Challenge
Miró de un lado a otro en busca de una salida a su pronta ejecución. Nam Joon no tenia idea de cómo manejar lo inevitable. No sabia pelear y tampoco tenía experiencia con el uso de armas como pensaba que lógicamente lo hacía el soldado que los había salvado anteriormente de la muerte.
Ese hombre había sido si salvación. Se dispuso a dejar a un lado cualquier cosa, incluyendo las críticas de muchos al catalogarlo parte de lo que ocurría, y había salvado a los sobrevivientes de aquel restaurante. Realmente era un milagro que permanecieran vivos a estas alturas. Sin embargo; ahora no pensaba lo mismo.
Reprimió un insulto cuando sin previo aviso, el hombre ensangrentado se lanzó sobre él, extendiendo su brazo empuñando el el objeto filoso. Una de las tres puntas penetró uno de sus hombros en el movimiento, dejándole una herida honda. De la misma manera rápida que la introdujo, así la sacó, haciendo al más alto ahogar un grito.
Apretó los dientes para aguantar el ardor que empezaba a sentir no sólo en aquella área, si no en todo el brazo. La sangre salía como causes, pero no debía desviarse de la atención, ahora; pues no sabía cuanto aquel individuo llegaba a dominar el objeto. Y según sus pronósticos, imaginaba que lo suficiente. La evidencia estaba en toda su contextura manchada de rojo.
Recibió el otro ataque, elevando el tubo que sostenía para impedir el fuerte impacto. Se debatía con fuerza y rabia contenidas, empleando toda su fuerza bruta para no dejarse debilitar.
El brazo lastimado le dolía como el infierno, pero eso no le detendría en responder cada contacto.
El tipo se rió en su cara. Se estaba divirtiendo bastante con la escena que ambos hacían. Sus jadeos y gruñidos no se daban a esperar entre los intercambios de golpes.
Nam Joon en una sacudida, le golpeó con ímpetu la muñeca, creyendo haberla dislocado de su posición. Se sintió victorioso por un momento, cuando el hombre soltó su arma y gritó a todo pulmón aferrándose la mano. El moreno no soltó su arma. Más bien, aferró con sus dedos duramente. Tanto, que sus nudillos se emblanquecieron. Emitió unos pasos las cerca, notó que la muñeca estaba rota y flácida. Desprendida completamente de su lugar.
ㅡ¡Nam Joon!ㅡ gritó Jin del otro lado. Se volvió en un segundo, notando que el castaño estaba en apuros. Llevaba algunas heridas en sus brazos, rostro y torso. Tenía la camisa abierta y la sangre le goteaba de las heridas. Sus ojos estaban sumidos en una neblina de terror y suplica, puestos en el hombre que se reía en su cara con el hacha extendida entre la parte que unía su cuello con el hombro.
El sujeto se inclinó ante Seok Jin con sumo cuidado y ladeó la cabeza rodando los ojos, para ver al moreno a unos metros. Su sonrisa se crispó, tan grande como el gato de Alicia y volvió la vista admirando al hombre tembloroso delante suyo.
Estiró su mano libre y con el pulgar, surcó la comisura para quitar la gota que ahora se derramaba. Inmediatamente, llevó el pulgar ensangrentado a su boca, para probar el metálico sabor y volvió a reír.
Los ojos de Seok Jin se blanquearon al igual que al menor del otro lado.
Nam Joon no dudó en dirigirse hasta allí, para ayudar a su amigo.
ㅡQuieto.ㅡ soltó el hombre delante de Seok Jin. El moreno no quería detenerse. La inquietud en su pecho le tocaba alejar a su compañero de él, pero también el miedo le advertía que estaba siendo arriesgado y que Seok Jin moriría, que debía salvarse a sí mismo para poder salvar a su familia.
Estaba dividido entre dos mentalidades, y ninguna de ellas se hacían concisas en su mente. No podía ser más egoísta. La vida de otra persona estaba peligrando y su estúpido instinto de supervivencia venía a decirle tremenda barbaridad.
ㅡDéjalo.ㅡ encaró el moreno, intercambiando su repentino nerviosismo y vacilación por una mirada neutral, decidida. No quería demostrar a esos asesinos que estaba muriendo de miedo por dentro ante la idea de que arrancarán la cabeza de Seok Jin delante suyo.
ㅡOh, pero miren que valiente nos ha salido la presa. ¿No crees, Jack?ㅡ el otro no dijo nada. Aún estaba sumido en su dolor, sosteniendo con sumo cuidado la mano que le colgaba y ahogando unos cuantos quejidos de dolor. Este alzó la vista enfurecida hasta Nam Joon, pero no hizo nada en respuesta. ㅡVen aquí.ㅡ solicitó el otro, haciendo un movimiento al mencionado y este caminó hasta él sin rechistar.
El moreno entonces, miró de reojo a su costado ante la señal de los ojos de Seok Jin. El tridente se encontraba a unos pasos. Se inclinó un poco y la tomó. Un gritó de dolor salió de su garganta cuando sintió algo incrustar en su hombro herido nuevamente. Una mano estaba allí con la base de un puñal bien apretado.
