Fuck
Abrió los ojos de golpe al sentir un peso en su cuerpo. "Mina aléjate por favor". Se quejó con la voz de bebé llorón que siempre hacia cuando la menor la molestaba. Al poder verla se dio cuenta que quería algo, por como sus cejas se fruncían y sus ojos le pedían que le prestará atención. "¿Que quieres?". Preguntó y apretó los labios.
"Los zapatos de pingüino son míos". La mayor no se lo podía creer, la despertó solo por eso.
"Las dos tenemos los mismos zapatos". Recordó. "Tú mismas me los regalaste ya que querías que estuviéramos iguales". Se sentó aún con la mano arriba de ella. "Bájate Mina". Pidió y la otra acató la orden. Parecía que se llevaba muy bien, como si hubieran tenido años de convivencia, en parte era así pero el principio de su amistad no fue la mejor de todas.
Four years before.
Sana miraba hacía los edificios con una enorme sonrisa, luego de vivir con Yuta por seis meses tuvo la valentía de irse de una vez por todas y ahora que había llegado estaba más perdida que cuando fue a su escuela con una maqueta del sistema digestivo cuando era del sistema solar.
"Nuevo comienzo, nueva vi-". Antes de poder terminar lo que tanto quiso decir por veintidós años una chica chocaba contra ella lanzándola al suelo. Sus ojos se cerraron debido al dolor de espalda que tenía, chillo un poco y enseguida subió la mano a su cabeza.
Por un momento creyó que se había roto, es más creía que se le partió en dos. "Lo si-siento". Abrió un poco los ojos para encontrarse a una pelinegra con una pequeña sonrisa que obviamente era de disculpas. "No te vi y...".
"Mido muchísimo más que tú, estoy vestida de rojo y el equipaje es de color amarillo". Se cruzó de brazos y apretó los puños, no era de pelear físicamente pero la chica la había empujado queriendo.
"Señorita lo siento". Hizo una reverencia. "Es que...".
"Hasta que te consigo". Miró hacia la derecha encontrándose a un chico algo y corpulento que apretaba el antebrazo de la pelinegra, ésta estaba asustada y sus ojos se llenaban de lágrimas mientras el hombre le murmuraba cosas al oído que no llegaba a escuchar. "Así que la próxima vez que quieras alejarte de mi piénsalo dos veces".
"Disculpa joven pero claramente ella no quiere ir con usted". Él nombrado volteó y la empujó con un solo brazo.
"No te metas en asuntos que no te incumben". Sana movió el brazo un poco le había dolido eso, se dio la vuelta en silencio y antes de dejarlos a solas recordó las tantas veces que los demás hicieron lo mismo con ella, las veces que pedía ayuda y no le hacían caso, culpandola de todo.
"Fijate que si me interesan". Agarró el equipaje y se le dio en la cabeza. "¿Como te llamas?". Preguntó mientras veía a un montón de personas acercarse.
"Mi-Mina". Dijo con la voz entre cortada.
"Bueno Mina ahora tenemos que correr ¿Ok?". La contraría asintió lentamente. "Corre". Dijo y ambas salieron corriendo a toda velocidad.
Entre más lejos estaban más liberadas se sentían, había perdido sus pertenencias gracias a una desconocida que fácilmente podía asesinarla ya que se encontraban en un callejón. "Te agradezco mucho lo que hiciste por mi". La peli gris la miró y negó lentamente con la cabeza.
"No tienes que agradecerme". Sentía que le faltaba el aire más que nunca pero se hizo la fuerte levantándose del suelo en donde cayó por intentar saltar la cerca. "Ahora ya te puedes ir". Dijo y caminó como si nada.
"¿Co-como?". Se acercó y se iba a arrodillar si no fuera por la japonesa quien la subió un poco. "No puedes dejarme, el puede volver". La desesperación en su rostro fue tan grande que Sana chasqueó la lengua y se separó.
"Te ayude a escapar de él". Murmuró. "Yo creo que es suficiente". Se cruzó de brazos, no era que no la quería ayudar si no que tenía miedo de meterse en problemas.
