo mientras me seguía hablando:
—En general los seres suelen ser fáciles de convencer, fuiste con la verdad, ¿o no es cierto que esa chica miró tu móvil? Cualquiera le habría dado poca importancia y habría hablado con ella o ignorado, pero tu aprovechaste ese detalle tan estúpido para hacer que todos la miren mal y crean que es una acosadora —explicó. Escuché interesada mientras miraba hacia la pizarra—. Creerán algo que no es, has logrado que con un pequeño evento que muchos no tomarían en cuenta, sea una gran desventaja para ella y crean algo que no es cierto. Has manipulado el ambiente a tu beneficio.
¿De verdad había hecho eso? No me había dado cuenta, pero analizando de esa forma tenía razón, había conseguido que varios la miraran con ojos poco agradables. Eso me interesaba y, como mejor podía, ocultaba mis ganas de sonreír con malicia.
—No solo eso —siguió explicando—, ese chico, el hermano de ella, te ve con buenos ojos, si sigues así tendrás a alguien de tu lado. ¿Sabes que doloroso es que un familiar tuyo esté en tu contra? ¿O un amigo o amor? Romper lazos de ese estilo es lo más maravilloso, porque desde lo lejos ves como ellos se odian cada vez más mientras tu mueves los hilos para que todo salga como tú quieres.
Abrí los ojos mientras miraba de reojo al hombre. Todas sus palabras eran ciertas, era ser la espectadora que movía todo desde las sombras para ver la destrucción, el dolor y la desgracia, mientras que lo disfrutaba con una sonrisa amplia y me hacía, de alguna forma, poderosa.
—Me gustas, Paiphire —admitió con una leve sonrisa—. Sigue así y puede que tengas un premio especial.
Desapareció como el viento dejando cenizas a su paso, dejándome con varias dudas mientras miraba el papel que estaba en mi mesa. Sonreí, sintiendo por primera vez una felicidad que deseaba desde mucho tiempo.
Volví a casa después del interesante día que acababa de tener, escuchaba canciones con una sonrisa calmada mientras pensaba en todo lo que me ocurrió, ¿Qué premio iba a obtener? ¿Ser capaz de observar todo sin que sufriera? ¿Ser la espectadora que disfruta del sufrimiento de otros?
Mientras más lo pensaba, más me emocionaba, pero a su vez más me preocupaba por lo que pudiera pensar mi hermana. Si sabía la verdad, intentaría convencerme de lo contrario, alejarme de lo que me hacía feliz. Gruñí y apreté mis dientes, nunca me dejaba estar a mi ritmo.
El conductor gritó en alto una de las últimas paradas antes de terminar su recorrido, bajé del bus con rapidez y escuché como se iba. Organicé bien mi mochila y al levantar la cabeza, sentí una presión horrible en mi pecho que casi me hizo caer al suelo.
Miré a mi alrededor pensando que eran obras, pero me equivoqué, no había nada, no oía ni un solo ruido, ni siquiera hacía viento, ni los pájaros cantaban. Giré mi cabeza una vez más y vi la misma casa de antes con el hombre al lado con una figura más identificable.
Su cabello despeinado dejaba el color azul cielo que brillara su alrededor, su piel blanca como la nieve combinaba bien con aquella túnica que dejaba visible parte de su pecho y estómago. El color de la prenda era inexplicable, parecía que se movía, como si dentro de esta túnica se moviera un universo nuevo. Vestía unos pantalones grises oscuros junto a unos zapatos negros.
«Esto es una prueba —pensé, intentando levantar del suelo—. Está evaluándome para ver si puedo tener ese premio especial».
Sonreí y decidí seguir adelante con mi camino a casa. Podía ver como todo el alrededor se volvía abstracto, figuras grisáceas deformadas que me miraban desde distintos puntos como en lo alto de los árboles o los techos de las casas. Sus ojos blancos y circulares querían ver si era capaz de superar esta prueba. No negaba que me sentía presionada y, después de tanto tiempo, emocionada.
Pero algo iba mal, lo sentía, más al ver mi casa llena de esos seres que me miraban desde distintos puntos. Todos estaban esperando, causando un ambiente pesado y oscuro. Miraba con un rostro serio y cansado todo lo que me rodeaba sin inmutarme apenas de lo que veía. No me asustaban esos seres, no me asustaba nada.
Hasta que vi a mi hermana salir de mi casa.
Estaba sorprendida, no entendía porque me miraba así, aunque eso era lo de menos teniendo en cuenta que una gran oscuridad la rodeaba, una que parecía protegerla. Ese poder se movía por el suelo tomando distintas formas monstruosas hasta que inundaban su cuerpo y cambiaban todo.
Veía a un ser más alto de vestimentas negras y un rostro serio con un líquido negro derramándose de sus ojos y boca, parecía sufrir, o al menos es lo que entendía hasta que vi como sonreía y me abría los brazos con ilusión. ¿Qué era ella? ¿Era un monstruo también?
