Could you...
"Por favor quiero hablar contigo en privado". Al saber de quién se trataba esa chica tan hermosa a sus ojos supo que ahí no quería pasar, ya se imaginaba todo lo que sucediera si ella llegaba a acceder y decir que si quería hablar o simplemente escucharla, puede que le llegue a decir cosas que la hagan sonrojar fuertemente y no le gustaría tener que pasar por todo eso, el problema es que Momo no ha parado de hablar y de pedirle que háblame aunque suena por unos minutos, no le está pidiendo mucho la verdad es que creyó que la invitaria a algún lugar y que se sentiría muy incómoda por eso.
Pero no, tal vez la juzgo mal y creyó que era de esa clase de personas que está con todas y las desecha sin ningún problema, como su ex. De algo que también se da cuenta es que tal vez nunca supere lo sucedido hace años y eso provocó un pinchazo en su ya adolorido corazón que lo único que busca es atención. Un poco de amor y comprensión.
"No tengo que hablar nada contigo". Aseguró frunciendo el ceño adoptando el comportamiento que tenía hace un par de minutos cuando le contestó mal a Mina que está frente a ellas con un fuerte dolor de cabeza y es que no se han callado. "Lo que sucedió no lo recuerdo y prefiero que se quede así". Cortante como lo es con las personas a las que no le tiene confianza, rodó los ojos y miró hacia otro lado evitando mirar de frente a Momo ya que sabe que si lo hace lo más probable es que cambie de opinión.
"Te lleve a tu casa". Comenzó a hablar incluso cuando le dijo que no quería saber nada de lo que sucedió, si que era una chica decidida y no le gustaba para nada, le hervía la sangre que no le hiciera caso. "Entonces abriste la puerta y llevamos a Mina a su habit-". La cortó justo cuando la miró, sabía que si no quería aún así escucharía todo lo que sucedió y la mayoría de las personas a su alrededor se enterarían.
Sobre todo Mina que parecía estar más concentrada en la conversación, incluso más que ella que cerró los ojos para poder tranquilizarse y volver a ser la chica que realmente es alguien tranquila y serena que no es capaz de pegarle en la cara a nadie aún cuando ese es su pensamiento desde hace media hora. "Sabes que mejor me lo dices dónde tú quieras menos aquí". Minatozaki miró hacia la ventana u pudo notar como el sol se alzaba en medio de todas las nuevas que parecían irse apresuradas, le gustaría ser una de ellas para no tener que aguantar todo lo que está viviendo. "Apresúrate que no tengo mucho tiempo y debo ayudar a Mina a hacer ejercicio". La menor aguantó la risa que estuvo a punto de salir.
"Mina por favor déjanos a solas, si quieres te doy dinero para que compres lo que sea pero por favor déjame a solas con Sana". La japonesa menor sonrió para sus adentros, si que serían una buena pareja. Ni siquiera se conocían bien y ya le caía bien así que definitivamente debían ser pareja, por el bienestar de Sana que no tiene una desde hace años. "¿Que dices?". Preguntó con la mínima esperanza de que dijera que si.
"Te juro que si te vas de aquí no dejaré que te comas las galletas que tanto te gusta robarme". Myoui tragó grueso ya la había encontrado, estaba entre la espada y la pared. "Momo por amor a lo que creas real dime lo que tantas ganas tienes de decirme para poder irme a casa y ver películas con ella". La señaló.
Hirai alternó miradas hacia una y hacia otra por algunos segundos antes de enderezarse y agarrar a Sana de la muñeca para llevarla a otro lugar. "Mejor me voy antes de que pase algo malo". Lo último lo murmuró.
"Mina no". Negó la peli gris con un pequeño mohín.
"Mina si". Sana desvío la mirada hacia la pelinegra que le caía mal para luego darle un fuerte pisotón. "¡Hija de pu-". Iba a insultarla pero habían niños y prefería guardarse todo lo que iba a decir. "De tu mamá". Corrigió lo que diría, la niña que anteriormente las había visto afuera las miró raro, otra vez, cosa que fue imposible de ignorar para Sana.
"No porque tengamos una vida más divertida que la tuya significa que nos mires así". A veces se le olvidaba que no era una pequeña niña si no una adulta que debía comportarse como tal. "Tú madre debería corregir eso". Miró a la señora quien rodó los ojos en respuesta.
"Ella es mi madrastra no mi mamá". Minatozaki abrió los ojos como platos y miró a Momo para buscar un apoyo el cual no recibió. "Mi mamá murió hace dos años". Sana seguía mirando a la mayor pidiéndole a gritos ayuda. No sería una buena madre incluso si lo intentaba no llegaría a ser tan buena.
"¿Quieres un helado?". Le preguntó y se zafó del agarre de Hirai quien la dejo moverse hacia la pequeña niña. "Toma". Le dio dinero. "Perdón por lo que dije antes es que la chica de atrás me enoja mucho". Frunció la nariz.
"Es linda". Dijo con las mejillas sonrojadas, Sana aún cuando no quería hacerlo asintió. "Serían lindas siendo novias". Murmuró y se fue dejándola petrificada.
"Ahora sí me voy". Salió corriendo dejando atrás a su mejor amiga, puede que haya roto miles de reglas pero no le importaba, solo quería correr y correr para dejar a ese par de tontas atrás.
