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20.- Limbo

Me siento como si estuviese flotando. No siento frío, no siento calor, no siento nada. Abro los ojos y todo a mi alrededor es blanco. No se distingue el suelo, de las paredes ni siquiera si hay algún objeto. Miro a todas partes. Me levanto y comienzo a caminar sin rumbo alguno. No sé qué hacer, a donde ir o donde estoy.

—¡Hola! —grito. Pero ni siquiera hay eco que me devuelva mis palabras—. ¡Hay alguien! —grito nuevamente. Pero igual, no obtengo respuesta.

«¿Estoy muerta?»

—No. Aún no. —la voz susurra a mi espalda y me giro.

Y allí está.

La bruja.

Continúa teniendo la misma belleza que recuerdo. Ahora su ropa ha cambiado y luce una capa de color dorado cubriendo todo su cuerpo.

—Tú otra vez.

—Al menos deberías agradecerme.

—¿Tú me has salvado? —ella levanta una ceja ante mi tonta pregunta—. Gracias. ¿Dónde estoy?

—Estás en un período de transición entre la vida y la muerte.

—¡Que! ¡Acabas de decir que no estoy muerta!

—Corrección, dije que aún no lo estabas. Todo depende de lo que él elija hacer y de ti.

—¡Aren! ¿Ha venido por mí? —he dicho su nombre. Ella lo conoce también.

—Lo ha hecho, pero ha habido ciertas complicaciones.

—¿Complicaciones? ¿Puedes hablar más claro por favor? —esta bruja padece del mismo mal que Aren, hablan de forma críptica, o a medias tintas.

—El vampiro que te mordió, te dejó al borde de la muerte antes de lanzarte del edificio. Y aquí estoy yo, me gustaría saber por qué—se queda mirándome la mano—. ¿Te has quitado el anillo?

—Sí, estaba destellando mucho y me quemaba la mano, así que lo retiré.

—Eso era que estabas en peligro y que debías huir.

—Aren nunca me explico cómo funcionaba.

—Funciona diferente en los vampiros, al parecer. Pero hay algo más, el anillo solo lo puede retirar su legítimo dueño. ¿Cómo lo hiciste para sacártelo?

—Solo lo saqué.

—Ya veo. ¿Y sucedió algo después de que te lo quitaras?

—No. Bueno, sí. Me ha aparecido esta runa en la piel.—levanto la camiseta y le muestro mi nuevo tatuaje.

—Eso explica porque estoy aquí contigo.

—¿Qué significa?

—Invocación. Al pedir que él te protegiera, y no estar cerca de ti, lo he hecho yo.

—Creo que necesito sentarme. —susurro mientras me dejo caer al suelo.

—El anillo que cree para él, no es como los otros que he creado, este es posiblemente el más poderoso de todos. Cuando él te lo cedió, no creo que fuera consciente de lo que iba a suceder o de las consecuencias que traería consigo el hacerlo.

—¿Qué consecuencias?

—Al pedirle que te salvara, se ha profundizado aún más el vínculo de ustedes.

—Pensé que el vínculo se rompía al otro vampiro alimentarse de mí.

—Normalmente, sí. Por eso me pregunto, ¿cómo no se ha roto el vínculo de ustedes dos?

—Si el vínculo existe, ¿por qué tardó tanto en encontrarme?

—Eso deberás preguntárselo a él.

El suelo comienza a temblar y me pongo de pie.

—¿Que sucede?

—Está comenzando.

—¿Qué cosa?

—Tu transformación.

—¡Que!

Justo en ese instante todo se oscurece y se abren dos puertas luminosas en extremos opuestos de donde estoy parada. Las dos son iguales y es imposible de saber hacia donde lleva una y la otra.

—Escucha con atención. Si deseas continuar siendo humana, debes escoger la puerta en la que sientas tu corazón. Si deseas transformarte, debes seguir su voz—entonces el suelo tiembla una vez más y aparece una tercera puerta resplandeciente, de color dorado—. Algo va mal.

