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Kang Haerin nunca había salido a comer con Danielle antes.
Ni cuando se comprometieron, ni cuando sus padres insistieron en que tuvieran citas para conocerse mejor antes del matrimonio. Después de casarse, sus salidas siempre se limitaron a eventos de la alta sociedad en los que solo interactuaban unos momentos.
Sin embargo, aunque es la primera vez que comparte con la omega en este tipo de actividades, Haerin siente que está yendo sorprendentemente bien. Pensó que sería incómodo, pero Danielle hizo ameno el camino hacia ese pequeño restaurante en el que Haerin nunca pensó poner un pie en su vida.
No estaba acostumbrada a asistir a ese tipo de lugares, y suponía que la omega tampoco, por lo que le resulta extraño que le haya sugerido ir allí.
—Hanni unnie y yo descubrimos este lugar una vez que salimos a comprar un regalo para Minji unnie—Danielle le contó, como si leyera sus pensamientos—. La dueña hace el mejor jajangmyeon de todo Seúl. Créeme, te va a encantar —le dijo emocionada—. Siempre quise traerte, pero estabas ocupada o me decías que no, así que… —se encogió de hombros, como si el hecho de que su esposa no le hubiera prestado atención en todos esos años de matrimonio no fuera importante.
—»Supongo que solo quedaba esperar a que me dijeras que sí —sonrió—. No te arrepentirás de haber venido.
Haerin asintió, sintiéndose un poco culpable. El restaurante era pequeño, pero acogedor. Danielle eligió una mesa en una esquina del lugar para tener más privacidad y se movió con naturalidad, como si estuviera en su propio hogar.
Era obvio que no era la primera vez que iba allí, y Haerin no le dio muchas vueltas, aunque se sintió extraña al ver a la omega actuar tan segura de sí misma cuando ella estaba acostumbrada a ver a una Danielle que agachaba la cabeza, jugaba con su anillo y esperaba que los demás decidieran por ella.
—¿Y cómo va el yoga? —le preguntó, buscando establecer una conversación. Danielle frunció el ceño, luciendo visiblemente afectada por sus palabras.
—Me duele todo —confesó con una mueca que hizo que Haerin apretara los labios para evitar sonreír.
—»Hemos aprendido posturas fáciles, pero mi cuerpo no está acostumbrado al ejercicio. Me canso rápido y, después de un baño, todo me duele —se quejó.
—En unas semanas el dolor desaparecerá, solo deja que tu cuerpo se acostumbre —Haerin aconsejó, pero Danielle negó con una sonrisa.
—No creo durar una semana —murmuró divertida. Por alguna razón le resultaba más fácil soportar el dolor emocional que el físico.
— Hanni unnie dijo que sería bueno que comenzara a dedicarme tiempo, para no aburrirme y tener otras cosas en las que concentrarme, pero no me dijo que en menos de cinco clases el yoga acabaría conmigo — Haerin rió.
—Entonces deberías intentar otra cosa si el yoga no es lo tuyo —la alfa sugirió, divertida—. ¿Qué tal la fotografía? —dijo, y Danielle se sorprendió, mirándola con ojos brillantes.
—» Si mal no recuerdo, solías decir que te gustaba mucho, ¿no? Podrías tomar clases en línea o asistir a algunas presenciales, tal vez hacer algún curso. Puedo darte dinero para que compres alguna cámara que te guste si quieres.
—Nunca pensé que recordarías eso —dijo Danielle, sincera, jugando con los pétalos de las flores frente a ellas, dispuestas en un arreglo floral en el centro de la mesa.
Haerin asintió, dándole la razón a la omega. Era cierto que, en muchas ocasiones, no le prestaba atención a lo que Danielle quería o no. Pero cuando lo hacía, siempre recordaba lo que le gustaba.
—No soy tan ajena a ti, ¿sabes? — Danielle sonrió.
—Supongo que no lo eres del todo, Haerin-ah —la aludida detectó un tono burlón en sus palabras. Frunció el ceño, dispuesta a replicar, cuando una figura apareció en su campo visual.
—Vaya, vaya, vaya. Mira quién se dignó a aparecer por aquí —una voz baja dijo, y Haerin observó desconcertada a la alfa que se inclinaba hacia la omega, sonriendo con picardía—. Creí que ya no querías saber más de mí, bonita. Me pusiste triste — Haerin alzó las cejas.
—No seas babosa, Wonyoung. Sabes que he estado ocupada —la tal Wonyoung rodó los ojos, luciendo disconforme con las palabras de la omega. Su omega, cabe recalcar, y Haerin sintió una imperiosa necesidad de dejar claro aquello.
—Danielle —la llamó, y la aludida pareció recordar que había alguien más en la mesa, mirándola con las mejillas rojas, señalando hacia la desconocida.
—Ella es Jang Wonyoung, la dueña del local —la presentó, y Haerin notó al instante que era una alfa, su lobo interior gruñendo cuando Wonyoung apoyó una mano en la mesa, inclinándose hacia Danielle, invadiendo su espacio personal.
