13.- Protección
El contacto de sus labios es un shock para mi sistema. No puedo pensar en nada más que en sus labios contra los míos. Su beso no es lento o sensual, no es lo que pudieras esperar de un primer beso. Mucho menos con un vampiro de afilados colmillos.
Su beso es enfebrecido, ansioso y urgente. No es tierno y delicado. No creo que haya delicadeza o ternura en este vampiro. Su beso solo refleja desesperación. Me está demostrando la ansiedad que sentía por besarme y me rindo a él con un gemido mientras Aren deja escapar un gruñido desde lo más profundo de su garganta. Esto es una clara señal de advertencia para sus presas. Es una advertencia para mí. Pero también sé, que no me hará daño.
A pesar de la urgencia de su beso, solo devora mi boca sin intensificar nuestro contacto más allá de mis labios. Les brinda un tratamiento para nada delicado mientras los chupa y los muerde, sin enterrar sus colmillos. Gimo mientras me dejo llevar y deslizo mi lengua lentamente por sus labios y después por sus colmillos. Aren gruñe.
Y en un parpadeo estoy acostada en mi cama. Intento mover las manos, pero no puedo. Están sujetas por las suyas, por encima de mi cabeza. Y tengo su cuerpo sobre el mío, inmovilizándome.
Por unos segundos me pierdo en su mirada feroz. El azul, casi ha desaparecido, opacado por sus pupilas dilatadas. Sus fosas nasales se dilatan mientras deja escapar agitado el aire. Acerca sus labios a los míos una vez más y los desliza con suavidad sobre ellos. Ese ligero contacto envía cientos de sensaciones por mi cuerpo. Pura electricidad comienza a correr por toda mi piel. Todo mi cuerpo se ha hipersensibilizado. Mi respiración se ha acelerado. Y mientras desliza sus labios por mí mejilla y hacia mi cuello, entreabro los labios para respirar mejor.
—¡Hermosa! —susurra contra mi cuello. Y continua en su descenso besando mi piel, o deslizando sus colmillos por ella, lo cual hace que mi respiración se acelere aún más. Gruñe contra mi pecho y deja escapar una ligera briza de aire sobre mí. ¡Por dios! ¿Cuándo desapareció mi camiseta? Mis pezones se endurecen y mi boca se seca—. Pura tentación.
Y sin esperar un segundo más, su boca comienza a devorarme.
En cuanto siento el calor sobre mi pecho, arqueo mi cuerpo hacia él. Apenas y puedo procesar lo que sucede, cambia con demasiada velocidad de un seno a otro. Lo hace tan rápido, que es como si chupara los dos al mismo tiempo.
Y no puedo evitarlo. La excitación comienza a crecer aún más en mi interior y los gemidos, comienzan a escapar cada vez más seguido de mis labios. Si sigue a este ritmo, voy a alcanzar el orgasmo de esta forma.
—¡Elizabeth! —sus labios recorren mi cuello nuevamente—. ¡No sé si pueda contenerme! —susurra con un gruñido.
Mientras besa mi cuello, puedo sentir sus colmillos afilados deslizarse por mi piel. Y se me escapa un gemido de pura excitación. Puedo sentir el pulso intensificarse en mi cuello, justo donde él tiene su boca en estos momentos. Y Aren deja escapar un gruñido profundo. Y entonces dejo de sentir su cuerpo sobre el mío.
Me incorporo y lo veo al otro lado de la habitación, recogiendo mi camiseta del suelo. Me la lanza y desaparece dentro del baño. Aprieto la camiseta contra mi pecho mientras espero que mi respiración se acompase. Su comportamiento ha sido extraño. Después de sus besos ardientes, este comportamiento tan distante, no me lo esperaba.
Me levanto de la cama, me coloco la camiseta y me dirijo hacia el baño para exigirle una explicación. Pero no creo estar preparada para lo que encuentro allí. Creo que debería haber tocado antes de entrar. Me giro para salir.
