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11.- Presa

Llegamos al lugar en que todo ocurrió. Y no puedo evitar que los recuerdos asalten mi mente e inconsciente llevo una mano a donde me mordió Warden. Sé que no tengo marcas y que según Aren, las leves que quedaron no las veré en cuanto su sangre salga de mi sistema, que asumo será en las próximas horas.

—¿Dónde te transformaste? —le pregunta Aren mientras mira en todas direcciones. Warden olfatea el suelo y comienza a caminar hacia unos arbustos. Lo sigo al igual que Aren, pero detrás de ellos no encontramos nada. Allí no hay ni una sola pieza de ropa—. ¿Estás seguro? —Warden solo le gruñe. Hasta yo entendí lo que quiso decir—. Este es el lugar, lo sé, pero aquí no hay nada. Alguien se tomó el trabajo de no dejar rastro alguno. Quien sea que te mordió, no quiere ser encontrado.

—¿Y entonces como se supone que lo rastreamos? —inquiero intrigada.

—No lo haremos. Hemos llegado a un callejón sin salida—Warden vuelve a gruñir—. Sí, lo sé.

—Pueden dejar de hablar telepáticamente. — les pido poniendo los ojos en blanco.

—Gracias por todo, regresa con tu manada— el lobo se le queda mirando fijo—. Sí, no le sucederá nada, no te preocupes.

Warden resopla antes de dar media vuelta y desaparecer corriendo en el bosque.

Aren da media vuelta y me mira a mi mientras frunce el ceño. Es la primera vez que lo veo así, preocupado. Al parecer el no poder leer mis pensamientos lo hace lucir, frustrado.

—¿Nos vamos? —le pregunto al ver que él no dice nada.

—Sí, solo me queda hacer algo más antes de marcharnos.

Comenzamos a caminar de regreso a la salida del parque. Aren luce pensativo a mi lado. La música se intensifica mientras nos acercamos a donde es el concierto. Rodeamos la multitud y mientras Aren me toma por el brazo, me conduce hacia la parte trasera del escenario.

Unos guardias de seguridad nos detienen y el habla con ellos.

—¿Dónde vamos? —le pregunto después de que nos dejan pasar dándonos unas identificaciones.

—Ya verás. — me dice brindándome una leve sonrisa.

Me conduce entre las personas hasta que llegamos a una especie de carpa donde puedo ver espejos, perchas con ropa, y sillas para maquillaje. Es donde se preparan los artistas antes de subir al escenario. Puedo divisar a varios artistas conocidos y entre ellos a mis dos ídolos. Me congelo en el lugar cuando me percato de lo que está haciendo.

—¿No querías conocerlos?

—¡Sí! ¡No! ¡No de esta forma! —grito con emoción.

—¿Y de qué forma querías conocer a tus ídolos?

—No lo sé, esto no estaba entre los planes de esta noche.

—Pues ya estamos aquí.

Media hora más tarde abandonamos el parque. Camino con una sonrisa idiota en el rostro. He conocido a dos de mis ídolos, he conversado con ellos y me he sacado algunas fotos. Montamos en la moto y Aren conduce a una velocidad, nada prudente, rumbo a mi casa. Cuando me bajo, me tiemblan ligeramente las piernas.

—Recuérdame no volver a montar en eso nunca más.

—¿Prefieres volar?

—No, no prefiero ninguna de las dos—y entonces miro la ropa que lleva puesta y no puedo evitar el preguntarle, ya es demasiado—. ¿Por qué siempre vistes igual?

—¿Igual?

—Siempre llevas la misma ropa.

—Me he cambiado antes de venir.

—¿Toda tu ropa es idéntica?

—La mayoría.

—Porque no utilizas otra ropa, siempre de negro te hace lucir más tétrico. — puedo sentir que se le escapa una risa, pero al mirarlo no sé decir si fueron ideas mías.

—De donde provengo, mi familia usa este color. Es una tradición que se ha mantenido por generaciones.

—Deberías cambiar de color, no te pega el negro en lo absoluto.

—Hum, lo pensaré.

Aren me acompaña hasta que estoy dentro de la seguridad de mi casa. Entonces frunzo el ceño y me giro hacia él.

—¿Dónde te estás quedando?

—En un hotel.

—Te vas a arruinar si pretendes vivir ahí hasta que atrapes al asesino.

—El dinero no me preocupa.

—¿Hay algo que le preocupe a un vampiro inmortal de más de mil años? — no creo.

—En realidad sí. Ahora si me disculpas, me marcho, mañana temprano tengo un trabajo pendiente.

