| 02 - No sactuary |
No es que tenga este fic terminado hace un rato y estuviera mordiéndome los dedos para no publicarlo...
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02 – NO SANCTUARY
—Varitas en posición. Un paso más adelante señor Black. Señor Snape, la cabeza en alto, queremos ver su rostro cuando fije la vista en su oponente y presente el desafío —indicaba el delgado y espigado profesor de Defensa. El hombre de aquel año era un poco más desgarbado de la cuenta para lo que debería ser un profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, con ciertas manías muy extrañas como comer carne cruda en medio de la mesa del gran comedor y Severus jamás había dudado ni una vez que tenía parte de alguna criatura, pero no iba a comprobarlo ni siquiera de lejos.
—Presente el desafío... y pierda —oyó la risita burlona de James Potter debajo la tarima de duelo. Severus apretó los dientes y alzó la cabeza con la mayor dignidad posible. Frente a él, con la túnica de Gryffindor más abierta de lo que debería para un alumno de sexto, la playera de banda muggle y los ojos rodeados de tanto negro que no podría ser sólo pestañas sino pizcas de maquillaje robado a sus compañeras, Sirius Black hacía una burlona reverencia con la expresión más fastidiosa que alguna vez nadie pudiera ver. Severus se contuvo de insultarlo mientras debía hacer lo mismo por órdenes del profesor de Defensa que, en ese momento, les ilustraba en el arte del duelo.
—Diez puntos al que logre tumbar al otro primero; sólo desarmar, nada que pueda perjudicar seriamente. Uno, dos, tres —el profesor saltó lejos de la tarima, cayendo con tanta gracia que Severus también creyó apuntarlo como justificativo mental a su parte criatura—. Ahora.
—Rictusempra —Black le lanzó el encantamiento con expresión casi aburrida que Severus esquivó rápidamente, empleando otro a su nivel, pero mayor potencia, que casi le arrancó la varita al bastardo de Black si no fuera porque lo esquivó por centímetros.
Casi llegando al cuarto de la clase el profesor decidió dar un empate viendo que no había mucho más progreso y la situación parecía complicarse cada vez más. Sirius hacía demasiadas trampas para ser un Gryffindor o siquiera para ser una persona coherente en medio de un duelo, y Severus se aprovechaba de todas ellas para lanzarlas en su contra con sus propios potenciadores que de golpear a Black lo tumbarían en la enfermería por una semana entera, y sin ambos luchando limpio nadie conseguiría nada decente. Mientras le daba cinco puntos a cada uno y llamaba a otra pareja Severus talló su frente, molesto y asqueado por la actitud de los Gryffindor, en especial de aquel maldito grupo de idiotas. Le fastidiaba el miserable de Black, pero le fastidiaba la idea de que todos los adultos de aquel mugroso colegio los trataran como niños idiotas.
Severus no era idiota. Sabía que algo estaba pasando. Profesores movilizándose por los pasillos nocturnos, alumnos aprendiendo cosas más avanzadas que años anteriores y con cada vez mayor presión por los enfrentamientos, exámenes sin tanta importancia más allá que el estudio práctico casi relegando el teórico a segundo plano, lechuzas "extraviadas"... Algo pasaba fuera de Hogwarts, algo estaba consiguiendo que el mundo mágico se desestabilizara, y sólo esperaba cumplir los diecisiete para ser partícipe activo de lo que sea que estuviera destruyendo las barreras de la cordura de las personas, fuera lo que fuera.
—¡Bombarda!
—¡Pettigrew, no!
El maldito amigo de Potter y Black lanzó el hechizo con una expresión nerviosa en su rostro de roedor de grandes dientes y ojos saltos con tanta mala suerte que golpeó contra una columna estallando la piedra y llenando rápidamente parte del salón de escombros y destrozos.
