Capitulo 14
Un deseo

Goldie miró el cielo estrellado fascinada mientras el hombre acariciaba suavemente su lomo, ambos estaban en el pequeño bote del hombre en rumbo a su isla, teniendo la maravillosa suerte de encontrarse con el cielo despejado y limpio.

Era una vista espectacular.

Cuando las vistas fueron atenuándose por los árboles, Goldie apartó su mirada y se intentó subir al sombrero del hombre el cual la apartó en sus intentos hasta que finalmente la dejó en la parte superior de su sombrero.

Goldie era terca y si quería algo, lo conseguiría.

Bueno, tampoco es como si pidiese cosas demasiado difíciles, aparte de que no pesaba casi nada por lo pequeña que era ella.

Mihawk miró como Goldie miraba por las ventanas de su habitación el cielo despejado y se sentó para mirar las estrellas junto con ella, no siempre miraba las estrellas pues eran tan habituales que prefería dormir o leer un buen libro antes de directamente dormir.

—Dicen que si ves una estrella fugaz —habló el hombre mirando el cielo y haciendo que Goldie girara a verlo— debes de pedir un deseo rápidamente, ya que es tan difícil ver una que tu deseo será cumplido —habló el hombre—. Mira, allí va una —habló suavemente el hombre mirando sorprendido la coincidencia y la perrita siguió con su mirada la estrella.

Y pidió un deseo antes de que esta desapareciera en la inmensidad del espacio.

—¿Vamos a dormir?

—¡Woof!

Mihawk sonrió levemente mirando a su pequeña amiga y la tomó en su mano antes de depositarla suavemente en su cama y luego meterse él.

Puede que fuese estúpido o infantil y más viniendo de él que no creía en esas supersticiones antiguas, pero él también pidió un deseo.

Goldie se acurrucó en la gran palma del hombre que la cubrió por completo y lamió sus dedos como diciendo "buenas noches" y ambos se quedaron dormidos, con las mentes tranquilas y sus corazones cálidos.

Ambos disfrutaban de la compañía del otro más que nada, era como una cucharada de calmante para sus nervios e inseguridades, ambos eran la luz del otro y ambos se querían muchísimo, dos años había sido el tiempo suficiente para que los dos se volviesen inseparables.

Porque sí, Goldie incluso había asistido a las aburridas reuniones de Shichibukai del hombre, solamente que se mantenía oculta en el bolsillo del hombre en todo momento, sin siquiera emitir un ruido y luego cuando se iban, daban un paseo tranquilo por las calles de alguna isla a la que los guie el mar, encontrando cosas nuevas o llegando a islas que ya habían ido con anterioridad, pero notando cada pequeño nuevo detalle en la estructura o si habían comprado algo nuevo.

También explorando cada rincón explorado e inexplorado antes del anochecer, en donde ambos se alojaban en un hotel hasta navegar de regreso a su «Hogar», donde descansarían un poco antes de cumplir la tediosa misión que les diera el gobierno, o hacer la misión antes de regresar, con el pequeño bono de una nueva isla explorada a su colección.