33 Madre
Después de aquellas palabras de Jung Kook, Yoon Gi supo que luchar por él tenía que darle aún más fuerzas para conseguir vencer a 616. No era una tarea fácil, ambos lo sabían. Pero estaban unidos.
Eso era lo importante. Se tenían mutuamente.
Yoon Gi charló un rato más con Jung Kook gracias a ese collar que, de alguna manera, lo protegía.
Le mostró el libro que encontró en el almacén. Lo vieron y leyeron juntos.
Kook no terminaba de comprender del todo, hasta que el rubio le explicó que su situación era por causa de un ritual.
—¿Alguien ofreció mi alma a cambio de poder?—le preguntó, agarrando su mano con fuerza.
—Sé que suena realmente mal, Kook... Pero es lo único que puedo creer según esto y según lo que me dijo esa mujer de la tienda.
Era algo increíble para el menor escuchar eso. Y más porque no se hacía una idea de quién había sido capaz de perjudicarlo de ese modo, cuando él nunca hizo ningún daño a nadie.
Volvió a mirar ese libro. Pasó páginas para ver las imágenes. Se detuvo en una. Le señaló a Yoon Gi aquel diente de león con su dedo.
—Siento algo extraño al ver esto—dijo en voz baja, como si temiera ser escuchado por alguien más.
—¿A qué te refieres con extraño?
—No lo sé... Es como sentir que he amado los diente de león toda mi vida... O que soplé uno en algún momento.
Yoon Gi trataba de comprender si acaso eso tenía algún significado para él. Era muy raro que Kook sintiera algo así. Se detuvo a ver esa imagen para poder sacar alguna información. Pero nada le venía a la cabeza.
—A mamá le gustaban—dijo de repente, girando su cabeza hacia Yoon Gi—Nunca conocí a mamá...
—¿Qué..?—sus ojos se entrecerraron y lo observó un poco asustado—¿Cómo es posible que sepas eso si nunca la conociste?
—No sé...—se encogió de hombros—He soñado mucho con una mujer y creí siempre que era mi madre... Antes eran cosas lindas, pero luego se volvieron pesadillas.
Mucho antes de entrar al hospital hacía doce años, Kook tenía sueños muy frecuentados con una linda mujer de cabello negro y grandes ojos. Ella le cantaba canciones y solía juntar dientes de león en un campo abierto.
Jung Kook era feliz soñando esas cosas, pero luego todo se volvió muy perturbador. Comenzó a tener pesadillas desagradables, a sentir miedo de dormir, temor por consumirse en las llamas...
Las llamas. El fuego. Lo odiaba.
Si bien nunca conoció a su madre, sabía el por qué.
—¿Y qué ocurre en las pesadillas?—le agarró ambas manos y lo miró esperando respuesta.
Kook no quería contarle todo lo horrible que vivía dentro de su cabeza, pero quizás era algo importante que debía hacer.
—Bueno... En la última que recuerdo había una mesa y alrededor muchas velas. Una mujer sentada enfrente de mí comenzó a decir cosas extrañas y luego se disculpó. "Lo siento tanto" dijo—se detuvo y clavó sus pupilas en él—Se disculpó conmigo, Yoon Gi... Sentí miedo y ganas de llorar.
—Jung Kook...—el rubio lo llevó hacia su cuerpo y lo abrazó con fuerza. Ahora comprendía. Nunca creyó posible algo así, pero lo supo.
La culpable de todo debía ser su madre.
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