Crazy
Minatozaki Sana aburrida era la cosa más horrible que podía existir sobre todo para una Mina que quería que guardará silencio, era a la única que le dejaron trabajo y aún estando molesta lo tuvo que hacer por completo, al lado de una chica que no había dejado de cantar miles de canciones que para ella eran horrorosas.
O más bien las cantaba así, conocía a la perfección la voz de la peli gris y no era esa, de seguro trataba de llamar su atención para salir u otra cosa. Y si, exactamente era lo que quería, no le gustaba molestarla mientras hacia sus trabajos pero aún así necesitaba salir de esa casa que ya parecía prisión, demasiado dramática para ya ser una chica mayor, para decirlo de manera linda.
"Mina yo creo que tenemos que ir hacer ejercicio". Dijo con tanta rapidez que Myoui no le entendió muy bien, a veces se le olvidaba lo lenta que era para comprender las cosas. "Mina hagamos ejercicio". Lo primero que escuchó al terminar la oración fue la risa escandalosa de su compañera, de su muy querida mejor amiga, hermana, confidente, casi que su alma gemela. "¿Por qué te ríes?". Confundida preguntó y es que no le encontraba sentido ya que había dicho algo serio, una propuesta divertida sobre una cosa que tenían pensada hacer desde hace dos años pero que no han sido capaces de levantarse del sofá para hacerlo.
"Sana...por amor a Dios, no iré parece que lloverá y con la suerte que tengo me cae un rayo". La mayor frunció un poco las cejas abriendo la puerta, al parecer la chica del pronóstico estaba muy mal, las nubes espesas de color gris se instalaron en el cielo impidiendo el paso de los rayos del sol, era una completa locura. "Una tormenta como mínimo". Dijo la pelinegra mientras se instalaba a su lado y se cruzaba de brazos.
"Pues es divertido trotar y correr bajo la lluvia". Mina estaba segura que pudo mirar como salían rayos de felicidad del cuerpo de su amiga. "Es más ya estoy vestida para la ocasión". Un pantalón gris de algodón al igual que su gran suéter y botas del mismo color, estaba lista para salir a trotar.
"Ni loca ensució mis botas nuevas". Hizo un mohín antes de rodar los ojos, a veces Mina era demasiado aburrida, y digo a veces para no decir todo el tiempo.
"Yo te compro unas si se ensucian y yo veo que no fue por conveniencia". La menor asintió y fue a buscar las llaves. "¿Pero qué carajos?". Le arrancó lo que tenía en las manos y lo lanzó a la mesa. "Vamos a trotar, hacer ejercicio y sentirnos libres ¿Por qué mierda llevas las llaves de tu auto?". Las mejillas de la contraria enrojecen tanto que Sana está segura que explotarán. "Veo que se te olvidó el concepto de hacer ejercicio".
"Tengo como...cinco años que no lo hago". Acarició su nuca con cuidado, casi que tratando de lucir adorable para que Sana se le olvide lo que se le metió en la cabeza, es difícil más no imposible. "Y de verdad que prefiero acostarme con una taza repleta de palomitas de maíz y una coca cola gigante, para ver películas con mi amada unnie". La mayor elevó una ceja y rió un poco mientras cubría sus finos labios.
"Vamos a hacer ejercicio aún si me dices te amo". Chasqueó la lengua, lo había intentando y estaba segura que la manipuló solo un poco pero lo suficiente para que la tratará con cariño. "Vamos Myoui no te esperaré todo el día". O eso creía.
Y comenzaron a caminar primero, tenían que calentar y estirarse para luego prácticamente correr ya que siempre que trataban de hacer algo se volvía una pequeña competencia.
Como la vez que comenzaron a comer en aquel restaurante chino, solo porque Sana dijo que era feo y Myoui la contradijo, gracias a eso terminaron yendo al hospital por intoxicación o la vez que se comieron tan rápido el helado que se desmayaron, lo bueno es que estaban en su hogar.
Contradecirse, retarse y competir era lo que más hacían, era como su sello divertido aunque a veces era muy peligroso por las cosas que pasaban no dejaban de hacerlo, porque así fue prácticamente como su amistad se fue fortaleciendo, con las vistas al hospital y peleas innecesarias que terminaban con una muy ebria llorando frente a la puerta de la otra.
¿Quién no quisiera tener una amistad como la de ellas?, quién diga yo esta loco pero bueno volviendo a las dos japonesas éstas ya estaban a dos cuadras de llegar al parque donde descansarían un rato para luego hacer ejercicio, definitivamente debieron hacerlo dentro de su casa ya que las nuevas parecen que están a punto de explotar y eso no será bueno para Myoui quien se enferma por la lluvia.
"Deberíamos ir a la casa". Dijo la pelinegra, Sana la miró frunciendo un poco el ceño. "Es que no quiero enfermarme". Sonrió un poco tratando de que acepte por fin.
Lo que no entendía era el por qué no se iba sin necesidad de pedirle permiso y esto va asi.
Al día siguiente de haberse conocido y estar conviviendo en el mismo lugar por más de veinticuatro horas, se dieron cuenta, además de tener varias cosas en común, que se pedían permiso mutuamente para realizar algún tipo de acción, cosa extraña pero cierta y desde ese momento no han dejado de hacerlo, ya sea Myoui hoy o Sana hace varios días cuando Mina quiso ir a ver a dos chicas bailar ballet, algo sumamente aburrido pero aún así se quedó y no se fue porque sabía lo importante que era para la menor.