Nam Joon alzó la vista sorprendido. ¿Cómo rayos había llegado tan rápido hasta él?
El sujeto que antes sostenía el, soltó al moreno y se apartó.
ㅡ¿Alguna vez hiciste esgrima? ㅡ inquirió, con una ceja enarcada. Nam Joon no emitió palabra. El no era de hacer mucho deporte, pero alguna vez escucho sobre esa práctica, que aunque pareciera lo más fácil del mundo, era todo lo contrario.
Mark hizo el mismo gesto, balanceado de forma enérgica y precisa el hacha. Lo apuntó en el pecho con ella, aún sin apartar la sonrisa maniaca de sus labios.
Nam Joon no emitió sonido siquiera y el sujeto frente a él lo tomó de forma divertida, paseado su cabeza.
ㅡCreo que esto va a ser más emocionante de lo que pensé.ㅡ dijo en voz alta para que los tres restantes escucharán sus palabras. ㅡVeamos...ㅡ empezó. ㅡEl juego es muy simple. Te daré tres toques. Tienen que ser en el pecho.ㅡ especificó ㅡEn ellos tendrás la oportunidad de salvarte a ti y a tu amigo. Si logras dos por lo menos, se salvarán. ¿Qué te parece?
La burla estaba impregnada en aquel rostro ensangrentado. La identidad el tipo no se definía debajo de esa capa de sangre seca y eso le producía un aturdimiento continuó. Tomó un poco de aire para calmarse, el dolor se estaba volviendo más fuerte en vas a segundo y creía estar por colapsar.
Sacudió su cabeza repetidas veces, buscando la concentración. El jamás en su vida habría pensado en herir a una persona. Todo su tiempo lo había invertido en la familia que amaba y añoraba. Trabajando fielmente para el sostén de ellos, porque solo esas simples acciones le daban felicidad.
Antes había pasado tanto.
El noviazgo no fue el mejor, debido a que en plenos estudios ambos se habían dado cuenta del embarazo y principalmente él optó por dejarlo todo para cuidar a ese hijo que venía en camino.
Sus padres lo apoyaron mucho y le demostraron que a pesar de los errores y las circunstancias, sólo te estarían de su lado para darle aliento.
ㅡ¿Y si sólo logró uno?ㅡ preguntó el moreno con el pecho palpitante de ansiedad.
ㅡCreo que está de más decirlo.
Nam Joon se tensó y volvió su vista al mayor que empezaba a suplicar piedad con la mirada. Las lágrimas empezaban a salir de sus ojos sin control. Jack le calló con un golpe entre la boca del estómago, cual retorció su cuerpo hacia adelante con la cabeza apoyada del suelo.
El temblor en el moreno no cesaba. Dos y uno eran los números lo único que repetía su mente, teniendo las dos opciones en ellos. Necesitaba, necesitaba tener dos toques.
Dos toques y estaría a salvo.
ㅡEmpecemos.ㅡ murmuró, extendiendo la propia arma. Mark lo alentó para que se acercará y empezaron a moverse en todo el espacio. Chocaban los objetos, el chirrido del metal, las respiraciones rápidas y sofocadas. Todo encabezaba un arduo enfrentamiento.
El primer toque fue de parte de Mark. Pero no fue como Nam Joon de lo esperaba. La punta del hacha le cortó en el pectoral.
Trastabilló, sintiendo como su pecho subía y bajaba en el proceso, jadeando Y tragando la poca saliva que se acumulaba en su boca, intentando recomponerse.
Mark no le dió tiempo, parecía que al desgraciado no se le acababan fuerzas, porque se le lanzó como un tigre tas la presa. Nam Joon elevó el objeto en horizontal. La punta del hacha chocó contra el metal que hacía de base al tridente.
No pudo mantenerse por mucho tiempo, así que lo empujó extendiendo el arma y tocando el pecho contrario. La emoción no embargó. Sólo faltaba un simple toque. Tan sólo uno y saldrían de esta.
Lo lograrían.
La sonrisa de Nam Joon se extendió por primera vez, llena de regocijo y marcando sus perfectos hoyuelos.
El triunfo era su meta.
Mark sonrió de vuelta con sorna y tronó su cuello de izquierda a derecha. Los dos se miraron con el brillo del reto en sus pupilas. Nam Joon rogando al cielo y el otro velando a su carnaza para acabar con ella sin miramientos. Volvieron a deslizarse por la calle.
La muerte los mirada desde algún recóndito lugar, complacida por el juego que mantenían los dos gallardos. El manojo de cartas estaba echado. Y ella quería ver como los jugadores en la mesa ganaban la partida.
Dos toques.
Y quedaba uno.
El último golpe se empleó y ambos sujetos se quedaron cara a cara con los ojos fijos y las dos armas extendidas.
¿Quién a tocado a quién?
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