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No again

Miró la puerta principal y se arrepintió al instante, no tenía escapatoria y la felicidad lentamente se fue alejando de su cuerpo convirtiéndose en desesperación, nada le iba a salir bien ya que no hizo planes, tampoco pensó en las cosas que iba a decir para sonar como alguien inteligente, capaz y buena persona.

Debía relajarse porque se notaba en su caminar que estaba demasiado nerviosa, sus piernas vibraban cada tanto y no lograba concentrarse, todo lo veía borroso, le daría demasiado vergüenza desmayarse en medio de una conversación sólo por miedo, miró sus pies quienes se movían solas en dirección a la casa, cada vez más rápido cómo si quisieran entrar con felicidad al lugar en donde estarán pasando tantas cosas.

Estaría tranquila luchando contra esos impulsos de besarla o demostrarle que le encanta, no iba a salir mal, si está relajada la mayoría del tiempo puede controlar sus sentimientos para así no estar casi desmayandose por culpa de todo lo que la vida le mete en la cabeza, a veces se enoja por lo pesimista que puede llegar a ser, la mayoría de las veces es sonrisa y esperanza, hasta que se encuentra con un verdadero reto y se le olvida hasta como respirar,

Sonrió al ver como le abrió la puerta dando paso a una casa asombrosa, todo perfectamente estructurado, entre abrió los labios inconscientemente, nunca había estado en un lugar tan hermosa y con cosas tan costosas, se siente en un KDrama, pensó que las casas no eran reales o más bien que nunca estría pisando una, ahora está en la de una chica que le gusta, cada vez se siente más inalcanzable.

"Que linda casa". Dijo, Momo aclaró la garganta, no le estaba prestando atención a ella y lleva media hora hablando sobre el esfuerzo que hizo para poder comprarla. "Me imagino que todo esto fue difícil de adquirir". Hirai asintió, le encantaba su hogar ya que lo consiguió con bastante esfuerzo y ganas de vivir cómoda los años que le restan.

Suspiró sus padres no la ayudaron en nada pero sí que estaban orgullosos de todo lo que consiguió sobre todo en un país tan competitivo como lo es Corea del Sur, aún así ella no podía ver su gran esfuerzo y siempre debía que fue suerte, que estaba predestinada a tener una buena vida después de todo lo que pasó, pasar hambre y no poder estar en una casa apta para toda la familia.

"Me entregué en cuerpo y alma al trabajo ". Minatozaki podría agregar a la lista admiración, nunca conoció a alguien que al hablar de algo tan simple como una casa le brillarán los ojos de esa forma, tan feliz y a la vez orgullosa de sí misma, cómo había pensado antes, era demasiado segura y eso le atraía más de lo que le gustaría.

"Es una casa digna para la dueña". Al voltear se dio cuenta que Momo ya no estaba allí si no en la cocina así que no escucho lo que dijo, quería sentirse aliviada pero la verdad es que quería pegarse un tiro en la frente porque cuando por fin había acumulado todo el valor necesario para lanzarle un piropo desapareció sin avisarle, pudo guardarlo para más adelante.

Tiene muchas oportunidades pero no sabe el por qué su corazón le dice que se mantenga a raya, que las cosas probablemente saldrán bien así que debe mantener las palabras a raya para no arrepentirse de nada cuando esté en su habitación chillando por lo feliz que se siente de conocer a alguien que la hace sentir tan bien con tan solo una simple invitación a su casa.

"¡Oh! Discúlpame se me olvidó decirte que iba a la cocina". Le pareció adorable ver cómo se le comenzaban a sonrojar las mejillas intensamente. "Es que no estoy acostumbrada a tener invitados". Se encogió de hombros, podía entenderla con tan pocas palabras al igual que explicaciones, era extraño pero divertido, así como si estuvieran destinadas a estar juntas.

"Yo tampoco y eso que vivo con Mina". La pelinegra se quedó en silencio al escuchar el nombre de la menor, todo estaba yendo bien tanto que hasta se le olvidó de la existencia de la única persona que la hacía sentir así de mal y eso que no la conocía tanto como a Sana, apretó los labios y siguió sacando las verduras del refrigerador, debían solo ser amigas porque no le gustaba romper relaciones o lo que sea que tenían.

Aunque quiera hacerlo no es capaz de dañar a alguien que ama a la persona que le gusta, porque si Sana es feliz con Mina debe aceptarlo e irse hacia otro lugar, siempre le ha bien en el amor pero ésta vez las cosas han cambiado y existe otra persona que le está truncando el paso para poder liberarse y ser plenamente feliz.

Sacó el cuchillo y comenzó a picar sin darse cuenta, se impresionó al darse cuenta que ha llevaba más de la mitad y que Sana la estaba ayudando, es que al pensar en ellas las horas se acortan, parecen minutos que se convierten en segundos, porque disfruta tenerla en sus pensamientos, no lo ve como un castigo o esa prueba final que debe superar, así no como un regalo, esa sonrisa siempre se queda en su memoria ya que es la más hermosa que ha visto.

Sobre todo esa risita que sale de la nada cuando hace lo que le gusta, le molesta un poco saber tantas cosas pero a la vez nada de la menor, ambas se acoplan tan bien que le da un poco de miedo enamorarse, sabe que es un sentimiento demasiado fuerte y que no va a formarse de la nada con tan pocas veces que se han visto pero si se siguen mirando tal vez, solo, tal vez pueda comenzar a experimentar esos sentimientos, aquellos que ella juró no sentir para que no le rompieran el corazón porque sabe cuánto cuesta y duele sanarlo.

