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Thanks but...

Si Sana normal era una pequeña pesadilla para la mayoría de las personas, ebria era toda una testaruda que no dejaba que nadie le diera su opinión porque obviamente todos estaban equivocados y era ella la que la tenía, ebria era como una mezcla de todo lo malo y malvado en el mundo, un desastre del que tenían que alejarse para que no pasará nada malo, y fue exactamente lo que hizo Mina dejarla sola e irse a la mesa siguiente a la que estaban.

Mientras tanto Sana seguía viendo hacia un punto fijo, la mesa de madera oscura no la dejaba mover muy bien las piernas ya que le quedaba bastante corta pero no le importa ella seguía moviéndose como si nada, por más que le dolía demasiado mantener un movimiento constante, además la silla de madera con algunas decoraciones en rojo la fastidiaba. Todo lo resultaba pequeño a su gran tamaño, por más que no era una chica demasiado alta, a éste punto el alcohol le hizo tanto efecto que se creía gigante. Como de dos metros en adelante.

Y es que más cosas las veía demasiado miniatura tanto que parecía que no existían, como si en cualquier momento cabía la posibilidad de una desaparición del bar, definitivamente el alcohol no era un buen compañero para la japonesa, quién dejó caer la cabeza en la mesa para tener un mejor soporte a su gran cuerpo el cual se veía minúsculo con todo la ropa que llevaba puesta.

Estiró los brazos a cada lado, uno a la derecha y otro debajo tocando la parte interna de sus muslos en un fallido intento de mantener alguna de las manos lo suficientemente tibia como para sentirse viva, se sentía muerta, tanta distancia alcohólica provocó un adormecimiento casi absoluto de sus extremidades, tal vez era normal o se estaba muriendo, una de dos pero cualquier era demasiado molesta.

Trataba de abrir los ojos pero estos parecían que se habían dado a la fuga, no los podía abrir ni siquiera un poco para poder caminar hacia el mostrador pagar lo que tenía que pagar e irse junto a su ebria mejor amiga quién no se había movido del nuevo lugar en el que se encontraba aún cuando su trago ya había desaparecido. No recuerda muy bien en qué tragó su mundo se sacudió a tal punto que apenas y puede recordar quién es, lo sabe por las tantas veces que Mina lo repite con demasiado fuerza.

Le quema un poco pasar saliva y ésta a adquirido un sabor un tanto amargo el mismo de la bebida que previamente ingirió de golpe, en su cabeza se repetían imágenes de ellas tomándose un par de shots de tequila que le resultaron terriblemente mal a ambas. Creyó que más a la pelinegra que a ella pero la más afectada en todo eso no es Mina si no ella.

Mordió un poco su labio inferior, éste también estaba adormecido lo que le causó gracias ya que nunca lo habían estado, y se levantó para buscar otro trago y unas papitas crujientes que no le vendrian para nada mal, tropezando con un par de señores super ebrios logró llegar a la barra, el chico que las atendió se acercó con cautela, nunca se sabe cómo reaccionará el ebrio, en este caso la ebria.

"Quiero otra bebida y una orden de papitas". Sana se escuchaba perfectamente bien, claro ella sola porque aquel chico no le entendió nada, ni siquiera el comienzo y mucho menos el final. "Otra bebida". Movió las manos para que entendiera un poco mejor. "Y una orden de papitas". Hizo el simulacro como si se las estuviera comiendo, estaba segura que le darían un premio por la actuación que acababa de hacer, la manera como acariciaba su estómago le daría el permiso Óscar seguro.

"Aquí tiene su bebida". Él chico le redujo la cantidad de alcohol ya que la vio muy afectada, había pedido la bebida que piden los señores que transcurren con regularidad por ahí, era la primera vez que dos chicas tomaban tanto y solo se veían ebrias, por más que eso ya era mucho, las demás chicas hasta se llegaron a desmayar. "Pero lamento decirle que no hay orden de papas por ahora". Sana abrió los ojos como 0latos completamente indignada por lo que acababa de escuchar, no era normal que eso sucedería.

"Tendré que ir a la tienda de al lado". Informó aunque éste no le preguntó hacia donde se dirigía. "Me cuidas a la bebé". Se refirió a la pelinegra quien dormía plácidamente arriba de la mesa como si ésta se tratará de una de las camas más cómodas del mundo.

"Señori-". Antes de poder decirle lo que pesaba se fue.

Sana salió de la tienda como un rayo, no había nada que la detuviera nada además de la persona que salió del bar segundos antes de que ella lo hiciera, la presencia que había sentido horas antes si tenía sentido y ésta vez le quemaba la nuca, no era muy buena defendiendose ebria, sabía que le pasarían miles de cosas malas si se quedaba ahí y no pedía ayuda, pero no tenía de otra nadie le creería que hay alguien detrás, así que con cuidado agarró su bolso con fuerza para que no se lo quitarán y aceleró, entre más caminaba más sentía la presencia de la perrsona, tenía miedo de darse la cuenta pero también tenía miedo de seguir caminando.

Con lo poco que le quedaba de razón comenzó a pensar en un plan para poder librarse de la persona que la seguía, caminaba y caminaba cada vez más rápido tanto que parecía que trotaba llamando la atención de alugaw personas que pasaban a esas horas por ahí.

Con miedo abrió la puerta de la tienda y entró, pensó que estaría segura ahí pero no fue así, el chico entró y fue metiéndose más y más en la tienda supuso que era para quedar como alguien que compraba al igual que ella. Trataba de hacerles señas a la chica peli corto de mirada anti parabólica que alguien estaba a punto de robarles pero nada, indignada salió de la tienda con la bolsa de papas, tenía un nudo en la garganta y el alcohol desapareció de su cuerpo de un instante, como si hubiera chasqueado los dedos.

