25 Retrato
Al otro día, durante su clase de piano, Jung Kook no pudo concentrarse como debía. Estuvo pensando demasiado en lo que pasó con Yoon Gi.
Le dolió hacer eso. Le dolió salir corriendo después de ese agradable encuentro que tuvieron. Ahora no sabía si podía volver a verlo. No quería que 616 lo dañara.
Y otra cosa que pasaba por su mente era el por qué había hecho eso, específicamente con el libro.
—Jeon, estás tocando la misma nota—lo hizo reaccionar la voz de su profesora—.Ahora sigue Mi.
—Perdón —se disculpó y tocó correctamente.
Siguió su clase un poco más concentrado, pero sin dejar de tener pequeños recuerdos del momento.
Cuando finalizó, se quedó sentado en el sillón de la sala. Observó, como tantas veces, ese acogedor espacio.
Paredes de un color marrón oscuro, muchos cuadros que él mismo pintó de paisajes... Decoración antigua, pero muy bien cuidada. Era un ambiente que lo llevaba unos cuantos años atrás. Entrar en esa casa era como olvidarse en qué siglo vivía actualmente.
Suspiró y se levantó para ir en dirección a su cuarto. El lugar de la casa donde se sentía más seguro.
Se detuvo frente a su caballete de madera y miró ese lienzo. Estaba en blanco.
Agarró unos cuantos tubos de óleo y pinceles de diferente grosor. Se sentó en la banqueta y empezó a pintar.
Los trazos eran delicados y finos. Su muñeca viajaba apacible en conjunto con su cabeza, la cual seguía los movimientos.
Un rostro redondo, ojos muy finos, al igual que los labios, cabellos de color vainilla, piel blanca...
Lo pintó a él. A Yoon Gi.
Sonrió conforme. Le gustaba porque era muy parecido a él.
Kook era muy exigente consigo mismo respecto a la pintura. Si algo no le gustaba, lo desechaba por completo. No se paraba a tratar de arreglarlo; era una pérdida de tiempo.
Contempló su obra por un buen rato, sin dejar de sonreír. A pesar de que estaba feliz por haber encontrado al rubio, se sentía culpable por no haber podido controlar su cuerpo cuando 616 tomó el mando de sus acciones.
Agachó su cabeza y miró sus zapatillas negras tan perfectamente atadas.
Su vida no era un reflejo de ello, para nada. Si bien tenía mucho a su disposición (gracias a aquella mujer), sentía que en realidad le faltaba de todo. Se sentía vacío, solo, acongojado...
¿Cuál era el propósito que tenía en la vida?
Ninguno.
No sabía qué hacer de ello, no tenía un sueño, un camino hacia el que direccionarse. Y no era porque estuviese perdido o dudoso de ello, sino porque nada lo motivaba.
Sólo era un joven calificado de esquizofrénico porque simplemente lo habían visto hablar solo. Nadie entendía que lo que estaba a su lado era real y podía hacerle daño a quien quisiera.
Tras pensar por un momento levantó su cabeza y volvió a mirar a la pintura. Aún sostenía en su mano el pincel, con un poco de pintura.
—Rómpelo
—¿Qué?—Kook miró a su derecha, con el ceño fruncido—No...
—Hazlo.
Jung Kook negó con la cabeza. No iba a hacerlo; el retrato de Yoon Gi le había quedado perfecto y no pensaba destrozar su trabajo.
616 hizo silencio. Una vez más, trató de controlar a Kook.
Primero levantó su mano hasta la altura de su rostro y fue acercándola hacia el lienzo.
—¡No!—intentó controlase a sí mismo, haciendo tensión para alejar su mano de ahí.
Fue demasiada la fuerza de 616 y acabó por rayar, con rabia mientras apretaba el pincel, toda la cara de Yoon Gi.
Su pintura quedó manchada, deformada... Fue demasiado para Jung Kook.
En cuanto soltó el pincel, se echó a llorar.
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