Capítulo 17: Mentira
[Jungkook]
Seguimos andando por aquellos callejones desiertos de personas. A excepción de algún alumno escuchando música o anciano paseando, el camino se encontraba vacío. Ninguno de los dos hablaba, tan solo avanzábamos.
- Jimin, me haces daño – me quejé refiriéndome a su agarre. Llevaba todo el rato sujeto de mi muñeca, y aunque yo había intentado omitir la fuerza con la que me cogía, al cabo de unos minutos mi orgullo no dio para más y terminé diciéndoselo. Él permaneció en silencio, sin mirarme, pero para mí alivio sí que aflojó el agarre de inmediato.
Finalmente, tras cruzar una esquina, nos encontramos frente su piso. Entramos sin que me soltara, subimos al ascensor sin que me soltara, abrió la puerta del departamente sin soltarme y tras pasar de largo por Hoseok, me llevó a su habitación aún sujeto de mi muñeca.
"Ni que fuera a escaparme o salir corriendo..."
Me empujó sobre su cama antes de girarse para echarle el pestillo a su cuarto. Yo me acomodé, esperando recibir una charla por su parte, algo tipo "Ya no me gustas pero no deberías dejar que la gente haga contigo lo que se le dé en gana". Pero para mi sorpresa, en menos de un segundo le tuve sobre mí, recibiendo un beso que hacía tiempo que no experimentaba. No tardó en introducir su lengua, recorriendo toda mi boca, lamiendo cada milímetro de esta. Succionando, besando y mordiendo con ansias. Mi respiración comenzó a acelerarse, sintiendo como se alborotaba todo mi interior, destacando cierta parte baja a la cual Jimin ya había comenzado a dar atención con su rodilla. Finalmente, nos separamos levemente para tomar aire, pero no dejó mucho tiempo para reponerme antes de comenzar a atacar mi cuello, consiguiendo varios jadeos por mi parte. Me miró y se incorporó, levantándose ligeramente y colocándose mejor sobre mí. Su mirada se había oscurecido, y no cambió la expresión ni al apretar conscientemente mi erección sobre el pantalón, provocando que se me escapase un sonoro gemido.
- No dejes que esos idiotas te toquen –volvió a apretar y yo mordí mi labio inferior, incapaz de apartarle la vista. Me estaba comiendo con ella.
- Y-ya te he dicho qu-que lo tenía todo... controlado.
Ladeó ligeramente la cabeza y entrecerró los ojos, observándome con interés. Yo no paraba de preguntarme que se le estaría pasando en ese momento por la cabeza, y no tardé en hallar la respuesta, cuando sin previo aviso me levantó, arrastrándome con él, y me colocó boca abajo, con el torso pegado a la mesa de su escritorio, inmovilizando mis manos por detrás. Era la misma posición con la que me encontró cuando llegó a clase, claro que ahora me encontraba mil veces más excitado.
- ¿Ahora también lo tienes todo controlado?– Se inclinó sobre mí, rozando su destacable erección por mi trasero, acelerando aún más mi ritmo cardiaco. Cerré los ojos y mordí mi labio con frustración, deseoso de sentirle. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez, le echaba de menos. En este momento solo quería a Jimin. –Demuéstramelo –susurró pegado a mi oído, provocándome un escalofrío de pies a cabeza.
Seguidamente mordió el lóbulo de mi oreja y bajó por mi cuello, repartiendo besos y mordiscos, marcando cada centímetro de este, mientras con su rodilla separaba mis piernas. Acercó su mano a la cremallera de mi pantalón y desabrochó hábilmente mi cinturón, sacándolo y atando mis muñecas con él a la espalda.
- ¡Ah, Jim-in...! E-está muy fuerte...- protesté al sentir el cuero del accesorio hundiéndose en mi piel, presionando esta con la fuerza suficiente para marcarla. Me lo había apretado demasiado, y algo me decía que esta vez no pensaba aflojar el agarre.
