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8.- Despertar

Abro los ojos lento a la luz de la mañana que se filtra por la ventana. Puedo apreciarlo todo con mucha más nitidez que antes. Puedo ver las partículas de polvo flotar en el aire. Me incorporo en la cama. Ya no siento dolor. Pero tengo miedo de mirarme y ver las horribles marcas que deben haber quedado en mi piel. Respiro varias veces antes de llenarme de valor y bajar la mirada hacia mi cuerpo.

Lo primero que miro es mi brazo. Parpadeo varias veces tratando de entender que es lo que estoy viendo. En el lugar en que mi carne estaba abierta en cuatro profundos surcos, solo han quedado unas pequeñas e imperceptibles cicatrices. Cuatro para ser exactos.

Me destapo y miro hacia mi pierna. Apenas y se notan las de allí también. Deslizo mis manos por mi cuerpo sintiendo la textura de mi piel, cada poro, cada vello de mi cuerpo. Las deslizo por la sábana y la textura cambia por completo a otra muy diferente. Puedo sentir cada fibra de la sábana mientras deslizo la yema de mis dedos por ella. Y entonces agudizo mi oído. Puedo escuchar los sonidos lejanos de los cascos de caballos que tiran de los coches por la carretera. Y también puedo sentir unos pasos caminando por algún lugar de la casa.

—Mañana no las notarás y tampoco el resto de los humanos.

Su voz me sobresalta y me cubro rápido con la sábana a pesar de que ya él me ha visto por completo desnuda, en dos ocasiones. No lo esperaba aquí. Ahora sé que los pasos que sentí, eran los suyos. Se ha detenido en la entrada de la habitación, justo debajo del marco de la puerta. Y por un momento, lo observo con atención.

Lleva la misma ropa de anoche. Unos levis oscuros que se ajustan a sus piernas musculosas y unas botas de color marrón. La remera blanca de cuello V, que llevaba la noche anterior y se ajustaba a su cuerpo fornido, ha desaparecido. Recuerdo que estaba rasgada en el hombro y cubierta de sangre. Pero mejor así. No tengo nada de por medio entre su cuerpo escultural y mi mirada inquisitiva.

Su cuerpo es de infarto, ya de eso me había percatado la noche anterior cuando me cargó en sus brazos y yo me recosté contra su pecho. Pero verlo así, frente a mí y a esta hora de la mañana, es mucho mejor que cualquier desayuno que me puedan ofrecer. Su pecho está cubierto por una ligera capa de bello rubio, que desaparece donde comienzan sus abdominales y vuelve a aparecer debajo de estos formando un camino feliz que desaparece en sus jeans. Luce apetitoso, no sé por qué. Entonces recuerdo que me advirtió que su sangre tendría ciertos efectos en mí. ¿Quizás este es el efecto de haber bebido su sangre? Necesito hablar de algo y dejar de mirarlo tanto.

—¿Te quedaste aquí toda la noche? —pregunto apartando mi mirada de sus abdominales esculpidos.

Aren camina hacia donde estoy y se sienta en el borde de la cama.

—No iba a dejarte sola a pasar por el infierno que pasaste.

—¿Qué me ha sucedido? ¿Me has transformado? —le pregunto porque no entiendo porque todos mis sentidos están mucho más alertas que antes.

—No. ¿Acaso me crees capaz de hacer algo así en contra de la voluntad de alguien? —pregunta muy serio mientras frunce el ceño.

—No lo sé, apenas te conozco.

—Anoche te comenté que mi sangre tendría ciertos efectos en ti.

Entonces todos mis sentidos están más agudizados y más alertas gracias a su sangre. Entonces mis pensamientos son interrumpidos cuando siento algo que no había sentido antes. Una leve cadencia, el latir de un corazón. Miro a Aren. No es el de él, este apenas late. Lo hace, pero con una lenta cadencia. El que siento late en una habitación diferente y muy deprisa.

—¿El lobo sigue aquí? —pregunto percatándome de que el corazón que siento latiendo es el suyo.

—Sí. Ya lo he curado de la mordida que tenía y está descansando, ahora en su forma humana.

—¿Mordida?

—Sí. Seguro alguna riña con un lobo enfermo y este lo mordió y le transmitió un virus que hizo que se transformara en un lobo rabioso.

—¿Un virus puede hacer eso?

—Uno de mi mundo, sí. Ven a desayunar, te tengo listo un banquete para que repongas energías. Has perdido mucha sangre, y para un humano, imagino que no es muy bueno.

—Primero necesito vestirme. — le digo mientras lo miro a los ojos algo apenada, no sé porqué.

—Déjame ayudarte. — me tiende la mano y me sostengo de ella para ponerme de pie mientras con la otra, agarro con fuerza la sábana contra mi pecho.

—Gracias. —murmuro.

