18.- Peligro
He descansado lo suficiente. Cuando despierto tengo una energía renovada. Estoy feliz. Pero mi felicidad se espuma con rapidez cuando recuerdo que Aren se ha marchado. Mientras me levanto de la cama noto su ausencia, no solo en la habitación, a un nivel mucho más profundo.
Me dirijo hacia el baño y me doy una ducha, a pesar de que no quiero hacerlo. No quiero desprenderme de su olor.
Mientras camino hacia la cocina, los recuerdos de la noche anterior y de las palabras que me dijo, que ni tengo idea que significan regresan a mi mente. Su forma de hacerme el amor anoche, era diferente. Aunque quizás solo fue mi imaginación. Cuando estoy pasando por la sala, tocan a la puerta.
—¡Mel! —inquiero mientras abro y la dejo pasar.
—Buenos días para ti también. — me dice entrando con una bolsa en la mano.
—¿Me has traído buñuelos? —pregunto mientras miro la bolsa que ella intenta ocultar de mí.
—Esta mañana al despertar me encontré con una nota con una impresionante y elegante caligrafía donde decía y cito: "Le puedes llevar unos buñuelos a Lizzy en la mañana, yo no estaré en la ciudad. No sé cuándo regrese. Por favor cuídala por mí. A"
—¿De veras? ¿Puedo ver la nota?
—Sabía que me la pedirías.
Se mete la mano en el bolsillo trasero de los jeans y saca un papel doblado. Se lo quito de las manos con la respiración acelerada. Su caligrafía en verdad es impresionante y muy elegante, como la de los libros antiguos. Sonrío como idiota mientras leo una y otra vez la nota.
—¡No lo puedo creer! —exclama de forma abrupta haciéndome salir de mi ensoñación y mirarla a ella.
—¿Qué es?
—Estás enamorada de él.
—¿Me puedes dar mis buñuelos? —le pido extendiendo mi mano.
Mel me los da y comienzo a devorarlos mientras me dirijo hacia el sofá para comer con tranquilidad.
—No me respondiste. —se sienta a mi lado. Aparto la mirada de mis dedos llenos de azúcar dentro de la bolsa.
—No lo sé. Según él, es producto de su sangre en mi cuerpo. Que lo que siento no es real. — cojo otro buñuelo.
—¿Se lo has dicho? —Mel mete la mano en la bolsa de papel marrón y saca un buñuelo para ella.
—Desde luego que se lo dije, no podía dejar que se marchara sin decirle lo que sentía.
Por un instante se hace un silencio entre nosotras hasta que Mel decide que es momento de cambiar el tema de conversación.
—Cambiando de tema, le he comentado a Jackson sobre ti y quiere conocerte.
—¿Jackson?
—Mi novio, regresa hoy y estaba pensando, que tal si nos reunimos para comer algo antes de que comience tu turno.
—No lo sé Mel, no creo que sea buena idea. La idea en un inicio era salir los cuatro.
—Claro que sí, vamos. ¡Por favor! —me pide en tono suplicante poniendo ojos de corderito degollado.
—Solo lo haré porque me has traído buñuelos. — replico mientras saco otro de la bolsa.
—Bien, que te parece si nos vemos en el Café Beignet a las 5:00pm.
—Me parece bien.
—Entonces me retiro, tengo muchas cosas que hacer antes de esta tarde.
Y así sin más. Se levanta y se va. Una mañana bastante rara. Creo que mejor hago un poco de limpieza en la casa. Así me olvido de todo.
Limpiar la casa no me ha ayudado en lo absoluto. Al final he terminado recordando a Aren por todas partes. Mientras recojo la ropa para la colada, he encontrado una de sus camisetas blancas. La acerco a mi nariz y huele a él. Delicioso e intoxicante olor a mar. La uno al resto de la ropa y continuo con mis quehaceres.
A la hora acordada estoy sentada en una de las mesas de la terraza del Café Beignet. Mel, aún no ha llegado así que me he pedido un té para hacer tiempo. Me he colocado unos jeans ajustados y la chaqueta que Aren me compró, me recuerda a él. Y también me he puesto su camiseta. Necesito sentir su olor, necesito sentirlo cerca. Díganme loca si quieren, pero no tuve el valor para deshacerme de su olor.
—Ahí está ella.
Escucho la inconfundible voz de Mel a mi espalda. Me pongo de pie y me giro hacia allí. Junto a ella viene un hombre apuesto. Es rubio, alto y ligeramente fornido. Su rostro luce una ligera barba, aunque no tan tupida como la de Aren. ¿Acaso a todos los vampiros les va lo mismo?