—Ya me viste, ¿qué quieres? —su voz a sonado fría y sin emociones.
Vuelvo a girar mi vista hacia la ducha. Está desnudo, dándome la espalda, mientras el agua cae sobre él. Bajo la mirada por su impresionante cuerpo. Su espalda, está perfectamente definida. Sus músculos son impresionantes. Pero mucho más impresionante, es su culo. Contengo un gemido mientras lo observo. Tiene unas nalgas bien formadas y aunque no lo he comprobado, puedo decir que deben estar bien duras.
Sus piernas y sus brazos, están perfectamente tonificados. Vuelvo a alzar mi mirada. Su estatura sigue resultando imponente. Tengo un vikingo en la ducha de mi casa y resulta que es tan intimidante como aparenta.
—¿Por qué eres así de frío y distante después de confesar tu atracción hacia mí?
—Porque intento hacer lo mejor por el bien de ambos. — responde mirándome por encima del hombro.
—¿Y acaso me has preguntado que deseo yo? O has tomado la decisión por mí como mismo hiciste con toda la decoración de mi casa. — me cruzo de brazos algo molesta.
—No debes aferrarte a las cosas materiales. Y sí, he tomado la decisión por ti, no creo que estés en tus capacidades mentales para decidir qué es lo mejor.
¿Pero quién se ha creído el que es? No puede simplemente llegar a mi vida y tomarse derechos que no le corresponden. Su respuesta solo hace que mi estado de euforia de hace unos minutos se condense por completo y se esfume. Ahora estoy furiosa, muy furiosa.
—¡No me importa morir! —le grito— ¡Debí haberlo hecho hace dos meses! —le doy la espalda y salgo del baño.
Me dejo caer en la cama mientras los recuerdos, no deseados, de esa noche comienzan a inundar mi mente y por más que intento ignorarlos, es imposible. Sin poderlo evitar, las lágrimas comienzan a salir de mis ojos.
—No sabía que te sentías así, lo lamento mucho. — susurra a un costado de la cama.
Por suerte le estoy dando la espalda y no puede ver mi rostro con lágrimas. Me las limpio y aclaro mi voz antes de responder.
—Lo que más deseo justo ahora es poder olvidar esa noche—entonces me giro hacia él cuando la realidad me golpea—. ¿Puedes hacerme olvidar?
Aren me mira sin poder creer lo que le estoy pidiendo. Tiene una toalla enredada en la cintura y el cabello, suelto, aún mojado.
—Puedo, pero no lo haré. Los recuerdos del pasado son los que nos hacen fuertes y nos mantienen unidos a este mundo. Sin ellos, solo seríamos almas vacías caminando sin ningún propósito en la vida.
—Para mí, son una tortura. Solo son un recordatorio constante de lo miserable que es mi vida en realidad.
—Todos hemos sufrido en algún momento de nuestras vidas. Créeme, olvidarlo no te ayudará a superarlo.
Entonces se mueve por la habitación a una velocidad no apta para la vista de un humano y cuando lo vuelvo a tener frente a mí, tiene los jeans puestos y se ha recogido el cabello en un moño alto. Aunque le han quedado algunos mechones sueltos sobre su rostro. Se saca el anillo del dedo, camina hasta detenerse a los pies de la cama y se queda mirándome.
—¿Qué estás haciendo? —inquiero con curiosidad incorporándome y sentándome con las piernas cruzadas.
—Solo es una medida de precaución. Dame tu mano—me pide mientras yo se la extiendo—. Esa no, la izquierda.
—Lo siento. — extiendo mi mano y la toma entra la suya.
—Con este anillo puesto—va diciendo mientras me lo coloca en el dedo anular—, te ofrezco mi protección. Protégela a ella como mismo lo haces conmigo—. y lo termina de colocar.
