№25 - Hasta que ella llegó
JIMIN, 12 años
Las vacaciones de verano habían llegado y no podía esconder la felicidad que aquello me producía. Era mi estación favorita, poder dormir más, no tener deberes ni exámenes y poder pasar el día jugando con los amigos descubriendo nuevos escondites y lugares en nuestro pequeño pueblo me hacía muy feliz.
Mi hermana estaba jugando con sus muñecas cuando me acerqué a ella y le arrebaté una de las muñecas.
- Despídete de ella. Va a ser el nuevo juguete de Félix - dicho eso salí corriendo, escuchando los gritos de mi hermana de 7 años.
- ¡Devuélvemelo! - gritaba detrás de mí mientras yo conseguía salir de casa. Mi madre se encontraba tendiendo la colada cuando pasé por su lado casi rebasándola.
- ¡Niños! - chilló espantada.
- ¡Mamáaaaaaaa! - Suni se fue hacía ella y la abrazó escondiendo su cabeza. Era muy cuentista.
- Jiiiimin... - dijo mi madre poniéndose con los brazos en jarra. Escondía la muñeca de mi hermana detrás de mi espalda, también una sonrisa picara porque no sabía fingir muy bien. - Levanta las manos.
Ups.
Negué con la cabeza.
- Levántalas - dijo cansada. Me rendí e hice lo que me pedía, mostrando la muñeca. - Devuélveselo. Felix ya tiene muchos juguetes, no le des más de los de tu hermana...
- ¡Eso! - añadió Suni indignada.
- Pero a él le gustan...
- Es un caballo, se cree es que es comida. Lo rompe y se acabó la diversión. - razonó mi madre cansada.
- Aish... - me acerqué a Suni y le devolví la muñeca. Ella lo cogió rápidamente mientras seguía mirándome como si fuera la peor persona del mundo. Por mi parte le saqué la lengua.
- Anda, deja a tu hermana en paz ¿No vas a salir con tus amigos hoy?
- Siii, ya me voy... ya no os molesto más - dije con pesadez y mi madre se rio.
- Qué dramático eres... Igual que tu padre.
- ¡Oye! - mi padre replicaba saliendo de la casa para tomar su típico descanso bajo el sol.
- No he dicho ninguna mentira... - dijo mi madre rodando los ojos.
- ¡Hasta luego! - me despedí saliendo corriendo de ahí. Salí de la parcela y me dirigí a la plaza del pueblo, donde sabía que me encontraría con mis amigos.
Jungkook esquivaba con habilidad a los otros niños con el balón de futbol entre sus pies. Seguro se estaba creyendo el mejor jugador de futbol. Silbé llamando su atención y rápidamente me chutó la pelota hasta llegar a mí. No había ninguna portería establecida, ni siquiera dos botellas fingiendo que lo era, simplemente jugaban a pasarse la pelota. Jugueteé con el balón en mis pies volviendo loco al niño que tenía delante.
- Pásamelo, Jimin - me gritó Jungkook.
- ¿Dónde está la portería? - grité riéndome mientras me movía por la plaza siendo perseguido por uno de los niños.
- Ahí - me señaló lo que sería entre dos árboles.
Lograron quitarme el balón y Jungkook se picó, qué competitivo era. Rápidamente reaccioné e intenté alcanzar al niño que iba directo a lo que por fin era una ''portería''. Jungkook consiguió robarle el balón, me adelanté para que me la pasara.
- ¡Jimin! - me gritó emocionado cuando fue a pasármela. Lo vi en cámara lenta, tenía el balón en mis pies, era el momento, iba a meter gol. Sentía mi corazón acelerado golpear mi pecho, la respiración empezaba a faltarme, pero la adrenalina era alta y más previsualizando el golazo que iba a marcar.
Lo tenía seguro y chuté el balón lanzándola con fuerza hacia la ''portería''. Uno de los niños que jugaban con nosotros había conseguido llegar a tiempo para intentar pararla, pero no fue así, y el balón pasó de largo. Levanté los brazos sintiéndome triunfador y para celebrar el gol hasta que escuché el grito de una niña.
Mi felicidad se esfumó y corrí hacia la niña que yacía en el suelo tapándose la cara.
- ¡Perdón! - me disculpé agachándome. Solamente podía ver su pelo castaño largo atado en una trenza. No sabía quién era, jamás la había visto por aquí. Parecía tener mi misma edad e iba sola. - Perdona de verdad - me sabía super mal.
- N... no pasa nada - dijo ella con una voz suave y se destapó la cara lentamente. Me sorprendió lo mona que me parecía. A pesar de que tenía una mejilla un poco más roja de lo normal.
- Jimin, te emocionaste demasiado - decía Jungkook detrás de mí.
- Calla - le dije triste. - No quería hacer daño a nadie.
- No te preocupes, estoy bien - contestó la niña y me sonrió. Me levanté y le ofrecí mi mano para ayudarla a levantarse del suelo. Dudó por un segundo, pero finalmente la tomó. - Gracias.
- ¿Quieres que vaya a por hielo? Te irá bien...
- No, de verdad, estoy bien... - dijo tímida.
- ¿Cómo te llamas? - le pregunté directo, tenía mucha curiosidad. Jungkook soltó una risa y se alejó de nosotros una vez consiguió de nuevo el balón.
- Em... Miyeon ¿y tú?
- Jimin, vivo aquí ¿y tú?
- Yo también.
- ¿Ah sí? No te había visto nunca... - dije pensativo y negó con la cabeza.
- Acabo de mudarme...
- ¡Oh! Qué bien. Pues vente siempre que quieras con nosotros.
- Si no me llevo balonazos, puede que vaya... - me puse rojo y se río. Me contagió su risa y me reí un poco.
- Era mi manera de darte la bienvenida a este pueblo... - volvió a reírse.
- Muy original, seguro nunca me voy a olvidar. Bueno Jimin, tengo que ir a casa. Nos vemos - se despidió alejándose con una sonrisa y moviendo su mano.
- A-Adiós - tartamudeé atontado mientras movía mi mano y ella se giraba para retomar su camino.
- Jimin - me asusté con la voz de Jungkook en mi oreja - Uy uy ¿Por qué estas ruborizado?
- ¿¡Qué dices!? - movió sus cejas de arribabajo con una sonrisa picara.
- Qué mal finges...
- Jungkook, hace calor y estamos jugando es normal que tenga la cara roja.
- Yayayaya, a mi no me cuentes milongas... - rodó los ojos, fruncí el ceño indignado por su comentario- Bueno ¿Vamos a por un helado?
- Vale. - ya se me pasó la indignación.
9 años más tarde...
- ¡TE DESEAMOS TOOODOS... CUMPLEAÑOS FEEELIZ!
Soplé las velas de la tarta que Miyeon había preparado para mí. Sarah gritaba como loca mientras Jungkook hacía fotos. Estaban también otros amigos del instituto en la casa de Jungkook.
Cumplía 21 años y me sentía muy feliz y contento de mi vida. Había tenido uno de los mejores regalos de mi vida, mi padre había conseguido arreglar la pick-up que él tenía. Ahora me pertenecía y podría trabajar con ella e ir a la universidad para los exámenes de administración de empresas para un día llevar la pequeña empresa de mis padres. Me estaba pareciendo una carrera fácil a pesar de estar sacándomelo a la distancia. La verdad es que nunca había tenido ningún problema en los estudios.
Sarah me regaló un pequeño cuadro con una foto donde salíamos Jungkook, ella y yo en una de nuestras aventuras por el campo. Salimos haciendo el tonto con un atardecer detrás de nosotros. Era una foto muy bonita y de la que me iba a guardar para siempre.
- ¿¡Quién quiere cervezaaaas!? - gritó Jungkook y todos contestamos a gritos.
Alguien le subió el volumen a la música y empezamos a descontrolarnos un poco. Jugamos a juegos de beber y bailamos totalmente idos de la cabeza, pero disfrutando al máximo. Se escuchaban muchas risas y el ambiente era muy bueno.
- ¡Jimin! - alguien me abrazó por detrás y me sorprendió ver que era Miyeon. Tenía el pelo suelto y este terminaba con algunas ondulaciones haciéndola ver muy bonita. También había bebido y tenía las mejillas rojas y esa sonrisa tonta que no se te va por más que quieras. También hay que decir que yo me vería igual. - ¡Felicidades!
