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12.- Olor

Todo está mal. Retorcidamente mal. En mi interior todo me grita que no es él, pero las pruebas están ahí justo frente a mí. Pruebas que no puedo ignorar.

—¡Aléjate de mí! —le grito alzando las manos en modo de defensa.

Aren frunce el ceño y después se mira la ropa ensangrentada y otra vez hacia mí.

—No es lo que piensas.

—No sabes lo que pienso—confirmo lo más que obvio—. ¿Me vas a decir que no es sangre lo que hay en tu rostro y en tu ropa?

—No puedo negar lo obvio. Sí, es sangre.

—¿Dónde estabas antes de aparecer de forma repentina a mi lado?

—Estaba del otro lado de la ciudad.

—¡No te creo! —mi voz tiembla.

—La sangre de mi boca, es mía, al igual que la de este brazo. Como vez, me he mordido—me dice mostrándome su muñeca, pero no hay rastro de mordida ahí.

—¿Cómo sé que no mientes? ¿Cómo sé que la silueta que vi sobre la mujer segundos antes de que aparecieras, no eras tú?

—¿Que te dice tu instinto?

—Que eres un depredador peligroso.

—Lo soy, pero no soy un asesino. Mira el color de mis ojos—lo miro a los ojos. Sus ojos mantienen el color azul intenso—. El asesino tiene los ojos de color rojo de forma permanente. Al ser un adicto a la sangre, y no poder detenerse, sus ojos reflejan su ansiedad. —entonces lo conoce, ha estado cerca de él, pero no lo suficiente como para atraparlo.

—¿Cómo explicas la sangre entonces?

—Ésta fue la segunda víctima de esta noche, lo verás en las noticias de la mañana—ahora que me fijo también tiene sangre en las manos—. Intenté que bebiera mi sangre, intenté salvarla, pero fue muy tarde. El maldito la desangró por completo.

Puedo ver un rastro de dolor cursar su rostro. Creo que me dice la verdad. No creo que me esté mintiendo.

—Necesitas un baño.

—Sí, será mejor que me marche.

Pero antes de que salga por la puerta, a una velocidad no apta para el ojo humano, lo sostengo por el brazo.

—No vas a ninguna parte. —Aren giró sobre sus talones y me miró fijamente.

—¿Cómo dices?

—Demuéstrame que no eres el asesino.

—Veo que aún desconfías de mi palabra. Y, sin embargo, pretendes que me quede bajo tu techo para demostrarte que no soy un vampiro sanguinario. Eso es algo bastante estúpido.

—He cambiado de idea. — respondo rápido retractándome de la decisión que tomé.

—Solo para demostrártelo, me quedaré contigo durante las próximas 24 horas.

—¿Cómo sé que no te marcharás?

—Solo hay una forma de asegurarnos de eso. Solo debes ordenarme que no me marche hasta que tú me lo pidas.

—¡No lo haré! No pienso volver a utilizar tu nombre, no tengo derecho a tener ese poder sobre ti.

—Pero lo tienes y creo que es la única forma en que puedo probarte mi inocencia.

Lo pienso por un momento. Sé que esto es una estupidez. Si él es el asesino me estoy poniendo la soga al cuello yo misma al admitirlo en mi casa. Pero una pequeña parte de mi cerebro me dice que no lo es, a pesar de las evidencias. Pero juré no volver a usar su nombre. Cierro los ojos y respiro varias veces antes de abrirlos una vez más. He tomado mi decisión.

—No te marches hasta que te lo pida, Aren.

Y una vez más el aire se vuelve frío en la habitación y sus ojos vuelven a relucir en dorado.

—Como lo desees—me dice haciendo una leve reverencia ante mí—. Pero necesitaré ropa para cambiarme.

—Creo que puedo ayudarte con eso. Vamos.

Camino seguida de Aren hacia la habitación que era de mi hermano. Todo se mantiene en su lugar, no he tenido tiempo de recoger sus cosas, o quizás es que no he querido hacerle frente a la realidad. Abro el armario y busco entre sus ropas. Unos jeans y una camisa sin mangas de color negro. Creo que esto le puede servir.

—Aquí tiene—Aren se queda mirando la ropa que sostengo en la mano, puedo ver la intensión de preguntarme en su mirada, pero al final no lo hace, y se lo agradezco. No creo que pueda hablar sobre lo ocurrido, aún no—. Puedes utilizar el baño de esta habitación—estoy saliendo de la habitación cuando me giro hacia él—. No desaparecerás, ¿cierto?

