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№4 - El vestido de la venganza ✓

Editado: 13/12/22

Elisa

Salí sintiéndome victoriosa, aunque realmente dos hombres de seguridad me habían echado a la fuerza, pero sentía que no me había quedado con algo para decir antes de irme de ahí y no volver jamás.

Wow.

La adrenalina corría por mi cuerpo y me sentía extremadamente bien y algo... feliz. Hacía muchos años que no sentía esto, demasiado. Se trataba de una explosión de emociones en mí que hasta me tuve que sentar en un banco porque me iba a marear. El viento azotó mi cara y respiré, respiré llenando mis pulmones de aire. Aunque era un aire lleno de humo de los coches, igual me sentó bien.

Estaba tratando de asimilar todo lo que acababa de hacer. ¿Cómo había sido posible que hiciese todo eso? Estaba... Estaba realmente orgullosa de ello. Y Dios, qué bien se sentía. La gente que caminaba por la calle se quedaba mirando como una mujer se reía sola apalancada en un banco de un parque. O sea, yo. Una mujer que, aunque sabía que ahora tenía que pasar un par de horas en la cola del paro y un sinfín de problemas que eso le traería, se sentía un poquito (pero no del todo) libre.

Saqué el móvil y me dispuse a llamar a Minho, quizás fue la euforia del momento que me hizo olvidar la actual situación en la que estábamos pasando. No entendía por qué pero quería hablar con él.

Esperé a que me contestara y sorprendentemente, lo hizo.

— ¿Sí? —escuché su voz de recién despierto.

— ¡Minho! —hablé con emoción mientras me levantaba del banco y empecé a caminar hacia el centro de la ciudad, teniendo en la cabeza una idea que me acababa de venir—. ¿Te apetece que comamos juntos?

— ¿Eh?

— He... he salido pronto del trabajo —tenía pensado contarle las novedades en persona—. ¿Vamos a comer fuera? Hace tiempo que no vamos... Ni que estamos juntos...

— Eh bueno... —escuché que dudaba y la sonrisa que tenía en mi cara desapareció al instante. De hecho, tuve que dejar de andar porque sentí que se me rompían las ilusiones y me di cuenta que no había manera de salvar lo nuestro—. No puedo ahora mismo, Elisa. He quedado con Dae para ir a tomar algo.

— Pues dile que no —solté con rabia iba a morderme la lengua, pero no podía evitarlo, tenía que seguir hablando— Siempre haces lo mismo, soy tu novia ¿No puedes decirle que no a tu amigo? No se va a morir por un día que no vayas con él...

— Elisa... Ya había quedado con él... —dijo con pesadez—. Después nos vemos ¿Vale?

— ¡Ah! ¿Y ya está? Muy bien, me parece genial todo... Alomejor no hay un "después", Minho —exploté y una señora que justo pasaba por mi lado se asustó. Sentía que ardía por dentro.

— No grites y deja de decir tonterías... —dijo muy calmado y siguió hablando mientras yo me mordía la lengua, ya ni la sentía y seguramente me había hecho hasta herida. Ahora sí me contenía para no mandarlo a la mismísima mierda—. Cálmate...

Creo que lo que me daba más rabia era lo calmado que estaba él mientras me lo decía. Nos quedamos ambos en silencio mientras yo luchaba en no lanzar el teléfono y romperlo contra el suelo.

— Está noche voy a la cena, Elisa —rompió el silencio y terminó con un suspiro—. ¿Vale?

— Vale. — y colgué enfurecida.

Guardé el móvil dentro de mi bolso con rabia y comencé a andar ahora con otra idea en mi cabeza.

Iba a hacer algo que muchas veces había deseado, aunque parezca una tontería para mí era como revelarme contra todos.

Fui a varias tiendas de ropa en busca del vestido más atractivo, provocativo y polémico que jamás me hubiese puesto. Me vi reflejada en el espejo con un vestido negro corto y mostrando un poco de piel. Wow, estaba completamente fascinada viéndome. Me quedaba de muerte.

— ¡Le queda magnifico! —opinó la chica joven que trabajaba en esa tienda cuando salí del probador para seguir mirándome en los espejos largos.

— ¿En serio? —dudé un poco. La verdad es que me impactaba verme así de atractiva ya que jamás me había puesto un vestido como este. La amable dependienta asintió con la cabeza.

—Creo... creo que me lo voy a llevar...— su precio era un poco elevado pero había trabajado muy duro para ganarme el sueldo y... pues tampoco solía hacerme algún regalo.

— ¡Perfecto! ¿Es para algún evento importante? —me preguntó curiosa y yo me reí amargamente.

— Puede... — contesté con una sonrisa divertida y seguí mirándome en el espejo—. Es para una simple... cena familiar.

