12^᪲᪲࣪
Kang Haerin no va a tener hijos, y que la perdone Dios y el mundo por privarlos de su descendencia, pero no va a convertir en una rutina despertarse en la madrugada por el llanto de un bebé.
—Haerin, tu desayuno. —la omega le recuerda, sacándola de sus pensamientos.
La alfa parpadea, luciendo somnolienta, y sus ojos se fijan en el cachorro en el regazo de Danielle. Kim Sunoo la observa con una sonrisa de encías rosadas, y Haerin contiene un gruñido porque, bueno, el niño es un demonio del sueño, pero es malditamente adorable.
—Ven a cenar hoy. — Danielle le dice, y la alfa levanta la mirada de su desayuno para fijarla en la omega. Los ojos de la castaña se posan en ella, con una mirada decidida, cuando continúa—: Hanni unnie viene por Sunoo hoy. Te esperaré para cenar.
—Intentaré llegar temprano. —Es todo lo que le dice, y Danielle sonríe satisfecha por sus palabras. Vuelve la vista al bebé, acercando una servilleta para limpiar su carita llena de puré bajo la atenta mirada de la Alfa.
—¿Me esperarás para tomar un baño juntas también? —Le pregunta, conteniendo una sonrisa al ver a Danielle sonrojarse hasta las orejas.
Danielle murmura algo que no escucha. Haerin ve cómo el agarre de la omega en la pequeña cuchara vacila, dejando caer sobre la mesa un poco de puré. Sunoo se queja en su regazo, tal vez por el ascenso intenso de su aroma; su pequeña naricita se arruga y deja ver su molestia en un corto berrinche que termina con sus manos volteando el pequeño plato con puré.
—¡Kim Sunoo! — Danielle le regaña, dejando escapar un jadeo al ver el desastre en la mesa y en la ropa del bebé—. Tuviste que heredar la personalidad quejumbrosa de Kim Minji, ¿verdad? Hanni es un solecito, debiste haber sido como ella. —Le murmura, apretando los labios cuando el bebé extiende el puré sobre la mesa con sus manos.
Haerin sigue con la vista a Danielle en su camino rápido fuera de la cocina y se dispone a terminar su desayuno una vez que está sola. Al cabo de unos minutos, la omega regresa con un cachorro limpio, y la alfa la ve acercarse a ella, casi extendiéndole el bebé.
—¿Puedes sostenerlo un momento? —Le pide, aunque ya está dejando en las manos de la pelinegra el cuerpecito de Sunoo, quien aferra sus manos al traje costoso de Haerin.
— Solo serán unos minutos. Necesito cambiarme.
Los ojos de Haerin van al suéter con rastros de puré y luego a la mejilla de la omega. Acerca su mano, quitando una pequeña mancha en el pómulo de Danielle, quien se sonroja poquito, con los ojitos brillosos en la alfa.
—Apresúrate, tengo una reunión en la mañana. —Le dice, trayendo a la omega a la realidad.
Danielle se aleja, subiendo las escaleras con rapidez, y cuando su figura delgada desaparece, los ojos de Haerin van al cachorro. La cabeza del bebé está apoyada en su pecho, y la alfa hunde la nariz en su cabello negro, inhalando la esencia del cachorro mezclada con la de Danielle. Su lobo se revuelve en su pecho, y Haerin cede al instinto que la hace marcar a Sunoo con su propio aroma hasta que el bebé huele a Danielle y a ella. Sonríe ante aquello, sintiendo a su lobo gruñir satisfecho, pero la cruda realidad la golpea cuando escucha los pasos de Danielle bajando las escaleras..
Dios, acaba de marcar a un cachorro ajeno con su aroma como si fuera suyo. Haerin sabía que eso era algo muy mal visto; los lobos eran muy recelosos con su descendencia, y luego estaba ella, haciendo una estupidez al dejar su aroma en el cachorro.
Danielle aparece en la cocina, acercándose con una sonrisa a la alfa para tomar al bebé y dejar besitos seguidos en su mejilla, lo que hace reír a Sunoo. Si notó el aroma de Haerin en él, no dice nada, y la pelinegra le agradece a todos los seres celestiales por ello.
—Me tengo que ir. —Se despide con rapidez, sin mirar a la omega a los ojos, y se apresura a tomar sus cosas y las llaves del auto para irse, pero la voz de Danielle llamándola la detiene casi frente a la puerta. Haerin se maldice a sí misma.