—Te lo he jurado con mi nombre. Te daré las 24 horas que te he prometido y siempre cumplo mis promesas. Las 24 horas comienzan ahora.

—Bien, voy a ducharme y después vamos a hablar.

El baño no ha sido lo suficientemente relajante. Creo que debí de haber utilizado la bañera y las sales aromáticas. Pero Aren me debe una conversación y no pienso demorarla.

Salgo hacia la sala con una felpa en la mano para recogerme el cabello. Y allí está, de pie frente a la televisión cambiando los canales. La ropa le ha quedado perfecta. Y mientras lo observo, puedo admirar bien sus musculosos brazos, cubiertos por una capa fina de pelo rubio. Su ancha espalda y su cintura estrecha me hacen dejar de respirar por un instante. Y me pregunto, ¿los vampiros pueden cambiar su físico siendo inmortales? ¿Todos los vampiros son tan apuestos como él?

—Hum, delicioso. — susurra antes de girarse hacia mí.

—¿Qué cosa?

—Tu olor, es exquisito.

Y las palabras que me dijo el asesino regresan a mi mente.

—Justo antes de desaparecer, el vampiro dijo algo acerca de mi olor. — Aren me mira ahora muy serio.

—¿Que dijo?

—Creo que sus palabras exactas fueron "Ese maldito olor". Me puedes explicar que significa.

—Será mejor que te sientes. Esta conversación está por ponerse interesante—camina en mi dirección—. Gracias—me dice quitándome la felpa de la mano. Me dejo caer en el sofá y entonces lo observo. Se recoge el cabello en un moño alto con mucha destreza antes de sentarse, pero separado de mí. Como es posible que verlo hacer eso me resulte excitante. Por suerte para mí, mis pensamientos están a salvo de sus poderes—. Los humanos tienen un olor característico para nosotros, pero solo es perceptible en ciertas ocasiones.

—¿En qué ocasiones?

—Cuando tu cuerpo libera hormonas. Cualquier actividad que estimule tus sentidos. Ya sea correr, escuchar música, comer chocolate. Si estás feliz, si sientes miedo, después de acariciar a un perro—me mira a los ojos antes de decir las últimas palabras—. Cuando estás excitada.

No soy una persona que se sonroje con facilidad. Pero puedo sentir mis mejillas ardiendo en este momento bajo su escrutadora mirada.

—¿Solo los vampiros pueden percibir este olor?

—Los lobos pueden percibirlo también.

—¿Y a que huelo yo? —quiero saberlo.

—Tú tienes un olor bastante peculiar.

—¿Peculiar? ¿Qué quiere decir eso?

—Cuando estás asustada hueles a manzana, y cuando estás feliz, hueles a canela.

—¿Tengo dos olores?

—Yo también me llevé una sorpresa al percatarme de eso.

Y entonces recuerdo su olor mientras bailábamos en el parque, justo antes de que él se volviera posesivo conmigo y yo le prohibiera leer mi mente.

—Tu hueles a mar. — le digo con una sonrisa.

—¿Cómo dices? —creo que me he pasado.

—¿Acaso los vampiros no tienen un olor característico?

—Sí, pero es imposible para un humano percibirlo.

—Tenía tu sangre en mi sistema, ¿recuerdas?

—Sí, es posible que haya sido un efecto secundario de beber mi sangre. Han pasado más de veinticuatro horas, ya mi sangre ha dejado tu cuerpo. ¿Puedes sentir mi olor? Aspiro lento inundando mis fosas nasales con aire.

—No, no lo percibo—respondo frunciendo el ceño.

—Acércate más, no muerdo. Bueno, al menos intentaré controlarme— me dice guiñando un ojo. Le sonrío y me acerco más a él, hasta que nuestras piernas hacen contacto. Vuelvo a aspirar profundo y frunzo el ceño una vez más—. A la tercera va la vencida. — me sostiene por la cintura y me sienta sobre sus piernas.

Y mi corazón se acelera. El no podrá leer mi mente, pero si puede escuchar como late mi corazón desenfrenado. La adrenalina ha comenzado a correr por mi organismo ante su proximidad.

—Tu olor a cambiado a manzana. ¿Me tienes miedo?

—No. — respondo rápido.

—Acerca tu nariz a mi cuello y huéleme entonces.

