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OO7 ╏ Decisiones

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El otoño estaba a días de llegar y ya se podían apreciar el color naranjoso sobre las hojas de las árboles. Mingi amaba por mucho esa época, el otoño era su estación del año preferida y si sus cálculos no fallaban era posible que su hijo naciera en plena estación otoñal.

Como debía ser, Mingi se encontraba ya en su trabajo, Nayeon y él atendían a la poca clientela que había en el lugar, el pequeño Hyunjin jugaba con Yunho en una de las alejadas mesas de la cafetería para no molestar a los clientes, Mingi sonreía cada vez que veía a su novio... de verdad que lo quería mucho.

—Yunho será un gran padre, puedo verlo —dijo Nayeon mientras observaba la escena, recargada en el mostrador.

Mingi, quien acomodaba los vasos sonrió. Yunho, en sus vacaciones, había decidido pasar más tiempo en la cafetería, ayudando a Mingi y asegurándose de que no se sobrecargara. Su presencia constante y su apoyo incondicional hacían que Mingi se sintiera más seguro y amado.

—Lo sé y nada me hace más feliz que saberlo, saber que mi hijo tendrá una excelente figura paterna presente.

Mingi caminaba de aquí para allá y Nayeon podía observar como el peligris mostraba incomodidad y cansancio, podía verlo tocarse la parte baja de la espalda y quejarse levemente. Ella negó levemente y se acercó hasta él.

—Mingisshi ya te dije que tomes tú el lugar detrás de la caja, siéntate en el banco y yo entrego las órdenes, a estas alturas del embarazo es más cansado y doloroso, puedo verlo en tu rostro, la espalda te ha de estar matando ¿no es así? —dijo ella viéndolo hacerle finalmente caso, sentándose donde le había dicho.

—Y estás en lo correcto, el peso del vientre hace que la espalda baja me esté matando de dolor, te juro que no puedo estar tanto tiempo de pie porque el dolor es insoportable —Mingi hacía gestos de dolor cuando intentaba acomodarse en el asiento.

—Hablaré con el señor Lee por ti, de todas maneras él es consciente de que estás a poco tiempo de dar a luz y eso significa que deberá darte tus días de incapacidad, yo digo que te tomes esos días desde hoy —Nayeon resoplo preocupada mientras se recargaba en la barra, observándolo fijamente— ¿ya tienes fecha programada para el parto?

Mingi negó.

—Yunho y yo iremos hoy a mi último chequeo ya que él quiere saber que será el bebé, supongo que de ahí se programará la fecha del parto —Nayeon asintió mientras volteaba hacia el par, quienes ahora pintaban tranquilamente.

—¿A qué hora es tu cita?

—A las 2:00

Ella asintió—. En quince minutos entonces, iré a hablar con el señor Lee para que te deje descansar a partir de hoy y nada de que no, lo harás porque yo digo.

—Si mamá —replicó sarcástico Mingi mientras reía.

No pasaron más de 5 minutos cuando Nayeon volvía alegre de haber hablado con el jefe de ambos, parecía ser que traía buenas noticias.

—Traigo buenas noticias, el señor Lee dijo que pensaba decirte que podías tomar tu incapacidad a partir de estos días, entonces si gustas una vez que te vayas a tu cita puedes irte a casita a descansar saliendo de ella —comentó Nayeon y Mingi, por inercia abrazo a su amiga como agradecimiento.

—¿Qué estamos celebrando? —interrumpió Yunho con el pequeño Hyunjin en su espalda.

—Que Mingi puede irse a descansar a partir de hoy, el señor Lee le adelantó su incapacidad, solo porque Mingi ha sido un buen trabajador —respondió Nayeon a lo que Yunho sonrió ampliamente.

—¡Eso es estupendo! Porque es un necio y no deja de estar de arriba para abajo, ah pero pregúntale si le duele la espalda... —mencionó Yunho ganándose una mala mirada del peligris—, pero en fin, ya debemos irnos, la cita con el médico ya es en quince minutos y si no nos vamos ahorita no llegaremos.

Mingi y Yunho se despidieron de Nayeon y del pequeño Hyunjin para ir rumbo a la cita, durante todo el camino Mingi iba bebiendo de su gran botella de agua, Yunho tomaba la mano de su pareja y con paso apresurado llegaron al consultorio.

—Hola, tenemos cita con el médico Min —dijo Yunho con la respiración agitada, el peligris por otro lado tomó asiento ya que el dolor de cadera lo estaba matando.

—Claro, está ya en el consultorio esperándolos, puedes pasar —dijo la joven mientras los llevaba a la puerta del consultorio y les habría la puerta—, ya llegó el joven Song.

—Adelante jovenes, ¿listo señor Song? Venga conmigo —dijo el doctor llevando a Mingi a otra habitación para después dirigirse a Yunho—puede esperar aquí sin problema, joven.

Yunho asintió mientras tomaba asiento, pasados menos de 5 minutos llamaron a Yunho diciendo que podía ingresar para acompañar a Mingi, quien yacía recostado sobre la camilla con su pancita descubierta. El rubio tomó asiento a un costado del peligris y le tomaba la mano para tranquilizarlo, podía percibir lo nervioso que se encontraba el contrario.