Al llegar a la estación de autobuses dejo de correr y se sentó, le dolía un poco el pecho pero se lo atribuyó a que no había corrido así en un largo tiempo, si que le estaba afectando no hacer ningún deporte. Se estiró y bostezó un poco, apoyando la cabeza en el árbol mientras se cruzaba de brazos y cerraba los ojos, se sentía tan cansada por correr una calle completa. "?Se encuentra bien?". La dulce voz de una chica la hizo sonreír y asentir, no tuvo tiempo de mirarla ya que el autobús había llegado, se levantó y rápidamente entró sin saber que la contraria también entraría.
Al no haberla visto supuso que se había ido y que no era la misma que se sentó a su lado, pegó la frente a la ventanilla y justo pasó frente a la tienda en donde dejó a Sana quién estaba muy cerca de la pelinegra que la hacía reír. Era una buena chica y de seguro le gustaba a Sana por como estaba actuando se le veía a leguas que se iba a morir de un infarto cada que ésta se le acercaba.
Era la primera vez que están así de nerviosa desde que que la conoce no había actuado frente a nadie así, siempre siendo sería y con una ceja elevada, casi nadie lograba hacerla sonrojar como lo hizo Momo en tan solo segundos lo que le pareció muy divertido de ver. Eso le recordó a Nayeon, lo que producía esa chica con ella si que era terriblemente hermoso, aún cuando sabía que estaba mal su corazón latía con más fuerza cada que la veía. Trataba de que eso no sucediera y que nadie se diera cuenta de que siempre estaba al borde del colapso cuando la mayor la mirada o le sonreía.
Se sentía tan idiota por pensar en una persona que ya tenía pareja y que lo más probable es que se casen, tengan hijos y viva una vida feliz sin ella, al parecer no tendría suerte en el amor y mucho menos si en lo único que pensaba era en la peli corto, no había dejado de hacerlo y le dolía mucho el pecho cada que se recordaba que nunca estarían juntas, sería tonto muy estúpido de su parte si le sigue gustando, debería dejar de hacerlo pero nada era tan fácil como ella creía.
O quería creer.
Escuchó muy al fondo una canción que le gustaba mucho lo que la hizo sonreír y borrar todo pensamiento negativo que se estaba apoderando de su cabeza, miró hacia un costado una chica bajita rubia y con una gran sonrisa escuchaba música mientras dibujaba, se veía tan adorable que llamó mucho su atención. Era menor de eso estaba, tal vez muchísimo menor que ella o por un par de años no estaba muy segura, se veía tan feliz con el lápiz y papel que la cautivo.
De pronto se sintió alegre, como si le hubieran lanzado un hechizo de felicidad que llenó su corazón de alegría y emoción de ver lo que dibujaba, era extraño y muy loco estar tan al pendiente de alfo que está haciendo alguien que no tiene ni la menor idea quién es, que nunca se había topado y que puede que sea la única vez que la vea en toda su vida, pero aún con todos esos malos pensamientos se sentía extrañamente feliz.
Como si una paz inundó su apagado corazón por las tantas cosas que le sucedieron y sucedían. Suspiró aliviandose de cada cosa soltando lo que creyó imposible de alejar de su cabeza y sonrió con los ojos cerrados sintiendo como los rayos de sol tenues chocaban contra su relajado rostro, por primera vez en mucho tiempo pudo sentir y vivir la realidad sin que fuera un sueño.
"¿Podrías quedarte así un rato más?". Se sobresaltó por la voz de alguien muy cerca de su rostro. "Si no es mucha molestia, si quieres puedes irte". Abrió un poco para ver de quién se trataba, la chica a su lado era la que hablaba y asintió un poco.
"Me quedaré". Puede que sea una locura hacerle caso a alguien que puede que le diga que se quede así para robarle o asesinarla pero no quería dejar de sentir sus músculos sumamente relajados. "No tengo nada que perder". Dijo en un suspiro que se alargó por un largo rato, estaba segura que si volvía a escuchar a la chica se quedaría dormida.
"Que guapa eres". Sus mejillas ardieron pero más su mano la cual se rozó con la de la contraria, su corazón se aceleró tan rápido que sentía que se le saldría si no lo controlaba, le resultó extraño no poder hacerlo, siempre lograba tranquilizarse sin mucho problema menos hoy que parecía que se convirtió en una idiota incapaz de calmar aquellas sensaciones raras que se dispersaban por todo su cuerpo.
"Deberías concentrarte en la pintura". No estaba enojada ni mucho menos pero aparentar ser más adorable de lo que ya era no le estaba gustando. "Me gustaría ver el resultado luego". Un sonido de aprobación por parte de la más baja la hizo sonreír como una boba, había algo en aquella risilla que la cautivo, tal vez por lo sutil y delicada que fue.
"Cuando me dices que me concentre me lo haces más difícil". Myoui rió estando un poco de acuerdo con esa extraña chica que conoció hace un par de minutos atrás. "Tratare de hacerlo cuando tú dejes de sonreír así". Daba siempre en el blanco haciéndola sonrojar furiosamente.
Minutos de silencio que se volvían horas para las dos, quién no las conocía de seguro diría que son una tierna pareja de casadas, tal vez, tenían esa vibra de conocerse y gustarse desde mucho tiempo atrás. Algunos suspiros fue lo que se escuchó antes de el señor del bus anunciado que estaban cerca del lugar en el que Mina debía bajar. Aunque no quería debía hacerlo porque no tenía de otra.
"Tengo que irme". Hizo un mohín al ver que solo había un pequeño boceto. "Espero volverte a encontrar y ver cómo vas en mi dibujo". Estrecharon las manos y se levantó del asiento dispuesta a irse pero un roce en su brazo la detuvo.
"Podrías...". Elevó ambas cejas. "Darme tu número".
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro