Sus ojos relucen feroces en la oscuridad de la noche. Han perdido su color natural. Vaga sin rumbo por una ciudad extraña y nueva para él. Y entonces lo siente. Siente una mezcla de aromas que resultan fascinantes. Un olor que hace que sus colmillos se expongan y su boca comience a salivar tan solo de pensar en sentir esa sangre en ella. Y estar hambriento no ayuda mucho a controlarse.

Sigue el aroma hasta entrar en un bar y se sienta a la barra donde el olor es más intenso. Pero hay demasiadas personas. Así que mientras espera, ahoga sus penas y sufrimiento, una vez más en alcohol.

Viene haciendo lo mismo de ciudad en ciudad y solo espera poder quedarse en ésta mucho más tiempo. Y para eso, va a tener que aprender a controlar sus instintos asesinos. Esos que hacen que quiera desangrar a cuanta deliciosa presa se le cruce en el camino. Como la rubia que está limpiando las mesas cuyo olor lo condujo hasta allí esa noche.

Ella le recuerda a su hermana y no cree poder hacerle lo mismo que a las demás. Así que necesitará otro plan. Uno bien metódico y planificado. Uno a largo plazo. Uno donde pueda convencer a esta deliciosa presa y hacerla desaparecer como si nunca hubiese existido y sin levantar sospechas.

Pero de algo está seguro, no se va a rendir hasta haber degustado hasta la última gota de su dulce y deliciosa sangre.

El es un depredador mortal y pronto las presas comenzarán a caer en su trampa mortal.

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Xoxo