3.- Deuda
Hoy despierto con una idea fija en mi mente. Tengo cero conocimientos acerca de los vampiros o cualquier otra criatura que habita en la ciudad. Pero desperté esta mañana con un especial interés por los vampiros. Por suerte para mí, conozco a la persona indicada para cultivarme en estos temas. Así que me dirijo hacia el lugar que ella más frecuenta y donde sé que la encontraré a esta hora de la mañana. Necesito información urgente.
Y allí está sentada comiendo unos buñuelos en el Café Du Monde.
—No me vas a creer cuando te lo cuente. —le digo mientras pongo un moca delante de ella.
Mel mira el café y después a mí.
—Siéntate, ya has acertado con el café—y cuando estoy sentada se me queda mirando a la cara. —¡Qué te sucedió en el rostro! —exclama asustada.
—Anoche intentaron violarme y matarme.
—¡Que! —grita, pero se queda mirándome incrédula—. No luces como si hubiesen hecho algo contigo, además del golpe en la cabeza.
—En realidad, fue más bien un intento de asalto al bar. Me golpeó cuando se percató que la caja estaba vacía y quiso cobrarse con mi cuerpo.
—Pero no lo hizo, ¿cierto?
—No. Un vampiro me salvó la vida. Deberías haberlo visto como lo levantó en el aire con una mano y después le succionó la sangre, fue impresionante en verdad.
—No me digas. ¿Y supongo que te le ofreciste como agradecimiento por haberte salvado la vida?
—Disculpa. ¿Acaso me crees una zorra?
—No es eso, no me malinterpretes. —contesta riendo a carcajadas—, pero deberías habértele ofrecido para que se alimentara de ti.
—Aja. Primer vampiro que conozco y me tengo que lanzar a sus brazos. —murmuro mientras pongo los ojos en blanco y me cruzo de brazos.
Mel se ríe a carcajadas una vez más. Siento que se está burlando de mi ignorancia con respecto a mis conocimientos de estas criaturas.
—Lo siento. Pero estás entendiendo todo mal. Si un vampiro bebe de alguien sin su permiso se debilita y muere.
—¿Cómo sabes eso? —ahora recuerdo que el asaltante le dijo algo sobre beber de el sin su permiso anoche.
—Por dios Lizzy, todo el mundo lo sabe—yo no lo sabía. Es por eso que acudí a ella—. Cuando te ofreces a un vampiro, para alimentarlo, es como si tuvieses un protector cuidándote.
—A cambio de drenar mi sangre hasta dejarme seca. —le digo con algo de sarcasmo.
—No— Mel se continúa riéndose de mi ignorancia—. Solo necesitan alimentarse una vez al mes, aproximadamente. Piensa que sería como si tuvieses el período.
¿Por qué no sabía nada de esto? Sé por qué. Nunca me he interesado por los vampiros. Hasta hoy.
—Resumiendo lo sucedido—sigo con mi historia—. Después de que me salvó, me acompañó hasta la casa y después salió volando por el cielo nocturno...
—Espera, espera, espera. ¿Cómo que salió volando? —dice interrumpiéndome.
—Pues volando Mel, ya sabes, como Superman, pero sin la capa. ¿No me digas que no sabías eso? —creo que acabo de descubrir algo que ella desconoce.
—Hay un problema con tu historia Lizzy. — me dice ahora muy seria.
—¿Cuál es el problema?
—El problema es que los vampiros no vuelan.
—¡Cómo dices!
—Que los vampiros no vuelan Lizzy. ¿Estás segura que era un vampiro?
—Bastante segura. Vi sus ojos rojos y sus colmillos. Y creo que hizo una demostración de fuerza al levantar al tipo en el aire como si no pesara nada.
—Hay muchas criaturas que aún desconocemos, debes tener cuidado. Si es un vampiro, no sé qué tipo de vampiro sea. Pero los que conozco, ninguno puede volar.
Mientras limpio la barra del bar esa noche, continúo pensando en lo último que hablé Mel. ¿Qué tipo de vampiro es mi salvador cuyo nombre, por cierto, desconozco? Y no tengo idea de porque continúo pensando en eso una y otra vez. No lo voy a volver a ver.