Y tengo que agarrarme fuerte pues siento como si todo mi mundo girara de repente y se me viniera encima.

—Quizás te sientas algo mareada. Sostente de mí. — vuelve a decirme mientras yo me sostengo fuerte de su antebrazo.

No pienso soltarlo por nada del mundo.

Aren me conduce hasta el baño y cuando se asegura de que no me voy a caer, me da algo de privacidad para que me vista. Cierro la puerta y solo entonces dejo caer la sábana y me acerco al lavamanos. Aún no sé porque no he dejado la sábana en la habitación.

Me miro en el espejo. Puedo ver mi rostro con más detalles que antes. El color de mis ojos no es simplemente azul como yo creía, tienen unos ligeros destellos de color gris. Puedo ver incluso el más mínimo detalle de mi piel. Tener sangre de vampiro en el sistema, tiene sus ventajas. Deslizo mis dedos por mis pómulos, que hoy resaltan más, por mi nariz, que noto aún más perfilada que antes y por mis labios rojos y carnosos. Y la sensación al tocarlos es tan diferente a cuando lo hacía antes. Siento sus pasos afuera en la habitación. Necesito vestirme.

Encuentro un short y una camiseta, me cepillo los dientes a toda velocidad y salgo del baño. Aren me espera sentado en la cama y me ofrece su brazo otra vez, del cual me sostengo encantada y sin dudarlo. No voy a perder una oportunidad de tocarlo.

Me conduce hacia el comedor y me ayuda a sentarme antes de comenzar a poner la mesa a una velocidad no apta para el ojo humano. Sin embargo, mientras agudizo mi sentido de la vista, todo se ralentiza. Puedo ver todo lo que él hace con lujo de detalles, como si él fuese un humano y no un vampiro de más de mil años.

Lo observo como sirve los huevos revueltos y el tocino. Saca los buñuelos de la bolsa de papel y los acomoda en un plato. Va hacia la nevera, saca una botella de jugo y después lo acomoda todo en la mesa. También coloca en otro plato tostadas y saca una barra de mantequilla. Todo esto lo hace mientras sonríe. No entiendo el porqué de su sonrisa. Pero me gusta la forma en que lo hace.

—Listo. — dice sentándose a la mesa frente a mí.

—No sabía que los vampiros comían comida normal. — le pregunto mientras tomo uno de los buñuelos y lo coloco en mi plato.

—Que bebamos sangre cada cierto período de tiempo, no significa que solo vivamos de ella. También necesitamos de este tipo de comida. — dice mientras se sirve un vaso de jugo y pone también un buñuelo en su plato.

—Imagino que saliste de compras para poder preparar todo esto. — no recuerdo que mi nevera estuviese tan abastecida.

—Fue solo un segundo, y ya estabas fuera de peligro.

—¿En algún momento estuve en peligro? —inquiero asustada.

No quiero ni imaginar que estuve al borde de la muerte o la transformación, para ser más precisos, en una criatura sobrenatural.

—Para nada, yo estaba cuidándote—me mira a los ojos—. Conmigo, nunca estarás en peligro—aparta su mirada de mí y mira hacia el desayuno—. Espero te guste todo lo que he preparado, hace tiempo que no lo hacía para nadie.

—Podrás haber preparado el resto, pero no vas a engañarme con que los buñuelos los hiciste tú, los reconocería donde fueran, son del Café Du Monde.

Él me sonríe.

—No pensaba hacerlo. He escuchado que son muy famosos por aquí.

—Y deliciosos. — murmuro mientras me llevo uno a la boca.

Solo entonces me percato de que ha puesto dos platos más en la mesa, además de los nuestros.

—¿Esperamos a alguien más?

—Además del lobo que está despertando, tu amiga está a una cuadra de distancia.

—¡Mel viene hacia aquí! —me levanto de un salto—. ¡Mierda! Debe estar preocupada por mí. Anoche desaparecí sin decirle nada. — exclamo nerviosa y preocupada. No sé qué voy a contarle.

—En realidad, ella viene a disculparse contigo.

—¿Disculparse? —no entiendo nada. Yo fui la que desapareció. A mí es a la que casi devora un lobo rabioso. Yo soy la que debería disculparme, no ella.

—Sí. Al parecer ella desapareció anoche y te abandonó.

—¿Y eso como lo sabes? ¿Acaso puedes leer su mente desde aquí?

—No, no puedo. Pero ella viene murmurando como pedirte disculpas. Eso si lo escucho desde aquí. —sí. Definitivamente es Mel. Justo en ese instante tocan a la puerta y yo me giro hacia allí—. Yo abro.

—Está bien. —acepto mientras Aren se levanta y se dirige a la puerta.

Me le quedo mirando su ancha espalda mientras desaparece del comedor. Pero si está semi desnudo. Agudizo mis oídos mientras sigo sus pasos en dirección a la puerta. Siento la puerta abrirse y a Mel, jadear de la impresión. Tengo que contener la risa, me gustaría estar allí para haber visto su reacción. Pero me conformo con escuchar lo que se dicen.