Y después de dar media vuelta, desaparece de mi casa. Unos segundos más tarde, el rugir del motor de la motocicleta me anuncia que se ha marchado. Ya decía yo, si es más voluble que la plastilina.

Unos fuertes ruidos me despiertan. Miro hacia afuera por la ventana, aún esta oscuro. Al mirar el teléfono apenas son las 6:00 am ¿Quién hace tanto ruido esta hora? Me levanto furiosa rumbo a donde proviene el sonido. Aren está en mi sala de estar, reparando los destrozos que hizo.

—Que ustedes los vampiros no duerman, no quiere decir que nosotros tampoco.

Detiene lo que sea que está haciendo y se gira hacia mí. Me mira frunciendo el ceño y deslizando su mirada por mi cuerpo mientras inclina su rostro hacia un lado. Creo ver la comisura de su boca levantarse en una leve sonrisa, pero al mirar nuevamente ya no está. Y entonces sé porque lo hizo. Solo llevo puesta una blusa de tirantes, además de las bragas negras. Pero es muy tarde para sentir pudor.

—¿Quién te dijo que no dormimos? —bueno esto es algo nuevo que desconozco de ellos.

—Es muy temprano para que estés reparando esa pared.

—Es muy tarde, debería haberlo hecho en el mismo instante en que perdí el control.

—Aren, no va a suceder nada porque te demores unas tres horas más. Tengo sueño. ¿Y cómo entraste en mi casa? —inquiero. No recuerdo haberla dejado abierta.

—Recuerda que patee la puerta del frente, el seguro no funciona.

—No me había percatado de eso. —son muchas las reparaciones que debo hacer, necesito hacer una lista.

—Ve a dormir, intentaré no hacer tanto ruido y terminar las reparaciones.

Doy media vuelta y regreso a mi cama. Soy consciente de que estoy mostrándole mi trasero, apenas cubierto con las pequeñas bragas que llevo, mientras regreso a mi habitación. Pero tengo demasiado sueño como para pensar en ello. Cierro la puerta y me dejo caer en la cama.

Cuando vuelvo a despertar, el sol entra a raudales por las ventanas, creo que he dormido más de la cuenta. Me dirijo al baño mientras un bostezo escapa de mis labios. Preparo el cepillo de dientes de forma mecánica y cuando me miro en el espejo, abro bien los ojos y me giro hacia atrás. ¿Desde cuándo tengo una bañera? Detallo bien la habitación. Las paredes también han cambiado de color. ¿Pero cuánto tiempo he dormido?

Salgo de mi habitación y miro todo a mi alrededor. Las paredes tienen mejor color, ya no están descoloridas y deslustradas. Ahora están limpias y relucientes. Incluso el techo ha sido pintado. La pared destrozada, está intacta, como si nunca hubiese sido víctima de la furia de Aren. Me dirijo a la cocina y entonces comienzo a enojarme. No solo ha pintado todo, ha cambiado todo. La antigua encimera de madera, ha sido sustituida por una de mármol negro y blanco. Las sillas y la mesa han desaparecido y en su lugar ha colocado una barra con dos taburetes. Los electrodomésticos, ya no son los que utilizaba mi abuela y mi mamá, ahora todos son modernos y nuevos. Incluso ha cambiado las despensas y la nevera. Siento la furia crecer en mi interior cuanto más analizo los cambios que ha hecho.

—¡Aren, que mierda hiciste! —grito al aire porque no hay rastro del vampiro por ningún lado.

Pero al parecer me escuchó. El aire remueve mi cabello despeinado mientras él hace acto de presencia frente a mí.

—Solo hice lo que necesitaba la casa, una buena restauración.

—¿Y acaso te pedí que lo hicieras? —no lo dejo responder mientras camino hacia él furiosa y el retrocede—. No, no lo hice. Has pasado sobre mi sin importarte mi opinión en lo absoluto—llegamos a la sala y me detengo —. Todo lo que había en esta casa, eran recuerdos de mi familia. Recuerdos que acabas de tirar. ¡Largo de aquí! —le grito enojada señalando la puerta.

Me dejo caer en el sofá y comienzo a llorar. Siento el aire removerse a mi alrededor indicando que ha desaparecido con mi orden. Me limpio las lágrimas con el dorso de la mano y voy a cambiarme de ropa. A pesar de que aún falta una hora para que comience mi turno, me voy a trabajar. Si algo consigue hacerme olvidar todo, es el trabajo.