- ¿Qué crees que harían esos chicos en este momento? – mordió mi hombro al tiempo que comenzaba a desabotonarme la camisa, deslizándola por mis brazos hasta la altura de mis manos, donde tuvo que amarrarla ya que sería imposible sacármela con las manos atadas.- Dirían algo como... "Oh, pobre Jungkook. Le hace daño. Vamos aflojarle un poco..." –desató el cinturón, sobando mis muñecas, aliviando la presión que el cinturón ejercía en ellas. Suspiré e hice el amago de girarme, para volver a tomar el control de la situación, pero para mi sorpresa, me lo impidió, recargándome nuevamente sobre la mesa y volviendo a colocarme el cinturón, esta vez incluso más firme que la anterior. Solté un pequeño grito y sollocé en voz baja. –Algo me dice que harían todo lo contrario...
- D-duele...
Ignoró mis quejas y siguió con su cometido. A pesar de todo una gran parte de mi ser disfrutaba completamente de la firmeza que ponía Jimin en cada acción, de la brusquedad y agresividad guiadas por su enfado. Cada toque lo hacía con tantas ansias que probablemente la zona no tardaba en enrojecerse. Besó mi cuello, mi clavícula y mi espalda al tiempo que descendía sus manos nuevamente a mis pantalones y acariciaba esa zona que tanta atención requería.
- Ellos no serían ni la mitad de amables que yo...- aseveró entre dientes, haciendo más que notable su furia. Bajó mi cremallera y tras deshacerse de mis pantalones, apretó mi miembro sobre la tela de los bóxers, y no de forma delicada, sino con rudeza. Con la otra mano comenzó a rozar mi entrada, tocándola con la yema de sus dedos y seguidamente alejándolos, aumentando mi necesidad de sentirle. Estaba desesperándome con tanto juego. Noté como me temblaron las piernas al sentir como introducía un dedo en mi interior, el cual ni siquiera estaba lubricado, lo que me hizo tensarme de sobremanera, aunque mi excitación no disminuyó ni un poco.- No se tomarían el tiempo para prepararte...- Introdujo otro dedo al tiempo que mordió mi hombro, quizás con demasiada fuerza, sacándome un breve quejido.
- ¡Ah, Jimin...! ¡Eso dolió, idio...
Pasando por alto mis palabras, me cubrió la boca con la palma de su mano mientras con la otra seguía moviendo los dedos en mi interior, añadiendo un tercero. Mis gemidos se ahogaban en su palma, aumentando de volumen por segundos. En ese momento agradecí que Hoseok hubiera abandonado la casa, pues no pensaba controlarme.
- Tampoco te dejarían gritar, Jungkookie...- para mi sorpresa introdujo los tres dedos más profundo, más bruscamente, provocando que volviera a quejarme chillando, mitad por el dolor y mitad placer que me hacía sentir. Como tenía su palma, mi voz terminaba reprimiéndose, así que acabé mordiendo su mano inconscientemente, descargando la frustración y ansiedad que me invadían.- ¿Qué ocurre? ¿Te apetece gritar? ¿Quieres que te deje hacerlo? –Volvió a embestirme con sus dedos, los cuales ya ni diferenciaba si estaban o no lubricados. Se sentían jodidamente bien. Se acercó a mi rostro y lo levantó, destapando mi boca y agarrándome del pelo.- Te he hecho una pregunta, Jungkook.
- L-lo que quiero... es que empieces y-ya... Jimin...
- ¿Eso le dirías a ellos? –Chasqueó la lengua en señal de desagrado y soltó mi cabello, comenzando a acariciarlo mientras bajaba el ritmo con sus dedos. Luego besó mi cuello, y siguió haciéndolo hasta que me percaté de que ya no tenía sus dedos en mi interior. Adelanté lo que iba a venir, intentando prepararme mentalmente para ello. Era la primera vez que lo hacía sin lubricar, y no iba a negarme a mí mismo que dolería, dolería una barbaridad, porque si lo hacía estaría mintiendo.
