A little life brings hope home
Cómo pasaba todos los sábados en la noche la, ya adolescente, Hirai Soojin miraba de brazos cruzados justo al lado de la puerta principal como la mayor de sus madres le decía que no debía salir a esas horas y muchos menos así, cuando me refiero a eso, es a las ocho de la noche con un short y un top manga larga, algo que ella perfectamente hibiera usado cuando tenía su edad pero ahí es que va el asunto, que lo hacía ella pero no le gustaría que su hija lo haga porque conoce a lo despreciable que son los hombres.
"¿Me estás diciendo que no puedo salir así por los hombres?". Preguntó incrédula, a sus "bastantes largos" diecisiete años sabía lo que podía o no usar depende de la hora, además de que estaba consciente de que se veía muy bien y que lo peor de todo es que iría a la casa de esa chica insoportable que tiene de mejor amiga. "¡Voy a la casa de Shuhua que está a una cuadra de aquí!". Gritó fuera de sí, Momo miró a Sana quién esgaba leyendo un libro, ésta apartó unos segundos la vista y negó con la cabeza apretando los labios.
La que menos se tenía pensado que tomaría el orden de la casa en cuantos a los berrinches de una adolescente y de una mujer que ya no era tan joven, pero estaba embarazada, ha logrado hacer lo mayor posible para que puedan convivir de una manera armoniosa, sabía que tendría que esforzarse al doble cuando esos dos pequeños salieran del vientre de la pelinegra, no se le ha hecho para nada sencillo, aún así, tiene la confianza suficiente en ella para que las cosas mejoren en ese hogar que a veces parece que se convertirá en la tercera guerra mundial.
"Mi amor ella va a ir a ver a su novia". Las mejillas de la pelinegra se encendieron, no era su novia, solo se abrazaban y de vez en cuando sus labios se rozaban levemente lo que la hacía perder el control de sí misma, pero de resto solo amigas además de que no la soportaba era demasiado melosa para ella. "Antes de que refutes algo que no se puede refutar te comentó que Jihyo y Somi se detestaban pero ahora se aman". La relación que tenía con la mejor amiga de la mayor había mejorado enormemente.
Sobre todo cuando apareció con la sorpresa de que iba a llevarlas a Canadá para que la acompañarán a ese hermoso momento en el que le pidió matrimonio a la que ahora es su esposa, un hermoso viaje que no sabe, todavía, como puede llegar a pagarselo. "No es lo mismo, ellas estaban destinadas". Elevó ambas cejas al darse cuenta que su hija creía en eso que ella no, hasta que conoció a Momo y se dio cuenta que tal vez aquello que no creyó si que tuvo algo que ver para poder conocer al amor de su vida.
"Primero, pídele perdón a tu mamá". Se quedaron mirando por unos instantes, como detestaba que tuvieran el mismo orgullo, parecía que si no se entrometia entre ambas iba a acabar en algo muy malo, apretó los labios y se levantó, como detestaba cuando la interrumpían, era un buen libro y mañana debía ir al trabajo lo que sería la cosa más insoportable del mundo ya que tendría que aguantar a Nayeon diciéndole que es lo que debe hacer, la ascendieron al puesto en el que previamente estaba Im ya que ésta está en uno mejor, todos estaban super felices menos ella que por más que era una gran logro para su vida.
Era algo bastante estresante tener que convivir con otra embarazada más, es que ya no entendía cuántos bebés iba a tener pero si de algo estaba segura es que si seguían así harían un equipo completo de fútbol, bueno, no podría decir nada porque ellas contribuirían con dos nuevos bebés que de seguro serían delanteros por las patadas que le daban a la pobre Momo en las noches que no la dejan dormir.
"Nunca me voy a perdonar lo que pasó con el pez dorado". Por un descuido la japonesa mayor dijo en voz, muy, alta para el gusto de Soojin que sus peces habían fallecido y que los lanzaron al retrete cuando horas antes Sana le había explicado que se fueron a un lugar mejor en el que nadarian con sus amigas, explicándole que sos animales que deberían estar en el mar porque es en donde pertenecen. "Ni lo que pasó con la tía Mina". Dejarla en la casa de Myoui con Hyejoo no fue una buena idea, casi incendian la casa y Hirai se había ido a comprar algunas cosas porque tenía mucha hambre cuando era la encargada de cuidarlas.
"No hablo de eso que ni yo la he perdonado". Se miraron y resoplaron. "Hablo de que le gritaste". La menor de las tres se acercó a Momo y la abrazó. "Eso es lo que quería ver, ahora cúbrete más que te me resfrias y ve a la casa de tu noviecita, me avisas cualquier cosa". Asintió con una gran sonrisa y subió las escaleras, la peli gris miró de reojo a su novia y negó con la cabeza, los errores del pasado se quedaban en ahí pero habían algunos que ni ella podía olvidar, es que si se les hizo bastante difícil ser madres.
"¿No me has perdonado por todo eso?". Hizo un mohín, es que le derretía el corazón escuchar a su amada chica haciendo ese tipo de cosas, se acercó y la abrazó acariciando la espalda de ésta que de seguro dolía, se separó un poco y unió sus labios en un beso que consistió en pequeños roces y sonrisas bobas, seguían enamoradas como la pfimera vez que se dieron cuenta que lo estaban, sus corazones seguían latiendo rápido debido a sus acercamientos, es que seguían siendo esas chicas de veintitantos años amándose por primera vez.