—¿Esta es tu mejor amiga de la que no paras de hablar? —pregunta el mientras se detiene frente a mí.
Su estatura y porte son impresionantes, pero no tanto como cierto vampiro que conozco.
Debo dejar de compararlo con Aren, pero no puedo evitarlo. Son los únicos vampiros que he conocido hasta el momento. Ah, y el asesino, pero ese no cuenta ya que fue de lejos y en total oscuridad.
—Mucho gusto en conocerte al fin, Mel no deja de hablar de ti tampoco. —le digo extendiendo mi mano para saludarlo.
—El placer es todo mío—estrecha mi mano—. Imagino que pedirán buñuelos, ¿cierto?
—¡Siii! —exclamamos las dos al unísono.
—Lo supuse—levanta la mano y una camarera se nos acerca—. Dos te helados y una gran bandeja de beignets.
Casi es la hora de comenzar mi turno, por suerte me queda a solo 5 minutos caminando, así que no tengo prisa. Hemos comido y charlado durante casi una hora. El novio de Mel, es bastante divertido, a pesar de que ella me dijo que no era muy social con los de su especie, si lo es con los humanos.
—Necesito ir al baño. —Mel se levanta y nos deja solos.
—No tardes, debo marcharme a mi turno. —le grito mientras ella desaparece.
—¿Dónde trabajas?
—En el Tropical Island, ¿Pensé que Mel te había contado?
—Me ha contado tanto, que a veces lo olvido. Ella mencionó algo de hacer una salida con otro de mi especie, ¿es tu pareja?
—No, el solo es alguien que conozco y está de paso.
—Mel hizo parecer que era mucho más que un conocido cuando hablamos.
—Es, complicado. —bajo la mirada hacia la mano en mi regazo donde se encuentra el anillo.
—¿Está comprometido o algo?
—Algo por el estilo.
Justo en ese instante puedo apreciar una runa que aparece en el interior de la piedra del anillo. Frunzo el ceño pues no sé absolutamente nada de esto. Aren tenía que haberme explicado los significados de cada una.
—¿Qué no se te hace tarde?
Mel interrumpe mis pensamientos. Miro la hora en mi reloj. Sí, es hora de que me marche al trabajo. Me pongo de pie y le ofrezco mi mano como despedida.
—Un gusto en conocerte Jackson.
—No, el gusto ha sido todo mío Lizzy, de verdad—estrecha mi mano y la aparta rápido—. Cuando tu amigo regrese, quizás podamos hacer algo los cuatro juntos.
—Seguro—confirmo y me acerco a Mel envolviéndola en un abrazo—. Me gusta—susurro en su oído y me aparto de ella con una sonrisa—. Nos vemos mañana.
Y diciendo esto me marcho rumbo al bar.
He estado toda la tarde preocupada. El anillo continúa mostrándome la misma runa. Así que he decidido hacer mi propia investigación. Todos los resultados de mi investigación en internet han arrojado lo mismo.
Runa de Protección.
Pero no lo entiendo. No entiendo de que se supone que debe protegerme. Quizás funciona mal en mí, no soy un vampiro. ¿O quizás, al ser humana, intenta protegerme de toda criatura sobrenatural?
No creo que logre descifrarlo hoy.
Al igual que ayer, ha sido un día terrible de partido. Y me toca cerrar a mí. Mel me envía un mensaje casi a la hora de marcharme. Algo extraño, no suele hacerlo.
—"Jackson te espera afuera para acompañarte, yo insistí después de lo que me contaste que te sucedió." —le respondo rápido.
—"No debiste hacerlo, en verdad no lo necesito" —ella me responde igual de rápido.
—"Replica todo lo que quieras, hablamos mañana"
No le respondo porque sé que no ganaré una pelea contra su voluntad. Me tardo más de lo usual en cerrar pues no quiero regresar a casa. No cuando sé que estaré sola. Esto es terrible. Para la hora que cierro el bar, son más de las 2:30am.
—Hola de nuevo Lizzy. —me giro hacia la voz de Jackson que me espera recostado a un costado del bar.
—No debiste molestarte, de verdad no era necesario.
—No es molestia ninguna, ¿vamos?
Mientras camino a casa, lo extraño. Extraño su presencia junto a mí. Y él no saber si lo volveré a ver, hace que me sienta aún peor. Y solo está a unas horas de distancia. Eventualmente se marchará a su mundo y ya no lo veré más. Ni siquiera me percato de la presencia del novio de Mel a mi lado. Lo he ignorado por completo y el ha sido muy amable y caballeroso al acompañarme.