—Wony, ella es Haerin. Mi alfa.
Haerin no entendió por qué el hecho de que Danielle la presentara de esa forma calmó la opresión en su pecho, llenándola de satisfacción.
Quizás era su lobo que se tranquilizó al ver la sorpresa en el rostro de Wonyoung y cómo esta se alejaba de la omega, manteniéndose a una distancia que Haerin consideraba prudente, pero no suficiente.
—Es un placer, Haerin-ssi —dijo Wonyoung, extendiendo una mano que la pelinegra apretó con firmezam
— Elle me ha hablado mucho de ti — Haerin miró a Danielle, quien fruncía el ceño hacia Wonyoung con un bonito sonrojo en sus mejillas.
No iba a pensar si aquella reacción se debía al apodo o al hecho de que la otra alfa dijera que Danielle hablaba de ella. No, ella no iba a pensar en eso.
—Igualmente —respondió más por cortesía que por gusto, y pronto la interacción entre Danielle y Wonyoung se retomó, haciendo que Haerin se sintiera fuera de lugar.
—¿Ya ordenaron? —preguntó Wonyoung, y Danielle respondió que sí con una amplia sonrisa. La alfa les aseguró antes de irse que se encargaría personalmente de preparar lo que habían pedido.
Solo cuando estuvieron solas, Haerin se permitió decir:
—Le gustas.—
Danielle se giró hacia ella, mirándola confundida. Haerin no tuvo reparos en repetir sus palabras:
—A Wonyoung, le gustas —dijo con firmeza, y una mueca de tristeza cruzó el rostro de Danielle.
¿Qué tan poco tienes que importarle a tu alfa para que ella misma te diga que le gustas a otra persona sin reaccionar ante ello?
Danielle no quería saber la respuesta a eso; en su lugar, quiso reclamarle a Haerin por sus palabras. Jugó un rato con su anillo, girándolo alrededor de sus dedos.
—¿Y eso no te molesta? —preguntó, mirando a Haerin a los ojos, quien lucía sorprendida.
—Un poco —respondió, porque sabía que mentir esta vez no lo llevaría a ningún lado y quería evitar que esa situación se repitiera—. Mientras estés conmigo, no quiero ver a otra u otro alfa coqueteándote jamás. No me importa con quién pases el tiempo siempre y cuando le mantengas en la friendzone.
Una sonrisa se extendió por los labios de la omega.
—¿Friendzone? ¿No eres demasiado mayor para usar ese término? —se burló, diciéndole otras cosas que Haerin ya no escuchó porque su párpado inferior comenzó a temblar.
Su mente quedó atrapada en el hecho de que la acababan de llamar "demasiado mayor". ¡Ella solo tiene veinticinco años! ¡Prácticamente es una bebé!
—Te recuerdo que eres mayor que yo por dos años —dijo, intentando contraatacar el golpe bajo de la omega, quien solo le sonrió, apoyando la barbilla en su mano.
—Sí, pero yo soy más joven de espíritu —respondió con un tono bajo que molestó a Haerin, y Danielle lo sabía. Sabía que la alfa odiaba que se burlaran de ella, incluso si no era con malas intenciones. Kang Haerin siempre reaccionaba a la defensiva.
—»En cambio, tú eres un alma vieja —la alfa arqueó una ceja.
—¿Alma vieja? Y lo dice la persona que no sobrevivió a una semana de yoga — Danielle jadea, ofendida, apuntándole con un dedo. Sus próximas palabras son interrumpidas por una de las camareras que deja los platos frente a ellas y les pide amablemente que disfruten la comida antes de retirarse.
Haerin mira el plato de jajangmyeon como si fuera comida de otro planeta, a pesar de que es una de sus favoritas. Le causa cierta desconfianza llevarse un bocado a la boca, considerando que fue la tal Wonyoung quien lo preparó. No le sorprendería que hubiera puesto cianuro en su plato para deshacerse de ella y quedarse con Danielle.
—¿No vas a comer? —le pregunta la Omega, y Haerin nota que aún no ha probado su comida. Sus ojos están atentos a ella, y reconoce esa mirada en Danielle: una que pide aprobación y reconocimiento.
—» Si no tienes apetito, puedes pedir otra cosa que se te antoje. Prácticamente te obligué a pedir jajangmyeon sin saber si era lo que querías.
Antes de que la castaña continúe, Haerin toma un bocado y quiere besarle los pies a Danielle por haberla llevado allí, porque la comida está simplemente deliciosa.
Los sabores explotan en sus papilas como fuegos artificiales, y Haerin deja escapar un sonido de satisfacción que hace brillar los ojos de Danielle.
—¿Te gusta? —pregunta la omega, ansiosa.
Haerin asiente sin dejar de masticar, llevando otro bocado a la boca.
—Me alegra que te guste —es lo último que se dicen antes de sumergirse en un cómodo silencio acompañado por el tintineo de los cubiertos.
