Final
Hacía mucho tiempo que no llovía tanto en junio, pensó Baekhyun. Era raro que lloviera de esa manera, aunque fuera un chubasco pasajero, así que él daba gracias de poder pasar la tarde encerrado en casa con una manta fina sobre sus hombros y un agradable té calentito entre sus manos.
Estaba viendo un programa de cocina en la televisión cuando comenzó a escuchar gemidos lastimeros que venían de la calle. Sonaba a alguna clase de animal que se quejaba por el frío y la lluvia mientras su dueño lo obligaba a salir a pasear bajo ese chaparrón, y se compadeció del pobre animal.
El lloriqueo no cesaba, y Baekhyun comenzaba a sentirse verdaderamente mal, así que se acercó a la ventana corredera que daba paso al pequeño jardín interior de los bloques de pisos donde vivía. Al haber alquilado el bajo, tenía más posibilidades de que le fueran a robar, por eso tenía un precio más barato que el ático que en un principio le había gustado, pero también tenía acceso directo al jardín, y en días calurosos, podía sacar una pequeña piscina inflable en la que remojarse a placer.
Aquel día había tenido que poner toallas contra la juntura de la ventana que dejaba pasar el agua poco a poco y que su casero aún no había arreglado, así que tuvo que apartar las toallas ya húmedas antes de abrir la ventana y soltar una exclamación de sorpresa.
Allí, a sus pies, había un cachorrito negro, un perrito completamente empapado y completamente miserable que lloriqueaba. Lo miró con sus ojos negros y alzó una patita con la que tocó su pie descalzo. Fue instantáneo. Baekhyun supo que no podía dejar que aquella bolita de pelo negro mojado se empapara aún más, así que usando la toalla que estaba más seca, cogió al cachorro y lo metió en casa, cerrando la ventana y secándolo con la toalla poco a poco.
Intentó usar el secador, pero el cachorro se retorcía y quería huir del aparato, por lo que lo dejó estar y simplemente, trató de que el cachorro no pasara frío y de seguir secándolo con una toalla más seca.
- ¿Cómo has acabado ahí? -le preguntó al cachorro, frotando su cabecita para asegurarse de que no le entraba agua en las orejas-. Tiene que ser horrible estar bajo toda esa lluvia sin sitio donde resguardarte.
- Sí, ha sido horrible -contestó una voz grave.
Baekhyun parpadeó. Estaba secando al cachorro, pero no sabía en qué momento, éste se había convertido en un chico más alto que él, de pelo negro y alborotado, que lo miraba con unos ojos grandes, oscuros y brillantes. Casi, casi chilló al verlo, pero el alto le tapó la boca son suavidad y se acercó a él.
- Shhh -sus ojos estaban clavados en los del desconocido, incapaz de dejar de mirarlos-. No grites, por favor.
Bueno, eso era más fácil pedirlo que hacerlo, pero Baekhyun asintió y el chico lo liberó con una sonrisa. Mientras lo observaba con atención, el chico se quitó la toalla de la cabeza y la colocó extendida en su regazo, sobre sus piernas cruzadas, para cubrir la desnudez que Baekhyun acababa de descubrir. El más bajo se sonrojó y el alto rió por lo bajo, siempre sonriendo y siempre mirándolo.
- ¿Quién eres? -le preguntó, curioso y confuso al mismo tiempo.
- Soy Chanyeol -respondió el alto simplemente.
- ¿Y qué… qué eres?
- Soy un cambiaforma.
- Pero eras un cachorro y ahora eres… adulto.
El chico sonrió enigmáticamente antes de contestar.
- Ser un cambiaforma significa que puedo cambiar de forma a placer -explicó.
- ¿Y por qué has venido a mi casa? -Chanyeol sonrió ampliamente antes de contestar.
- Porque me gustas.
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Hacía ya varias semanas que Chanyeol había aparecido en su casa. El híbrido clamaba que no tenía dónde ir y que le había gustado Baekhyun al verlo volver de la compra el día anterior.
Al principio, el más bajo se había asustado al escuchar que le gustaba al chico, pero después comprendió que simplemente le había causado una buena impresión y por eso decidió ir a vivir con él. La lluvia, según dijo él mismo, fue solo un bonito detalle que ayudó a que Baekhyun lo metiera en casa.
