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Despertó en el momento en que sintió el movimiento en la habitación. A pesar de que estaba cansado, su mente lo había obligado despertar, al traerle al pequeño chico de cabello rubio, que había dejado sólo y a la deriva en aquel hospital abandonado.

El sentido de la responsabilidad pujaba con fuerza cada que este llegaba a su mente y su único deseo había sido protegerlo de todo. Porque el muchacho era inocente. No sabia su edad, ni si había terminado siquiera los estudios, eran cosas que había dejado a un lado en el preciso momento en que lo encontró de aquella manera, indefenso.

La luz le molestaba en los ojos y aún así los abrió despacio para tratar de que sus pupilas se acoplaran a la claridad.

Un hombre con las manos enguantadas y un cubre bocas se apartaba dichos objetos para quedar a la vista del pelinegro.

Yoon Gi lo miró con atención. Sus oscuras orbes escudriñaron el semblante más adulto, pero sólido y ya no tan alegre del joven que conoció una vez.

Jung Ho Seok estaba allí enfrente y ahora le dirigía una mirada preocupada y a la vez brillante por la dicha de verlo desde pasados tantos años.

ㅡPensé que no despertarías. Has perdido mucha sangre y estás muy débil. Tuve que ponerte una intravenosa para que te hidrates...

ㅡHobie, ¿cómo...? ¿Qué haces aquí?ㅡ cuestionó el mayor sin salir de su asombro. Su mejor amigo, había perdido rastro de él hace tanto... La vida y las circunstancias hacían que las personas, por más que quisieran permanecer juntas, se separacen.

Ellos sienpre estuvieron juntos en su adolescencia. Al junto de Seok Jin, había vivido las mejores y más grandes aventuras, pero el tiempo había pasado a velocidades extraordinarias y cada uno tomó su camino.

Ho Seok siempre quizo ser médico y aunque amaba la especialidad en hospitales, el tenía el sueño de ser parte del ejército junto con Yoon Gi. Ambos estuvieron decididos a hacerlo, pues creían, era una de sus vocaciones ayudar a la gente.

Si, con todo y sus travesuras adolescentes, Ho Seok y Yoon Gi aprendieron el sentido de protección de una manera muy gráfica. Los dos chicos habían visto con sus propios ojos, como un autobus se desvió en plena carretera, provocando un accidente que casi mata a todos los pasajeros.

Ellos iban en el y las personas gritaban, lloraban por salvar sus vidas. Ellos dos habían quedado mal heridos, pero dejaron su dolor a un lado para socorrer a otros. Tanto niños como adultos fueron aprisionados por el pánico y su propio deseo de supervivencia, intentando apartar a otros para salvarse ellos mismos.

Lamentablemente, aunque dieron todo de si, socorriendolos hasta que los paramédicos llegarán, algunas de las personas en el lugar murieron. Cosa que les afectó por mucho tiempo.
Pero allí conocieron el deseo tan inmenso que burbujeaba en su pecho por defender a su prójimo.

ㅡSoy médico aquí en Seúl. Bueno, ayer me ingresaron. Hace poco tuve un traslado y me eligieron para estar aquí en el área de cirugía. Pero todo se volvió un caos cuando escuchamos sobre la purga.

Yoon Gi se incorporó un poco en la camilla, para soportarse del respaldo.

ㅡHa paso tiempo.ㅡ murmuró el pelinegro, con la vista recorriendo la habitación. Todo parecía tan normal.

ㅡPensé que seguías en el ejército. En estos momentos necesitarían a los agentes para proteger a las víctimas.

ㅡEstoy de receso, pero aunque siguiera allí no podría hacer nada. Tomando en cuenta el anuncio. Todas las entidades de emergencia y proteccion no están disponibles. No se como aún sigues aquí.

ㅡRealmente decidí quedarme. Sabia que muchas personas estarian en peligroㅡ explicó.

ㅡLos chicos con los que vine...

ㅡEstán a salvo. El pequeño estaba entre la vida y la muerte. Tenía una hemorragia, a la vez que un dezgarre interno. Tuve que interferirlo e intentar encontrar sangre compatible, pero lo logramos. Está estable. El otro está descansando en la otra habitación.

Yoon Gi asintió. Al menos estaban sanos y salvos. Movió su cuerpo para bajar de la camilla. Aún llevaba los zapatos puestos. Su cuerpo se sentía pesado y pegajoso por la sangre. Necesitaba con urgencia un buen baño.

Cuando estuvo de pie, el contrario lo abrazó con fuerza y le brindó una de sus sonrisas más sinceras. El mayor correspondió al gesto y le siguió, luego de pedir ver a los dos chicos. Caminó en el pasillo hasta la puerta a su lado y observó el reloj de pared que marcaba las cuatro de la mañana.