"No soy de pedirle a alguien que me ayude pero en este momento te imploro que me ayudes a esconderme". Sana frunció el ceño.
"No te hubieras enamorada de alguien así". Se quejó y pateó una botella de plástico la cual chocó con una pared y desapareció. "¿Que?". Preguntó con los ojos bien abiertos, se acercó y pudo ver qué era una sábana. "Ya te encontré el escondite".
"Unnie debería ayudarme". La japonesa volteó a verla entrecerrando los ojos.
"No me digas así, soy Sana y ya". Se encogió de hombros. "Te ayudaré pero por unos días luego tú ves a donde debes irte". Dijo y bajó la mano a su teléfono. "Tengo que llamar a un amigo de Yuta para que nos ayude". Estaba hablando con ella misma así que no le importó el rostro confundido de la chica frente a ella. "Si ¿Jaehyun?".
"Sana pensé que no sabría más de ti". La mayor sonrió un poco.
"Necesito una pequeña ayudita, me quedaré sólo unos días en tu casa...". Mordió su labio inferior y lo soltó al recibir una respuesta afirmativa del chico. "Perfecto solo que hay alguien más aquí". Un par de preguntas y respuestas rápidas. "Perfecto entonces Mina se irá conmigo a tu casa, lamento la molestia".
"Para eso estamos, para ayudar". Colgó y Mina se acercó un poco.
"Tienes mucha suerte de que le caigo bien a muchas personas". Frunció un poco el ceño y señaló a Mina con el teléfono. "Ahora vamos antes de que el estúpido ese vuelva a hacerte daño". Murmuró y rodó los ojos, no le gustaba considerarse débil y eso era lo que sentía al ayudar a una persona.
Larga caminata en completo silencio pero a la mitad a la menor le urgía preguntarle un par de cosas así que hablo. "Sana". Llamó con un tono suave, la nombrada volteó a verla esperando que fuera algo. "¿Acabas de llegar a Corea?".
"Si, ya había visitado un par de veces pero ahora decidí quedarme". Siguió caminando ésta vez un poco más rápido, Mina asintió lentamente y la siguió solo que un poco más de cerca. "¿Desde cuándo vives aquí?". No sabía cómo se lo tomaría la pelinegra, aún así le preguntó.
"Llevó aquí unos cinco años, vine directo de Japón hacia acá". Los recuerdos la hacían sonreír y suspirar. "Quería ser Idol". Admitió un tanto cabizbaja.
Sana se sorprendido por ello pero lo disimuló con un asentimiento y la mirada fija hacia delante. "¿Perteneces a algún grupo?". Notó como la sonrisa de la chica disminuía hasta desaparecer por completo.
"Conocí a Wonho en una reunión y pues decidí dejarlo todos por él". Sana volvió a asentir y todo volvió a ser silencioso, le gustaba estar así pero sabía que la contraría no estaba muy bien por lo que se acercó y entrelazo sus brazos, Mina la miró pero ésta no dijo nada solo siguió como si nada. "Gracias". Susurró y apretó el agarre.
"Ya llegamos". Avisó con entusiasmo, tocó un par de veces la puerta y un chico alto de gran sonrisa abrió. "¡Jaehyun!". Exclamó super feliz de volverlo a ver, se habían hecho muy buenos amigos gracias a Yuta, además de las miles de veces que se quedó en su casa. "Siento que creciste". Se acercó para abrazarlo con fuerza. "Sigues siendo muy guapo". Apretó las mejillas del castaño quién se sonrojo y las invito a pasar.
"Mucho gusto mi nombre es Myoui Mina un placer conocerte y muchas gracias por dejar que una completa extraña se quedará en tu casa, prometo que serán unos días nada más". Sana y Jaehyun se miraron a la cara sin decir nada aguantando la risa por lo adorable que les parecía la pelinegra.
"Confío en Sana". Se sonrieron. "Se que ella no metería a una loca en mi casa y mucho menos estaría cerca de una". La mayor asintió con efusividad.
