La muerte del cuerpo es un recuerdo pútrido.
Entierra los párpados en el sarcófago,
sé que en el fondo tu cerebro no es lúcido.
Las lámparas rompieron en llanto cuando
la madrugada se presentó de repente
y apagó la luz.

Desesperación remota, el cuerpo se agota.
Campanas sonando, me vuelvo loca.

Enloquezco y deliro hasta que
los pensamientos se disuelven
entre pesadillas pero
tanta interferencia
interrumpiendo esta vida
no me deja dormir. No me puedo dormir.

Como lechuza me siento,
ansiando vida nocturna.
Tener vista permanente en oscuridad
para poder guiar mis pasos
por ese camino machacado
que se pintó de negro
cuando nadie lo miraba.