"¿Ella es buena compañera?". Se refería a novia pero no sería directa por algo no quiere decirle que está en una relación con la pelinegra tampoco iba a discutirle ya que si lo hace el ambiente se tornará incómodo y prefiere ahorrarse el dolor en el pecho que siempre se le crea cuando piensa en Sana y lo feliz que debe ser con Mina.

Minatozaki lo piensa, la verdad es que si cree que es una excelente compañera pero existen días en los que prefieren estar cada una en una esquina de la casa sin mirarse, estar en sus días además de que se sincronizaron no es fácil, siempre terminan discutiendo y una llorando, después ambas llorando y abrazándose pidiendose disculpas por todo el daño que se causaron cuando solo se dijeron algo como "estúpida", es el mayor insulto que tienen en sus días porque también se sienten mal de usar los que realmente duelen, el punto es que no es tan fácil vivir con Mina como parece, es buena en casi todo, sin embargo hay veces en las que le gustaría experimentar lo que es vivir sola.

"Siento que no tanto te quedaste pensando por demasiado tiempo". Rió para luego suspirar y darse cuenta que se quedó en silencio otra vez, es que no tenía muy seguro que decir. "O es que la quieres tanto que no puedes dejar de pensar en lo hermosa que es". Se estaba burlando de ella, sus mejillas ardieron, se volvían tan rojas como las de Momo minutos atrás.

"¡Ya!". Se quejó a todo dar. "Me quedé pensando por demasiado tiempo porque es que no estoy muy segura, valor que disfruto pasar tiempo con ella solo que hay veces en las quiero pegarle en la cabeza para que se quede dormida por algunas horas de más". Explicó con rapidez una sensación extraña invadió su pecho al ver como Hirai estaba callada sin moverse, sí supiera que ésta se estaba muriendo de los celos al ver lo feliz que era con la menor.

Estaba impresionada por como se sentía, su garganta estaba al borde de dejarla hablar miles de maldiciones por no tenerla solo ella, se estaba sintiendo posesiva, de alguien que no era suya, además de que no le gustaba sentirse así, era bastante horrible ser alguien con esos pensamientos, porque al fin y al cabo nadie es de nadie, Sana no era suya y debía comprenderlo de una vez por todas, eran amigas o más bien personas que se estaban conociendo de la mejor manera posible.

La invitó a su casa y nada malo saldría de ahí, se aguantaría las ganas que tiene de comerle la boca y hacerle todo lo que se imagina antes de cerrar los ojos al dormir, otra vez siente el pinchazo en su vientre, hace demasiado tiempo que no tiene sexo, y le está comenzando a pasar factura.

"¿Que haras de comida?". Parpadeó absorta de la conversación, sus pensamientos se estaban invadiendo de cosas que la comenzaron a calentar y si había algo que a Hirai Momo se le notara es cuando necesita la atención de una persona en su cuerpo. "¿Estás bien?". Se acercó preocupada, estaba tan roja que parecía un tomate y al tocarla parecía que estaba prendida en fiebre. "¿Estás enferma y no me dijiste?". La tomó del brazo y a tropezones llegaron a la sala, la sentó y con cuidado tocó su cuello.

La pelinegra no dejaba de pensar en lo bien que estaría este tocándole de toda forma ahora mismo, besarla hasta que se le escape el aire de los pulmones, quiere ahogarse en Sana, en cada parte de su perfecto y hermoso cuerpo. "E-estoy bien solo tengo calor". Desvió la mirada del cuerpo ajeno, los senos de Sana parece que se resaltan cuando tiene la necesidad de verlos, está segura que hasta brillan, quiere salir corriendo pero es su casa además de que se vería demasiado extraño.

"Yo también me pongo así con el calor". Minatozaki era demasiado lenta y eso le resultaba demasiado adorable, no se daba cuenta que estaba delirando por tocarla. "Ahora te vas a quedar aquí mientras yo preparo la comida". Colocó la mano en su muslo y lo apretó suavemente, quería darle apoyo pero no fue lo que consiguió si no a una chica que entre abrió los labios y se quejó, más que un quejido fue un gemido que la descolocó por completo, quiso hablar pero solo se levantó como un robot y se fue hacia la pared, quiso apoyarse de ella pero tal parece que las paredes no estaban siendo sus compañeras ni solidarias con ella, cayó al suelo tan fuerte que gritó.

Del susto y dolor que se creó en su codo, casi se lo rompe de esto estaba segura, un hormigueo en éste la hizo fruncir las cejas, Momo quien presenció todo salió corriendo para levantarla y acomodarla en el sofá, tan rápido como hizo eso fue a la cocina a buscar hielo para aplicar en la zona afectada, al llegar le sonrió y lo colocó en el codo.

"Las paredes no están siendo buenas". Dijeron al unísono, ambas se miraron y sonrieron como dos bobas, a Hirai se le pasó por completo lo que sentía pero a Minatozaki no se lo olvidó ni va a olvidar lo que escuchó, ese sonido que fue música para sus oídos.

Entrelazo las piernas para disimular lo que está sintiendo, no entendía por qué actuaba así cuando pensaba en Momo pero lo único que quería al estar con ella era tomarla y hacerla suya cuántas veces fuera necesario, porque de una manera u otra le daba el valor y la tranquilidad de saber que puede hacerlo sin ningún problema.

Aunque es muy pronto para mezclar esos sentimientos, tiene miedo de hacer eso y que se distancian por lo extraño que estará el ambiente, se conoce y va a querer algo más que sexo, así que prefiere sonreírle cuántas veces sea necesario para que se de cuenta que no quiere una amistad si no algo más.

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