Reason
Luego de tener una larga noche aguantando los regaños, que sabía que merecía, de Mina llegó la mañana y no había dormido absolutamente nada recordando lo que sintió por la chica desconocida y también por la voz de su mejor amiga que seguía martillando su cerebro. Tanto así que sentía que la estaba escuchando, que hablaba justo a su lado. "Y por eso es que digo que no debes agarrarme en peso". Rodó los ojos, al parecer lo que creía una imaginación era real. "¡Oh! Ya son las siete". Apartó un poco la vista del despertado.
Sana trataba de dormir aunque sea dos segundos pero Mina no estaba de acuerdo con ello así que la arrastró hasta que cayó al suelo. "Maldita sea Myoui". Se quejó y apretó su cabeza, justo el lugar en donde había recibido todo el golpe. "Sabes que no puedo golpearme la cabeza". Se levantó como pudo y con cuidado se apoyó en la pared antes de comenzar a llorar.
"¿Que pasa?". Preguntó asustada.
"No dormí nadita". La pelinegra rodó los ojos y salió de la habitación, Sana definitivamente no volvería a jugarse con Mina de esa manera, aunque no fue un juego más bien se molestó tanto porque no se movía que la agarró en peso, de tan solo recordarlo le da dolor en la espalda. "¿A caso come piedras?". Miró hacía el techo y suspiró.
Salió por fin de la habitación y entró al baño, al verse en el espejo se dio cuenta que era la gemela de la novia cadáver, ya podía escuchar a la burlona de Nayeon riéndose y bromeando acerca de su parentesco, estaba dispuesta a pegarle directo en la cara si eso sucedía y si la mataba mejor.
El mal humor que tenía podía igualarse a una bomba que está a punto de reventar, hasta comenzaba a pensar como asesinar a todos los que la mirarán a los ojos. "La próxima vez mato a Mina mientras duerme". Dijo y dio leves golpecitos en el espejo. "Tu puedes Sana, mátalos a todos". Alentó, no era muy normal que hablará con ella misma ya que siempre que lo hacía solo pensaba en asesinar personas que la habían molestado o que ella creía que la molestarían.
El golpe en la cabeza de hace unos años le había hecho mal y sobre todo el de ahora. "¡SOS!". Escuchó cantar a Mina, agarró el jabón y lo apretó con todas sus fuerzas. "¡Oh baby!". Cubrió sus oídos y se metió a la ducha, al abrir la llave se percató de algo muy importante.
"Esto solo me puede pasar a mi". Comenzó a quitarse la ropa. "Es que ¿Que más me puede pasar?". Jadeó por lo fría que estaba el agua y se apretó contra la pared que también estaba fría incluso más. "Creo que lo último que me puede pasar es enamorarme sola". Dijo a los cuatro vientos para luego cubrir su boca con miedo. "Capaz y si pasa". Sintió como su cuerpo se sacudía del miedo.
Es que todo lo que decía le ocurría, no sabía si tenía una conexión divina o maldita que hacía que todo lo que pensará o dijera le ocurriera a los meses, una vez dijo que ojalá Mina se callara un día completo y a los días, la menor no podía hablar porque quedo afónica de la nada. "¡Alcohol free!". Saltó, tenía que quitarle la música por un tiempo. "¡Mojito with lime, sweet mimosa, piña colada!". También tenía la esperanza de que Mina dejará de cantar la misma canción cada segundo pero parecía imposible era adicta a ese grupo y más adicta a las canciones que sacaron.
Y sin pensarlo comenzó a cantarlas mientras se bañaba, no eran malos pero escucharlas todos los días a cada minutos hacían que las aborreciera. "Marg-". La cortina se abrió y dejó ver a una japonesa con una enorme sornisa.
"Margarita". Completó.