Solo ella sabía el temor que corría por sus venas, temía por su vida y la de Mina si es que sabía que tenía acompañante, le daba más miedo y rabia que le hiciera algo a la pelinegra que a ella, al estar cerca del bar sintió esperanza y felicidad hasta que sintió una mano presionando su hombro tan fuerte que la obligó a soltar las cosas que tenía en las manos, sus piernas temblaban del miedo y estaba a dos minutos de desmayarse, con lo poco que le dejaba ver el alcohol en su sangre, el cual volvió al detenerse, pudo divisar algo puntiagudo. Sonrió que se le bajó la tensión la matarían por una bolsa de papas, que hermoso sería si sale en el periódico.

Sería una muerte tan ridícula después de todo lo que y a pasado, el dolor reprimido no servirá de nada. "Que linda chica tenemos aquí". La voz de aquel hombre le provocaba náuseas, no sabía el por qué pero se imaginaba la razón. "Esa linda carita me vendría bien para presumirla frente a mis compañeros". El corazón de Sana late con tanta fuerza que sabe que en cualquier momento se detendrá y caerá al suelo muerta, por lo menos no a manos del vil desgraciado que la quiere raptar.

"Ni se te ocurra tocarla". Entre cerró los ojos tratando de ver a la chica que estaba en la oscuridad, la voz de ésta la relajaba un poco y se sintió un tanto segura, al verla salir de las tinieblas sintió el aroma y se impresionó al hallarlo muy conocido.

"Niñita déjame divertirme". Se quejó y se acercó a la japonesa quien trato de forcejear pero estar tan ebria la volvía un poco débil o más bien incapaz de tener una movilidad acordé a la que necesitaba. "Es una perrita que necesita atención". Para la chica de las tinieblas no era muy buena idea dejar que el hombre tocará a la linda chica de ojos brillosos, así que se acercó y le dio un golpe directo en la espalda que lo hizo tropezar y caer, éste a los pocos segundos se levantó listo para pelear con la chica de cabellos azabache.

Sana quería llamar a más personas para que ayudarán a la desconocida que la estaba ayudando con ese asqueroso que pudo haberla abusado, entre más se acercaba a la pelea más se veía el sufrimiento en el rostro del aludido quien se levantó listo para acercarse pero la pelinegra fue más rápida y lo empujó lo suficiente como para que cayera noqueado en el suelo.

"Muchas gracias". Sana se tropezó y cayó en los brazos de la contraria quién le sonrió dulcemente, sabía que si perdía la memoria lo primero que recordaría sería esa hermosa sonrisa y que lo más problabe es que mañana eso la este atormentando.

"No hay de que". Murmuró muy cerca de su rostro, eso le robó varios jadeos a la expectativa de un hermoso beso que lo más problabe es que desescadene un montón de cosas que no tendrás solución y eso le daba un poco de miedo. "Para la próxima tomas menos y hablando de tomar...quisiera llevarte hasta tu casa estás a tres tragos de desmayarse". Exageró, ella podía aguantar más porque ya lo había hecho, así que se apartó de la pelinegra para mirarla a los ojos mientras elevaba una ceja.

"Tengo una amiga llamada Myoui Mina que esta en ese bar y la necesito". Informó para darse media vuelta e ir en dirección hacia el bar, primero estaba su amiga y después todo lo demás, Momo se movió un poco para ver el nombre de éste y rió, no era por el nombre ni nada por el estilo, era por otra cosa.

"¿Tu amiga es la chica que está bailando arriba de la mesa del centro?". Minatozaki negó varias veces con la cabeza gacha, Mina no era capaz de hacer eso, bueno si, pero lo haría con su presencia para así hacerla reír. Era como su código, la costumbre desde que se conocieron.

Volteó un poco antes de abrir la puerta sosteniendo su peso con ésta y miró a Momo directo a los ojos, no dejaría que nadie pensará que su mejor amiga es una loca. "Ella no sería capaz de hacerlo sin mi". Aseguró y entró, para su sorpresa era Myoui la que bailaba y cantaba con todos los ebrios, era un verdadero espectáculo el que montó.

"¿Es ella?". Sana apretó la lengua contra una de sus mejillas por la risa que quería soltar y por la molestia de no poder estar bailando. "Supongo que es ella, ve a buscarla yo las espero aquí, no me gusta el alcohol". La peli gris camino hacia Mina quien la miró y le sonrió, con cuidado la ayudo a bajar por más que las personas se quejaban. "Lo siento amigos pero estas dos chicas se tienen que ir". Dijo antes de abrir la puerta y ayudarlas a salir.

"Tu eres muy buena". Aunque no se le podía entender bien Momo lo hizo y sonrió un poco, le parecía graciosa la chica. "Siento que nos vas a llevar a un sótano y nos torturaras". Pensó en voz alta.

"No soy capaz de hacer eso, capaz y lo hago pero en mi habitación". Fue en doble sentido pero Sana se lo tomó literal y se apartó apretando a su mejor amiga para que ésta quedará detrás de ella. "Es una broma, no sería capaz de hacerle eso a nadie".

"Eso diría una asesina". Entre cerró los ojos pero fue mala idea, su cuerpo entendió que quería dormir y se fue de frente junto con Mina quien abrió los ojos como platos, por suerte tenían a la mayor quién las agarró y ayudo a entrar al auto.

"No lo soy Sana, además las estoy ayudando si fuera asesina ya las habría asesinado hace mucho". El fastidio en su voz provocó un mohín bastante marcado en la menor. "No llores...". Al instante se dio cuenta que debía tratarla con cariño para no hacerla llorar, era esa clase de ebria o de persona.

"Si nos matamos por favor cuida a mi plantitas de tómate". La peliengra asintió y encendió el auto, sería una noche difícil.

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