Y no había salido, no al menos solo, siempre con Baekhyun. A Chanyeol le gustaba seguir al más bajo a todas partes mientras fuera humanamente posible. Tuvo que explicarle que no, que no le permitirían entrar con él a la tienda donde trabajaba simplemente para quedarse allí, mucho menos si iba con apariencia animal. Así que el cambiaforma se quedaba en casa, un poco a regañadientes, y ayudaba ordenando y limpiando en su tiempo libre. De hecho, comenzó a cocinar cosas sencillas para que cuando el chico volviera de trabajar, no tuviera que ponerse a cocinar.
El primer día que Baekhyun entró por la puerta y lo recibió el delicioso olor a arroz salteado, casi llora de alegría. Prefirió contentarse con abrazar al alto y darle las gracias, en un gesto que nunca antes habían compartido. Chanyeol le devolvió el abrazo con una gran sonrisa, contento de haberlo hecho feliz, y le advirtió que era su primera vez cocinando y que no se emocionara tanto.
No fue un arroz maravilloso, pero el cambiaforma mejoraba con cada día que pasaba, y pronto sus platos sencillos eran creaciones más complicadas, siempre adecuándose al gusto de Baekhyun.
Esos pequeños gestos fueron calentando el corazón del humano, quien cada vez confiaba más en el alto, dejando ver cosas de sí mismo que hacía tiempo que nadie veía.
Baekhyun era generalmente una persona reservada. La vida le había dado muchos palos en forma de personas que entraban en su vida, ganándose su confianza, para clavarle después un cuchillo en la espalda y traicionarlo. Por eso, desde que la última persona que había sido importante para él lo traicionó con otra de las personas más valiosas en su vida, se había negado a sí mismo el volver a sentir algo por nadie más.
Por eso le daba miedo mostrarse ante nadie, abrir su corazón; no soportaría que lo volvieran a destrozar. Pero, contra todo pronóstico y contra todos sus deseos, Chanyeol se estaba abriendo un hueco. Y eso le daba mucho miedo, pero no podía evitar sonreír al verlo cuando se levantaban por las mañanas, responder a sus preguntas mientras comían el plato que el alto había preparado de acuerdo a lo que le gustaba, acurrucarse contra él en el sofá por la noche mientras veían cualquier cosa en la tele.
Sin embargo, Chanyeol no hablaba de sí mismo, no al menos de dónde vivía o con quién antes de estar con él. No le hablaba de su familia o sus amigos, ni siquiera si Baekhyun le preguntaba directamente. Y eso hacía que al más bajo le sonaran las alarmas en su cabeza.
Cada vez, cada una de las veces, Baekhyun se decía “La próxima vez no le responderé” o “La próxima vez no me echaré sobre él cuando estemos en el sofá”, pero también sabía que la próxima vez sí que iba a responderle, y sí que se iba a recostar sobre él en el sofá.
Pero mientras observaba a Chanyeol dormitar en el sofá, completamente relajado después de un largo día, no podía decir que, en el fondo, todo aquello no le gustara.
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- Baekhyun, ¿estás despierto?
Baekhyun gruñó. Estaba despierto pero desearía no estarlo. Se había ido a dormir tarde el día anterior, dando vueltas en la cama mientras pensaba en Chanyeol, en lo calentito que lo hacía sentir por dentro y en todo lo que ello implicaba, así que no le hacía mucha gracia que el cambiaforma lo despertara a las ¿ocho? de la mañana de un sábado que tenía libre. Nunca antes en los meses que llevaban viviendo juntos el alto había hecho una cosa como esa.
- Quiero dormir, Chanyeol -murmuró el más bajo, girándose para darle la espalda.
Pero Chanyeol no lo dejó. Se subió a la cama y comenzó a zarandearlo y a hacerle cosquillas, intentando que reaccionara. Finalmente Baekhyun reaccionó devolviéndole las cosquillas, esta vez haciendo que fuera el alto quien rodara por la cama, en un lucha incansable por el poder.
- ¡Ajá! -Baekhyun exclamó triunfal.
Había conseguido agarrar la muñecas de Chanyeol y fijarlas por encima de su cabeza, sentado a horcajadas sobre sus caderas y con sus caras muy cerca la una de la otra. De repente, el ambiente estaba muy cargado, la cara del alto estaba muy cerca y él notaba cómo sus mejillas se coloreaban. El cambiaforma simplemente sonrió y se soltó con suavidad del agarre que el otro había aflojado sin darse cuenta.