El suelo tiembla y caigo sentada. Me pongo rápido de pie mientras miro hacia las puertas que se mueven de forma incontrolable.

—¿Por qué hay tres puertas?

—No lo sé, no debería haber tres opciones, solo dos, vida o muerte.

—¿Cómo que no lo sabes? Tu eres la bruja, deberías saberlo.

—No lo sé todo, a pesar de mi edad, pero si te aseguro algo, esa puerta dorada, no traerá nada bueno. Escoge ya, no pierdas más tiempo.

Miro a las tres puertas.

—¿Y si mi corazón y su voz están en la misma puerta?

—No es un camino seguro, te lo garantizo. —me responde ella antes de desaparecer.

Miro en todas direcciones. Nada, se ha esfumado. Me quedo mirando la puerta dorada. Y entonces recuerdo la primera runa que se me apareció en el anillo y lo que Aren me dijo que significaba.

— "Debes dejar que la fuerza del amor, la más poderosa de todas te guíe."

No lo entendí antes, pero ahora si lo hago. He tomado una decisión. Camino con paso decidido hacia la puerta dorada donde su olor es intenso, siento el sonido de su voz y el latir de mi corazón. Miro hacia las otras dos puertas que comienzan a desvanecerse.

—Ya no hay vuelta atrás. — escucho la voz de la bruja en un susurro lejano.

Y sin pensarlo dos veces atravieso la puerta dorada.

Abro los ojos muy lento mientras tiemblo ligeramente. Lo primero que veo son sus ojos azules y el ceño fruncido en preocupación. El aire fuerte azota mi cuerpo mientras el me sostiene en sus brazos. Estamos flotando en el aire a cientos de metros de altura. Esto me lo confirma, es él.

—¿Aren?

—Pensé que te perdía. ¿Cómo te encuentras?

—¿Estoy viva?

—Sí, lo estás. Milagrosamente aún sigues siendo humana.

—Y donde está...—pero él no me deja continuar, me interrumpe.

—Voy a encargarme de el en este instante, solo necesitaba saber que estabas bien.

—¡Me has salvado! ¡Has venido por mí!

—Te he dado a beber un poco de mi sangre y he extraído todo el veneno de él de tu cuerpo. ¿Crees que puedas mantenerte en pie?

—Eso creo. Podríamos ir a un lugar donde no haya tanto viento, estoy helada.

—Necesito terminar este asunto, te llevaré de vuelta a la azotea. En cuanto te deje, corre dentro.

—De acuerdo.

Se eleva en el aire rumbo a la cima del edificio por el que acabo de caer. Aterriza con mucha elegancia y me baja de su regazo. Corro rápidamente hacia la puerta que da acceso a la escalera, pero no bajo. Me quedo allí congelada al escucharlo. Aún sigue aquí.

—Eso no me lo esperé. ¿Desde cuándo puedes volar?

—Desde que asesinaste a mis padres—responde Aren furioso. No esperaba esta respuesta. Él me contó que hubo una serie de asesinatos en la corte, pero no que sus padres estaban entre ellos—. ¿Desde cuándo puedes transformarte en quien quieres?

—Creo que sabes la respuesta a esa pregunta.

—Ni siquiera eres capaz de adoptar tu propia cara, ¿tanto la odias?

—Lo que odio es que siempre fuiste el preferido, a pesar de que yo soy la viva imagen de nuestro padre, hermano.

¡Que!

—No tienes derecho a llamarme así, lo perdiste en el momento que hiciste lo que hiciste.

—¡Tu debiste hacerlo! Sabías que solo sucedería de esta forma, pero nunca quisiste actuar.

—Y pensar que alguna vez llegué a creer que había perdido el alma. Después de todo, si la tengo, no como tú.

—Debí acabar contigo también.

—Hazlo ahora, si es que tienes el valor para ello.

Lo siguiente que escucho son una serie de estruendos, seguidos de golpes. Algunos secos, otros que resuenan en el edificio. Y comienzo a sentir dolor en algunas partes de mi cuerpo.

—¡Aren! —grito mientras salgo hacia la azotea.