Danielle observa con felicidad cómo Haerin come. Sus mejillas lucen imposiblemente llenas y sus ojos están cerrados mientras disfruta cada bocado.
La omega acerca su plato al de la Alfa, dejando parte de su propia comida en el plato de ella cuando nota que está casi vacío. Haerin la mira con reproche.
—Come tu comida. Si quiero más, pediré luego. Come —le dice, aunque sigue devorando lo que Danielle ha puesto en su plato.
—Está bien. No tengo tanto apetito — Haerin rueda los ojos y continúa comiendo, ajena a la sonrisa de la Omega. Puede que sea extraño, pero Danielle se siente satisfecha solo con ver a la Alfa comer. Disfruta cada maldito segundo de tener a la pelinegra frente a ella.
—Ten —le dice Haerin.
Danielle sale de su ensueño y mira un par de palillos que le ofrecen un bocado de fideos. La Alfa empuja la comida hacia su boca cerrada, soltando un corto gruñido cuando la castaña no reacciona.
—Abre la boca, Danielle. Se me está cansando la mano —ordena la Alfa. La aludida sonríe y obedece, sintiéndose increíblemente feliz. El hecho de que Haerin la alimente hace maravillas en su pecho.
—Gracias —dice Danielle.
La Alfa asiente, volviendo su atención a la comida. Aprovechando el momento, Danielle le pide a uno de los empleados que pasa a su lado una ración para llevar.
Terminan de comer en silencio, con la Alfa luciendo satisfecha y relajada. Danielle sabe que una buena comida siempre mejora el humor de Haerin. Sin embargo, eso no la salva de la breve discusión que tienen cuando Danielle intenta pagar la cuenta y Haerin no se lo permite.
Es arcaico y estúpido, porque Danielle tiene su propio dinero, pero Haerin insiste, y Danielle es terriblemente débil cuando la Alfa murmura su nombre en un tono bajo y le lanza una mirada de reproche.
La espera fuera del local, observando de lejos cómo Haerin recoge lo que habían pedido para llevar. Sus cejas se fruncen en disgusto cuando un cuerpo pequeño, vestido con un corto atuendo veraniego, se acerca a su Alfa.
Se contiene a sí misma de intervenir, porque no, Kang Danielle no hará una escena de celos solo porque alguien le coquetea a la alfa de su vida. Sabe que podría arruinar la posibilidad de que Haerin acepte salir con ella nuevamente.
Así que reprime los gruñidos e ignora las maldiciones de su lobo, manteniéndose atenta a la interacción. La chica le sonríe, y Danielle no es ciega: ella es preciosa. Sabe que le está pidiendo su número a Haerin, porque le extiende su celular mientras hablan.
Haerin le sonríe, la muy maldita lo hace, y Danielle siente a su lobo hervir de ira dentro de ella. Sin embargo, lo que la Alfa hace a continuación enfría su mal humor como un balde de agua helada.
Haerin levanta la mano en la que no sostiene la comida y le muestra algo. Danielle sabe que es su mano izquierda y que le está enseñando su anillo de casada. Sonríe como una tonta frente al local al ver cómo la chica se disculpa entre balbuceos y reverencias torpes antes de alejarse rápidamente del espacio personal de su Alfa.
Como debe ser.
La pelinegra comienza a caminar hacia ella, y Danielle trata de disimular la sonrisa boba que tiene en la cara. Sabe que no lo logra porque Haerin le exige respuestas con la mirada y, cuando está a solo unos pasos de distancia, Danielle la toma por la nuca y la atrae hacia un beso.
Al principio, el cuerpo de Haerin se tensa, pero pronto sus músculos se relajan bajo su toque. Danielle siente que va a morir, porque tiene las manos de Haerin en su cintura, acariciándola suavemente, sin la más mínima malicia, pero logrando que todos y cada uno de sus sentidos se concentren en ella.
Todo sobre ella.
—Te mereces un helado. Ven, te lo compraré —le dice mientras la toma de las manos, pero Haerin no se mueve del lugar.
Danielle se gira hacia ella, leyendo la incógnita en su rostro bonito, con sus ojos oscuros y grandes que la hacen lucir como una cosita inocente, adorable, preciosa y ¡Agh! La Omega se la quiere comer a besos.
—¿Por qué? —pregunta Haerin con las cejas alzadas, y las siguientes palabras de Danielle se le clavan en el pecho.
—Por ser la mejor Alfa —responde, y el corazón de la pelinegra se estruja al ver los ojos felices de Danielle, sus feromonas alborotadas.
Caminan de la mano, con Danielle liderando el camino. En algún momento, la Omega se gira hacia ella y le pregunta cuál es su sabor favorito. En esos instantes, la idea de separarse de la castaña se siente mal.
Jodidamente mal.
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Jang Wonyoung
-> alfa
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N/a
Haerin se replanteo la idea del divorcio, yeii
ᵐⁱᵘʷʷᵐⁱᵘʷ
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