My first time with you
Al tenerla tan cerca y sentir como su aliento chocaba contra sus labios provocó que miles de pensamientos, sentimientos y sensaciones explotarán como bombas en una guerra, detonando su cordura, tener a la mujer que amaba frente a ella desnuda diciéndole que podía hacer cualquier cosa con ella la estaba llevando a un punto de su vida en el que tenía dos opciones, lanzarse a aquel acantilado al que le ha tenido tanto miedo o quedarse en lo cotidiano, no sabía cuál debería tomar pero de algo estaba segura y es que quería hacer sentir bien a Sana, de cualquier forma posible.
Hacerle saber que la amaba con cada fibra de su ser, que es capaz de todo para que sea feliz y logré alcanzar la plenitud, que no deja de pensar en ella que siente que tiene que estar a su lado en todo momento que cada cosa que hace es para que se encuentre bien, no tiene ni idea de la magnitud de lo que siente por ella tal vez por eso es que Sana piensa ese tipo de cosas, porque no sabe la inmensidad del amor y los sentimientos que Hirai siente por ella, porque va más allá de lo que todo el mundo dice.
Transciende el universo e incluso más, la galaxia se queda corta, porque el amor que siente por ella no tiene un número estipulado. "Te amo". Es la primera vez que lo dice pero no tiene dudas de que es aquello por lo que ha estado pensando por tanto tiempo, era eso que sentía su pecho cada que pensaba en la contraria, nada más que amor, felicidad y esas ganas de estar toda la eternidad a su lado, eso era lo que le ha hecho sentir, a veces le cuesta comprender por completo.
Nunca había sentido algo tan grande por una persona y nunca creyó que podía llegar a sentirlo hasta que la conoció, desde el primer instante llamó su atención y la cautivó, aunque se conocieron en una rara circunstancia eso no quitó que fuera perfecto en todos los sentimientos y extensión de la palabra. "Yo también te amo". Y no era la única que sentía todo eso e incluso más, porque Sana no era una chica que demostrara aquello, el amor se había vuelto un tema que no le gustaba tocar gracias a su primera relación, siempre tenía miedo de salir herida pero con Momo era distinto.
Porque incluso si salía herida aquel dolor amargo se volvería dulce, el odio se volvería compresión y entendiera el por qué de la situación, aún con en miedo que invade cada parte de su cuerpo en éste gran paso tiene la seguridad como para dejarse llevar, entregarse en cuerpo y alma a la pelinegra porque sabe que es ella la indicada, es con quién quiere pasar el resto de su vida, con la que tener hijos sería lo mejor que le pueda pasar, es la mujer de sus sueños, la persona por la que espero tanto tiempo.
La espera aunque fue larga y triste, se convirtió en lo mejor que lo pudo haber pasado en toda su vida, porque ahora tiene frente suyo a la única persona en su vida que la ha hecho sentir amada por completo.
Sus labios se rozaron, sus ojos se cerraron y en el primer contacto de sus lenguas se dejaron llevar por todo lo que sentían, las manos de Momo se movieron desesperadas por el cuerpo ajeno, levantándola haciendo que Sana por inercia enrollara las piernas en su cintura, con cuidado la depositó en la cama y se miraron a los ojos, iba a ser su primera vez, una de las cosas más importantes que van a vivir en sus vidas, Momo se separó un poco quitándose la camisa haciendo que Minatozaki se perdiera en sus pechos, sonrió al ver como entre abría los labios y se acercó a su cuello, dejando delicados besos en éste mientras se acomodaba entre sus piernas.
El cálido aroma que desprendía el cuerpo de la mayor era suficiente como para tranquilizarla, sentir las manos de la contraria en sus muslos acariciandolos, tomándose el tiempo de mordisquear su cuello y chuparlo con tanta delicadeza que sentía que estaba tomando entre las nubes, tocandolas con las puntas de sus dedos, sintiéndose tan bien que no podía explicarlo, todo lo que pasaba era más de lo que podía llegar a comprender en corto tiempo, de sus labios salió un tímido jadeo cuando sintió los dedos de Hirai acariciar su abdomen. "Momo". Gimió en el oído de ésta, quería hacerle saber que cada uno de los roces, toques, besos, mordidas y chupetones que eran esparcidos por todo su cuerpo la hacían sentir más que bien.
La contraria al escuchar aquello se enderezó, arrodillándose frente a ella, sus ojos se conectaron y tímidas sonrisas fue lo que se compartieron. "Te amo". No se iba a cansar de repetirlo, con cuidado se apoyó de sus manos dejándolas a cada lado del cuerpo de la menor y se inclinó dejando un camino de húmedos besos desde sus pechos hasta su vientre, en donde se quedó por un largo rato, solo presionando sus labios en la caliente piel de Sana, ésta no podía evitar apretar los muslos y retorcerse, cerró los ojos y apretó los dientes, podía sentir como su cuerpo ardía por cada toque, comenzaba a mojarse, más de lo que alguna vez lo había hecho.
Esperaba que Momo se diera cuenta de lo que le estaba haciendo sentir ya que estaba al borde de gritarle que la necesitaba dentro. "Por favor". Dijo entre dientes, la mayor al escuchar eso subió la mirada conectandola por unos instantes con la suya, la cual estaba dilatada y desesperada, sonrió encima de su piel, podía sentir el aliento caliente chocando contra su pelvis, provocando que arqueara la espalda, bajó las manos a la cabeza de Hirai y, en un movimiento que nunca pensó que iba a hacer, la empujó a su centro.
