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VIII; POWER

Esta historia puede contener lenguaje inapropiado y violencia, se recomienda discreción.
Los personajes y el mundo donde esta historia se desarrolla son en mayor parte propiedad de J. K. Rowling.

08; poder
"Eres el hombre, pero yo tengo el poder.
Haces lluvia, pero yo haré de esto un diluvio.
Deberías saber que soy la que tiene el control."

(LITTLE MIX)

Abrió los ojos debido a la luz que entraba del exterior.

Estaba en su cuarto, temblando. El sol estaba en lo alto y las charlas familiares podían oírse incluso con la puerta cerrada.

Parecía como si no hubiera sucedido nada en absoluto. Su cuarto se iluminaba por la ventana abierta y un nuevo día avanzaba idéntico a los otros.

Entonces lo sintió, apretado debajo del pantalón del pijama. En su tobillo, la pulsera que ella había visto en el callejón diagonal se aferraba contra su piel.

Colocó sus dedos con cuidado e intentó quitársela pero su intento fue en vano, consiguiendo una leve quemadura en la punta de los dedos.

La cabeza aún le daba vueltas, y ella se encontraba volando a la deriva. Las palabras que había leído en el cementerio flotaban a su al rededor de forma atormentadora.

Pensó en su familia, asustada.

La apatía de Lilian Potter podría haber resultado el detonante de la bomba de tiempo en la que aquella familia vivía, pero todos lucian alegres mientras desayunaban.

Por dentro sentía ganas de llorar, brevemente agradecida por todas aquellas personas que la rodeaban de aquel sentimiento caliente y acogedor. Sin embargo su cuerpo nunca reaccionaba a sus pensamientos o sensaciones.

— Lily — su padre, Harry Potter, prácticamente saltó de su asiento para ir hasta ella. Parecía exaltado y entusiasmado por alguna extraña razón.

Tenía el cabello jovialmente desordenado, y las gafas redondas se resbalaban sutilmente por el puente de su nariz que parecía desviada.

La cicatriz en su frente era lo más notorio de su persona, cuando el cabello estaba lo suficientemente desordenado como para no ocultarla.

Albus parecía el único levemente perturbado, mirándola sobre el hombro de James y regalándole una sonrisa que no llegó a sus ojos en lo absoluto. Las emociones se revolvieron en el estómago de la muchacha.

Estaba viviendo en una locura.

¿No iban a gritarle o regañarla por irse?, la pregunta se quedó instalada en su persona hasta que el hombre la tomó del hombro y la incitó a sentarse con todos.

— Estamos emocionados de que tengas tu magia aún, cariño— comentó Ginny, dejándole frente a ella una taza rosada.— Eso quiere decir que realmente Hogwarts va a poder ayudarte en algo —

Incluso aunque oía, la pelirroja no entendía a lo que su madre se refería.

— ¡Por eso tenemos que ir al callejón diagon a buscarle una varita!— chilló James, emocionado. Estaba con una tostada a medio comer balanceándose en su mano.

Entonces llegaron las lechuzas.

De sus patas soltaron tres cartas perfectas, con una caligrafía impecable que mareó y desequilibró los pensamientos de Lily.

La mañana fue un debate constante desde ese instante, de algo que finalmente resultó inentendible para la menor de la familia.

Lo único que sabia con precisión era que todos ellos eran, cuanto menos, escandalosos.

Esta vez, al viajar mediante los polvos flú, Lily se aseguró de pronunciar correctamente las palabras para evitar llegar a aquel terrible lugar en el que había aterrizado la última oportunidad.

La tobillera enredada en su piel le quemaba, haciéndose sentir su presencia.

Llegó adecuadamente a una extraña taberna, donde Albus charlaba animadamente con uno de sus primos a quien Lily recordaba de la noche anterior.

Era un chico rubio, quizás con uno o dos años más que Lily. Sus ojos azules resaltaban contra la piel bronceada por el sol veraniego y había una extraña electricidad que te obligaba a mirarlo.

— Louis es medio veela, por parte de Fleur— la pelirroja no había notado el momento en que su madre se apareció junto a ella, colocándole la mano en la espalda y empujándola para que avanzara.

Ginnebra Potter le resultaba una mujer curiosa, con ojos potentes que demostraban el poder que ella tenía en si. Lily reconocía semejanzas entre ellas, el carácter apacible pero que podía terminar resultando explosivo.

La primera parada de todos ellos fue en la tienda de mascotas, donde finalmente Lilian adquirió una lechuza que no le interesaba en lo absoluto.

El animal se quedó con su padre, mientras los adultos compraban los libros necesarios de cada uno y sus hermanos junto con Louis la arrastraron a una nueva tienda.

Ollivanders era la única palabra que rezaba el cartel en lo alto del local, el cual parecía haber sido golpeado fuertemente por los años. Las paredes marrones daban la impresión de haber sido atacadas reiteradas veces.

El señor Ollivander era un hombre entrado en la vejez, con arrugas adornando un rostro cansado y sereno. Medialunas sutiles debajo de ojos claros, de un color indescifrable para la menor de los Potter.

— Señorita Potter— el mago aplaudió cuando ellos entraron, claramente entusiasmado. — Me alegra poderla conocer finalmente, estaba esperando que por fin viniera a la tienda—

Sus hermanos y Louis parecieron poco sorprendidos ante la cantidad de información que el anciano tenia acerca de ella, algo que disgustó brevemente a Lily.

— Estoy seguro de que encontraremos la varita perfecta para una niña tan especial como usted, señorita Potter —

Tomó una de un cajón cercano.

— El núcleo de pelo de unicornio es uno de los más leales, perfecto para los hechizos que se aprenden en Hogwarts — se la cedió, una varita elegante que se ajustaba en su pequeña mano. — agítala—

Ante la incitación, Lily obedeció. Pero entonces sucedió: una estantería completa cayó de su lugar.

— No creo que sea esa— dijo Louis, quitándole el objeto a su prima y colocándolo sobre el mostrador.

Después de esa hubieron dos más, que acabaron faltamente también.

La tercera era hermosa, de un color claro y con un tallado excepcional que la dejó sin palabras. La agitó,  y de la punta de ella salieron pequeños pájaros de papel.

Albus silbó— la encontramos—

Ollivander la miró con los ojos entrecerrados, notablemente sorprendido— una varita americana ciertamente, la fabriqué en mi último viaje hace muchos años—

Le acercó a Lily la caja para que pudiera guardarla allí.

— Once pulgadas y media, su núcleo es pluma de ave del trueno— la estudió desde la distancia — madera de acacia, levemente flexible —

— ¿Por qué Lily tiene una varita internacional? — se quejó James, con un extraño ruido.

— La varita elige al mago, señor Potter— aclaró Ollivander — y aunque ésta es una varita difícil, puede ser utilizada por una gran bruja —

Lily sostuvo la varita con fuerza durante unos segundos.

Ahora ella tenía el poder.

¡Ya pueden seguir la playlist!
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Con este capítulo terminamos la edición, al menos por ahora, y el capítulo del domingo sale fresco para que sigan descubriendo la historia.

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