Los chillidos de los alumnos fueron atronadores para ser alumnos de sexto año. Severus agradeció no ser el único coherente de crear una barrera protectora que impidió más que ser salpicado de polvo, y odió que rápidamente Potter y Black hubieran creado otros con expresiones asustadas. Junto a la tarima se acumulaba la explosión y el derrumbe, y el profesor de Defensa iba con pasos fuertes a regañar y sujetar a Pettigrew del brazo cuando el polvo, más que ser simple polvillo de piedra, fue tintándose de matices grises turbios de aspecto peligroso.
—¿Fuego? —preguntó alguien, y fue la palabra exacta para que una de las Gryffindor chillara y todos se movilizaran.
Pero no había fuego. El profesor, junto a Pettigrew, se derrumbó de rodillas con temblores por todo el cuerpo mientras el humo parecía estarlo ahogando con sus manos aferrándose a su propia garganta, la espesura gris y brillante moviéndose por el aire como una criatura viva buscando alimentarse de la vida de todos los que estaban allí.
Severus movió su varita rodeándose del campo protector más fuerte que conocía. Sus ojos buscaron a Lily por la multitud, recordándose que ella era quien le había enseñado aquel escudo y estaría a salvo, pero quería comprobarlo con sus propios ojos. Quería comprobar a su propia vista si estaba sana, si estaba fuera de peligro incluso así no tuviera deseo alguno de ser su amiga jamás... Severus no podía pensar siquiera en la idea de perjudicarla de ninguna manera.
La encontró rodeada del mismo escudo y tratando de sacar a sus compañeras más asustadas de allí con ademanes que pretendían ser calmados. Severus deseó profundamente poder usar una Imperius y obligar a todos a salir de ahí antes que fuera más peligroso, pero quienes ya no habían huido parecían paralizados por el pánico.
—¡Severus, vámonos! —le gritó Rosier, señalando la puerta despejada— Esto parece peligroso.
Severus estrechó la mirada mirando a su compañero con confusión. Rosier ladeó la cabeza haciendo una mueca, tal como si no comprendiera qué estaba haciendo o por qué no huía con él ahora que la puerta no estaba atestada de alumnos y la visión era más o menos clara para alejarse de la neblina tóxica.
—¿Snape? —preguntó con duda. Severus bajó el escudo lo suficiente para acercarse y apuntar la varita contra la garganta de Rosier, empujándolo contra la pared y consiguiendo que el chico ahogara un grito de la impresión, ojos ávidos sobre los suyos con expresiones de terror— Snape ¿qué te crees que estás haciendo?
—Evan Rosier jamás ayudaría a nadie si no es de vida o muerte para sí mismo —hundió con más fuerza la varita contra su garganta, las pupilas de sus ojos dilatándose por el pánico y la mirada feroz de Severus sobre él—. Evan Rosier jamás me llamaría por mi nombre, ¿un sangrepura llamando a un mestizo en condiciones de igual? —la risotada hosca de Severus se complementó con el quejido tembloroso de Rosier quien parecía tratar de excusarse— Y, además, Evan Rosier es diestro.
La varita cayó de la mano izquierda del impostor a la vez que un gruñido bestial brotaba de su garganta, los dientes afilados e infecciosos de pronto surgiendo más amenazadores que la mismísima muerte mientras que los ojos, ahora de un gris platinado, curvaban una burla mucho más honda y cruel que alguna que Severus pudiera sentir jamás mientras las manos se hundían en garras contra sus brazos.
—No voy a disculparme por esto —susurró con venenosa dulzura aquella bestia de cabellos negros y mirada como la plata un instante antes de hundir los dientes contra su garganta y que el verdadero caos se desatara.
( . . . )
Si mi laptop no se hubiera reiniciado y yo no me hubiera distraído y hubiera sido responsable y me hubiera levantado de la cama hoy seguramente este capítulo hubiera estado antes. (?).
¿Dudas? ¿Preguntas?
No mucho que decir aún... creo (?)
xxx G.
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