Solté un pequeño grito al sentir como empezaba a entrar, como se abría paso entre la estrechez de mi entrada, la cual, obviamente sin lubricante, era más dificultosa de traspasar. A Jimin no pareció importarle mis chillidos, puesto que siguió empujando y presionando, probando mis límites. Clavé mis uñas en el escritorio, arañando la superficie de este con agobio, y cuando pensé que no iba a poder aguantar más, que debería decirle a Jimin que se detuviera, él comenzó a acariciar mi entrepierna, distrayéndome de mi dolor trasero. Antes de poder quejarme comenzó a masturbarme, cambiado mis sollozos por suspiros, y al cabo de varios minutos me dio la primera embestida.
- ¡AH! – Jimin me mordió el hombro al mismo tiempo que yo grité por el dolor. Ardía, pero de alguna forma me gustaba. Era un dolor completamente envuelto en placer.
Siguió con las embestidas, masturbándome al mismo tiempo, haciendo que todo lo que había sobre el escritorio retumbase con cada golpe. Él jadeaba de la forma más sexy inimaginable; podría correrme solo con escucharle, y de hecho no tardé mucho en hacerlo. Cuando tocó ese punto clave en mi interior, volviendo a rozarlo una y otra vez, mis fuerzas no pudieron retener más esa descarga de placer, la cual para mi sorpresa y desesperación, Jimin impidió cubriéndome la salida con su dedo. Gimoteé inútilmente, notando como mi cuerpo me pedía a gritos una escapatoria a toda esa oleada de placer interminable y el moreno no me dejaba proporcionársela. Seguía embistiéndome con igual o más fuerza que al principio, chocando contra ese punto que me sacaba más gritos y gemidos, hasta que finalmente noté como acompañándolo del gruñido más excitante del mundo, me llenó por completo, liberando al tiempo mi miembro, el cual no tardó ni medio segundo en descargarse, manchando su mano y parte del escritorio. Mis piernas temblaban, y si no hubiera sido por el soporte de la mesa, de seguro que habría acabado en el suelo.
Al cabo de unos segundos, salió de mi interior, y pronto su líquido comenzó a descender por el interior de mis muslos, provocándome un agradable cosquilleo allá por donde pasaba. Jimin me quitó el cinturón de las muñecas y posteriormente me abrazó con fuerza, mientras masajeaba el interior de estas, aliviando el dolor producido por la atadura. Siguió rodeándome con sus brazos los siguientes minutos, dejando que el silencio de la habitación únicamente se viera interrumpido por nuestras agitadas respiraciones.
Seguidamente se quitó la camisa de la escuela, y tras hacer un bulto con ella, limpió los restos de semen que seguían descendiendo por mis piernas. Me subió los bóxers mientras yo permanecía medio recostado en la mesa, intentando recuperar mi ritmo cardíaco. Estaba agotado. Hacía muchísimo que no tenía un sexo tan intenso, de hecho creo que era la primera vez que Jimin se comportaba así.
Volvió a ponerse en pie, trazando una línea de besos por mi espalda a medida que subía y terminando por recargar su cabeza en mi hombro, respirando junto a mi oído.
- ¿Te hice daño?
Me giré, colocándome de cara a él, y me agarró de la cintura. Era increíble lo sensible que estaba siendo en estos momentos, la delicadeza con la que me trataba, teniendo en cuenta la sesión que acabábamos de tener. Negué con la cabeza y bajé la mirada, centrándola en su liso abdomen, percatándome de todo el peso que había perdido en estos meses. De alguna forma seguía atrayéndome igual que antes, mi reacción hacia él y su cuerpo era la misma, independientemente de que este último cambiara.
- Perdóname – me besó la frente y levanté la vista, encontrándome con una ligera preocupación en sus ojos.- Debí haberme controlado. Fui muy duro...
- No pasa nada Jimin... - sonreí, acariciándole suavemente la mejilla, a lo que él respondió cerrando los ojos y juntándose más a mi mano. Me acerqué a su rostro y le besé. No era un beso intenso, pero si profundo. Era suave, complementado por ambas partes, sin prisas ni ansias, simplemente disfrutando cada uno del contrario. Cuando nos separamos, me estrechó entre sus brazos, acercándome más a él, y se acerco a mi oído.
- Nunca vuelvas a decir que no me importas Jungkook. No repitas esa mentira jamás.
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