—Me pone un trago bien fuerte.
Alzo la mirada al escuchar esa voz. Y ahí está él, en el otro extremo de la barra. No luce muy bien. Está algo pálido y ojeroso. Pero que estoy diciendo, es un vampiro, se supone que todos lucen así, ¿o no? Pero entonces veo como hace una mueca de dolor y cierra las manos con fuerza sobre la barra. Definitivamente, no se encuentra bien.
Miro el reloj. Falta una hora para que termine mi turno. Me acerco a mi compañero de turno que está limpiando una de las mesas.
—Robert, crees que puedas cerrar por mi hoy, no me siento muy bien. —le digo fingiendo dolor de cabeza.
—Claro, seguro fue ese golpe que te diste anoche. Vete tranquila, yo cierro.
Recojo mis cosas y me acerco al vampiro de nombre misterioso.
—Hola—lo saludo, pero él no dice nada—¿Me acompañas a casa? —le pido con una sonrisa. Él paga por su bebida, me da una leve sonrisa y sale conmigo del bar—. ¿Por qué no me lo dijiste? —le pregunto mientras caminamos rumbo a mi casa.
—¿Qué es lo que no te conté? —mi mirada se pierde en sus ojos azules que relucen en la calle parcialmente iluminada.
«¿Porque es tan críptico? ¿Qué más me está ocultando?»
—Que necesitabas alimentarte de alguien que se te ofreciera. —le digo mientras él aparta la mirada de mí.
—Ah, alguien ha estado investigando. ¿Qué más descubriste sobre nosotros?
—Que los vampiros no vuelan—. respondo con sarcasmo.
—No todos podemos hacerlo. Muy pocos lo hacemos en realidad. —confiesa en voz baja.
—¿Tiene que ver con tu edad? —le pregunto intrigada.
—En parte. —me dice con voz débil.
Mientras caminamos hasta mi casa, me percato de varias cosas. El vampiro no camina con la misma elegancia y agilidad que lo hacía ayer. Su porte imponente e impresionante, ha desaparecido. Camina como uno más de nosotros, no como un fuerte e e indestructible vampiro.
Cuando llegamos a mi casa abro la reja de la entrada. La bombilla que alumbraba el frente de la casa se ha roto, otra vez, así que está parcialmente oscuro. Me detengo en la luz, me giro hacia él, y por un segundo me quedo allí de pie, observándolo en detalle. No puedo creer que esté a punto de hacer algo que jamás pensé que haría.
—Entra, necesitas alimentarte o morirás. — le digo manteniendo la puerta abierta para él.
—¿Te estás ofreciendo? —me pregunta brindándome una leve sonrisa que apenas llega a su rostro.
—Te debo mi vida y pienso pagártelo salvando la tuya. — le digo mientras lo miro a los ojos.
—No sé si pueda hacerlo—. me dice incorporándose en toda su estatura.
Y a pesar de que está en la oscuridad, puedo ver como aprieta fuerte las mandíbulas. Está sintiendo dolor.
—¿Porque no? —nunca imaginé que un vampiro se negara a beber sangre de alguien.
Él da un paso adelante entrando en la zona iluminada y se detiene muy cerca de mí.
—El olor de tu sangre, me resulta muy—hace una pausa como buscando las palabras—...atrayente. — me dice mientras mira mis labios o es mi cuello, no lo sé.
—Gracias. — no sé qué más decirle, esto debe ser como un cumplido de su parte. Creo.
—No deberías darme las gracias por oler así. Eso solo empeora la situación.
Sigo sin entender nada de lo que me dice. ¿Que acaso este vampiro no puede hablar de forma menos críptica? Por un momento me pierdo en su mirada. Y entonces una señal de alarma se activa en mi cerebro. Sus ojos ya no son azules como hace un momento, han cambiado de color. Ya no relucen en lo absoluto. Son por completo negros, opacos y sin vida.
—¡Tus ojos! —exclamo impresionada porque no me esperaba este cambio en ellos tan repentino.
—¿Que tienen mis ojos? —pregunta sin apartar su mirada de mí.