—En la revisión parece estar todo en orden, y la fecha del parto se puede programar quizás en una semana, ahora si gustan vamos a proceder a realizar un ultrasonido para ver el sexo del bebé y checar si existe alguna anomalía —indicó el médico mientras traía la máquina junto al gel de color azul.

Mingi estaba nervioso pero emocionado, Yunho, por otro lado, no dejaba de sonreír y acariciar suavemente la mano de Mingi.

—Todo va a salir bien, Mingi. Estoy aquí contigo —susurró Yunho, sus ojos llenos de amor y seguridad.

Mingi sonrió enternecidamente, no había pedido mejor persona en su vida que aquel hermoso hombre rubio de 1.85m.

El ultrasonido sucedía con normalidad, lograron escuchar el latir del corazón del pequeño ser que crecía en el interior de Mingi y ambos no podían soportar tantas emociones al escuchar el sonido. Mingi no dejaba de derramar lágrimas.

—Y al parecer... ¡Es un niño! —mencionó el doctor checando en el monitor de aquella máquina.

Yunho besó fugazmente los labios de Mingi y el dorso de su mano, sus corazones llenos de alegría y emoción.

Una vez que el médico les había hecho entrega de las fotos del ultrasonido y la fecha ya programada para el parto salieron de la clínica con una nueva energía, hablando sobre nombres y cómo sería su vida con su hijo.

—¿Qué te parece el nombre, Yewan? —preguntó Yunho mientras balanceaba la mano que mantenía entrelazada con la de Mingi.

—Yewan... me gusta —la sonrisa en el rostro de Mingi decía mucho. Se sentía más feliz que nunca.

Ambos caminaron lentamente hasta llegar al departamento, donde Mingi sin dudarlo fue a acostarse a su cama en la habitación, se sentía bastante cansado y rendido.

Yunho caminó detrás suyo, sentándose en una orilla de la cama frotando el cabello del peligris.

—¿Nervioso por la fecha del parto? —Mingi respondió con un quejido en forma de asentimiento—, tranquilo, cuando menos lo esperes todo pasará tan rápido y tendrás al pequeño Yewan contigo en brazos.

Mingi asintió levemente mientras se acomodaba mejor para descansar, Yunho decidió dejarlo solo por un rato para salir y preparar la cena. Sin embargo tenía planeado algo mucho mejor.

Esa misma noche, Yunho había planeado una pequeña cita sorpresa para Mingi. Había reservado una mesa en un restaurante acogedor, donde podrían disfrutar de una cena tranquila y relajada. Para cuando Mingi se levantó y Yunho le indicó que se pusiera algo cómodo porque saldrían a cenar se sintió agradecido por el gesto y se dejó llevar por la calidez del momento.

Mingi tomó su abrigo y de la mano de Yunho ambos salieron del departamento en dirección al restaurante que tenía ya planeado el rubio. Al llegar al lugar, el peligris observaba todo con suma admiración, el lugar era tan acogedor y con una iluminación tan suave que le daba un toque mágico al lugar.

Yunho guiaba a Mingi a través del lugar hasta la mesa que había reservado, la cual quedaba en la terraza dejando al peligris maravillado.

—¡Yunho esto es magnífico!

—Esto es muy poco comparado con todo lo que te mereces —habló Yunho mientras le hacía la silla hacia atrás para que tomara asiento, lo cual Mingi agradeció con un leve asentimiento.

Una vez sentados, leyeron la carta y juntos pidieron comida a juego, Yunho no escatimó en gastos, le había dejado en claro a Mingi que pidiera lo que él quisiera, esa era su noche.

Mientras cenaban, Mingi sintió una punzada en su abdomen, pero no le dio mucha importancia. Trato de no ponerse paranoico y trato de seguir comiendo con normalidad, sin embargo, a medida que la noche avanzaba, las punzadas se hicieron más frecuentes y dolorosas. Mingi soltó el tenedor haciendo eco con el plato de porcelana atrayendo la atención de su pareja y se tocó el vientre.

—Yunho, creo que algo no está bien —dijo Mingi, su voz temblando de preocupación.

De repente, Mingi sintió una fuerte contracción y su rostro se llenó de dolor. Yunho, alarmado, se levantó rápidamente de su lugar, inmediatamente llamó a un mesero para que llamara a un taxi lo más pronto posible mientras tomaba la mano del contrario y juntos bajaban a la recepción.

Mingi no podía ni caminar, el dolor lo tenía inmóvil, inclinado hacia adelante, tratando de no gritar por el horrible dolor que sentía en esos momentos.

—Yunho... no puedo... duele —Mingi hablaba entrecortadamente y el rubio no sabía que hacer.

Llegaron con dificultades hasta la entrada del restaurante, afuera yacía un taxi esperando a la pareja, quien subieron a Mingi con cuidado para llevarlo al hospital. En el camino, las contracciones se hicieron más intensas y Mingi empezó a sentirse mareado.