"¡Cierra eso!". Gritó con los ojos cerrados tratando de cubrir su cuerpo. "¡Deja de verme!". Gruñó y forcejeó para que ésta la dejara en paz, una jalando hacia la derecha y otra a la izquierda. ¿Que podría salir mal?, claro que se reventara todo y cayera al suelo en dos partes, hasta el tuvo se rompió. La mirada que Sana le lanzó a Mina provocó un colapso tan grande que salió corriendo con todas sus fuerzas. "¡Myoui Mina!". Se quitó lo poco que le quedaba de jabón del cuerpo y al cubrirse con la bata de baño que le habían regalo en navidad, corrió a la sala pero no la encontró.
"Lo siento Sana pero hoy me voy al trabajo sin ti". Leyó en una nota mal hecha pegada en la puerta.
Trató de mantener la calma ella era buena en eso, agarró la pequeña notita de color rojo y se la metió a la boca para comenzar a masticarla con tanta rabia que no pensó que su lengua también se encontraba ahí. "¡Joder!". Subió la mano y la dejó caer, hoy no era su día definitivamente.
Así que sabiendo ésto se fue a la habitación y agarrando el primer traje que consiguió se vistió, se miró en el espejo y sonrió un poco le quedaba bastante bien, ella creía que se vería peor pero no estaba para nada mal, luego de aplicarse el labial guiñó hacia su reflejo y salió de la casa.
Podría ser su peor día pero siempre iría con la frente en alto y una enorme sonrisa. Lo bueno de vivir cerca del trabajo era que podía ir caminando tranquilamente a éste sin tener que correr o estar preocupada por llegar tarde.
"Buenas días señorita Minatozaki". Hizo una reverencia y entró, al estar dentro sonrió en grande y acomodó el bolso que traía con algunos documentos.
"Buenos días". Saludó a todo el mundo y a la primera persona que miró fue a Mina con los ojos entre cerrados, ésta parecía tener algo que levantó arriba de su cabeza.
"Compré la cortina". Sana elevó ambas cejas en señal de agradecimiento, ya no tenía ganas de hablar estaba pensando demasiado en lo que tenía que decirle a Nayeon hoy, y como se comportaría luego de saber que su mejor amiga le gusta.
Conocía demasiado bien a Im y eso no le gustan para nada, era un terreno peligroso del que no quería que Mina fuera complice, pero sabía cómo era la pelinegra le gustaba la aventura y Nayeon era exactamente eso, una aventura y ya, no había más nada en ella que le pareciera atractivo además de que físicamente era perfecta.
Pero eso no quitaba que se había acostado con la mayoría de sus empleadas y que siempre les rompía el corazón a cada una de ellas con la misma frase, es que no podía ni cambiar eso. Una falta de respeto, aún siendo buenas amigas eso siempre se lo criticaba es más muchas veces se lo decía en la cara ya que Nayeon le pedía sinceridad.
"Eres una desgraciada pero aún así te quiero".
Se le olvidó que un día le dijo miles de cosas pero esa fue tan fuerte que tuvo que aguantar a una Nayeon ebria llorando en su hombro y reclamándole por lo que acababa de decir aunque ella siempre a creído que lo dijo de verdad, porque eso es lo que es, sabe que se pasó un poco al ser tan sincera.
"¿Hoy te toca estar con Nayeon a solas?". A veces Mina parecía un detective, Sana se encogió de hombros no le quería contestar porque sabía que le pediría ayuda en lo que sea, aún si es estudio y fuera de lugar. "No te voy a pedir nada solo quiero saber". Volvió a encoger sus hombros y agarró la taza de café que estaba en el escritorio de Myoui. "Eso no es mío". Escupió lo poco que había tomado y dejó la taza donde estaba.
"Con la suerte que tengo la persona que tomo antes que yo está enferma". Dijo y rió hasta que vio como una chica estornudo y agarró la taza, Sana miró a Mina con miedo.