"Claro que sí mi amor pero no lo podía decir frente a la niña". Frunció el ceño por unos instantes y se sentó en el sofá, levantando las piernas para apoyarlas en la mesita de noche, le dolían demasiado y se notaba que estaban bastante hinchadas, el embarazo seguía siendo riesgoso por lo que cualquier cosa extraña la alertaba pero eso de que esté acariciando su hinchado vientre, con los pies hinchados y con expresión de enojada era lo más común del mundo así que no llamaba a nadie, era algo de casi todos los dias porque había veces en los que volvían a esos momentos en los que dejaban a la bebé con Mina para darse una pequeña escapada.
Cada que recuerda eso sonríe porque no puede evitar sentirse nostálgica, quiere volver a esos tiempos para tener muchísimo más tiempo con Hirai que sabía que le quedaba mucho pero menos que antes, eso la hacía sentir un tanto mal pero a la vez quería que todo se acelera para conocer a sus pequeños hijos, los nuevos integrantes de la familia Hirai Minatozaki, era una gran contradicción que hasta el día de hoy no puede resolver, siente que volverá loca pero ahí sigue.
Luchando para que todo salga perfecto y pueda estar lo más fuerte posible para ayudar al amor de su vida a tener a esos pequeños que de seguro serán revoltosos, tiene tanta suerte de estar en una maravillosa vida en la que el amor es lo que reina, como ama despertar y lo primero que ven sus ojos es a la mayor con los labios entre abiertos, en cabello desordenado y de vez en cuando diciendo cosas que no logra entender, amaba cada cosa de ésta hasta cuándo gritaba se veía hermosa antes sus ojos que solo eran para Hirai.
"Mi tía me mandó una foto en la que salgo abrazada a una niña en preescolar". Levantó la mirada, otra vez, del libro hacia su novia y elevó una ceja, por alguna razón Momo parecía que le estaba diciendo algo pero no lograba entender. "¿Te gustaría verla?". Asintió y se acercó, estirando el brazo por el espaldar del sofá para que la mayor se pudiera recostar en su hombro y estar mucho más cerca. "Te presento a mi yo de pequeña y a...". No dijo nada y se lo enseñó.
Enseguida frunció las cejas cuando vio esa foto, no se lo podía creer era Momo. "Soy yo". Y a ella, casi le explota la cabeza al darse cuenta de ello, así que se conocían desde hace muchísimo tiempo pero no sé acordaban de la otra seguro porque fueron al mismo colegio, sonrió en grande al darse cuenta que por más que no lo recuerda estuvo compartiendo con la mujer que ama por más tiempo del que creyó, como la amaba, no había nadie que llegará a igualar el amor que le tiene a Momo, bueno su hija, pero es otra clase de amor.
"Las vueltas que da la vida". Asintió apretando levemente los labios, de seguro que si su amistad pasaba más allá del preescolar su pasado sería distinto, aún así agradece por todo lo que pasó ya que gracias a eso puede decir ahora que está al lado de la mujer que ama, tiene una hija que adora con su ser, una mejor amiga que por más que aparezca de la nada sin avisar sobre todo en momentos en los que está en una situación comprometedora con su pareja aparece de la nada, una cuñada, Chaeyoung, que por más que la quiera matar por robarle a su blanca paloma, la quiere y una talentosa sobrina.
Además de un excelente trabajo y una Nayeon que está más perdida que otra cosa.
Su vida dio un gran giro al ir a Corea y cada una de las cosas que pasaron fueron por algo, no va a cambiar el pasado aún si tuviera la oportunidad porque sabe que cualquier cosa hará que ésto no sea lo que lo hubiera vivido, está bastante cómoda y se podría decir que luego de mucho tiempo logró conseguir la felicidad en un mundo en el que lamentablemente no todos la consiguen.
Tantas veces en las que había pensado en acabar con todo, agradece que esa voz en su cabeza que me decía que todo estaría bien tuviera razón, hacerle caso fue la mejor opción de todas, tenía lo que mas había deseado en todo el mundo, incluso sus padres, una familia y una vida plena que seguirá disfrutando hasta que se acabe, aunque está segura que eso no pasará y si llega a suceder será en muchísimo tiempo, porque no cree que su vida tenga un final si no comienzos.
Todavía recuerda las veces en las que prácticamente huía de Hirai porque tenía miedo de que la rechazará o algo por el estilo cuando no lo iba a hacer pero nadie podía con ella, siempre de pesimista en éste tema, ahora se da cuenta que fue la mejor decisión dem mundo ser sincera con sus sentimientos por más que había pasado demasiado tiempo, gracias a eso se dio cuenta que la espera, la paciencia y la perseverancia son muy importantes para construir algo que si valga la pena, que haga que te sientas bien contigo mismo y que te ayuda a avanzar no ha estancarte.
Miró de reojo a Hirai Momo, la mujer que llegó a su vida para cambiarlo todo, hacerla dudar hasta de su propia existencia, aquella chica que de seguro no estaba a su nivel y que nunca me haría caso, es la misma que está abrazando y que le lee uno de los versos más románticos que pudo llegar a encontrar en ese libro, esa que la mira con admiración y amor, la que hizo que su vida fuera para mejor, la que amó, ama y amara por el resto de su existencia porque es su vida, es su todo.
Si pudiera decir que es un color diría que es el purpura, porque es su favorito.
"Te amor Hirai Momo". Musitó con una pequeña sonrisa dibujada en sus rojizos labios.
"También te amo Minatozaki Sana". Y se fundieron en un hermoso beso que sellaba, una vez más, lo que sienten.
Fin.
Simplemente gracias por todo.
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