—»¿Sí? —Se gira, y Danielle está frente al sofá con las cejas fruncidas.
Espera tensa que la omega le pregunte por qué marcó al bebé con su aroma, pero las palabras de Danielle son otras.
—¿No vas a darme un beso antes de irte? —Le pregunta, y Haerin parpadea confundida cuando la Omega se planta frente a ella.
—» Quiero un beso antes de que te vayas. —Le repite, y dios, le vuelve el alma al cuerpo.
—Ah, es eso. —Haerin murmura casi sin aliento, y Danielle la observa confundida por su reacción. ¿Qué más iba a ser sino?
Haerin se acerca, tomando el rostro de la omega antes de inclinarse y darle un beso. Danielle cierra los ojos, suspirando con satisfacción cuando la boca de la alfa se mueve sobre la suya, en un toque rápido y desesperado. Sunoo suelta un gimoteo, atrapado entre el cuerpo de la alfa y la omega.
—Ten un buen día —dice la castaña sobre la boca de Haerin, acercándose a darle otro beso.—Te esperaré para cenar. No lo olvides.
Le habla con las cejas fruncidas, y la Alfa asiente, alejándose con pasos rápidos. Danielle vuelve la vista hacia Sunoo, quien lo mira con un puchero en los labios.
—Esa alfa tonta—murmura, acercándose a dejar un beso en la mejilla del bebé, sonriendo al sentir el aroma de Haerin en él.
(...)
—¿Qué debería decirle? —le dice la voz de su secretaria, y Haerin parpadea suavemente hacia ella.
—¿Acerca de qué? —pregunta la pelinegra, y Hyein arruga las cejas.
—No me estaba escuchando, ¿verdad?—la alfa se mantiene en silencio, y la omega suspira.
—»Su madre llamó hace unos minutos. Quiere que vaya esta noche a cenar con ella —le cuenta, y Haerin arruga las cejas, con los ojos perdidos en su computadora.
Hyein asiente, leyendo la expresión de la alfa.
—Entonces le diré que está ocupada, que la llamará para quedar cuando tenga tiempo libre —le dice, y Haerin la mira extrañada.
—¿Cuánto tiempo llevas como mi secretaria, Hyein? —le pregunta, y la omega alza una ceja. ¿Le estaba preguntando aquello porque había leído su expresión?
—Siete años, señora Kang —responde, y la alfa asiente, volviendo la mirada a su trabajo.
—»Debería darme un ascenso o subirme el sueldo. Voy a tener un bebé, ya sabe. Ahora todo es por dos —le dice, esperando una ceja alzada y algún comentario rápido y mordaz de la mocosa de su jefa, pero Kang Haerin solo le sonríe. Dios, algo malo va a pasarle a Hyein esta tarde.
—Debería... —Haerin le dice, aún con la sonrisa en su rostro, cuando añade.—Los bebés son un gran gasto.—
Sus cejas se arrugan mientras mira a la omega con una expresión que Hyein no quiere confundir con terror. ¿Acaso su jefa teme por su destino una vez que sea madre?
—Está bien. Aumentaré tu sueldo. Recuérdamelo más tarde.
Hyein parpadea estupefacta.
—¿Habla en serio? —le pregunta, con el corazón martillándole en el pecho.
—¿No quieres? — Haerin le responde, alzando una ceja.
Hyein niega con una gran sonrisa mientras hace repetidas reverencias a la alfa en agradecimiento.
—Eso sería genial. Muchas gracias —le dice feliz, y Haerin le resta importancia con un gesto de la mano.
—Entonces, ¿debería hacer una reservación para usted en el restaurante de siempre para esta noche? —pregunta, y Haerin niega, sorprendiendo a Hyein.
—No —murmura para su sorpresa.
—»Esta noche cenaré con Danielle.—le cuenta, y Hyein asiente, atenta.
—¿Van a celebrar alguna ocasión especial? — Que Hyein le pregunte aquello le deja claro que no es muy común que cene en casa, teniendo en cuenta que es la omega quien hace la reservación en su restaurante favorito cada día para ir a cenar.—Perdón, eso no es de mi incumbencia. Disculpe —dice antes de que la alfa pueda responder, y frente a ella, Haerin solo suspira.
—Tómate la tarde libre y úsala para descansar. Mañana el día es pesado.
Los ojos de la omega se abren amplios. Un ascenso y la tarde libre en un mismo día. Já, debió quedar encinta antes.