Esto es algo absurdo. Contemplo el enorme anillo que cubre mi dedo. Sé que lo voy a perder, pues no me queda. Pero entonces algo comienza a suceder. La piedra del anillo comienza a resplandecer. No es un resplandor normal, va aumentando en intensidad hasta el punto que tengo que entrecerrar los ojos pues no puedo verlo directamente. Y entonces ases de luz comienzan a escapar de él y se dirigen hacia Aren. Su intensidad comienza a disminuir a medida que las luces comienzan a envolver al vampiro. Y al igual que sucedió con el anillo, su intensidad es abrumante. No puedo ver a Aren, solo su silueta en medio de tanta luz. Y entonces la intensidad comienza a menguar hasta que desaparece por completo y regresan algunos ases de luz hacia el anillo.
De lo primero que me percato, es que el diseño ha cambiado y que ahora se ajusta a mi dedo a la perfección. Ahora tiene un diseño mucho más sencillo. La pierda es oval y a cada lado está sujeta por un nudo perenne. Es sencillo y hermoso.
—¡Guau! Eso ha sido—alzo la vista del anillo y me quedo sin palabras cuando miro a Aren. Creo que mi boca se ha quedado abierta a mitad de la frase. Y no es para menos. Su cuerpo fornido, ahora está cubierto por tatuajes. No solo yo lo estoy mirando estupefacta, Aren se está mirando también sus brazos y torso pues el tampoco cree lo que acaba de suceder—... ¿Qué sucedió?
—No lo sé—responde asombrado al igual que yo—. Esto no me lo esperaba, el anillo brinda protección a su portador, no la comparte.
—Debe tener alguna explicación para lo que acaba de suceder.
—Seguro que sí, pero no la encontraré en este mundo. Solo hay una persona que puede explicarme esto, y está en mi reino.
—¿Tu reino? —inquiero ahora impactada por sus palabras.
—Sí, donde vivo.
—Deberías ir y preguntarle entonces
—No, no puedo, no hasta que atrape al asesino.
Aren se sienta en la cama y yo me le quedo observando su cuerpo ahora cubierto de runas e intrincados diseños vikingos.
—¿Puedo? —le pregunto deteniendo la mano en el aire cerca de su hombro. Quiero tocar sus tatuajes, pero no sé si el me deje tocarlo.
—Adelante.
Acerco la mano y toco el primer diseño sobre su hombro izquierdo. Son tres triángulos entrelazados. No se diferencia donde comienza uno u el otro ya que se entrelazan de forma continua. Están encerrados en un círculo y a su alrededor hay una inscripción que desconozco el significado.
—Es hermoso. — deslizo mis dedos por el hermoso diseño.
—Es un Valknut.
Desde ahí bajan por su brazo enredaderas con símbolos extraños, me muevo en la cama y observo su espalda. El centro de su formidable espalda está cubierto por un intrincado diseño que se extiende a todo lo largo de su columna. Tiene un enorme símbolo que me recuerda a copos de nieve, por su forma, pero sé que son runas que imagino tiene su significado. También tiene runas como las que salen en el anillo, sencillas. Deslizo mis dedos por el hermoso diseño que ahora adorna su piel.
Me giro hacia su otro brazo. También en su hombro hay un enorme símbolo. Está rodeado por líneas y por otras runas que se extienden por su brazo.
—¡Asombroso! —deslizo la mano por su bíceps y hacia su antebrazo.
—Es un Vegvísir, significa regreso seguro a casa.
No digo nada más, pero estos tatuajes hacen que luzca mucho más peligroso de lo que él ya es. Así que aparto mis manos de su cuerpo lujurioso. Y me levanto de la cama alejándome lo más que puedo de él. Necesito descansar, y el necesita estar a varios metros de mí.
—Puedes dormir aquí—le digo de repente—, yo lo haré en la habitación de invitados.
Y sin más me marcho de la habitación dejando a Aren con el ceño fruncido. Me dejo caer en la cama y ni siquiera me percato del instante en que me quedo profundamente dormida.
El anillo modificado
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Este capítulo está dedicado a MaraClaudiaNezSilva
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