4.- Poder
Lo que llama mi atención no es su cuerpo, es el color que está adquiriendo su piel. Unas venas negras ascienden por su pecho y parte de su cuello. No creo que esto sea un buen síntoma. Intento decirle algo, pero el comienza a hablar.
—Cuando pruebe tu sangre—hace una pausa, le está costando respirar—...se creará un vínculo entre nosotros—otra pausa—. Siempre podré saber dónde estás—esta vez aferra las manos al borde de la cama—. Y una vez que entierre mis colmillos en ti, sentirás una creciente euforia y placer que te serán difíciles de controlar.
—¿A que te refieres? ¿Cómo una droga? —no soy ingenua he consumido algunas drogas recreativas como el éxtasis y sé cuáles son sus efectos.
—No. Más bien como deseo sexual. Tendrás ganas de sexo. Y necesito que seas capaz de controlarlo.
Esto no me lo esperaba.
«¡Maldita Mel! ¿Por qué no me explicó esta parte?»
—¿Y eso es normal que suceda?
—No lo es. Al tener la edad que tengo, mi veneno es el más fuerte de toda mi especie, el más puro podríamos decir. Si fuera un vampiro normal, solo sentirías felicidad.
—¿No eres un vampiro normal? —le pregunto a pesar de que ya me lo está confirmando.
—Creo que ya eso lo sabes Lizzy. — y en ese instante deja escapar un grito desgarrador.
No puedo continuar viéndolo así, sufriendo, sin yo hacer nada. Las venas negras han ascendido por su cuello hacia su mentón. Aparto mi cabello a un lado y dejo mi cuello expuesto para él.
—Aliméntate de mí.
—Hay algo más que necesitas saber. — me dice mientras se apoya en una mano contra el colchón.
—No me importa lo que me digas. — le digo ayudándolo a incorporarse.
—No creo que pueda detenerme si me alimento de ti. — me confiesa en un gemido de dolor.
Y me mira a los ojos. Después de lo que me acaba de decir, sé que debería de pensarlo, meditar si lo salvo o no. Pero no puedo pensar, ya lo haré más tarde. Si es que salgo viva de esta.
—Si debo dar mi vida por salvar la tuya, que así sea. — le contesto acercando mi cuello a su boca.
—Nuestra relación está a punto de cambiar, y no tienes idea cuánto.
Tengo en mi mente una idea de lo que va a suceder, pero no es así. Él no se abalanza con ferocidad sobre mí como un depredador hambriento sobre su presa. Acerca con cuidado su cuerpo al mío. Acaricia mi cuello con una mano mientras acerca su boca hacia él. No me muerde, me besa como un amante experto a punto de hacerme jadear de placer.
—¡Aren!—su nombre se me escapa en un gemido sin tener idea de porqué. Esto está mal en todos los sentidos.
Un vampiro acaba de hacerme gemir de placer y solo me ha besado. Eso es algo que jamás me imaginé que sucedería en mi vida.
—Intentaré que mi mordida no sea muy dolorosa para ti. — dice mientras continúa besando mi cuello.
No entiendo cómo puede tener esa voluntad. Se está muriendo y aun así está alargando el proceso. Está seduciéndome con sus caricias y sus palabras. Puedo sentir sus colmillos afilados, deslizándose por mi piel, haciéndome estremecer por completo. Deja otro beso sobre la clavícula y mi cuerpo reacciona. Mi mano se mueve por voluntad propia y termina sobre su muslo.
—¡Aren! — su nombre escapa ahora como una advertencia.
—Como no sé si sobrevivirás, puedes tocarme todo lo que desees.
Una parte de mi cerebro procesa sus palabras, pero no las interpreta. Sé que debo saber lo que significa lo que me acaba de decir. Pero no puedo pensar de forma coherente mientras su boca está tocando mi piel. Sube dejando besos por todo mi cuello. Dejo escapar otro gemido y aprieto su muslo justo en el instante en que sus colmillos atraviesan mi piel.