Haerin ve a su secretaria hacer varias y rápidas reverencias antes de alejarse prácticamente levitando de felicidad. Su aroma empalagoso queda flotando en el aire, y la alfa arruga la nariz ante ello. Observa la hora en su reloj: son las tres y media de la tarde. Haerin se sumerge en su trabajo mientras agradece que no haya interrupciones.
Unas horas después, Hyein irrumpe en su oficina para avisarle, entre balbuceos nerviosos, que va a disfrutar de su tarde libre y le deja una leche de fresa en silencio sobre el escritorio. La alfa la mira con ojos entrecerrados, y la omega aprieta los labios con las manos escondidas en su espalda. Haerin acepta la ofrenda —para no llamarla soborno— y le hace señas a su secretaria para que se retire en silencio.
Son las siete de la noche cuando deja la oficina, pensando que quizá debería comprar algo de vino para la cena. No están celebrando ninguna ocasión especial; Haerin ni siquiera recuerda si alguna vez han celebrado uno de sus aniversarios. Pero Danielle nunca le pide nada, y esta vez va a complacerla.
Llega a casa media hora después. Las luces están encendidas, y cuando abre la puerta, el aroma a comida se cuela por sus fosas nasales. Camina con el hambre haciendo presencia en su estómago, y al llegar, un par de personitas tienen invadida su cocina.
—Hola — Danielle es la primera en percatarse de su presencia, acercándose con pasos rápidos hasta ella para darle un beso. Haerin no se pierde la expresión de sorpresa de la pelirroja a unos pasos de distancia.
— ¿Qué tal el trabajo?—La alfa murmura un bajo "Como siempre" y se deja arrastrar por Danielle hasta la otra omega en la habitación.
—¿Cómo va todo, Haerin? —le dice la omega, a quien recuerda como Hanni, en un tono áspero. La anterior expresión de sorpresa se transforma en una de desagrado, y la alfa mentiría si dijera que no se esperaba esa reacción por parte de la omega.
Haerin siempre ha sido una presencia dolorosa en la vida de Danielle. Hanni es su mejor amiga, así que no se sorprendería realmente si la omega le dice que la odia.
—Puedo preguntarle a la señora Kang por qué mi cachorro tenía su aroma encima —dice Hanni, y Haerin escucha a Danielle murmurar un regaño a su amiga en voz baja mientras toma la botella de vino de las manos de Haerin.
—Quizás porque tu cachorro lleva tres días en mi casa —le recuerda, y Hanni rueda los ojos, ignorándola para concentrarse en el bebé en sus brazos.
—Iré a cambiarme —le dice a Danielle, quien le dedica una mirada de disculpa cuando Hanni murmura, no muy disimuladamente:
—¡Si no regresas, mejor!
Haerin rueda los ojos y se aleja de la cocina. Se podría decir que es inmune a los comentarios de odio; la mayoría de sus empleados la maldicen más de cien veces al día y aún sigue viva. Así que Kim Hanni debe esforzarse si quiere que alguna de sus flechas de odio le roce aunque sea un poco la autoestima.
Sube las escaleras hasta el segundo piso. Su habitación ya no tiene la pequeña cuna ni los juguetes del bebé, y Haerin siente que le están devolviendo su espacio. Afloja la peineta de su cabello, pensando en si va a llegar a extrañar la presencia del cachorro. Solo habían sido tres días, pero Kim Sunoo había llegado para hacer mucho ruido en su día a día.
Literalmente. Mucho ruido.
Da un respingo cuando su celular vibra en el bolsillo. Lee el contacto que ilumina la pantalla y pasa la mano por su rostro con una visible mueca de desagrado. Estaba más que claro que la iba a llamar si rechazaba la oferta de ir a cenar juntas. Su madre podía ser muy intensa si se lo proponía.
—Buenas noches, mamá —murmura, utilizando su voz más suave y agradable. —¿Cómo has estado?—le pregunta y la escucha suspirar sonoramente.
—Mal —responde, y Haerin se la imagina acostada en el diván del estudio de su padre, con una copa en la mano, hablando lo suficientemente alto como para que todos en la casa escuchen su discurso: "Kang Haerin es la peor de las hijas". —¿Por qué no quisiste cenar conmigo? ¿Acaso te avergüenzas de tu madre?