- Ahora estás despierto -susurró. Baekhyun se lamió los labios.
- Sí.
El alto sonrió entonces y lo obligó a asearse y a vestirse, sacándolo a la calle sin desayunar. ¿Qué necesidad había de salir a la calle tan temprano y sin desayunar?
- Ya hemos llegado.
La voz de Chanyeol lo hizo reaccionar. Estaban frente a una casa absolutamente normal, sin nada que la hiciera sobresalir por encima de las demás, exceptuando el hecho de que parecía llevar cerrada bastante tiempo. Miró al alto, pero éste miraba al frente con una sonrisa triste. Notó cómo la mano del cambiaforma tomaba la suya, entrelazando sus dedos sin dejar de mirar al frente.
- Ésta era mi casa -empezó Chanyeol-. Yo vivía aquí hasta hace exactamente un año -el corazón de Baekhyun se aceleró, no sabía si porque el alto le estaba contando cosas sobre sí mismo o porque presentía que no iba a ser una buena historia-. Tenía un padre, bueno, algo parecido a un padre. Ese hombre me crió y me enseñó que yo era especial, que era único por mi capacidad para transformarme. Te mentí un poquito el día que nos conocimos -le sonrió de medio lado, mirándolo brevemente antes de volver a mirar al frente-, puedo adoptar la forma que quiera, siempre que sea un miembro de la familia de los cánidos. Perros, lobos, zorros… es indiferente el tamaño o el aspecto, pero no podría transformarme en un gato, por ejemplo. Él me enseñó todo eso, me dijo que me cuidaría. Pero -hizo una pausa-, él murió y entonces vi la realidad. Yo no era especial, a ojos de los demás era un monstruo. Pero no quería dejar de lado mi naturaleza, eso que mi padre, o ese hombre que decía ser mi padre, me había hecho amar y aceptar. Vagué solo por mucho tiempo, hasta que al final, te encontré.
En ese momento se giró hacia Baekhyun y lo miró.
- Tú no fuiste como los demás -le dijo-. Tu me viste a mí y no me rechazaste. Tampoco me creíste cuando te dije que me gustabas -sonrió.
- Pensaba… que simplemente te di buena impresión -admitió el chico. Chanyeol se inclinó, sonriendo.
- Mi padre me dijo que cuando encontrara a la persona adecuada para mí, lo sabría. Y lo supe en cuanto te vi, Baekhyun, algo dentro de mí gritó que debías ser tú. Pero eres tan reservado, es tan difícil saber cosas sobre ti que pensé que no te gustaba en absoluto.
- Eso no es… -empezó Baekhyun, pero se detuvo a mitad de frase, asustado de lo que estaba a punto de admitir.
- ¿Verdad? -sonrió el alto. Chanyeol lo tomó por las mejillas y lo miró a los ojos con esos orbes oscuros y brillantes que lo habían encandilado el primer día-. Te he traído aquí para contarte mi historia, para que supieras quién soy. Y por qué te elegí a ti.
- ¿Por qué? -preguntó el otro muy bajito.
- Porque te quiero, y quiero estar contigo -le respondió con sinceridad-. Y quiero saber si tú también querrías.
Baekhyun podría haberlo pensado fríamente antes de responder. Podría haberle dicho que era muy temprano, muy repentino y que aún no había comido. Pero la verdad era que estaba cansado de ponerse excusas a sí mismo para no estar con Chanyeol, y esta vez, dejó que fuera su corazón el que decidiera qué hacer, por primera vez desde hacía años.
Se puso de puntillas e hizo chocar su boca con la de Chanyeol, en un beso torpe y breve, pero que fue suficiente como respuesta para el alto. Fue él quien volvió a besarlo, esta vez lento y sin prisa, inclinándose para poder besarlo con más comodidad. No dejaron de besarse hasta que al final, se separaron cuando el aire les faltó, mirándose a los ojos.
- Más te vale no hacer que me arrepienta -lo intentó amenazar el más bajo, pero Chanyeol tan solo rió.
- Jamás, Baekhyun -le respondió, abrazándolo-, jamás -le dio otro pequeño beso-. ¿Vamos a desayunar?
Baekhyun asintió y dejó que el alto lo tomara de la mano y lo guiara hasta una cafetería cercana.
Porque no sabía el qué, pero algo en su interior le decía que Chanyeol jamás rompería su promesa.
La promesa de hacerlo feliz siempre.
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