Bajo mi mirada hacia sus manos que no han abandonado mi cintura. Cuando la vuelvo a alzar, por un segundo me pierdo en su mirada. Apoyo mis manos en sus hombros y después acerco la nariz a su cuello. Cierro los ojos y aspiro profundo. ¡Dios! Su olor es intoxicante. Es como estar sentada junto al mar. Y justo aquí es mucho más intenso. Dejo escapar el aire y aspiro nuevamente.

«¡Delicioso!»

—Tu olor está cambiando una vez más, Lizzy. Ahora hueles a canela. — susurra en un jadeo que hace que se me corte la respiración.

Y entonces lo siento.

Siento algo despertando debajo de mí. Y escucho un gruñido escapar de lo más profundo de su pecho que hace que me separe rápido de su cuello y abra los ojos. Su mirada penetrante no se aparta de la mía. Tiene las pupilas dilatadas y una expresión feroz en la mirada. Sus colmillos han quedado expuestos.

—¡Aren!

—Lo siento, no lo pude evitar. Ha pasado mucho tiempo. —me baja de su regazo, se levanta del sofá y se marcha hacia la cocina.

«¿Qué acaba de suceder?»

Me levanto y lo sigo. Cuando llego a la cocina, está abriendo una botella de vino tinto y vertiéndola en dos copas. Cuando termina, camina en mi dirección.

—Los vampiros solo bebemos sangre por dos motivos—hace una pausa y bebe de su copa mientras me tiende la otra a mi—. Supervivencia y reproducción. El exponer los colmillos ha sido un reflejo involuntario. Discúlpame.

¿Un reflejo involuntario? ¿Pero de cuál de las dos?

—Ya me has mordido en dos ocasiones Aren, no tienes que disculparte conmigo.

—Sí, debo hacerlo. Mucho más cuando hueles de esa forma y me siento atraído por tu olor y tu sabor.

—¿Te sientes atraído por mí?

No puedo creer que acabo de preguntarle eso. El cierra los ojos y bebe de su copa.

—Te necesito a todas horas—creo que necesito beber, así que le doy un sorbo a mi copa—. Necesito saber que estás ahí, verte sonreír. Verte devorar esos buñuelos que te gustan tanto, verte viva—madre mía, esto no me lo esperaba—. O quizás es solo tu sangre corriendo aún por mis venas. Y esta atracción que siento desaparecerá cuando me alimente de alguien más.

—¿No necesitas alimentarte aún?

—No. Lo sabrás cuando mis ojos cambien de color.

Me atrevo a mirarlo a los ojos y me pierdo en el intenso color de su mirada azul.

—¿Puedo preguntarte algo? —el me hace un gesto de asentimientos mientras bebe nuevamente de su copa de vino—. Cuando me mordiste la primera vez, tuve una especie de sueño erótico contigo. ¿Eso es normal que suceda?

—Sí. Ese fue el efecto de mi mordida, al tener la edad que tengo—entonces Mel tenía razón—. Solo para saciar la curiosidad que percibo en tu mirada—alzo la vista hacia él—. Lo que sucedió en ese sueño, no va a suceder nunca entre nosotros.

—¡Eh! ¿Pensé que los vampiros y los humanos podían tener sexo? —pregunto más para mí que para él.

—Oh sí, podemos. Me refiero a la parte en que entierro mis colmillos en ti mientras alcanzas el orgasmo—le doy un largo sorbo a mi copa. De repente está haciendo mucho calor en la habitación—. Eso, además de ser parte del proceso de reproducción de nuestra especie, tiene ciertos efectos en nosotros.

—¿Acaso tienen prohibido reproducirse con los humanos?

—No. No tenemos leyes que prohíban la reproducción entre nuestras especies.

—¿Entonces? —pregunto cruzándome de brazos.

Creo que necesito una explicación mucho mejor que esta.

—En mi mundo, ocupo cierto estatus social, por decirlo así, donde me obliga a reproducirme con una persona específica.

—¿Estás comprometido? —esto no lo esperaba.

—Algo como eso.

Este vampiro nunca habla claro. Pero por lo que me cuenta, jamás va a suceder nada entre nosotros, o eso creo.

—Entonces, ¿nunca va suceder nada entre tu y yo?

—Lo que ha sucedido entre nosotros, ha sido producto de las circunstancias en que nos encontrábamos. Pero no irá más allá de eso. Yo necesitaba alimentarme, tu necesitabas ayuda.

Me termino de beber lo que queda en mi copa de vino y la dejo en la encimera.

—Necesito descansar y procesar toda esta información, buenas noches Aren.