—Buenos días—le dice Aren—. Adelante, te estábamos esperando.

Mel no responde. Esto no es normal en ella. ¿Le habrá sucedido algo? Siento los pasos de Mel mientras entra y camina hacia el comedor. Pero también siento los pasos de Aren dirigirse en otra dirección diferente, imagino que a comprobar a mi inquilino él lobo. Mel llega junto a mí y la invito a sentarse. Tomo asiento de nuevo y entonces ella se gira hacia mí.

—¡No me digas que ese es el vampiro! —es definitivo está en shock.

—Veo que lo has conocido. — murmuro con una sonrisa mientras le doy una mordida al buñuelo que tengo en el plato.

—¡Lizzy! ¡Eso no es un vampiro! —dice señalando en la dirección en que Aren se encuentra.

—¿Qué no es un vampiro? —inquiero algo asustada.

Si no es un vampiro. ¿Qué es?

—¡No! ¡Es un dios Nórdico! —exclama con voz melosa y no puedo evitar reírme antes sus ocurrencias.

—No seas exagerada. — le digo golpeándola en el hombro.

—No es exagerar. ¡Es que no viste su estatura y su cabello y sus hombros y su abdomen esculpido y su espalda! —creo que alguien le echó un buen vistazo.

—Sabes que él te puede escuchar, ¿cierto? —ella abre mucho los ojos y se tapa la boca con las manos.

—¡Mierda! ¡Lo olvidé!

—Vamos, desayuna. — le digo señalando hacia la mesa.

—Lo siento mucho por anoche. — me dice con cara de súplica.

—¿Qué sucedió anoche?

—Que me marché del festival y te dejé abandonada. Soy una mala amiga, ni siquiera te envié un mensaje para avisarte. — si ella supiera que la que por poco no hace el cuento fui yo, pero mejor no la atormento con eso. Ya tiene suficiente con creer que me abandonó.

—No tienes de que preocuparte Mel...—pero ella me interrumpe.

—Sí, ya vi. Se encontró contigo, te trajo a casa y se quedó a pasar la noche. — me dice mientras se sirve un buñuelo en su plato.

—Sí. — para que le voy a mentir si lo ha visto aquí.

—¿Solo a pasar la noche? —inquiere alzando una ceja sugerente.

No puedo contestarle por dos motivos. El primero es que no quiero seguirle mintiendo. Y el segundo es que somos interrumpidas por los dos hombres que entran en el comedor. Aren ya no está semi desnudo, se ha puesto una camisa de color azul que hace resaltar, aún más, el color de sus ojos. Ambos se sientan a la mesa y Mel los mira a los dos de forma alterna, y después me mira a mí.

Entrecierra los ojos hacia mí y vuelve a mirar a los dos hombres. Sé lo que debe estar pensando y al parecer Aren y el lobo también porque ambos están sonriendo mientras me miran.

—Me disculpan un momento, necesito ir al baño. — Mel se levanta y se dirige hacia mi habitación.

—Veré si necesita algo. — salgo detrás de ella y la encuentro sentada en mi cama.

—Mel...—pero ella me interrumpe.

—No quiero saberlo. Por favor no me cuentes nada —pero mientras ella dice eso reflexiono. Es mejor que piense que me he montado un trío con un lobo y un vampiro a contarle que estuve a punto de perder la vida—. No lo entiendo, de verdad que no. —me dice de la nada.

—¿Qué es lo que no entiendes? — le pregunto estupefacta.

—Hasta hace una semana ni siquiera conocías a un vampiro y ahora resulta que te lo has montado hasta con un lobo.

Pongo los ojos en blanco mientras ella me mira como esperando una explicación. Una, que me acaba de decir que no desea escuchar.

—¡¿Y?! —pregunta mirándome expectante.

—¡¿Qué?!

—Que cuentes mujer, no me dejes con el suspenso.

—¿Pensé que no querías saber? —inquiero conteniendo las ganas de reír.

—¡Estás loca! Esa es la fantasía de cualquier mujer de New Orleans. Ahora, con lujo de detalles, cuenta lo que sucedió anoche y como terminaron los tres aquí.

—¿Y el desayuno?

—Que esperen. Son inmortales, para ellos el tiempo transcurre de forma diferente.

Mel no me va a dejar en paz sin antes haberle contado todo lo sucedido "anoche". Necesito inventar una historia para ella. Una que Aren y mi invitado van a escuchar. Una que ambos van a confirmar después. Y una que sé, que recorrerá todas las calles de New Orleans.

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Espero les guste este capítulo. ¿Que creen que va a inventar Lissy?

Déjenme sus comentarios y no olviden votar.
Xoxo🐦⭐

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