"Te ayude porque me di cuenta que lo necesitas de verdad". Mina se quedó callada y se arrimó al sofá. "También te puedes sentar, siento que te duelen los pies de tanto correr". La menor acató la orden. "También vamos a comer y espero que tu comas mucho". Se había dado cuenta de lo delgada que estaba y aunque no le dijo el por qué tampoco se lo preguntaría.
Mina se miró un poco y se sonrojo. "Estaba a dieta". Dijo apenada. "Pero ya no lo estoy". Suspiró aliviada. "Te agradezco mucho y voy a devolverte el favor sea como sea, así me cueste dinero o tenga que regalarte un pedacito de luna". Se levantó y acercó a Sana para abrazarla, la mayor se quedó quieta. "Sígueme el abrazo". Y con esas palabras lo hizo, no creía mucho en la amistad, tampoco en los desconocidos y mucho menos en una desconocida que parece que quiere ser su amiga. "Deberías confiar en mí y comenzar a pensar no a hablar o narrar tu vida".
"Voy a darte unos días para confiarte en ti y ver si podemos ser...conocidas". Mina hizo una reverencia y se fue a sentar. "Parece una niña". Se quejó y caminó hacía la cocina en donde estaba el menor quién parecía estar feliz ahí.
"La comida quedará deliciosa". Saltó de alegría. "Esa chica parece una niña". Sana la miró, sonrió un poco al verla jugar con el pingüino de peluche que tenía el castaño en el sofá. "¿Tan mal la viste como para ayudarla?".
Lo miró sin decir absolutamente nada y con la mirada fue suficiente para hacerle saber que si, y es que hasta pensó que si no la ayudaba iba a morir, no sería capaz de superarlo y mucho menos de aceptar que una persona agrediera a otra por puro placer. "No me ha dicho cómo fue su relación con el tarado que la lastimo". Agarró un pan que estaba en el plato y lo mordió. "Pero siento que le hizo tanto daño que no es capaz de decirlo".
"¿Sientes que fue como Jungkook?". El pan se quedó estancado en su garganta, no soportaba el nombre de ese maldito.
Relamió sus labios y tragó lentamente. "Siento que es igual, exactamente igual". Sus ojos se cristalizaron. "No podía dejar que le pasará algo, tenía muchas ganas de...". Jaehyun se acercó y colocó una mano en su hombro. "Tenía ganas de asesinarlo tanto como quiero asesinar a Jungkook". Se sinceró con la cabeza gacha. "Los quiero muertos a los dos".
"Ellos tienen un castigo asegurado y ustedes merecen ser felices". Sabía que lo serían, sea juntas o separad y es que le había tomado cariño en ese poco tiempo a la pelinegra, tal vez ese siempre fue su problema. Agarrarle cariño mucho rápido a personas que apenas conocía.
Present
"Cuando te conocí pensé que dejaríamos de vernos a los dos o tres días". Mina nunca hablaba de ese día, fue el mejor de todos pero al recordarlo o hablar de él también recordaba las razones por las que estaba en el aeropuerto y no quería revivir los malos sucesos de su vida.
Sana quién comía feliz de su tostada de pan la alejo de sus labios y tomo un po o de jugo de naranja, para luego subir la mirada y sonreírle cálidamente. "Yo estaba segura que seríamos buenas amigas, eras muy dulce y parecías una niña". La pelinegra se encogió de hombros y soltó un suspiro. "Le agradeciste mucho a Jaehyun y más cuando te regalo a Penguin". Las mejillas de Mina se sonrojaron fuertemente.
"Todavía se lo agradezco de hecho ayer le escribí para informarle lo bien cuidado que está". Sana se podría derretir ahí mismo pero no podía llegaría tarde al trabajo si siguen con los cientos de recuerdos que tienen de la semana en la que vivieron con él castaño.
"Se me está haciendo tarde debo ir al trabajo". Se levantó y agarró el maletín, como todos los días se acercó a Mina y le dio un beso en la frente. "Que te vaya bien en el trabajo".
"A ti igual Sana". Y la peli gris salió corriendo de su casa.
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