Haerin rueda los ojos, luchando por quitarse el collar con una sola mano. —No me avergüenzo de ti, mamá. Estoy ocupada, solo es eso.—le contesta, y la omega chasquea la lengua al otro lado de la línea. Haerin sabe que no se traga la excusa del trabajo, pero no le importa mucho, en realidad.
—Eso me dijo tu secretaria, pero, ¿sabes algo? Preferiría que me lo dijeras tú. ¿Tanto te cuesta llamar y hablar con tu madre? ¿Tienes un deseo de muerte, Kang Haerin? Porque, de ser así, tu madre te lo concederá cuando quieras.
La alfa gruñe, dándose por vencida en su intento de quitarse el collar .No podía luchar con su madre y el dichoso accesorio a la vez.
—Mamá, te adoro y no me avergüenzo de ti. Pero, te guste o no, soy una adulta que tiene trabajo y responsabilidades. Le pedí a Hyein que te dijera que, en cuanto tuviera un tiempo, iría a cenar contigo. ¿Eso no te hace sentir bien? ¿Ser mi primera prioridad en cuanto tengo algo de tiempo libre? —le dice y escucha un falso lloriqueo.—Estás siendo muy intensa y absorbente.
Su madre deja escapar un jadeo.
—¿Intensa? ¿Absorbente? ¡¿Con quién crees que estás hablando, Kang Haerin?! ¡Yo soy la mujer que te dio el tamaño que tienes, no me hables como si fuera uno de tus empleados! ¡Oh, Dios mío! ¡Me duele el pecho por tu culpa! ¡Si muero hoy mismo, te llevarás el arrepentimiento de haberle hablado así a tu madre! ¡Alfa! ¡Tu hija acaba de llamarme intensa! —se queja su madre, y Haerin sonríe cuando escucha a lo lejos a su padre responder un —Es que eres intensa, mujer. Deja a la chica tranquila.
—Nadie me valora —dice su madre.
—Yo te valoro —le responde Haerin, y la escucha sorber por la nariz. Dios, la actuación de su madre supera con creces la de cualquier actor que haya conocido.
—No lo parece —se queja, y Haerin siente que está hablando con una niña pequeña. —Bueno, en ese caso, si dices valorar tanto a tu propia madre y quieres compensar el dolor de pecho que me acabas de provocar con tus insultos...
Ella inicia, y Haerin sabe que pronto escuchará la verdadera razón por la que su madre pedía cenar con ella.
—... entonces ven a la fiesta que harán los Park la próxima semana. Es una fiestecita pequeña, solo personas cercanas —le dice, y Haerin sabe que su madre está mintiendo. ¿Cuándo en la vida el matrimonio Park ha hecho una "fiestecita"? Ellos siempre llevan sus celebraciones por todo lo alto.
La puerta de la habitación se abre, y Haerin presta atención a la figura que avanza hacia ella. Le hace una seña con el dedo a Danielle para que haga silencio y luego señala su teléfono. La omega asiente en comprensión, acercándose en silencio, y pronto sus dedos elegantes van al collar enredado de Haerin, quitándoselo con un rápido movimiento. La castaña la mira a los ojos, sonriéndole, con su aroma a chocolate envolviéndola, y Haerin deja de escuchar los balbuceos de su madre acerca de aquella dichosa fiesta.
Danielle deja el collar sobre la cama, y Haerin ve cómo la omega acerca su rostro a su cuello, en el lado en que la alfa no sostiene el celular. Le da una corta caricia con la nariz y luego un beso breve. Los labios de Danielle están fríos, y Haerin contiene un jadeo cuando los besos en su cuello se tornan húmedos. Quiere girarse y preguntarle qué carajos está haciendo mientras ella habla por teléfono con su madre.
—Estás tensa —es todo lo que le susurra en el oído, con una mano en su pecho y la otra sobre sus hombros. Haerin aprieta los labios, cerrando los ojos con fuerza cuando la omega deja una mordida en la piel sensible de su cuello.
—¡¿Acaso no suena increíble?! —el corto chillido de su madre la trae de vuelta a la realidad, y Haerin parpadea, sintiendo sus sentidos lejanos. —Entonces, ¿vas a ir?—su madre le pregunta emocionada.
—¿Qué? ¿A dónde?—murmura, algo perdida, y Danielle ríe bajito contra su cuello.
—¡A la fiesta, Kang Haerin! ¿¡Acaso no me estabas escuchando?! —ella se queja en un grito alto que hace que Haerin aleje el auricular del celular de su oído.
