29^᪲᪲࣪
—"Quiero estar contigo, no sólo ahora, ni un rato, ni siquiera varias horas. Quiero estar contigo. Así de simple. Así de siempre."—
[Mario Benedetti]
🪅
Cerró sus ojos cuando el agua caliente recorrió su cuerpo, necesitaba estar sobria. Sus músculos estaban tensos, sus feromonas se habían descontrolado y tuvo que tomar un par de supresores para adormecer a su lobo.
La presencia de Haerin había creado una revolución en todo su cuerpo y Danielle no sabía como aguantaría las ganas de llorar. Al fin y al cabo, la Alfa solo estaba allí para decirle lo que ella ya sabía, ¿no?
Debía estar preparada de antemano para la conversación que en algún punto debían tener. Estaban todavía casadas, pues ella no había sido capaz de encontrar los papeles de divorcio que Haerin tenía en su estudio. La idea inicial era esa, firmarlos antes de irse para no tener que verse más pero al parecer la Alfa los había resguardado con llave en uno de los cajones.
—Dani, ¿está todo bien allá dentro?— la voz de Haerin detrás de la puerta del baño envió un escalofrío a todo su cuerpo.—Llevas dentro media hora ya, creo que debes estar lo suficientemente sobria en estos momentos.—la Omega se mordió los labios, conteniendo las lágrimas.
—Tenemos que hablar, ¿sí?
—Ya voy.—su voz sonó como un suspiro tembloroso y sus piernas estaban débiles cuando intentó poner un pie fuera de la ducha.
Limpió el espejo empañado de vapor por el agua caliente y observó su reflejo durante unos minutos. El maquillaje que había colocado Chaewon ya no estaba y solo quedaba su aspecto demacrado usual. Solo lo ignoraría, hablaría con Haerin y resolvería lo que sea que trajera a la Alfa a Daegu.
Al salir del baño, los ojos de Haerin fueron hasta ella. Desde su lugar en la cama, Danielle vio como el rostro de la Alfa se transformaba en una mueca al ver su aspecto. Ya sabía que lucía como la mierda, no hacía falta que se lo recordaran.
La pelinegra se levantó y caminó hasta ella, Danielle dio un paso atrás cuando Haerin estuvo tan cerca que su aroma envolvió todos sus sentidos.
—¿De qué querías hablar?—preguntó, con el tono de voz hosco. Haerin no tenía el más mínimo derecho de mirarla como lo estaba haciendo, como si Danielle le importara, como si le doliera el aspecto que tenía la Omega.
—»Es sobre el divorcio, ¿no?—los ojos de la Alfa se abrieron amplios y Danielle percibió un solo sentimiento en su aroma: Ansiedad. Pura ansiedad.—Busqué los papeles el día que me fui de casa, pero no los encontré y no pude firmarlos. Supongo que estás aquí para eso, ¿no? ¿Los traes contigo?
—¿Sabías que iba a pedirte el divorcio?— Danielle asintió.—¿Hace cuánto tiempo lo sabes?—la Omega cerró sus puños, clavando sus uñas en la palma de sus manos. El dolor físico le distraía del dolor emocional.
—Lo sé desde que regresaste de Tokio. Los vi en tu escritorio el mismo día que llegaste a Seúl.—contó y observó a Haerin quien lucía pálida frente a ella.—Eso no importa ahora. Solo dámelos para firmarlos y vete.—se quedó sin aliento al terminar la oración.
—»Solo vete, por favor.—pidió, con el corazón apretado en angustia.—Ya me has hecho suficiente daño, ¿no crees?—los ojos negros de la Alfa se volvieron brillantes, su aroma a lluvia apagándose lentamente mientras una mueca de tristeza se instalaba en su rostro.
—Haré lo que me pidas, pero antes escúchame, ¿sí? Llevo las tres últimas semanas buscándote como loca, necesitaba hablar contigo.— admitió, con un tono de voz desesperado.
—Sentémonos, ¿de acuerdo? No quiero conversar contigo así.