Doy media vuelta y camino rumbo a mi habitación. Me cuelo en el baño y me cambio la ropa por mi camiseta de dormir. Cuando salgo al dormitorio, Aren está sentado en mi cama y se queda mirándome.

—Ven aquí—palmea a su lado en la cama. Camino hacia allí, hipnotizada por su voz. Me siento a su lado, pero mantengo la mirada en el suelo de mi habitación—. No podré leer tu mente, pero si puedo saber cómo te sientes. No es que no te desee, lo hago. Pero si me involucro contigo, te estaré poniendo en peligro—acaricia mi rostro y levanta mi mirada hacia la de él—. Él sabe que estoy persiguiéndolo, por eso ha sido tan escurridizo. Y si siente mi olor en ti, sería como enviarte directo al matadero.

—Pensé que la atracción que sentía por ti era producto de tu mordida o de tu sangre, pero no es así. — mi corazón se acelera una vez más.

—¡Elizabeth! No quiero que te hagas ilusiones con algo, que, de suceder, no irá más allá de una relación física.

No puedo continuar sentada junto a él. Su olor está haciendo que pierda el sentido y que cometa una locura de la cual sé que me voy a arrepentir.

—Lo siento, Aren—me pongo de pie, poniendo distancia entre nosotros—. No quiero que te sientas tentado por mí. Por favor, márchate—le doy la espalda y camino hasta la ventana de mi habitación.

Y apenas transcurren unos segundos cuando lo siento detrás de mí, pegando su cuerpo al mío. Sus brazos se enredan en mi cintura mientras siento su aliento en mi cuello, apartando mi cabello a un lado.

—Hay una sola cosa en la que nunca he sido bueno—deja escapar una brisa de aire fresco en mi cuello y me estremezco por completo—. Resistir la tentación. Esa siempre ha sido mi debilidad.

—No te resistas más. — siento sus labios presionando contra mi yugular, dejando un beso húmedo y ardiente en mi piel.

—Si supieras el esfuerzo que estoy haciendo para no saltar, literalmente sobre ti y besarte, no lo dirías.

—No es como si no lo hubieses hecho ya.

—No lo he hecho. — susurra contra mi piel.

—¿Entonces el beso que recuerdo, fue también parte del sueño?

—Tu sueño comenzó un minuto después de que comenzara a beber de ti. — aparta el cabello hacia el otro lado y comienza a besarme desde el mentón.

Sus manos se deslizan debajo de mi camiseta y comienzan a acariciar mi piel con suavidad. Sus caricias, apenas imperceptibles, hacen que me estremezca. Su cuerpo fornido y poderoso se pega más al mío. Contengo un gemido al sentir su dura erección presionando contra mi trasero.

—Hay algo que no entiendo aún— intento encontrar las palabras en mi mente ya que mi cerebro ha dejado de funcionar ante sus caricias—. ¿Porque la segunda vez que me mordiste no sucedió lo mismo? —siento una leve sonrisa contra mi piel.

—Eso es porque estabas bebiendo también de mí—desliza sus colmillos por mi piel y me estremezco una vez más—. Cuando compartimos esa conexión, se inhibió mi veneno. Eso también es algo que no va a suceder más entre nosotros.

—¿Por qué? —esa es la única interrogante que mi cerebro me repite.

—Porque beber de nuestra sangre, puede crear una adicción. La mía, mucho más.

Presiono mis manos contra las suyas, deteniendo sus caricias en mi vientre.

—Por favor, no lo hagas más—me giro entre sus brazos—. No te resistas—subo mis manos hacia su rostro para acariciarlo mientras me pierdo en su mirada.

—Lo hago por el bien de los dos—coloca sus manos sobre las mías—. Así que no me hagas cometer una locura que se convertirá más tarde en un error.

—¿Cómo puede ser un error? —susurro en voz baja imperceptible.

—El error sería ponerte en peligro innecesario—baja mis manos de su rostro y las envuelve entre la suyas mientras las presiona contra su pecho—. Me importas y no quiero que te suceda nada.

Su confesión me ha dejado sin palabras. No me esperaba que él se sintiera así por mí.

—¡Aren!

—No digas nada más, por favor. — susurra en tono suplicante.

—Pero yo...

Y no puedo terminar la frase. Sus labios silencian los míos evitando que de esta forma diga algo que pueda lamentar.

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Este capítulo está dedicado a CeroMiedo4

Espero les guste este capítulo. ¿Creen que tiene sentimientos por ella, o es solo instinto protector?

Déjenme sus comentarios y no olviden votar.
Xoxo🐦⭐

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