Y entonces los veo.

Aren está en el suelo mientras su hermano lo golpea con intensidad en todas partes.

—Te has vuelto débil—le golpea varias veces en el rostro. Y siento punzadas de dolor también. Comienzo a toser y escupo sangre. Y entonces él se gira hacia mí—. Debiste de habértela llevado lejos—le da un fuerte puñetazo que lo deja en el suelo, lo suelta y viene donde estoy yo. Me levanta del suelo y me sostiene por ambos brazos—. Veo que aún te quedan fuerzas, pero no será por mucho.

Y entonces me muerde. Grito de dolor y siento a Aren hacer lo mismo. Su hermano deja de morderme y se gira en su dirección cuando lo escucha gritar.

—¡Déjala en paz! —grita en un gemido de dolor mientras se pone de pie.

—Interesante. Que sucedería si...—me suelta y no termina de hablar.

El golpe en mi vientre me deja sin aliento y hace que me doble hasta caer al suelo. Dirijo la mirada hacia Aren que le sucede lo mismo. No lo entiendo. Nunca lo había visto tan débil como lo veo ahora.

—¡Aren! —grito su nombre y el me mira.

—Me pregunto que sería mejor—pone un pie sobre mi espalda obligándome a quedarme en el suelo—. Si matarte a ti, mientras él te mira, o a él—hace una pausa mientras presiona el pie sobre mí con fuerza—. Hum, creo que tendrás que esperar tu turno cariño, a él lo tengo en la lista mucho tiempo antes que tú. Y voy a disfrutar cada maldito segundo.

Levanta el pie y me da una patada que me lanza lejos, contra un mueble de madera que hay en un extremo de la azotea. Quedo boca arriba gritando de dolor. Contengo un quejido mientras intento respirar nuevamente.

Me giro con trabajo y esfuerzo y busco a Aren con la mirada. Pero solo puedo ver la espalda de su malvado hermano sobre él. No sé qué le hace, pero estoy comenzando a sentir una presión en el pecho, que hace que respirar, sea mucho más dificultoso. Me incorporo sobre mis rodillas y manos y entonces veo un trozo de madera que hay frente a mí. Ha quedado chanfleado y afilado en un extremo después de romperse.

Y no lo pienso. Lo cojo en mi mano y me incorporo a pesar de que la opresión en mi pecho se va intensificando a medida que me acerco a él. Sé que me sentirá llegar y que esto será en vano, pero al menos, intentaré salvar su vida. Prácticamente camino arrastrándome. Solo me faltan unos metros y él está concentrado sobre el cuerpo de Aren. Cuando estoy justo detrás de él me siento débil y caigo al suelo. La improvisada estaca de madera se me cae de las manos y rueda. Solo entonces lo suelta y se gira hacia mí. Se abalanza sobre mi cuerpo y me levanta en el aire por el cuello.

—¡Déjala en paz! —grita Aren detrás de él.

—¿Por qué no te escuché acercarte? ¿Por qué ya no puedo sentir tu olor? —observo a Aren coger la estaca del suelo e incorporarse. Puedo ver en su rostro que está conteniendo el dolor que está sintiendo.

—Te diré porque—murmura Aren detrás de él blandiendo la estaca en la mano—. Los muertos no pueden hacer nada de eso.

Y le entierra la estaca por la espalda, atravesando su pecho y saliendo frente a mí.

Su mano me suelta. Caigo al suelo y comienzo a respirar otra vez. Aren se arrastra hasta donde yo estoy y me aferra contra su cuerpo. Observo como su hermano da varios pasos hacia atrás y se saca la estaca del pecho con una risa malévola.

—¿De verdad creíste la historia de la estaca? —lanza la estaca de madera hacia un extremo y el hueco en su pecho comienza a cerrarse instantáneamente quedando solo el de su ropa—. A pesar de ser el mayor, necesitas conocer más formas de eliminar a un Vampiro Original.

—Yo soy el estudioso, recuerdas. Las conozco todas, y justo ahora, está comenzando a amanecer.