Un pinchazo llegó a su pecho. La pesadilla estaba terminando y sólo quedaban dos horas para ello. Ya no sentiría más angustia o temor en su pecho por salvar a otras personas. La única preocupación que encargaba su pecho era el no encontrar a su madre.

En que estuviese muerta.

Pasó una de sus pálidas manos por su cara, sintiendo el nudo en su garganta con la misma sensación de pánico que hace poco sintió. Tenía que encontrarla, porque ya Jimin y Tae Hyung estaban fuera de peligro, pero ¿y si ella lo necesitaba?

Vió al muchacho de cabello bicolor durmiendo en la camilla, y luego fue guiado por Ho Seok en el mismo pasillo hasta una de las otras habitaciones. En la cama se encontraba el rubio. Su piel se veía como cerámica, tan blanquecina y sin brillo. Sus labios de un rosado tan oscuro que casi tiraba al violeta. A un lado, el monitor calculaba las pulsaciones de corazón del chico.

Se volvió en su posición viendo a un extremo la otra camilla, donde se encontraba un moreno que le parecía bastante conocido. Ignorando las posibles palabras de su mejor amigo, se acercó al hombre y lo observó que despertaba de su letargo.

Este parpadeo varias veces y cruzó su mirada con la suya. Sus cejas se alzaron al reconocer al instante, una de las personas que salvó del restaurante de Seok Jin.

ㅡTu...ㅡ indicó Yoon Gi con la impresión prendado en su rostro. ㅡ¿Viniste con Seok Jin y los demás?

El moreno bajó la cabeza, mostrando su tristeza ante las palabras dichas.

ㅡLo siento... Necesitaba ayuda y ella estaba muy mal...ㅡ empezó a balbucear el más alto, desplazando sus ojos en todo el dormitorio, para no mantenerlos en Yoon Gi. El brillo de la desesperación se reflejaba en sus ojos.

ㅡ¿De qué hablas?ㅡ preguntó el pálido con el ceño fruncido. ㅡ¿Paso algo grave?

El moreno de un solo movimiento se levantó para caer de bruces al suelo. Sus ojos desprendían desconsoladas lágrimas y sus labios pedían perdón una y otra vez.

ㅡNecesito... necesito...ㅡ repetía una y otra vez sin llegar a pronunciar algo más. Se estaba volviendo loco y tenía miedo de que si alguien supiera lo sucedido con Seok Jin, perdería a su familia. Todos los malos pensamientos y sentimientos le bloqueaban. Eran como un muro de ladrillos delante de él de mas de tres metros y no tenía la manera de atravezarlo.

ㅡHyeong, el está buscando salvar a su esposa. Lo encontré mal herido en el almacén de los medicamentos y me dijo que ella estaba muy mal, que necesitaba salvarla.ㅡ Yoon Gi miró al moreno que seguía en la misma posición con su cuerpo siendo sacudido por el excesivo llanto.

ㅡ¿Siguen en el mismo lugar?ㅡ cuestionó Yoon Gi.

ㅡS-siㅡ titubeó Nam Joon.

ㅡEntonces, vamos.

ㅡ¿Qué?ㅡ Ho Seok miró a su mejor amigo con miedo.

ㅡBuscame todos los medicamentos posibles para una mujer embarazada. Todo aquello que sirva para resfriados, enfermedades o lo que sea. Si logro entender cuáles son los síntomas podemos ayudarla.

ㅡYoon Gi, esto no puede hacerse a la ligera. Una mujer embarazada es riesgo porque el bebé puede tener complicaciones.

ㅡ¿Y que podemos hacer?

ㅡTengo que ir con ustedes.ㅡ indicó el contrario decidido.

ㅡPero entonces dejarás a los demás pacientes...

ㅡAquí hay dos médicos más que los pueden atender. Necesitarán ayuda si hay personas heridas o enfermas. Eso podría empeorar las cosas porque un embarazo es delicado y puede contraer cualquier infección que puede afectar al feto.

Yoon Gi asintió.

ㅡBien.ㅡ Levantó al más alto de los hombros y lo encaró. Este se sorbía la nariz y limpiaba sus ojos con el dorso de sus manos. ㅡVamos a salvar a tu esposa.

Nam Joon asintió. Las palabras le dieron un poco de alivio a su corazón. Amaba tanto a su familia que prefería morir en su lugar. Rogaba que todo estuviese bien o que al menos estaran estables y ninguno de esos maniáticos les hubiese encontrado.

Se abrazaba a la posibilidad de que ya aquella pesadilla no existiría más. Una burbuja de esperanza se aprendía en su corazón, pero era a la vez apagada por el remordimiento y la tristeza acumulada.

Si tan sólo hubiese escuchado por una vez en su vida a sus padres, cuando les pidieron irse con ellos a Estados Unidos, quizá todo sería diferente ahora.

Seok Jin no estaría muerto.

Su familia no estaría en peligro.

Y el no se sentiría la peor persona del mundo. Creyendo ser un asesino.

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