—¿Qué es la oscuridad, Paiphire?
Esa pregunta me hizo dar con la respuesta, sentía que era una representación y forma de decir que todo lo que ella obtenía, esa felicidad, esa amabilidad, esa bondad, se debía porque durante todo este tiempo consumía la poca esperanza que tenían los que la rodeaban
Era abstracto, pero pude entenderlo. Limitaba mi felicidad y esperanza, se acercaba a mi para interrumpir mis ilusiones, mi manera de ser, mis gustos... Quería que solo obedeciera a ella y sus deseos.
—Hija de puta —dije en alto, viendo como ella daba varios pasos hacia atrás—. ¿Lo tenías pensado durante todo este tiempo? No me lo puedo creer, querías a las personas de tu lado para que te dieran toda la atención como una zorra.
—¿¡Paiphire?! ¿¡Qué estás diciendo?!
—¡Consumiste toda mi esperanza para conseguir lo que eres ahora! ¡Una diosa poderosa y aclamada por todos! ¡Todos te siguen como humanos descerebrados que creen que con tu ayuda serán algo! ¡Cuando en verdad solo consumes su alma y no les deja más que un cuerpo sin alma! —grité cabreada, caminando hacia ella como mejor podía, cruzando por las carreteras sin importarme nada. Quería enfrentarme contra mi hermana.
Todo cambiaba, veía el universo oscuro junto a esas estrellas que parecían acompañarme, enfrente mía veía a mi hermana con esa nueva apariencia escalofriante, pero no solo eso, también cambiaba, veía como mis piernas desaparecían para poder flotar, volar, junto a una vestimenta verdosa que esparcía un humo grisáceo a mi alrededor.
—¡No voy a dejar que hagas más eso! A diferencia de ti sé cómo son los humanos, motivados por el poder y el dinero, deseando avanzar como seres inútiles para llenar un vacío en su cuerpo, como a mí me pasó —expliqué, para luego reírme—. ¿¡Pero sabes?! ¡Estar tanto tiempo vacía me hizo experimentar algo único! ¡Ser la espectadora de esos desgraciados hace que vea el mundo con una sonrisa, viendo como todos acaban controlados bajo mis manos! ¡Es una sensación maravillosa, porque todos acaban siendo manipulados por sus inútiles sentimientos! Es que querías hacerme, ¡¿verdad?!
—¡¡Deja de decir tonterías, Paiphire!! ¡No tiene sentido lo que dices! ¡Soy tu hermana! —gritó desesperada.
—¡Claro que sí, Radow! ¡Eres mi hermana, una que roba toda mi esperanza para ver si caigo a tus pies y hago todo lo que me dices! ¡Tu jugada no salió bien, idiota! A diferencia de ti entiendo todo y lo analizo en silencio, se cómo actuar a veces, se cómo comportarme e hice bien en no mostrar más sentimientos porque después de todo son inútiles —grité mientras una sonrisa turbia iba apareciendo en mi rostro, una que hizo llorar a mi hermana—. ¡Qué maravilloso es ver el sufrimiento de otros mientras tu observas desde lo lejos! ¡Qué maravillo es descubrir el pastel que me guardabas y destrozártelo! ¡Tu plan ha fallado, Radow! ¡Soy mil veces mejor que tú!
Reía sin control alguno, resonaba mientras veía la desesperación en los ojos de mi hermana, nunca me había sentido tan bien, ver como lloraba porque había descubierto sus planes. ¿Quería reinar a todos? Lo siento, esta vez soy yo quien controla las cosas, esta vez soy yo quien tendrá a todos bajo control, incluso a ti.
Dejé que la risa saliera sin temor, hasta que vi mis manos. ¿Por qué eran agujas?
La vestimenta verde, ya no tenía piernas. Mis manos eran agujas que entremedio pasaban hilos grisáceos que venían de la mente de mi hermana quien lloraba desesperada y adolorida. Quería verme, quería ver mi rostro, sabía que había cambiado también. Miraba de un lado a otro, encontrándome de reojo un reflejo de mi rostro, mostrando una piel grisácea junto a unos ojos blancos consumidos por unas líneas negras que representaban mi poder. Mi cabello seguía siendo el de siempre, al menos era lo único que me hacía darme cuenta que había cambiado, que no era humana.
—¿Qué acabo de hacer? —De golpe mi alrededor cambió a uno más humano, estaba en medio de la carretera con mi casa enfrente y mi hermana sentada de rodillas al suelo con la cabeza cubierta con sus manos llorando sin parar—. ¿Ra-Radow? ¿Qu-Qué he hecho?
Deseaba llorar, pero sentir el abrazo del hombre logró cortar todo sentimiento, provocando que poco a poco una sonrisa apareciera en mi rostro.