—Gracias por acompañarme. —le agradezco cuando llegamos a mi casa.
—No hay de qué. Puedo preguntarte algo, si no te incomoda claro.
—Claro.
—Quiero regalarle algo a Mel, ya que llevamos un tiempo juntos, pero no sé qué regalarle, ¿alguna idea?
—Intenta con algún perfume, le encantan.
—¿Me puedes recomendar uno? No soy muy conocedor de los perfumes que usan las mujeres. ¿Quizás el que usas le guste?
—No uso ninguno. —respondo con una sonrisa.
—¿De verdad?
—De verdad. ¿Exactamente que olor es el que percibes?
—Canela con un toque de mar.
Justo mi olor mezclado con la camiseta de Aren.
—Ya me habían advertido que tenían el olfato más desarrollado que nosotros.
—Sí, es algo de nuestra especie, lo siento.
—No, no hay problema. Ese es mi olor, y el de mi...amigo. Esta chaqueta el me la regaló, puede que tenga su olor.
—Debe ser. Entonces, ¿me recomiendas algún perfume?
—Intenta con Eternity, sé que le gustará.
—Gracias, ten buena noche.
—Igualmente para ti. Gracias por acompañarme.
—Un placer.
Y en un abrir y cerrar de ojos, desaparece.
Esta conversación ha sido muy extraña en verdad.
Entro en mi casa y voy directo a mi habitación, me deshago de la ropa y me pongo la de dormir. Me acurruco en la cama y aspirando su olor me quedo dormida.
Despierto sobresaltada, algo va mal. No me pregunten como lo sé, solo lo sé. Me levanto de la cama y salgo de la habitación. Afuera, aún es de noche y está lloviendo. Escucho unas voces que susurran provenientes de afuera de la casa. No debo salir sola, pero tampoco puedo ignorarlas.
Así que salgo hacia afuera y me detengo en el porche. Estoy descalza y solo con mi ropa de dormir. Miro el anillo. Continúa reluciendo la misma runa, aunque ahora lo hace con mayor intensidad. Escucho el sonido que me llama y no lo pienso denuevo. Sigo el murmullo hasta un callejón mientras la fina lluvia cae sobre mí. Y me detengo en la entrada al ver una silueta femenina envuelta en una toga en la oscuridad.
—Ven conmigo. —susurra en un murmullo.
—¡¿Quién eres?! —grito.
Pero la silueta encapuchada da la vuelta y comienza a caminar alejándose de mí. Me quedo allí observándola mientras se aleja.
«No debo, no debo, no debo.»
Pero al final salgo corriendo tras ella.
—¡Espera! —le grito mientras la persigo varias cuadras hasta que me detengo de forma abrupta.
Ella está frente a mí, dándome la espalda.
—Él no está para protegerte.
—Me dio su anillo, pero no sé qué significan las runas.
Se gira hacia mí y se baja la capucha. Da varios pasos en mi dirección y yo no me muevo del lugar. Se detiene frente a mí. Y mientras la luz de la luna se filtra en la oscuridad, puedo verla bien. Su piel es ligeramente bronceada, su cabello es castaño oscuro y sus rizos caen más allá de sus hombros. Pero lo que más llama la atención son sus ojos, son de un llamativo color dorado.
—Debes tener cuidado.
—¡¿Quién eres?! —vuelvo a gritar.
—Si brilla intenso, el peligro está al acecho—habla con una voz melodiosa mientras señala el anillo—. El enemigo puede ser cualquiera, no te fíes de nadie.
—¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo sabes del anillo?
—Mi nombre, ni siquiera yo lo recuerdo, se ha perdido en el tiempo, y en cuanto al anillo, yo lo cree.
No es posible que sea la bruja de la que me habló Aren, esta no aparenta ni tener veinte y tantos años.
—No entiendo nada.
—Ya lo entenderás, ahora, es tiempo ya. —susurra colocando ambas manos en mis hombros mientras me mira con sus hipnotizantes ojos dorados.
—¿Tiempo de qué?
—De que despiertes. ¡Despierta!
Me siento sobresaltada en la cama. El sol entra por las ventanas de la habitación. Que sueño más extraño he tenido. Miro el anillo en mi dedo. No reluce, solo tiene la misma runa en dorado.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Al mirarme el cabello compruebo que es un total desastre. Es como si me lo hubiese dejado mojado antes de acostarme. No tiene caso.
Me siento en el retrete mientras deslizo la mano por mis ojos. Bajo la mirada y me quedo mirando mis pies. Frunzo el ceño al verlos cubiertos de lodo y hojas secas. Como si hubiese caminado descalza.