Al llegar al hospital, los médicos los recibieron de urgencia. Durante la evaluación, el doctor notó que la frecuencia cardíaca del bebé estaba bajando y que Mingi estaba perdiendo mucho líquido amniótico.

—Tenemos que actuar rápido. Hay complicaciones —dijo el médico con seriedad.

Yunho, angustiado, no soltaba la mano de Mingi—. Estoy aquí, no te preocupes. Vamos a superar esto juntos —le susurraba al oído, tratando de darle fuerzas.

—Lo siento joven, pero tiene que quedarse en la sala de espera —dijo el médico deteniendo a Yunho en el pasillo.

Mingi fue llevado a la sala de partos, donde el equipo médico se preparaba para una cesárea de emergencia. Las luces brillantes y el bullicio del personal médico llenaban la habitación. Mingi, agotado y asustado buscaba a Yunho por todos lados.

—Yunho... —dijo con un hilo de voz debido al agotamiento.

El procedimiento comenzó, y Mingi sentía cada momento como una eternidad. Yunho, por otro lado, daba vueltas como loco en la sala de espera con lágrimas en los ojos. En el proceso llamó a Nayeon como apoyo, quien dijo que no tardaría en llegar, también había llenado las fórmulas para el proceso del parto.

Pasarían quizás lo que serían unos 20 minutos hasta que llegó Nayeon, quien al ver a Yunho alterado no pudo más que abrazarlo.

—Tranquilo Yunho, Mingi es fuerte, todo saldrá bien —la joven acariciaba la ancha espalda del contrario.

—Tengo miedo, su rostro mostraba temor al entrar él solo a la sala de parto... —el rubio limpio sus lágrimas con el dorso de su mano.

—Tenemos que mantener las esperanzas que todo saldrá bien.

Yunho se sentó abatido en uno de los sofás de la sala de espera mientras Nayeon lo imitaba, haciéndole compañía. Unos minutos de espera y angustia un médico hizo aparición en la sala atrayendo la mirada de todos ahí.

—Familiares del joven Song Mingi.

—Aquí, soy su pareja —habló Yunho levantándose abruptamente. El médico le indicó que se alejarán un momento de la sala de espera para conversar más en privado.

—El labor de parto se está haciendo más complicado, la frecuencia cardiaca del bebé es anormal y no solo eso, parecen haber signos de preeclampsia —el médico hablaba de la manera más tranquila posible, porque incluso hasta un profesional podía llegar a un punto de quiebre ante la situaciones de sus pacientes—, estamos haciendo todo lo posible, pero es parte de nuestro protocolo preguntarle... en caso de que todo se complicara aún más ¿a quien decide salvar?

Yunho sintió que el aire abandonaba sus pulmones al escuchar la pregunta del médico. Se quedó mirando al hombre de bata blanca, incapaz de procesar lo que acababa de decir. El tiempo pareció detenerse a su alrededor mientras la cruda realidad lo golpeaba con toda su fuerza.

—¿Sal... salvar? —repitió Yunho, con la voz quebrada, como si el mero hecho de pronunciar la palabra fuera demasiado doloroso.

El médico lo observó con calma, pero la seriedad en su mirada revelaba la gravedad de la situación. Era evidente que no era una pregunta que le gustara hacer, pero en esos momentos, la vida de Mingi y su bebé estaban en riesgo.

—Sé que es una decisión muy difícil, pero debemos estar preparados para lo que pueda suceder —añadió el médico—. Haremos todo lo posible para salvarlos a ambos, pero necesitamos su respuesta en caso de que las cosas empeoren.

Yunho sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Miró a Nayeon, buscando desesperadamente una respuesta, pero ella tampoco sabía qué decir. Ambos estaban conmocionados.

—Yunho... —murmuró Nayeon con suavidad, colocando una mano reconfortante en su brazo—. Esto es muy duro, pero necesitas responder... por Mingi, por el bebé.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por el rostro de Yunho mientras su mente se debatía en una batalla imposible. No podía imaginar una vida sin Mingi, sin su sonrisa, sin sus caricias y su apoyo. Pero al mismo tiempo, no podía soportar la idea de perder a su hijo, ese pequeño ser al que ni siquiera era su sangre y que tampoco había tenido la oportunidad de conocer.

—No puedo... no puedo elegir —susurró, su voz casi inaudible, mientras las lágrimas le nublaban la vista.

El médico asintió, entendiendo el dolor que Yunho estaba atravesando.

—Lo comprendo, joven. Y no tiene que responder ahora mismo. Solo quería informarle de las posibilidades, pero nosotros haremos todo lo que esté en nuestras manos para que ambos estén bien.

Yunho asintió débilmente mientras el médico se retiraba para regresar a la sala de partos. Nayeon se acercó más y lo abrazó con fuerza, permitiéndole desahogarse en su hombro.

—Todo va a salir bien, Yunho. Mingi es fuerte, y el bebé también lo es. Los dos lo son —le dijo, tratando de infundirle esperanza.

Les dejé con suspenso JSJSJSJSJS pero no dire nada más

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