"No sabía que lo necesitabas tanto". Desvió la mirada avergonzada, sus mejillas sonrojadas al igual que su pecho, era una libda imagen para Momo quien ni corta ni perezosa pasó la lengua por la intimidad de la menor haciéndola soltar un gemido ronco que se quedó dando vueltas en su cabeza, sus papilas gustativas estallaron por el dulce y áspero sabor de Sana. "De ahora en adelante serás mi sabor favorito". Eso había sido vergonzoso pero no le importaba, abrió las piernas lo más que podía dejando que Hirai siguiera con lo suyo, movía la lengua como si estuviera disfrutando un delicioso helado.
Ronroneaba como si de un gato se tratase, apenas podía escuchar lo que pasaba a su exterior ya que sus gemidos y jadeos inundaban la habitación, no los podía controlar y tampoco quería hacerlo, movió las caderas con cuidado justo cuando sintió los dientes de Momo pasar por su clítoris con tanto cuidado que contrajo su abdomen, se mordió el labio inferior con fuerza sintiendo el sabor metálico de la sangre que brotaba de éste, abrió los ojos al sentir los dedos de la contraria pasar por sus muslos internos, se descolocó cuando dejó de sentir su lengua.
No le dio tiempo a decir nada ya que dos dedos entraban en ella con tanta lentitud que todo su cuerpo se tensó. "Tranquila bebé". Se escondió en su cuello y suspiró. "Tan apretada...". Gruñó y comenzó a mover los dedos en su interior, abriendolos con cuidado, poco a poco, haciendo que Sana la apretara aún más, los fluidos de la nombrada empapaban su mano, bajaban por ésta y caían en la sábana. "Tan deliciosa...". Pasó la lengua por su cuello, presionando ésta en la vena, la cual palipataba con rapidez, Minatozaki estaba más que ansiosa. "Tan hermosa".
"Momo". Volvió a gemir su nombre, eso había sido demasiado para ella, se apoyó con su mano izquierda, dejando caer todo su peso en ese brazo, se mordió el labio y empezó a penetrarla con tanta fuerza que la cama rechinaba, el sonido que emitía más el de los gemidos ahogados de Sana la estaban elevando a lo más alto que había estado en toda su vida, la peli gris no era la única que sentía que estaba tocando el cielo, que volaba entre las nubes, Momo se sentía feliz de poder hacerla sentir bien, su sonrisa no se había borrado en ningún segundo.
La menor estaba en el limbo, no sabía que era lo que le estaba pasando en lo único que podía pensar era en lo bien que se sentían los dedos de Momo en su interior, entrando y saliendo de ella a una velocidad inhumana. "¿Se siente bien?". Preguntó antes de jadear encima de sus labios, abrió los ojos y los conectó con los de la menor, ésta al mirarla se abalanzó y le mordió el labio inferior, tirando de éste tan fuerte que gimió de dolor, pasó la lengua y la acercó por el cuello para besarla.
No le importaba nada, sus dientes chocaban y sus lenguas se enredaban, movió las caderas contra la mano de Momo, haciéndole saber que le quedaba poco, arqueó la espalda y clavó las uñas en sus hombros antes de apretarla con tanta fuerza que apenas y se podía mover, empezó a hacerlo lento a bajar la velocidad mientras veía detenidamente cada una de las expresiones de Sana, como se retorcía y fruncía las cejas, entre abría los labios y jadeaba buscando aire desesperadamente, su rostro estaba rojo y sus ojos llorosos pero brillantes como las estrellas, el sol y la luna.
Con cuidado se recostó a su lado y sacó los dedos, se impresionó al ver lo empapados que estaban, sonrió orgullosa de su trabajo y los metió a su boca sin ningún problema, chupandolos y gimiendo por el sabor que inundó su boca, al terminar de limpiarse, apoyó la cabeza en su mano y miró a Sana quién tenía la mirada perdida en el techo, parecía que todavía estaba procesando lo que pasaba ya que tenía leves espasmos musculares, miró la sábana y la cubrió con ésta antes de acercarla, estaba inmóvil, ni siquiera parecía que estaba respirando.
Al pasar el rato todo se quedó en silencio, no se escuchaba nada más que sus respiraciones profundas y sus corazones acelerados por la emoción de lo que acababa de suceder. "Wow". Momo se impresionó ya que creía que no iba a poder hablar pero eso hizo, sonrió aliviada y la llenó de besos. "Ahora mismo me arrepiento de haber corrido a la casa de Mina". Hirai rió entre dientes, sabía que iba a decir algo por el estilo, es que ya la conocía tanto que sabía lo que diría. "Te amo". Suspiró y se acurrucó en su pecho, subió la mano y le dejó leves palmaditas en la cabeza.
"Yo también te amo". Dijo entre lágrimas, había sido lo más importante que había hecho en toda su vida no pudo evitar ponerse sentimental, hizo un mohín y busco la forma de no lloriquear pero le era imposible, se sentía tan emocionada que llorar era lo único que parecía que poida llegar a ayudar a poder comprender todo lo que le estaba pasando, nunca pensó que eso llegaría a pasar entre ambas es que ni creyó que podrían llegar a tener algo y ahora están juntas en la misma cama diciéndose lo mucho que se aman y luego de dar un paso tan importante.
Ahora sabía lo que era la felicidad.
"¿Estás llorando?". Frunció las cejas y se acomodó para verla, Hirai se cubrió el rostro, a Sana le causó tanta ternura que la abrazó con fuerza para que se diera cuenta que nada malo estaba pasando, no entendía por qué lloraba. "Está todo bien, no hay que llorar". Sonrió, era la mejor persona que se pudo conseguir. "¿Nos vamos a bañar?". La mayor negó con la cabeza. "¿Quieres hacerlo de nuevo?". Asintió, chasqueó la lengua y miró sus manos, se acercó a su oído. "Creo que no vamos a salir de la habitación por mucho tiempo".
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