El sueño. ¿Acaso fue real?
¿Cómo es posible?
No recuerdo haber regresado a la casa.
Y justo en ese instante, estornudo.
—¡Genial!
Solo necesitaba un resfriado, solo espero que no sea muy malo.
En la tarde, no me siento mucho mejor. Me duele todo el cuerpo. La garganta me quema y no quiero levantarme de la cama. Me he quitado la ropa de anoche y me he puesto otra vez la camiseta de Aren que huele a él. Le he enviado un mensaje a Mel en la mañana de que estaba enferma y acaba de llegar después de terminar su turno de trabajo.
—¿Y porque saliste de madrugada bajo la lluvia? —me reprende mientras me tiende un termómetro para medirme la temperatura.
—No recuerdo haberlo hecho. —vuelvo a estornudar.
—Eso no tiene sentido.
—¿Sabías que existen brujas en el mundo de nuestros vecinos sobrenaturales? —mi voz es rasposa y apenas la reconozco.
—No. Bueno he escuchado rumores, pero nadie las ha visto jamás. Así que no pueden ser ciertos.
—Conozco a un vampiro que sí. Este anillo lo creó la que se me apareció anoche.
—Y por su culpa te has resfriado. —me pide el termómetro y yo se lo doy.
—Solo me alertaba de que hay peligro cerca y que no debo confiar en nadie.
Mel sale de la habitación y regresa un minuto después con un vaso con jugo de naranja y un frasco que pone en la mesita. Saca dos pastillas y me las da junto al jugo.
—Bueno, al menos deberías confiar en mí. Voy a prepararte algo caliente, no te muevas.
—No podría ni aunque quisiera.
Me duele todo el cuerpo. Son como cientos de agujas penetrando en mi piel. Mi cabeza palpita con un martilleo constante. Apenas y puedo mantener los ojos abiertos, debe ser producto de la fiebre.
No recuerdo dormirme. Mel me mueve por las piernas y me incorporo en la cama. Me ha traído un caldo de aspecto sabroso y sabor horrible. No le encuentro sabor a nada. Incluso los buñuelos me saben mal. Pero me obliga a tomarme el caldo a pesar de las muecas que hago. Me acomodo en la cama y la observo acomodarse al otro lado.
—¿Qué haces?
—Ni pienses por un segundo que me voy a marchar y te voy a dejar sola así enferma.
—Pero...
—No hay discusión. Ya me lo pagarás cuando te mejores con una salida nocturna.
No tengo ganas de discutir, y no quiero estar sola. No en estas condiciones.
—Él sabe dónde estás, su olor lo ha guiado hasta ti, debes marcharte. ¡Ya!
Despierto en medio de la noche, creo que he dormido demasiado. Mel no está a mi lado. ¿A dónde se fue? Ya me siento mucho mejor, aunque aún me duele un poco la cabeza y la garganta. Me dirijo hacia la cocina. Un té caliente me ayudará con la garganta.
No hay rastro de Mel por toda la casa. ¿Habrá sucedido algo? Pongo el agua a calentar y busco mi celular. Son poco más de las 5:00am. No debería, pero estoy preocupada. Después de varios timbres, responde.
—Pensé que te quedabas a pasar la noche, ¿qué sucedió?
—Lo siento, ya no tenías fiebre y mi novio tenía planes, ya sabes.
—Entiendo, solo me tenías preocupada.
Entonces escucho un ruido afuera que me hace ponerme en alerta.
—¡Lizzy! ¡Estás ahí!
—Sí, es solo que escuché algo.
—No salgas sola, espera, le diré a mi novio que vaya a ver.
—No es necesario, en serio—sostengo el teléfono y me asomo por la ventana que da al patio trasero. No veo nada, pero entonces siento una ráfaga de aire azotarme el cabello. Me giro, aún con el teléfono en mi mano en su dirección. Y le sonrío—. No tiene que venir, ya mi vampiro ha regresado. —le digo mientras cuelgo y corro a sus brazos.
—Alguien me ha extrañado—. susurra mientras me aprieta entre sus brazos.
—Mucho— me separo de él y lo observo. Trae el cabello recogido y ha cambiado su forma de vestir. Lleva una camiseta de color azul que hace resaltar el color intenso de sus ojos. Trae unos pantalones cargo, de color negro y unas botas de color marrón oscuro—. Veo que has seguido mi consejo. —le digo señalando su vestuario.
—Sí. Necesitaba cambiar la forma de vestir.