—¿Deseas ese premio ahora? —preguntó en un suave susurro hacia mi oído derecho. Sentí escalofríos en todo mi cuerpo—. ¿Deseas ser esa diosa? Ese cuerpo que has visto era tuyo, esa serás tú, la diosa que tanto deseabas, la espectadora que verá todo el caos.
—Pero ella...
—¿Qué no te das cuenta que ella también lo es? —preguntó en un tono más serio—. Ella ya sabía lo que era y se aprovechó de ti, ahora que lo has descubierto, se hace la falsa y llora para que no la hagas daño. —Se puso enfrente mía, mostrando por fin su apariencia—. Te tienen miedo, Paiphire, eres la diosa de la locura y de la manipulación. Ese es tu premio.
Todo mi alrededor se volvía abstracto, el universo estaba enfrente mía, era la representación de seguir adelante con una vida en donde tendría todo lo que deseaba, pero si giraba mi cabeza hacia atrás, vería la vida que tenía antes, una en donde estaba condenada y sumida ante el poder de mi hermana. Ver esto hizo apretar mis dientes y mirar el hombre.
—Acepto ese premio —respondí, viendo como él sonreía por mi decisión—. ¿Qué debo hacer?
—Queda quieta y deja que el destino acabe con tu vida pasada.
Fruncí el ceño, aunque poco tardé en darme cuenta al escuchar el ruido de un camión pitando con fuerza para que me apartara.
—¿Lista? —me preguntó.
A nada de responder, vi como mi hermana levantaba su mano derecha mientras gritaba mi nombre antiguo, la miraba con un rostro serio del que poco a poco cambiaba a una sonrisa satisfactoria ante su sufrimiento. Ahora conocería durante tantos años lo que tuve que aguantar y eso me encantaba.
—Es lo que te mereces, Radow —dije antes de mirar aquel hombre con una sonrisa—. Estoy más que lista.
Paiphire Harden Elian, dieciseis años, causa de la muerte, tropellada por un camión que transportaba productos peligrosos.
El conductor en cuestión admitió que su vehículo no respondió cuando él le dio al freno. Pudo salir porque algo le empujó, provocando que él recibiera también daños en la zona lateral izquierda de su cuerpo.
¿Te crees que iba a quedarme de brazos cruzados?
No, claro que no, hermanita, he visto todo antes de que te murieras, he visto como aquella sombra te llevaba hacia un lugar que desconocía, un mundo en donde me decías ser más fuerte que yo. ¿Sabes? Creo que durante todo este tiempo me has ocultado que algo o alguien te estaba engañando y llevándote hacia un pozo sin fondo.
Hay algo que debes conocer de mí, hermana... Yo jamás me rendí contigo, yo jamás me aproveché de ti, te quería tanto que deseaba el día en el que pudieras caminar y correr sin miedo a nada, mostrar esa brillante apariencia y felicidad hacia los demás. Ver que no solo yo brillaba, sino que tú también.
Debes saber que jamás me rindo y que sé que en el más allá hay otra vida, una en el que eres esa diosa que deseabas mientras a mí me acusabas de ser la diosa de la oscuridad.
Capaz lo que haré será una condena de dolor eterna para mis padres... Lo siento, mamá y papá... pero no me voy a quedar conforme con el resultado y te voy a buscar en todos los lados. Si con eso implica suicidarme y morirme mil veces, lo haré hasta encontrarte y salvarte.
Yo nunca me rindo, Paiphire.
─❮● Nota de Autor
Esta historia está basado en mi personaje Pyschen (Paiphire Harden Elian), cuya idea esta basada en el concurso de Editorial Historias, la idea número cinco. Honestamente era la idea que más se podía adecuar a la historia original de mi personaje.
Este personaje se menciona mucho en la Saga El último Sistema y en la Saga de Juntos o Muertos. Me pareció interesante hablar de ella porque es alguien a quien estimo, de hecho, es como un pedazo de mi.
Ahora, dejo algunas curiosidades aquí:
● Se podría decir que Paiphire son los pensamientos que tuve a los 16 años, actualmente no tengo esa visión, pero si despreciaba a los humanos en su momento jaja. Actualmente sería como Radow, viendo el mundo con unos ojos más neutrales.
● Andorra es uno de los lugares que pensé más óptimo en ponerlo, pues ahí no solo se habla Español, sino que también Catalán y Francés.
● "Surrender - Cheap Trick" es la canción más usada en películas como en "Pixels". Analizándola, me cuadraba más que fuera un tema para Radow, ya que aunque todos le digan que se rinda, ella jamás lo hace, ni tampoco se llevar por esa negatividad.
● Brutales referencias a Código del Caos.
Agradecer la anterior portada tan bonita por parte de la editorialHistorias. la actual está hecha por IA, del cual capta la esencia de la historia. Gracias MisterRenek por dejarme la imagen con la ia que usaste xD
También dejo esto quien se lo pedí a --DontXAngel, un hermoso mockup en su tiendecita gráfica <3
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