Danielle aceptó, caminando hasta la cama junto a Haerin para sentarse en una esquina, a una distancia prudencial de la Alfa, quien solo suspiró resignada, no atreviéndose a acercarse. La Omega apretó los labios, llevando su mirada hasta sus manos sobre su regazo.
—Supongo que te debo muchas disculpas y unas cuantas explicaciones. La verdad es que yo...—
—No tienes que explicarme nada, tampoco tienes que disculparte.— Danielle la interrumpió, sin mirarla a la cara. Haerin suspiró, buscando calmar a su lobo que lloriqueaba en su pecho por el estado de su Omega.
—Necesito que me escuches sin interrumpirme, ¿bien? Puedes gritarme, golpearme o hacerme lo que quieras después, pero antes escúchame. ¿Harías eso?—la Omega dio un leve asentimiento y Haerin dejó ir una sonrisa triste.—La verdad es que sí tenía pensado separarme de ti.—el cuerpo de Danielle se estremeció por sus palabras y al verla, Haerin, apresuró a decir:
—»Pero me arrepentí mucho de ello después. No pudiste encontrar los papeles de divorcio en mi estudio porque me deshice de ellos desde hace un tiempo.—la mirada sorprendida de Danielle se posó en ella.
—¿Desde cuándo? ¿Cuándo tú...?—
—Desde que regresamos de Busán.—respondió, y un jadeo salió de los labios de la Omega.—Aunque supe que en el fondo no quería pedirte el divorcio porque siempre encontraba una excusa para no dártelos. Que si estabas enferma, o que si tu lobo estaba resentido conmigo, que si después de la fiesta. Nunca tuve el valor de dártelo.
El labio inferior de Danielle tembló, anunciando las lágrimas que pronto corrieron por sus mejillas. Haerin se acercó a limpiarlas, más la Omega alejó el rostro, rechazando el toque.
—Rei. — fue todo lo que consiguió murmurar Danielle antes de que su garganta se cerrase. Haerin ya sabía a lo que se refería la Omega, una discusión fuerte con su madre le había permitido aclarar las cosas.—En el hotel, yo las...-
—¿Crees que Rei y yo seríamos capaces de hacerte eso? De engañarte, ¿crees qué podríamos hacerlo?— Danielle abrió la boca para decir algo, más la Alfa se adelantó.
—»No quiero que pienses en lo que viste o no aquel día en el hotel, no lo hagas. Solo dime si nos crees capaces de herirte de esa forma.—la Omega apretó los labios.
—No.—murmuró en un sollozo y Haerin suspiró aliviada.—Pero las vi juntas y tú acariciabas su mejilla y le sonreías. Después subieron hasta las habitaciones y cuando te llamé me respondiste casi sin aire y mentiste diciendo que estabas en tu oficina. ¡Joder, no estabas en tu oficina! ¡Me mentiste a la cara!¡Eres una imbécil! ¡Después de todo lo que soporté por ti! —masculló y la Alfa sintió como su compostura era derribada al ver a la Omega gritarle entre lágrimas.
—»Después de tanto tiempo que yo...esperé por ti. ¿Siquiera como pudiste?
—Mi amor.— Haerin la llamó, dichas palabras provocaron que las lágrimas de la Omega fueran en aumento.—Te explicaré todo, pero deja de llorar, ¿sí?—Danielle sollozó, no pudiendo evitar que la Alfa acunara su rostro y besara sus mejillas húmedas.—Nunca te engañaría con tu hermana, ni con nadie más. Nunca me atrevería a hacer tal cosa.
Danielle se sintió la mayor de las masoquistas cuando Haerin le atrajo a un abrazo y ella ni siquiera fue capaz de negarse. Sentadas muy cerca la una de la otra en la cama, la Omega se apoyó en el pecho de la Alfa, encogiéndose hasta sentirse pequeña entre sus brazos, con las manos de la contraria dejando caricias por toda su espalda.