—Han cambiado de color.
—¿De veras? —al parecer él no está consciente del cambio.
—Sí. Están negros. — le contesto aún asombrada.
—Eso no es buena señal. — dice en voz baja.
—Necesitas alimentarte, ¿cierto?
—Lo necesito. Pero no puedo hacerlo de ti. — me dice mientras lo veo quejarse de dolor una vez más.
—No creo que tengas muchas opciones, ¿o sí? —el intenta sonreír, pero no lo logra. Y entonces pierde el equilibrio y se sostiene de la reja. Me acerco a él rápido y lo sostengo por un brazo—. ¿Te encuentras bien? —estoy más preocupada aún.
Sé que no es humano, se supone que es inmortal, aunque ahora no luzca como tal. Pero no pienso dejar morir a nadie mientras esté en mi casa. Ni siquiera si es un vampiro.
—No mucho. —murmura en un quejido.
—¡Si no te alimentas morirás! —le insisto tratando de convencerlo.
—¿Me extrañarás? —¿acaso está bromeando en este momento?
—Imagino que alguien lo hará, ¿o me equivoco? —él se queda en silencio. Debe tener a alguien en algún lugar preocupado por él—. Vamos—le digo tirando de su brazo hacia el interior de mi casa. Pero no hace el mínimo intento por entrar—. Ya te invité a entrar. ¿Necesitas algo más? —me sonríe mientras hace una mueca de dolor.
—No necesito una invitación para entrar a tu casa o a cualquier otra. —me dice dando un paso adelante.
Pierde el equilibrio una vez más. Lo sostengo con firmeza mientras él se apoya en mi hombro. Luzco bastante insignificante a su lado.
—Te tengo, vamos.
Mientras se apoya en mi cuerpo lo guio dentro de mi casa. Una vez en la sala me quedo mirando el sofá. Es demasiado pequeño para alguien de su tamaño.
—Tu habitación. —me dice en un gruñido de dolor.
Creo que está empeorando. Así que me apresuro hacia mi habitación y lo acuesto en la cama. Su respiración se ha acelerado.
—¿Qué debo hacer? Nunca he hecho nada de esto. — le digo nerviosa.
Haciendo un enorme esfuerzo, se sienta en el borde de la cama. Se deshace de su chaqueta de cuero negra revelando una camisa de lino blanco que se adhiere a cada músculo de su cuerpo fornido.
—Ven aquí— dice palmeando la cama a su lado. Camino hasta la cama, me siento a su lado y me giro hacia él—. Primero debes saber varias cosas importantes. —me dice mientras lo veo cerrar los ojos un instante.
—Podrías comenzar con tu nombre. —le pido.
Está a punto de alimentarse de mí y no sé su nombre. Casi que está a punto de avanzar bastante conmigo. Y solo hace 24 horas que lo conozco. Lo voy a dejar avanzar mucho más de lo que lo ha hecho cualquier relación que he tenido con anterioridad.
—No debería decirte mi nombre—me dice mientras se queja un poco—. Pero dadas las circunstancias—hace una pausa buscando aire—...debo hacerlo. Mi nombre es Aren.
—Un gusto en conocerte, creo que ya conoces el mío. — el me da una leve sonrisa que es interrumpida por un gemido de dolor.
—Lizzy, ¿tienes idea de lo que sucede cuando te brindas de forma voluntaria para alimentar a un vampiro?
—No. Pero imagino que me lo explicarás, ¿cierto?
—Debes conocer primero en que te estás metiendo, antes de que tomes una decisión de la que te puedas arrepentir. — gime de dolor otra vez.
—No creo que me arrepienta de esta decisión. Y no tienes buen aspecto, ¿podemos hablar después?
—¡No! —grita—. Necesito contártelo antes.
—Entonces se breve.
Aren sube las manos hacia los botones de su camisa y desabrocha los primeros de arriba. Y mi vista se pierde en ese pedazo de piel que queda al descubierto.
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¿Que creen que sucederá cuando Aren se alimente de ella?
Dejame tu respuesta en los comentarios. Como siempre no olvides dejar tu voto.
Xoxo
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