Pero entonces me percato en algo mucho más notorio que su cambio de ropa. Doy un paso atrás, lejos de sus brazos.
—¡Tus tatuajes! ¡Han desaparecido! —Aren se mira los brazos y después me mira a mí.
—Sí, lo hicieron. —y entonces me percato del anillo que lleva en su dedo.
—¿Lo has atrapado? Veo que ya conseguiste el otro anillo.
—Sí. Lo hice.
Eso explicaría porque han desaparecido sus tatuajes. Pero también significaría una cosa.
—¿Vas a regresar a tu mundo? —pregunto mientras lo miro a los ojos.
—Debo hacerlo. —me extiende sus manos y yo me acurruco otra vez contra su cuerpo.
Extrañaba su cuerpo junto al mío. Pero frunzo el ceño, ya que no puedo percibir su olor como antes. No percibo olor en lo absoluto.
—Ya no puedo percibir tu olor. —susurro.
—La sangre ha salido de tu sistema, como te dije que lo haría.
Entonces Aren se queja de dolor y se retuerce.
—¡Te encuentras bien!
—No. —susurra mientras se separa de mí y camina hacia la sala.
Se sienta en el sofá y se recuesta hacia atrás. Observo bien su semblante. Está algo pálido y puedo apreciar unas venas negras en su cuello.
—Necesitas alimentarte.
—Que bien me conoces. —se queja otra vez mientras cierra los ojos.
—Pero lo habías hecho hace dos días, no deberías necesitarlo tan seguido.
—He tenido que hacer ciertas cosas, para poder atrapar al asesino.
—Has bebido sin permiso.
Aren vuelve a quejarse. No puedo verlo así. Me siento a su lado y coloco mi mano sobre su antebrazo.
—Aliméntate de mí. —le digo apartando mi cabello a un lado y ofreciéndole mi cuello.
El anillo en mi dedo comienza a quemarme y me distrae de lo que estoy por hacer. Lo miro y el mismo símbolo reluce intensamente.
—¿Sucede algo con ese anillo?
—Creo que está defectuoso o algo, no ha parado de hacer esto desde que te marchaste, y has regresado y continúa haciéndolo.
—Déjame ver. Peligro, ¿de verdad? ¿Acaso soy un peligro para ti? —pregunta mostrándome sus colmillos en una sonrisa.
—Sabes que lo eres, pero creo que el anillo lo está mal interpretando—Aren vuelve a quejarse de dolor. El anillo quema aún más contra mi piel volviéndose insoportable, así que me lo quito y lo dejo en la mesita—. Adelante, que esperas. —vuelvo a ofrecerle mi cuello.
—No quiero continuar haciéndolo, no quiero que te debilites más.
—Y yo no quiero que mueras. Te lo voy a repetir una vez más. Te amo, y si tengo que obligarte, lo haré.
—Elizabeth, te dije que no.
—Lo siento. Aren, aliméntate de mí, te doy mi permiso—y en un segundo tengo su boca pegada a mi cuello. Su mordida no se hace esperar. Sus colmillos entran en mi piel arrancándome un grito de dolor, pero poco a poco comienza a remitir. Siento un gruñido escapar de su garganta mientras se aferra con más fuerza a mi cuello—. Tómatelo con calma. — susurro con una sonrisa mientras me aferro a él.
—Tu olor me vuelve loco. Y tú sabor es sencillamente delicioso.
Comienzo a sentirme débil, creo que es momento que se detenga.
—¡Aren! ¡Detente!
No creo que me escuche o que lo haga. Esto no está bien.
—Moría por probarte desde hace mucho tiempo.
Y en la nebulosa de mi cerebro entumecido. Me percato de varias cosas. La primera; cuando lo obligué, no hubo aire gélido a nuestro alrededor. La segunda; sus ojos no refulgieron en dorado ni me dijo como lo desees cuando utilicé su nombre para obligarlo. Y la tercera; pero no menos importante, acaba de confesar que nunca me había probado.
Mi cuerpo comienza a debilitarse. Aflojo el agarre de mis manos en su cuerpo y estas, caen a los lados de mi cuerpo. No tengo fuerzas para detenerlo y mis ojos comienzan a ceder.
Debí haber escuchado a la bruja y hacerle caso al anillo.
Estoy en peligro.
A pesar de que luce como él, estoy segura de que este no es Aren.
Jackson
La bruja
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Este capítulo está dedicado a celesteangelesjua
Espero les guste este capítulo. ¿Creen que no es Aren?
Déjenme sus comentarios y no olviden votar.
Xoxo🐦⭐
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