Es por eso que nunca hacen algo que la otra no crea que es apropiado, en parte está bien pero la pelinegra de verdad que estaba asustada y muy preocupada por su salud, y dependía mucho de ésta ya que mañana tenía que estar frente a Nayeon y darle la propuesta que le pidió, un completo fastidio ya que no la necesitaban pero aún así la hizo a sabiendas que no escogerán la suya, los días en los que lo hacían incluso sin verla se acabaron, desde que tuvo una pequeña discusión con su jefa pero ese es un tema del que Myoui no le gusta hablar.
No lo sabe ni siquiera Sana y le cuenta prácticamente todo. "Si cae una sola gota voy a quitarme el suéter y te cubriré con el". Sonrió un poco y entre lazo sus brazos. "Te meteré a una tienda e iré a buscar el auto corriendo o un taxi para que nos lleve". Eso hizo que Mina se tranquilizara un poco, si Sana tenía un plan estaba todo bien.
"Perfecto". Se sonrieron y siguieron caminando ésta vez un tanto más animadas y menos preocupadas. "Luego de trotar podemos...comer helado". La peli gris parpadeó varias veces, ¿Quién hacia ejercicio y luego comía algo que engorda?.
"Me parece perfecto". Si, ellas lo harían sin importarles nada ya que lo más probable es que sea la única vez que hacen ejercicio. "Luego podemos ir a la casa y ver películas hasta las madrugada".
"Que inteligente es señorita Minatozaki". Sonrió. "Últimamente sus propuestas para pasar el rato me parecen super divertidas y perfectas para la ocasión". Ambas sabían a quien se referían por la forma en la que hablaban.
"Suenas como Nayeon cuando quiere aparentar ser sería". Rieron tanto que tuvieron que detenerse para seguir haciéndolo, las personas volteaban a verlas y algunas no pudieron evitar reírse un poco. Sus risas eran demasiado contagiosas. "Por cierto...". Mina levantó la mirada del suelo limpiándose las lágrimas en las esquinas de sus ojos. "¿Como te va con eso?". Y su risa cesó por completo, no le gustaba tocar el tema sobre su gusto bastante alto hacia su jefa con la cual discutió días antes pero ella no dijo nada.
Sana no sabía de ésto y ni siquiera lo sospechaba, Mina se veía tan feliz y sin ningún cambio de humor que asumió, aunque sabía que estaba mal hacer eso sin preguntarle, que ya estaba superando ese pequeño error. Pero no era así Mina no había dejado de querer a Nayeon de un día para otra, ha estado pensando en ella la mayoría del tiempo pero no se dejará caer por eso, por más que su corazón este todavía aferrado a la castaña no dejará que ese sentimiento rompa y destruya toda su vida, todo lo que ha construido arduamente.
No es de esa clase de chica que se deja derrumbar por las cosas abrumadoras del amor, esa era la antigua Myoui Mina, la que nadie quería y que siempre la dejaban atrás. Esa persona había desaparecido desde que conoció a la alegre Sana, alguien que por más que tuvo una vida difícil alegraba el día de cualquier con tan solo una sonrisa o una palabra alentadora, todavía no sabe como nunca le ha llegado a gustar la peli gris si es esa clase de chica perfecta que todo el mundo desearía tener como pareja.
"Siento que las cosas entre ella y yo ya se acabaron hace mucho tiempo". Tal vez mentir no era la mejor opción de todas pero tampoco sería ahondar en sus sentimientos en medio de una calle, con las nubes a punto de soltar toda la carga que tienen y cientos de personas pasando cerca de ellas. "Tiene novia, prometida o esposa lo que sea que sea la señorita Yoo".
"¿Por qué le dices así?". Cuestionó, si había algo que tenían muy claro es que cuando estuvieran fuera de las instalaciones las dos solas hablando sin que nadie de su trabajo estuviera cerca, los llamarían por su nombre para que fuera más fácil diferenciarlos, la mayoría son Kim. "Sabes que no los llamamos por su apellido". Los ojos de Myoui se desviaron hacia atrás de la mayor, viendo cómo los niños correteaban y los padres solo hablaban entre ellos.
Prefiere en estos momentos ser de esos padres obstinados incapaces de no decir algo sin tener la obligación de elogiar a sus pequeños demonios esos que hacen llamar hijos, en vez de tener ésta incómoda conversación con su mejor amiga quién se ve que está preocupada por un solo fallo en su muy marcada rutina de conversación.
"Es que siento que a esa chica debemos tenerle respeto". Sana entre cerró los ojos, luego de esa vaga excusa que no la dejo saber más acerca de todo lo que tanto quería saber, decidió seguir caminando ésta vez viendo el suelo y dándose cuenta de los cientos de pequeños animales que cruzaban por ahí, tal vez porque si iba a llover y por eso trataban de mudarse de lugar para no terminar ahogándose y eso le hizo recordar la huida hacia Corea.
Ser tan cobarde a veces pasa factura y a ella definitivamente se la pasó varias veces, extrañaba un poco su país, el idioma el cual no se había ido por completo de ella pero que si a veces parecía ser su segunda idioma en vez del primero. La cultura y las personas, no es que las personas en Corea sean malas pero si son distintas a las japonesas y mucho.
"¿En qué tanto piensas?". Preguntó Myoui sintiéndose extrañamente curiosa acerca de lo que probablemente atormentaba a la peli gris.
"En qué si salgo corriendo nunca me atraparas lenta". Y salió corriendo sin importarle el susto que se llevaron las personas frente a ella, siguió y siguió corriendo sabiendo que la menor la seguía por los pasos fuertes detrás de ella. "Nunca me atraparas". Miró por unos segundos hacia atrás para hacerle una cara loca y hacerla reír, no había cosa más linda que la sonrisa y risa de la pelinegra. "Tonta Myoui". Canturreo y rió, pero su risa se detuvo abruptamente cuando sintió su cuerpo estallar con la de otra persona y luego un quejido que la alertó.
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