—Tengo el anillo que me protege. —le grita alzando su mano.

—No. Ya no lo tienes. —murmura Aren mientras se lo muestra.

Su hermano mira hacia el horizonte, por donde comienza a salir el sol. Y en ese instante su cuerpo comienza a hacer combustión. Y no es rápidamente, es muy lento mientras grita de dolor consumido por el fuego que se intensifica a cada segundo. Aren me aprieta contra su pecho y hace que aparte mi mirada de él. Los gritos cesan y el fuego merma en intensidad hasta que solo queda un cúmulo de cenizas en el suelo de la azotea.

Aren aparta el cabello de mi rostro y me acaricia mientras me mira fijamente.

—¿Estás bien? —le pregunto mientras veo sus ojos negros, no azules como estoy acostumbrada a ver.

—Yo debería preguntarte eso a ti. —me incorporo un poco y lo observo.

—Tu eres el que está cubierto de sangre. —respondo mientras miro su ropa completamente manchada.

—Sí, el maldito se alimentó de mí, y al parecer eso inhibió sus sentidos.

—Y ahora necesitas alimentarte.

—No, aún no. Primero necesito ponerte a salvo. Vamos.

Aren se incorpora tirando de mi mano. Me carga en sus brazos con un quejido de dolor.

—¿Estás bien?

—Lo estaré cuando tu estés a salvo.

Abandonamos el edificio volando, creo que tanta sangre en nuestras ropas llamaría demasiada la atención en los pasillos. Mientras vuela conmigo en brazos me aferro a él. Tengo frío, pero eso no se compara en nada a la sensación abrumadora de perderlo. Aren aterriza en la terraza de un apartamento unos minutos más tarde.

—¿No regresamos a New Orleans?

—Primero necesitamos hacer una parada—toma mi mano entre la suya y tira de mi—. He dejado mis cosas aquí.

Abre las puertas de corredera de cristales y me conduce dentro del apartamento.

—¿Dónde estamos? —inquiero curiosa.

—En el centro de Manhattan.

—Me refiero a este apartamento.

—Es mío. Lo compré cuando hice estancia persiguiendo a mi hermano— se deja caer en el sofá de la sala—. Dame unos minutos.

Me acerco con cuidado a él y le saco la chaqueta negra. Solo entonces puedo ver las venas de color negro que comienzan a extenderse por su cuello.

—¡Aren! —exclamo preocupada.

—Solo un minuto más, por favor.

Con cada respiración de su cuerpo, las venas negras continúan subiendo por su cuello hasta su rostro. No creo que sobreviva si no se alimenta. Necesita alimentarse o morirá y es tan testarudo que es posible que lo haga con tal de no alimentarse de mi por miedo a que me suceda algo.

—Puedes mirarme un segundo—le pido en voz suplicante. Aren abre los ojos. Son negros y sin brillo alguno. Me pierdo en su mirada un segundo antes de hacer algo que me dije que no haría otra vez—. Aliméntate de mí Aren, te doy mi permiso.

Sus ojos relucen en dorado mientras el aire a mi alrededor se congela. Lo veo luchar contra sus propios instintos por mi propuesta forzada.

—¡No! ¡No puedo! ¡No sobrevivirás! —exclama mientras un gruñido escapa de su garganta y me muestra los colmillos cual lobo feroz a punto de atacar a su presa.

—¡Lo siento! —respondo con lágrimas en los ojos.

Aren se abalanza sobre mí y me acorrala sobre la alfombra de la sala de estar.

—Como lo desees—susurra mientras puedo sentir algo de nostalgia en su voz—. Gracias por salvarme la vida—. murmura antes de enterrar sus colmillos en mi cuello lentamente.

Y muy rápido caigo en un estado de inconciencia donde todo comienza a desaparecer hasta quedar completamente blanco.

Y regreso una vez más a donde estuve antes. Todo es blanco. Solo que esta vez hay una sola puerta. La dorada. Miro a mi alrededor. La bruja no está por ninguna parte y la puerta está cerrada. No reluce.