"¿Ésto es tuyo?". Ambas negaron rápidamente. "Es que iba a limpiarla". La peli gris se apoyó de la mesa con una mano en el pecho y la otra en la frente.
"Hubieras visto tu cara de espanto". Mina comenzó a reír. "Estabas con cara de haber visto un muerto". Rodó los ojos y se fue hacía la oficina de Nayeon, no tenía nada que perder tampoco que ganar solo entregarles los papeles y salir de ahí.
Más nada sin pensar en Mina ni decir nada fuera de lugar, eso sería fácil no pasaría ningún tipo de vergüenza y el peor día de su vida ahora sería el mejor de todos al haber cumplido uno de los mayores retos, ver a la persona que le gusta a su mejor amiga sin cometer una imprudencia y aunque parece que es una idiotez para ella no lo es, ésto es un tema de vida o muerte literalmente Mina la puede matar.
Entre más cerca estaba más escuchaba unas voces extrañas, sobre todo una que no conocía ni lograba distinguir, de pronto se callaron y se asusto creía que la habían visto. "Si alguien nos escucha vamos a meternos en serios problemas". Esa era la voz de Nayeon, indiscutible.
Tragó lentamente y abrió la puerta consiguiendo a Nayeon arriba de una chica rubia, los papeles salieron volando al igual que Im, con rapidez cubrió sus ojos y ahora sí que el día había empeorado al extremo, creyó que no era posible pero si, acababa de ver a Nayeon arriba de otra besándose o más bien comiéndose.
Al principio no lo tomó como algo normal hasta que recordó a Mina y su corazón se estrujó de tan solo pensar en como se sentiría la menor cuando sepa todo. "Dios santo Sana me asustaste". Rieron pero ella no hizo nada, las miró sin decir nada y se agachó para agarrar los papeles que tenía que entregar.
"Disculpe, mi nombre es Yoo Jeongyeon". Minatozaki puso los ojos en blanco, no le había preguntando quién era.
"Mucho gusto". La manera tan grosera como lo dijo hizo que Nayeon se asombrará ya que nunca era así. "Im traje los papeles que me dijiste". Se los pasó y antes de salir de la casa, la peli corto la agarró del brazo.
"¿Te ocurre algo, Sana?". Cerró los ojos y negó. "Gracias por los papeles".
Salió de la oficina a toda velocidad, sabía que nadie tenía la culpa y mucho menos Im de todo lo que sucedía pero no podía evitar estar enojada y un tanto molesta con la coreana, cuando cruzó y se encontró a Mina que iba justo a la oficina de Im la atajó. "No vayas". Murmuró y la jalo hasta llegar al lugar en donde ellas trabajaban.
"Iba a saludar a Nayeon". Dijo con el ceño fruncido y la voz un tanto ronca.
"Es mejor que no vayas". Apretó los labios cuando escuchó como la puerta se abrió y efectivamente estaba justo en frente de la nueva pareja de Im Nayeon.
No podía describir lo que era ver el rostro de su mejor amiga mientras veían a Nayeon besarse con Jeongyeon. "Creo que voy a ir a tomar un poco de aire". Y antes de que pudiera salir la voz de Nayeon resonó en todo el lugar.
"Buenos días". Todos voltearon a verla. "Hoy haré oficial ante todos mi relación con Yoo Jeongyeon". Algunos aplaudieron otras parecían disgustados, muchas chicas suspiraron por la rubia alta.
Pero Mina sentía que se le estaba rompiendo el corazón, otra vez, no recordaba como se sentía hasta hoy que sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y su pecho volvió a explotar.
"Yo...". Sana no era buena para consolar a los demás, siempre trato de hacerlo pero salía con una idiotez que hacía llorar a las personas que trataba de hacer sonreír. "Mina yo...". Tragó lentamente. "No se qué decir solo mala para esto". Murmuró.
"Déjalo así Sana". Bajó la mirada a su teléfono. "Es preferible que lo dejes como está".
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