Capítulo cuatro: "Sir Donald, el perro"
Mi lloriqueo cada vez se hacía más potente y chillón, debo de admitir que hasta yo lo encuentro bastante desagradable, pero deben de entender. ¡Me acaba de salir mi primer cabello gris! Y solo tengo veintidós años, ¿qué será de mi cuando tenga veinticinco o treinta? Seré horrendo.
—Por favor, Violett, sácalo, luego te pagaré, tengo dinero, mucho dinero, pero por favor, sácalo —junto mis manos a la altura de mi rostro, mientras ruego.
—¡Claro, claro! Solo espera unos segundos, traeré unas pinzas —alza sus manos, y da pequeños saltos, para luego desaparecer del cuarto.
¿Pinzas? ¿Para qué rayos necesita unas malditas pinzas? ¡Dolerá!
Ella apareció nuevamente con unas gigantes pinzas en sus manos, oh no, ahora me quiere asesinar. Estoy seguro que hoy será mi último día de mi vida.
—Me dolerá, ¿verdad? Por favor, sé cuidadosa —cierro mis ojos con fuerza, mientras bajo mi mirada.
—Justin, solo te sacaré un cabello, no dolerá, estúpido —ella ríe, y siento como cada vez ésta más cerca.
Aquí vamos. Resiste, Justin, cuenta hasta diez, así no sentirás nada. Piensa en ángeles, piensa en pandas desnudos. ¡En piñas rosadas! O tal vez en payasos, pero no, algunos me dan miedo. Puede ser en Esther, sin embargo, en estos momentos estoy muy enfadado con ella, ya que aún no supero el hecho que sea abuelo.
Mejor pensaré en pizza. ¡Oh, amada y gloriosa pizza!
—Justin, ya terminé hace más de veinte segundos, ya puedes abrir los ojos —la detestable voz de Violett interrumpe mis pensamientos, y con lentitud comienzo a abrir mis ojos, tal vez quedé calvo, no sólo me arrancó un cabello, puede que más aún.
—Qué horrendo, ¿no?
Ella rodó sus ojos, y lanzó las pinzas a su sofá, para luego extender su mano y depositar un suave y pequeño cabello gris en mis manos. Rayos, sí que era pequeño.
—Eres demasiado, pero demasiado exagerado —ella niega con su cabeza, y se dirige hasta la puerta, para así cerrarla.
—Conservaré esto, lo guardaré cómo un valioso recuerdo —tomo mi billetera, y con cuidado guardo aquél cabello allí. Perfecto.
—Si fuera tú, me preocuparía de tu apestoso olor, en vez de un insignificante cabello.
¿Olor? ¡Oh, cielos! Mataré a Sir Donald, claro que lo haré. Me levanto con rapidez del suelo, e intento observar mi pantalón, algo casi imposible.
—Eso luce horroroso, amigo —habla, mientras tapa su nariz y se acerca para observar con más detalle.
—¿Y ahora qué haré?
—Dejarás a Esther, te irás a hacer tu vida de estrella pop, y luego la vendrás a recoger, y listo, para nada complicado —golpea mi hombro, al pasar por mi lado.
Ella camina hasta una puerta, por instinto la sigo, llega hacia la cocina, ella toma un vaso, para luego llenarlo con agua y así beberlo.
Iba a abrir mi boca, pero el asqueroso olor a popo de animal llegó a mis fosas nasales. Pero que fétido olor. Madre mía, huele a podrido.
—Oh, no. Tú me ayudarás.
—¿Ahora qué quieres? —ella suspira, dejando su vaso a un lado y cruzando sus brazos bajo su pecho.
—¡Necesito una hora con la veterinaria! ¡Soy hombre! No puedo hacer esas cosas.
—Vamos, de aseguro tú compras condones en las farmacias, eso debe de ser más vergonzoso que pedir una cita en un veterinario para tu perrita. Tarado —de su bolsillo saca su celular, para luego pasármelo—, anota su número, espero que al menos tengas algún contacto.