—¡Ah!
Se ha sentido extraño y a pesar de que he gritado, no ha sido de dolor. Mi grito ha sonado más como un gemido de placer. Cierro los ojos y comienzo a sentir el calor que se extiende por todo mi cuerpo desde mi cuello y hacia lugares que hace tiempo nadie toca. Y junto al calor, comienza a crecer en mí un placer y deseo indescriptible y desenfrenado. Algo que nunca antes he experimentado.
—¡Aren! —su nombre escapa en un gemido y después muerdo mi labio inferior.
Aren deja escapar un gemido contra mi cuello mientras succiona mi sangre y hace que todo mi cuerpo se estremezca. Esto está mal.
Una pequeña parte de mi subconsciente, la parte cuerda que queda en mí, me dice que no lo haga. Pero cuando el calor termina de invadir mi cuerpo por completo, mi cerebro se desconecta y dejo de razonar. Subo mi mano por su muslo fuerte hasta su entrepierna y presiono. Esto es lo que deseo y se lo dejo saber mientras muevo mi mano sobre él.
La lujuria ha tomado el control de mi cuerpo y a dominado todos mis sentidos. En lo único que puedo pensar en estos momentos es en él poseyendo mi cuerpo de cualquier forma posible. Aren continúa bebiendo de mí y a cada instante me siento mucho más liviana, como una pluma que es levantada por el viento y echada a volar.
Abro los ojos y veo borroso frente a mí. Siento su mano en mi mejilla acariciándome y enviando descargar eléctricas que desaparecen en mi piel y se convierten en algo apenas imperceptible. Es todo como un sueño.
Parpadeo varias veces sin creer lo que sucede a mi alrededor. Todo ha quedado envuelto en una leve nebulosa de bordes difusos.
Vuelvo a cerrar los ojos y me dejo llevar por el cúmulo de sensaciones que inundan todos mis sentidos. Subo mi mano para desabrochar su pantalón, necesito mucho más. Y en cuanto suelto el botón, es como si hubiese accionado un resorte en él. Ya no lo siento sujetándome, o succionando mi sangre. Abro los ojos y en menos de un segundo, Aren se encuentra del otro lado de la habitación. Sus ojos ya no están oscuros, han recuperado su color azul. Gruñe mostrándome sus colmillos. Veo como mi sangre a manchado en algunas partes su camisa de lino blanco.
—Te dije que debías controlarte. — me dice en voz grave y ronca mientras puedo ver como la sangre, mi sangre, sale de su boca y corre por su mentón.
—También me dijiste que no podrías detenerte, y lo has hecho. — le digo con voz sensual.
No me reconozco. Esta no es mí voz. No suelo hablar en este tono melodioso y seductor. Nunca he sido ese tipo de mujer. De las que deben seducir a alguien para lograr su objetivo.
—Lo he hecho solo porque me has tocado. Lizzy no tienes ni idea de que sucedería. — me dice mientras se limpia la sangre de su mentón con el dorso de la mano.
—¡Te deseo! —le grito desesperada porque continúe besando mi piel.
—No, no lo haces. Es el veneno en tu cuerpo el que habla por ti.
—No me importa. Nunca he deseado tanto algo, a alguien.
—Cuando se te pase el efecto, no pensarás igual.
Me pierdo en su mirada feroz. Aún siento calor y necesito deshacerme de un poco de ropa porque siento que me voy a asfixiar. Me pongo de pie y deslizo los tirantes de mi vestido por mis hombros, dejando que este caiga al suelo. Aren no se ha movido de donde está, pero mira con atención cada movimiento que hago mientras me saco las zapatillas y me acerco, con solo mi ropa interior, hasta donde él está.
—Este calor me está matando. Necesito que lo hagas desaparecer.