Cerca de las 2:00 am, el bar está desierto. No hay ni un solo cliente. La tarde estuvo ajetreada, pero desde la 1:00am, ha estado algo relajado. Saco la basura y cierro para irme a casa. Dejo la bolsa en el callejón y me giro para retomar mi camino.

Y entonces siento un ruido proveniente del mismo callejón donde acabo de estar. Me encojo de hombros, quizás es un perro callejero. Continúo mi camino y entonces siento un grito estremecedor de dolor. Un grito que hiela la sangre. Definitivamente no es de un perro, salgo corriendo hacia el callejón y me detengo en la entrada al ver dos siluetas en la oscuridad.

«¡Que estoy haciendo! ¡Debo llamar a la policía!»

Saco el teléfono del bolsillo y llamo a emergencias.

—¡Ayuda! —grita una voz de mujer desde el callejón.

No puedo esperar que lleguen. Me asomo al callejón mientras recojo un palo del suelo. Puedo ver la silueta de la mujer en el suelo y otra más alta sobre esta. Ni siquiera sé si estos vampiros mueren con una estaca, pero al menos lo intentaré.

—¡Hey! ¡Aléjate de ella!

Un gruñido llega hasta donde estoy y hace que me detenga. El vampiro está agazapado sobre su presa, pero está mirando en mi dirección. Deja de mirar hacia mí y vuelve a atacar el cuello de la pobre mujer indefensa en el suelo.

Doy otro paso más en su dirección. Quizás si lo sorprendo mientras chupa la sangre, no notará mi presencia.

—¡Ese olor! —grita mientras vuelve a mirar en mi dirección— ¡Ese maldito olor!

Y entonces desaparece de un salto dejando a su víctima en el suelo. Corro hacia allí y toco su cuello, pero es muy tarde, no tiene pulso. Un ruido detrás de mi hace que pegue un salto y un grito y me enfrento a quien sea con la estaca improvisada en la mano.

—Ten cuidado con eso.

—¡Mierda Aren, me has asustado! —le grito.

—¡Que sucedió!

—Creo que fue el vampiro que persigues. — le digo señalando a la mujer muerta en el callejón oscuro donde apenas y se refleja la luz.

—¿Y qué hacías enfrentándote a él Lizzy? Eso es algo muy estúpido.

—No podía dejarla ahí sin al menos intentar salvarla. Eso sería más estúpido.

—No tenía muchas esperanzas de todas formas, el no deja a ninguna con vida.

—¿Y tú que haces aquí?

Siento a lo lejos las sirenas de la policía.

—Debemos marcharnos. — me toma por el brazo y yo me suelto.

—No, no tengo que ir contigo a ningún sitio.

—Lizzy, tienes sangre en tus manos y en tu ropa, la policía sacará conclusiones que no son.

—Márchate entonces—hago una pausa porque estoy por pronunciar su nombre y no quiero obligarlo otra vez—. No estás obligado a quedarte aquí.

—¡Mierda Lizzy! No me obligues a hacer algo que no quiero hacer.

—¡Cual es tu problema! —y no tengo tiempo a nada más. Cuando veo las linternas y siento los pasos de la policía en mi dirección, Aren me toma por la cintura y sale volando conmigo—. ¡Bájame de inmediato! —intento forcejear, pero desisto cuando miro a la altura que vamos.

—Te bajaré en dos segundos.

Y apenas dice eso, comienza a descender en el patio trasero de mi casa.

—¡¿A que ha venido eso?! —le grito separándome de sus brazos y entrando en mi casa—. ¡¿Acaso te crees con algún poder sobre mi como para obligarme a hacer lo que tú quieras?!

—No, no lo tengo. Pero no podía quedarme allí.

—¡¿Porque no?! —le grito enfrentándolo.

Y entonces entiendo porque en cuanto se acercó la policía salió huyendo de allí. Lleva la chaqueta de cuero negro abierta. Y la camiseta blanca, que siempre usa, está cubierta de sangre.

«¿En qué momento tocó a la víctima?»

Sé la respuesta a mi interrogante. En ningún momento. Pero eso no es todo. La guinda del pastel llega cuando alzo la mirada a su rostro. Tiene sangre en su mentón y en la comisura de la boca. Instintivamente retrocedo. Sé que esto no va a impedir que salte sobre mí y me haga lo mismo que les ha hecho a sus víctimas. Pero necesito poner distancia entre nosotros.

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Este capítulo está dedicado a SilviaCarranza2

Espero les guste este capítulo. ¿Creen que sea el asesino?

Déjenme sus comentarios y no olviden votar.
Xoxo🐦⭐

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