—Claro que lo tengo, no llevaré a Esther con una cualquiera.
—Pero tú si te acuestas con cualquieras.
Bien, está permitido que me griten y bailen en mi rostro Turn Down For What, para luego grabarlo y subirlo a las redes sociales. Vamos, estoy esperando.
—Llama luego, pelimorsa —bufo, entregándole su celular.
Ella sale de la cocina, con su celular en su oído. Aún salía el apestoso olor, entonces me saqué mi camisa roja a cuadros y la até a mi cintura, al menos así ya no se vería la macha que había quedado, aunque el olor seguiría allí.
Al estar allí por unos cinco minutos, Esther y Sir Donald entrar corriendo, agitando sus colas y sus lenguas sedientas afuera.
No quiero ni imaginar que cosas estaban haciendo aquél par. Que adolescentes más inapropiados, yo al año no hacía absolutamente nada.
Solamente comía, dormía y me hacía en mis pantalones, nada más.
—Perfecto, mañana a las cinco debemos de estar en la clínica —Violett entra, dejando su celular en la mesa, para luego tomar a su peludo perro en sus manos.
—No lo toques, acaban de llegar muy contentos, estaban haciendo sus asquerosidades, estoy seguro. Aléjate del ETS, antes que te contagien —entrecierro mis ojos, mientras observo aquella bola de grasa, que estaba cómodamente acostado en los brazos de Violett.
—Estoy segura que Sir Donald no tiene ninguna enfermedad, tiene todas sus vacunas al día —ella frunce su ceño, dejando a su mascota en el suelo.
—Tu perro no me trae buena espina, debe de hacer algún agente secreto. Como Perry, el ornitorrinco. Sé que trama algo, puedo verlo en sus ojos.
Violett guarda silencio, para luego soltar una enorme carcajada. Jesús, me está comenzando a dar miedo su tan radiante risa.
—Sir Donald, el perro. Te lo presento.
—¿No sé te ocurrió algún otro nombre más creativo y bonito? —llevé mi mano a mi barbilla, dejándola allí por unos segundos.
—Es bonito —se encoje de hombros.
—Por supuesto que no lo es, no es para nada bonito.
Ella guarda silencio por unos segundos, Esther camina hasta ella, y se acuesta al lado de su pie derecho, Violett sonríe y baja hasta su altura, para así acariciar su pelaje.
Mi Esther sí que era bonita y educada. No encaja con su tonto Sir Donald.
Esperen... ¿Dónde rayos se metió Sir Donald?
—Violett, ¿Dónde quedó...? —lentamente dejo de hablar, al sentir mis pantalones húmedos.
¿Me acabo de hacer en los pantalones?
Abro mis ojos al máximo, y dirijo mi mirada hasta mi amigo, pero todo lucía perfecto. No me había orinado.
Es allí, cuando bajo más mi mirada, para así ver las peludas y gordas patas de Sir Donald, él tenía una de ellas en alto, mientras orinaba cómodamente mis pantalones.
—Oh, sí. Aquél era su malévolo plan, orinar en tus pantalones.
Necesito unos nuevos pantalones, con urgencias. ¡Sí! También necesito tirar a la basura estos, excremento y orina de Sir Donald en mis pantalones, fabuloso.
***
PRIMERA VEZ QUE ACTUALIZO TAN RÁPIDO NENAAAAS💘💗🎉. *baile de cinco minutos*
Esto solo sucede cuando estoy de buen humor jdjdjsks💖🙌.
¿Saben por qué estoy de buen humor?😊😏😏
BUENOOOOOO, ESTAMOS EN EL PUESTO NÚMERO #38 EN HUMOR CON PUPPY'S ACCIDENT😱🎉💕🎊.
DIOSSSSS MIO, estoy muy feliz, demasiado❤😄.
Muchísimas graciassssss, amores míos💝💞.
¿Les gustó el capítulo? Espero que si💝🙋
El amor a tu mascota jeje💖🙌
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