- Muchas graciaaaaaas - teníamos que gritar un poco para escucharnos. La música estaba bastante fuerte, por suerte Jungkook no tenía vecinos pegados a su casa. Miyeon me sonrió y empezó a bailar conmigo.
Me gustaba mucho. Estaba enamorado de ella y desde hace muchos años. Pero jamás había tenido la valentía de declararme, me daba mucha vergüenza.
Las horas pasaron volando pero para mí se había parado el reloj. Me encontraba fuera de la casa de Jungkook, sentado en los escalones de la puerta de su casa junto con Miyeon. Debían ser las 6-7 de la mañana, hacía frío pero nos sentaba muy bien para que el alcohol nos bajara un poco. Los demás habían muerto, no literal o casi, pero de tanto alcohol algunos ya estaban durmiendo la mona.
Había pasado la noche junto con Miyeon y me encontraba lleno de felicidad, flotando, como en un sueño. Sentía el brazo de Miyeon junto al mío y de repente noté su cabeza caer en mi hombro. Me quedé quieto y nervioso. Al rato Miyeon recordó algo y levantó de golpe la cabeza y la miré a los ojos asustado.
- ¡No te he dado el regalo! - dijo recordándolo y poniendo una cara de asustada. Aquello me hizo reír.
- No te rías, que me da vergüenza.
- ¿Qué te da vergüenza?
- Darte el regalo.
- ¿Por qué? ¿Qué es?
- Ay... - dijo tímida y yo me moría por robarle un beso en ese momento.
En cambio, fue ella la que me lo robó.
JIMIN, 26 años. Enero.
Mi padre se había juntado con el padre de Miyeon para temas de negocios. Su padre se había convertido en socio de la empresa de mi padre aportando una gran suma de dinero para poder agrandar la zona de cultivos que es lo que más dinero sacaban con nuestras recolectas. Su padre al parecer era un importante empresario que se encargaba de distribuir mercancía por todo el pais. Ambos firmaron juntos y ganarían grandes sumas de dinero. Para mi familia era una buena noticia y estaban agradecidos que el señor que les iba ayudar a ganar más era también, por así decirlo, parte de la familia.
Era mi suegro.
Llevaba 5 años saliendo con su hija.
- Amor - Miyeon me miró a los ojos cuando se dio la vuelta en mi cama y la que acabábamos de compartir.
- Dime.
- ¿Y si nos casamos?
- ¿Qué?
- Sí - asintió con la cabeza y se incorporó un poco y se acercó a mis labios. - Nos casamos y nos vamos a vivir juntos ¿No te gustaría?
- Eh... bueno...
- Si quieres claro...
- Sí, claro que quiero. Es que no me esperaba esto ahora.
- Lo sé - se río - Pero es que llevo queriendo hace mucho y no podía aguantármelo más.
- Entiendo... Entonces... ¿Nos casamos?
- ¡SÍ! - gritó ella emocionada y me besó.
JIMIN, 26 años. Actual.
Me desperté con un fuerte dolor en el pecho. No soportaba esta situación y me sentía perdido. No sabía qué sentía, tampoco si me estaba mintiendo e intentando ocultar sí o sí lo que de verdad sentía.
Estaba en el filo del abismo, uno que me da mucho vértigo y no me deja pensar con claridad, ni tomar decisiones. Sintiendo que todo lo que hago está mal.
Mi destino ya estaba escrito... O eso pensaba durante todo este tiempo.
Hasta que llegó Elisa.
La presión de la boda era muy grande y por una parte tenía la idea de que lo que estaba sintiendo por Elisa sería temporal. Ella se iba a ir, así que tendría que superarla, sea como sea.
Me dolía pensar en eso, pero en frio, era lo mejor.
Así podría seguir como antes.
Como si nada de lo que he estado sintiendo hubiera existido. Como si nunca hubiese conocido a Elisa.
La chica que de verdad puso mi cabeza patas arriba.
Qué sensación más dolorosa.
...♡...
Un capitulo para conocer un poco a Jimin y cómo empezó a salir con su futura esposa.
Espero que no os haya parecido un poco aburrido, pero necesitaba hacer un capitulo así, echando un ojo al pasado.
En fin, ha sido una semana un poco dura pero sigo a tope de inspiración para seguir escribiendo, qué alivio. Ahora toca descansar.
Os leo como siempre ¿Qué os ha parecido?
Nos vemos!♡
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