—Sí, sí, sí. Iré—dice con rapidez, sosteniendo con una mano la cadera de Danielle cuando siente sus manos comenzar a desabrochar los botones de su blusa. Le da una mirada de advertencia que la omega ignora, continuando con su tarea.—Suena genia —jadea, sintiendo la piel de su cuerpo exponerse al frío de la habitación.
—¿Qué parte suena genial? —su madre le pregunta con un tono receloso, y dios, Haerin solo quiere terminar la llamada.
—Todo —responde con vacilación, sus ojos fijos en la omega que reparte besos en sus pechos.—dios, todo suena genial. Perfecto.
Danielle sonríe hacia ella.
—Bien, entonces nos vemos allí—le dice su madre—. Ten una buena noche, mi cielo.
Haerin cuelga la llamada con rapidez, tirando el celular hacia la cama. Observa a Danielle en reprimenda, pero la mirada de la omega está sobre su pecho.
—¿Era tu mamá? —le pregunta bajito, y Haerin asiente, centrada en las caricias de las manos de la castaña sobre sus hombros.
—Quería convencerme de ir a la fiesta anual de los Park —le cuenta, y las cejas de Danielle se arrugan, mostrando una visible mueca de desagrado. Ambas comparten su intolerancia por las fiestas ostentosas.
—La invitación llegó esta tarde. Está en algún lugar de la sala —le cuenta en un tono bajo, alzando la mirada para enfrentar los ojos oscuros de Haerin—. La cena ya está lista. Tomemos un baño primero, ¿sí?— Danielle toma su mano, entrelazando sus dedos para guiarlo hasta el baño.
Haerin no se mueve de su lugar. Permanece con la mirada oscura fija en Danielle, su blusa abierta y la expresión cargada de confusión. La omega guarda silencio, esperando sus próximas palabras.
—Tú no eres así —es todo lo que dice, y Danielle siente un déjà vu por la frase.
—»Nunca te habías comportado así conmigo; estás actuando como tu lobo y me estás confundiendo —le reclama, dejando salir aquellas palabras que llevaba guardándose en el pecho durante la última semana.
La Marsh Danielle que conoce, con quien lleva casada ya cuatro años, es una omega tranquila y callada que nunca le pide nada; una que juega con su anillo cada vez que está en una situación que la sobrepasa y que siempre busca no molestarla o ponerla de mal humor. Al contrario, la persona con la que Haerin ha convivido desde que regresó de su viaje a Tokio se cuela en el baño junto a ella, se presenta de imprevisto en su oficina, le roba y exige besos, además de coquetearle constantemente. El cambio es brusco, y Haerin quiere respuestas.
—Nunca te diste la oportunidad de conocerme bien, así que no creo que debas juzgar mi personalidad, Haerin—murmura la omega, sin soltar el agarre de sus manos. La alfa la mira con seriedad, y ella le sostiene la mirada.
—»No sabes si mi verdadera personalidad es esta o la anterior, tampoco debes martirizarte pensando en las cosas que hago o en la forma en que actúo. Ni siquiera yo misma voy a hacerlo, así que no pierdas el tiempo analizando mi comportamiento.—Haerin frunce el ceño.
—¿Qué me quieres decir con esto? —el tono de voz de la pelinegra es bajo cuando pregunta, pero Danielle le sonríe amplio.
—Quiero decirte que me cansé de mendigar las cosas que quiero para mí —responde con seguridad—. Así que, a partir de ahora, cada vez que quiera algo de ti, no te lo voy a pedir ni tampoco esperaré a que me lo des por tu propia voluntad. Simplemente voy a tomarlo.—Haerin abre los ojos amplios. La omega se acerca para dejar una corta caricia en su mejilla y un beso en sus labios.—Bien, tomemos un baño entonces. Preparé una cena deliciosa para ti.
Haerin asiente, dejándose arrastrar por la omega, quien la empuja literalmente dentro del baño y se acerca a llenar la bañera. Danielle le quita la blusa con confianza en sus ojos castaños, sonriéndole antes de dejar otro beso en su cuello. Y sí, definitivamente le han cambiado a la omega.
🛀🏻
Así yo después de leer el capítulo.
Si hay algún error díganme, lo estoy viendo desde la laptop.
Cómo prometí les actualicé (cuatro minutos antes del otro día, pero lo importante es cumplir 😸). Intentaré subir otro mañana por la noche.
¿Que opinan ahora de la historia?
Gracias por leer 😊 🫰🏻
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