— Ah bueno —se quedó un poco cortada sin entender muy bien, aun así me miró de nuevo y volvió a sonreírme—. Pues le van a envidiar mucho.

— Ojalá que sí —me reí un poco con ella y decidí méteme de nuevo en el probador para quitarme el vestido y pagarlo.

Sería mi vestido de la venganza.

Todos iban a flipar esta noche. Sin duda, iba a dar mucho que hablar.

De camino no podía dejar de sonreír, presentía que esta noche sería digna de recordar. Paseando por una calle de camino al coche pasé por una de agencia de viajes y sus espectaculares escaparates anunciando viajes por todo el mundo robaron mi mirada. Cuántas veces había soñado que viajaba, sin embargo, nunca había tenido la oportunidad de hacerlo.

En ese momento, un pensamiento intrusivo se me pasó por la cabeza «A que me voy sin decirle a nadie donde».

No sé por qué, pero ese pensamiento me hizo gracia, aun así, lo descarté al momento.

«Vaya tontería» pensé.

Me dirigí a casa como buena desempleada que era ahora. Y todo la buena vibra que sentía se esfumó nada más entrar por la puerta. Odiaba estar en una casa tan desordenada. Inevitablemente me invadió esa tristeza que sentía todos los días cuando volvía a casa, aunque esta vez intenté que no me afectara. Verla tan oscura por las ventanas cerradas y tan fría me estrujaba el corazón. Quizás porque cuando vinimos a vivir aquí sentí esa ilusión de decir es mi casa puedo hacer lo que quiera con ella, puedo comprar muebles y decorarla a nuestro gusto, pero al final... apenas hemos hecho nada.

Abrí las ventanas para que la luz natural entrara y comí tranquila en la cocina algo que me hice rápidamente. Al terminar, limpié solamente mis platos y decidí encerrarme en mi cuarto. Ni loca iba a volver a recoger la porquería que dejaba Minho.

Pasé el resto del día sola descansando en la cama y esperando que Minho apareciese por la puerta en cualquier momento. Sin embargo, yo ya estaba asumiendo que ya no podía confiar en él. Empezó anochecer y él aún no había vuelto y de mientras yo me miraba en el espejo del baño recién duchada e intentando forzar una sonrisa viendo mi reflejo.

Normalmente mi sonrisa siempre era fingida, pero esa noche no lo era.

Esa noche todo cambiaría.

Me vestí con el precioso vestido que me había comprado y mirándome me reí, seguramente mis hermanas se pasarían toda la noche hablando sobre mi ropa. De todas formas, ponga lo que me ponga sería tema de conversación.

Ese vestido era mi forma de revelarme contra todos. Nadie me iba a parar ahora.

Me maquillé para tapar las ojeras y en mis ojos realicé una larga línea con el eyeliner, luego apliqué un color rojo en mis labios. Me veía tremendamente irresistible. A continuación fui a buscar unos tacones que una vez me compré y jamás me los puse porque me sentía insegura con ellos. Me miré por última vez en el espejo.

— Que sea la última vez que te tratas tan mal a ti misma — me metí esa idea en la cabeza.

Cuando pensaba que Minho ya ni vendría escuché la puerta abrirse. Salí del cuarto y lo vi entrando. Ambos hicimos contacto visual y vi que se quedó anonadado.

— ¿E-Elisa? —preguntó mirándome de arriba bajo con una cara de sorpresa.

— ¿Sí?

— ¿Y... y ese vestido? —me preguntó sin quitar la mirada de él.

— Tenía ganas de ponerme algo... diferente —contesté con la cabeza bien alta—. Al final ¿Te vienes? —le pregunté, pero sin mostrar nada de interés. Si no iba a venir ya me daba igual.

— Sí, dame un minuto y estoy listo... —dijo algo dudoso y se fue al cuarto rápido.

Le esperé sentada en el sofá con las piernas cruzadas y cuando salió hice contacto visual con él. Minho no podía dejar de mirarme, se veía hasta nervioso.

— ¿Estas segura que quieres ir con... con ese vestido? —preguntó y dijo rápido— No estoy diciendo que no lo lleves, pero tus padres... Ya sabes... Ya sabes como son.

— Me da igual. No me importa lo que piensen. Voy a llevar lo que me dé la real gana —contesté directa y clara mientras me levantaba decidida del sofá. Me dirigí a la puerta y la abrí—. Vámonos.

...☾...

En este capitulo me inspiré un poco en el vestido de la venganza que la princesa Diana de Gales vistió el mismo día que se enteró del adulterio de su marido. Un precioso vestido negro corto.

Pensé que Elisa tenía que revelarse de esta forma más elegante y mostrar que a partir de ahora ella siempre va a tomar sus decisiones pensando en ella primero y, si se quiere poner un vestido así para una cena familiar, lo hará.

Espero que os haya gustado este capítulo. Pronto estará el próximo capítulo 💕

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