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-- Aquí tienes mi boletin papi -- exclamó el menor, extendiendo entre sus manos la hoja.

Taehyung tomó aquel papel y soltó una sonrisa cuadrada al ver de nuevo, el promedio perfecto de su pequeño.

A pesar de haberle comentado, no tener problemas si presentaba notas bajas, Joon siempre demostraba que era capaz de muchas cosas, aún con sus tan cortos 9 años.

Cosa que al rubio, lo llenaba de orgullo. Por lo que se encamino contento a la cocina, para pegarlo en el refrigerador.
Seguido de Nam, quien estaba detrás suyo, cual gato con rayo láser.

-- Supongo que debo darte un regalo -- acotó al bajar un poco su mirada, tras dar media vuelta. -- ¿Que te gustaría? -- agregó.

-- SpringPark -- gritó feliz el moreno al responder.

Taehyung por su lado, trago en seco y fijo su vista a la heladera.
Pues su mente había pensado cosas, más tranquilas, como ir a la nueva exposición del museo, ver cangrejos, una película o algo así.

¿Acaso el peli rosa tenía la edad para ir?, ¿estaba creciendo?, ¿que pasará después?.

La mano cálida de su niño en la suya, elimino todo pensamiento y lo devolvió a la realidad finalmente.

-- Todo menos la montaña rusa -- dijo Tae ahora menos confundido, tras levantar su dedo índice. Recalcando entonces, aquella única condición.

El señor Kim era bastante protector con su único hijo, pero sin importar que, siempre cumplía una promesa.

Namjoon sonrió de oreja a oreja, enseñando asi sus bellos hoyuelos, mientras daba pequeños saltos y agradecía varias veces.

De hecho estaba tan eufórico, que subió corriendo las escaleras para cambiarse.

Lo cual era lógico.
Es decir, todos los niños, jóvenes y hasta adultos, pensaban esos días en una sola cosa; el SpringPark.

Un parque de diversiones, inaugurado en 1960.
Que, a pesar de sus ya 20 años, se volvía furor cada vez que se agregaba un nuevo juego.
Contando actualmente con unos 35 juegos electromagnéticos y 2 montañas rusas.

Comió algodón de azúcar en forma de conejo, jugó a los autos chocones y las pistolas de agua, por lo que solo faltaba tachar una cosa, de su lista mental.

Aquella última pero no menos importante, era la atracción que su padre le prohibió.

-- Papi, por favor -- suplicaba el menor, tirando leve del suéter ajeno, color marrón a cuadros.

Taehyung, con tal solo ver hacia apuntaba la mano pequeña, entendió rápidamente.

Namjoon sabía que no podía tenerlo todo, a veces mucho, es malo. Excepto, cuando se trata de su padre.
Este siempre le hacía caso, simplemente por ser débil a sus encantos.

Es decir, su madre los había abandonado y el pequeño, pensaba que fue su culpa.

Al principio le costó entenderlo. Aunque con el tiempo, amor y la paciencia, lo hizo.
Todo y gracias a su progenitor. Pues desde ese entonces, se tienen el uno al otro.

-- A la pequeña -- señaló el mayor tras agacharse un poco.

Ser padre soltero y primerizo, no era una excusa, claro, pero se estaban por mudar, debían disfrutar sus últimos días al máximo.

Ya que, un amigo suyo de la cuidad, habló con su jefe y el último, estaba dispuesto a entrevistarlo.
Por lo que el dejar a su hijo con una niñera, no estaba en sus planes. Mucho menos, si el tiempo era indefinido.

En la entrada de la montaña rusa, había una persona de cartón con una regla a su derecha.
Está, indicaba quien podía o no, subirse al juego.
Para Joon, era irónico pero las reglas, asi lo decían.

Nervioso por completo, vio a su padre con atención, buscando apoyo sin decir nada.

Taehyung en cambio, estaba ocupado hablando por teléfono.

-- Sube -- comentó un chico alto de cabello violeta.
Su ropa era roja y tenía el logo del parque, por lo que hizo caso.
No era un desconocido y tampoco le hablo, así que hizo bien.

El recorrido a pesar de ser simple, a cada paso que daba, aumentaba un poco la velocidad.
Ya para la séptima y última vuelta, el vagón hizo marcha atrás, revolviendo entonces, el cabello y estómago de Nam.

-- Aquí tienes -- dijo el joven al entregarle una bolsa.

El cuerpo del moreno se tambaleaba y las ganas de vomitar al bajar, no le faltaron.

Semi consciente, agradeció por la ayuda y busco a su padre.
Despidiéndose así, de la hermosa cabellera morada.

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