¿Tenía tan poco orgullo? ¿Cómo podía sentirse tan bien en los brazos de alguien que la había lastimado tanto?
—Rei se está divorciando.—la noticia tensó los hombros de Danielle, más no se atrevió a salir de su escondite en el cuello de la Alfa.—Me pidió ayuda para contratar a Leeseo para el juicio porque ella representa a mi empresa legalmente, la madre alfa de tus sobrinos quiere la custodia completa y piensa llevarse lejos a los niños con ella. Según lo que me contó, tu hermana solo podría verlos en fechas festivas o en las vacaciones.—le contó y Danielle arrugó las cejas, escapando de los brazos de la Alfa para enfrentarla con la mirada.
—Si eso fuera verdad, Rei hubiera contactado antes con nosotros. Mi familia y yo, seríamos capaces de mover cielo y tierra por ella y los niños. No tenía que recurrir a ti en ningún momento.—Haerin asintió, estando de acuerdo con ella.
—Yo le dije lo mismo a ella, pero tengo entendido que acordó con su esposa llevar su separación con un bajo perfil. Querían involucrar a los niños lo menos posible y, que sus familias intervinieran, sólo empeorarían las cosas.—la Omega observó su expresión con cautela, Haerin sabía que estaba analizando si miente.
—»La marca de tu hermana está desapareciendo, su lazo con su pareja se rompe poco a poco. Toqué la mejilla de Rei para comprobar su temperatura, porque tenía fiebre. Escuchaste mi voz sin aliento cuando me llamaste porque tuve que acompañarla y cargarla hasta su habitación cuando su malestar empeoró y casi colapsa en el elevador.—Le contó.—Le sonreí a tu hermana porque, ¿sabes? Ella también juega con sus anillos cuando está tensa y nerviosa, justo como tú lo haces y en ese almuerzo cada vez que la veía, sonreía al acordarme de ti.
Danielle la miró con ojos llorosos. Su rostro estaba pálido y lucía más delgada, con los pómulos acentuados y las mejillas levemente hundidas. Juntó sus frentes, inhalando el escaso aroma a chocolate, lo poco que percibía estaba cargado de feromonas bañadas en malestar y tristeza. Haerin quería quitar todo ese dolor de la Omega, a pesar de que ella fuera la persona responsable de aquello.
—Una vez me dijiste que yo era muy inocente, ¿lo recuerdas? Pero tú eres mucho más inocente que yo.—musitó con una risita, provocando que Danielle se separara de ella y le golpeara su brazo en reprimenda.
—»¿No te extrañó que mi mamá te invitara al mismo restaurante al que fui a almorzar con Rei? Luego de que pensé las cosas con la cabeza fría, me percaté de lo que había sucedido realmente, del por qué solo te habías ido sin decir nada.
Tras escuchar aquello, todos los cabos sueltos en su cabeza comenzaron a cobrar sentido. Su suegra no era la persona más amable y la había invitado a almorzar, quizás una parte de ella sí quiso mejorar las cosas con la mujer, pero ahora cualquier tipo de relación con ella podía irse a la mierda.
—Perdón.—musitó. Frente a ella Haerin negó, atrayéndola a un abrazo.—Perdón por pensar que ustedes dos...Lo siento tanto, perdón.—Sollozó.
Haerin repartió besos en su frente, el aroma a lluvia se extendió por la habitación, como un incienso que calmó los nervios de Danielle.
—No tienes por qué disculparte, ¿bien? Quien tiene que pedir perdón por todo soy yo.— Danielle sorbió la nariz, mirando a la Alfa.—Por tratarte de la forma en la que lo hice todos estos años, por ignorarte y comportarme como una imbécil contigo cuando no tenías la culpa de nada.—admitió, acariciando las mejillas húmedas de la Omega.
—»Siempre creí que solo estabas soportando nuestro matrimonio por el acuerdo entre nuestras familias, pero una persona no aguanta todo lo que tú soportaste sólo por compromiso. Perdón por no ver eso antes.— Danielle hizo un puchero.
—Discúlpate por no pasar tus celos conmigo, me hacías sentir que me rechazabas como Omega. También discúlpate por ignorarme, por negarme una marca y bebés, yo adoro a los bebés y fuiste una idiota al negarme uno.—Haerin asintió.
—»Discúlpate por las noches que comí sola, por los largos viajes en los que no contestabas mis llamadas y que yo me quedaba muriéndome de preocupación en Seúl, por hacerme sentir menos al preferir a mi hermana. Discúlpate.
—Lo siento, mi amor. Lo siento, lo siento, lo siento tanto por todo.— Danielle cerró sus ojos cuando la Alfa dejó besos por todo su rostro.—Sé que una disculpa no arreglará las cosas que ya están hechas, pero quiero que sepas al menos que me arrepiento mucho de cómo me comporté todo este tiempo.
Danielle sonrió, sintiendo su pecho aliviado por las palabras ajenas. Apoyó su frente en la de Haerin, con sus narices rozándose y la Omega apretó los labios, conteniendo las ganas que tenía de besar a la Alfa. La había extrañado tanto que tenerla a unos centímetros de ella, con su presencia abrumando todo su cuerpo, se sentía casi como un sueño.
—Gracias por soportar tantas cosas, por esperar todo este tiempo por mí. Nunca podré agradecerte completamente.— Haerin le dijo, sosteniendo su rostro.—Quiero intentarlo todo contigo, ayudarte a superar esas feas inseguridades, quiero mostrarte lo mucho que vales, quiero que veas que eres más que suficiente para mí, para todos. Eres más de lo que realmente merezco, mi amor. Y si no fuera una bastarda egoísta me apartaría si en algún momento quieres irte lejos de mí, pero no estoy dispuesta a dejar ir algo que quiero que sea siempre mio.—la Alfa dejó un corto beso en su boca y Danielle suspiró temblorosa cuando se alejó.
—»Haré que valga la pena por todo lo que has pasado en los últimos cuatro años, así que por favor, perdóname y regresa a casa conmigo.
Haerin le pidió, con los ojos brillantes en lágrimas. Se suponía que ella era quién peor la había pasado de las dos, sin embargo sentía más angustiante el dolor de la Alfa que el suyo propio. Verla así de triste por ella, le hizo sentir terriblemente mal, pero a la vez muy poderosa.
Pensar que tenía el poder de convertir a Kang Haerin en un jodido desastre lloroso creaba miles de explosiones en su interior.
La Alfa le estaba mostrando que tenía todo el poder de destruirla en sus manos, Danielle misma sabía lo aterrador que se sentía amar tanto a alguien de esa forma, más no podía dar un paso atrás, por lo que fue hacia adelante, de frente, inclinándose hasta que sus labios chocaron y todas las piezas desencajadas en su interior parecieron regresar a su lugar.
Se aferró a Haerin, hundiendo sus dedos en los cabellos negros y atrayéndola más cerca hasta que se sintió doloroso, pero no lo suficiente como para separarse. Sus labios podrían sangrar, y ella no se separaría un centímetro de la Alfa.
—Joder, te amo tanto. Tanto, tanto, tanto.— Haerin le dijo cuando Danielle rompió el beso, mirando a la Alfa a los ojos.
—¿Cuánto? ¿Cuánto me amas?—le preguntó ansiosa y Haerin sonrió, acariciando su mejilla.
—Te amo todo lo que tú me amas a mí, y mucho más.—la Omega hizo pucheros que Haerin se acercó a besar, sonriendo entre beso y beso.
—Te amo, Kang Danielle, mi Omega, mi amor, mi vida. —la Alfa musitó sobre sus labios.
—»Nunca lo dudes, ¿me escuchaste? Nunca.—Le aseguró y por primera vez en cinco años, Danielle se sintió suficiente.
Ella era más que suficiente para Kang Haerin.
❤️🩹
Todos los que dudaron de Haerin 😑
Nocierto~
Bueno, nos vemos mañana 🫶🏻🎉🤟🏻
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