—No me pidas eso Lizzy, por favor. No quiero hacerlo mientras tienes mi veneno en tu sistema.
—Aren, necesito que esta quemazón desaparezca. — le digo mientras pongo mis manos en sus hombros.
El calor que siento no ha menguado nada, se ha intensificado, aún más entre mis piernas. Aren no ha apartado su mirada de mí y yo me pierdo en ella. Sus ojos han cambiado de color, o eso me parece, no lo sé. Quizás es que mis sentidos se han nublado y estoy viendo visiones. De repente estoy acostada en mi cama, con el sobre mí, sin camisa.
Admiro su cuerpo que es impresionante. Su piel se siente como acero, duro, pero es cálido y reconfortante al mismo tiempo. Bajo mis manos hacia su pecho. Es firme y musculoso. Y no puedo explorar más porque su abdomen está en contacto con el mío mientras me presiona contra el colchón.
—Creo que debería haberte advertido del poder que tendrías al conocer mi nombre. Pero es demasiado tarde. Ahora voy a hacer que ese ardor desaparezca.
Sin decirme nada más, sus labios se unen a los míos. Y en cuanto lo hacen, es como si todo mi mundo de repente se iluminara. Como si llevase años dormida y de repente despertara. La sensación de sus labios sobre los míos, no se compara a nada que haya experimentado jamás. Es como ver fuegos artificiales por primera vez en la vida. Esa sensación de que tu corazón se quiere salir por tu boca, tu corazón golpeteando en tus costillas. Eso, no se olvida jamás.
Puedo sentir un ligero sabor metálico mientras me besa, el sabor de mí sangre, pero no rechazo su beso. Esto solo hace que enrede mis manos en su cuello y tire de su cabello hacia atrás haciéndolo gemir contra mí boca. No puedo tener suficiente de él. Deslizo mi lengua por sus labios que devoran los míos y la introduzco en su boca. El gime otra vez y yo también.
Nuestros gemidos se mezclan y deslizo la lengua por sus colmillos. Se sienten afilados. Aren separa su boca de la mía y baja por mi cuerpo besando toda mi piel que arde por él. Cuando llega al sujetador lo hace desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Y entonces su boca y sus manos están en mis senos, apretando, chupando y mordiendo. Me arqueo de placer y dejo escapar un gemido cuando sus colmillos perforan mi piel. Y tan rápido como entran, vuelven a salir y continúa su recorrido hacia el sur, besando, apretando y haciéndome gemir.
Aren besa cada milímetro de mi piel como todo un experto. Se deshace del tanga y creo verlo sonreír antes de sentir su boca sobre mi sexo. Siento que voy a explotar de placer, esto es demasiado. Su lengua traza círculos sobre mi clítoris antes de deslizarse entre mis pliegues. Esto es demasiado para mí. Mis paredes comienzan a tensarse ante el inminente orgasmo. Y entonces el hace algo que jamás me esperé. Me muerde. Y yo exploto en el orgasmo más intenso que he experimentado en mi vida.
Mientras él chupa, las oleadas de placer continúan extendiéndose por todo mi cuerpo. Puedo sentir mi sexo palpitando con intensidad contra su boca. No quiero que esta sensación termine nunca. Quiero que dure por siempre.
—¡Mas! —pido suplicante.
Me aferro a sus hombros y grito de placer una y otra vez hasta que el deja de morderme.
En el mismo instante en que sus colmillos y su boca se separan de mi cuerpo, el placer y los espasmos de mi orgasmo comienzan a desaparecer. De repente me siento muy cansada y soñolienta. Veo su silueta sobre mi cuerpo algo difusa.
—Gracias por salvarme la vida. — susurra con una sonrisa, creo, apenas puedo distinguirlo bien.
—Un placer. — le contesto y apenas escucho mi voz.
—Duerme Lizzy. — me dice mientras besa mis labios y se separa de mí.
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Gracias por leer. Xoxo
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