—Creo que la frase sería "La has cagado"

Me giro hacia donde proviene la voz de mi hermano. Y allí está. Justo como lo recuerdo. Trae el cabello oscuro y rizado desordenado. Me abre los brazos en un abrazo y yo corro hacia ellos. Y comienzo a llorar. Lo he extrañado mucho.

—¿Cómo es esto posible? —pregunto entre lágrimas.

—Porque estás por cruzar hacia el más allá— murmura contra mi cabello—. Y yo soy quien te va a conducir a las puertas del paraíso.

—¿Estoy muerta? —le pregunto separándome de su pecho y mirándolo a los ojos.

Sus ojos verdes me miran con ese brillo especial en la mirada, ese que solo los hermanos tienen para su hermana menor.

—Sí, lo estás. Has sacrificado tu vida por un vampiro. ¿Cómo fue eso posible? Pensé que no te gustaban estas criaturas, ni ninguna otra de las que ahora hay en nuestro mundo.

—No me vas a creer si te lo cuento.

—Vamos—me ofrece su brazo mientras comenzamos a caminar—. Tenemos unos minutos más, así que adelante, cuéntame cómo sucedió todo.

—Él me salvó la vida, en varias ocasiones.

—Entiendo, es tu caballero de brillante armadura—lo golpeo en las costillas—. Tu príncipe encantador entonces. —niego con la cabeza.

Cuando pequeña estaba obsesionada con las películas de princesas en que el príncipe la rescataba y vivían felices por siempre. Nunca lo olvidó y siempre se burlaba de mi por eso.

—Pero no solo eso—hago una pausa antes de contarle lo más grave de todo—. Me he enamorado de él.

—¿Lo dices en serio? —me mira asombrado.

—Sí.

—Eso es increíble, cuando le cuente a mama, papá y abuela, no lo van a creer. Bueno, se lo puedes contar tu misma —se detiene—. Ya estamos aquí.

Frente a nosotros se alzan unas enormes rejas de color blanco. Más allá de estas, solo hay una espesa y densa niebla.

—Si esas son las puertas del paraíso, ¿esto que es?

—El limbo—las puertas se abren con una melodiosa música que te invita a entrar en ellas. Mi hermano se adelanta hasta pasar el umbral de las puertas y me ofrece su mano. Estiro la mía para tocar la suya y entonces lo siento. Me giro hacia atrás—. ¿Sucede algo?

—¿No lo escuchas?

—No. ¿Qué es?

—Su corazón latiendo.

Entonces frente a mis ojos, la puerta dorada se materializa.

—Eso no es posible—susurra mi hermano a mi lado—. Debes decidir rápido Lizzy, te han dado una segunda oportunidad para vivir, ¿qué vas a hacer?

Es una decisión difícil. Lo que más deseo es regresar con mi familia, reunirme con ellos nuevamente. Abrazar a mis padres y pedirle a mi abuela que me prepare esos deliciosos buñuelos que solo ella sabía hacer y cuya receta pertenece ahora al Café Du Monde, donde le hacen homenaje. Pero el latir de su corazón, me llama.

—Sé que es lo que deseo. —me giro hacia la puerta.

—¿Estás segura hermana?

Me giro hacia él y lo abrazo con fuerza. Esta es la última vez que lo podré hacer.

—Te voy a extrañar. —se me salen las lágrimas.

—Y yo a ti princesita.

—Saluda a todos por mí, dile que los extraño mucho.

—Ellos también te extrañan a ti. Cuídate mucho.

—Lo haré.

Me separo de él y me seco las lágrimas. Doy media vuelta y camino hacia la puerta que reluce con el ritmo del latido de su corazón. Cuando estoy frente a ella, me giro hacia atrás. La puerta de hierro y mi hermano, han desaparecido. Me giro una vez más hacia mi destino y cruzo el umbral dorado.

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Este capítulo está dedicado a neutralG22

Espero les guste este capítulo. ¿Creen que sobrevivió o que la han transformado?

Déjenme sus comentarios y no olviden votar.
Xoxo🐦⭐

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