Parte 5.
Nadie iba a creerme nunca lo que había sucedido. Ni aunque les jurara que era cierto. Todos lo tomarían como "extraños accidentes" así que decidí grabarlo. Tener pruebas.
Mi padre tenía una grabadora vieja en el ático, la tomé y grabé mi voz narrando todo lo que había sucedido desde hace unos días.
Mientras lo hacía, caí en la cuenta de algo curioso y sumamente aterrador.
Habíamos sido cinco personas, la estrella en el suelo tenía cinco picos, habían pasado cuatro días desde que iniciamos, y cuatro personas habían muerto. Por día.
El instante en que me di cuenta de que yo era la siguiente,comencé a temblar de miedo y terror.
Sentí mi corazón acelerarse, vi cómo de manera notoria mis manos temblaban, incluso si las mantenía en puños.
Por el rabillo de mi ojo, creí ver una figura oscura, como la de antes.
¿Que fue eso? ¿Acaso empezaba a alucinar cosas? ¿O de plano perdía la cordura?
- Es... es el quinto día... sólo... sólo...
Le susurré a la grabadora.
Tenía los nervios de punta, me sentía paranoica. No tenía miedo... tenía terror.
Tan sólo decir lo que había sucedido en ese lapso de cuatro día, hacía que recordara que todos mis amigos habían muerto frente a mí. Uno por uno. Lo que sentía en esos momentos era algo inexplicable. El nudo en mi garganta hacía que las palabras sonaran entrecortadas y mis lágrimas nublaban mi visión. Yo no sabía si había comenzado a ver cosas fuera de la normal o sólo eran las gotas en mis ojos que hacían esa ilusión.
- Yo... yo soy la siguiente - pausé la grabación. Había escuchado un ruido cerca. La guardé en la bolsa de mi chamarra.
Yo estaba encerrada en mi habitación, sentada en mi cama con la espalda pegada a la pared.
Mis padres no se encontraban en casa, por lo que de la cocina había tomado el cuchillo más grande para usarlo como defensa, estiré mi mano para alcanzarlo y tenerlo en mis manos.
Escuché el sonido que hacía una persona al caminar, pasos pesados, lentos.
- ¿Q-quién...? - intenté preguntar, pero no pude, sentía algo atorado en mi garganta.
La puerta de mi cuarto se abrió lentamente. Sentí como el frío entraba, calandome hasta los huesos.
¿Que es lo que esperas?
Un susurro en mi oído.
Grité, me sacudí la oreja e inmediatamente me bajé de la cama, con el arma en mis manos, me dirigí a la sala. Yo vivía en una casa de un solo piso, por lo que todas las habitaciones estaban cerca.
Hice que mis manos temblorosas se aferraran al mango del cuchillo, apunté frente ami, sin saber a que estaba amenazando.
¿Por que me tienes tanto miedo? Si desde un principio querías invocarme ¿Recuerdas, niña estúpida?
- ¿Invocarlo?...
Las imágenes de nosotros en el cementerio cruzaron mi mente, tan rápidas que apenas si me di cuenta de que habían sido de ese día.
- ¿E-eres el espectro de aquel día? - pregunté. No bajé el cuchillo, seguí apuntando hacia mi frente.
Si. Supongo que es hora de que hablemos ¿No crees?
- Y-yo no tengo que hablar de nada - respondí.
Cerca, creí ver que algo se movía, pero cuando volteé, no había nada.
¿Nada? Entonces ¿Que hay de las muertes de las otras personas? ¿No eran tus amigos?
- Ellos... ellos ya no tienen nada que ver.
Mi respiración se había hecho irregular, sentí una gota de sudor correr mi frente.
- ¿Q-que quieres de mí?
De ti nada, sólo te daré respuestas.
- ¿Respuestas?
Intentabas invocar un Demonio, ese pentagrama que hiciste en el suelo, no era para nada más.
Recordé cuando dibujé el circulo, el pentágono y luego la estrella. Era cierto. Una estrella dentro de un círculo era del diablo.
El sacrificio, el gato. Eso no servía ni aunque tu amigo lo hubiese matado. Lo que se necesitaba era una persona. Un alma humana.
¿Qué?
- ¡Debiste matarlo!..
- Lo atropellaron hace un par de días..
- Veremos si funciona..
¡Que estúpida, estúpida, estúpida!
Y por último, el deseo que te concedería.
- M-mi deseo...
Luego, de manera baja y lenta, susurró en mi oído.
Los Demonios no cumplen deseos.
- ¿Qué?
Todo se vino abajo.
Las muertes de tus amigos fueron en vano. No conseguiste lo que querías. A cambio, me dieron diversión.
Mi corazón no podía latir más rápido y mis manos no podían temblar más. Quería llorar, quería gritar.
Eres la siguiente.
- ¡N-no!
Aventé el cuchillo a la pared, se clavó en ella.
Era un punto muerto. No hay salida ni opciones para escapar. No podía decidir nada, no había llegado a nada. Después de lo que sucedió, todo había sido en vano.
Tomé mi chaqueta y salí de casa. Aún traía puesta mi pijama azul, mi sueter ligero y encima la chaqueta. Cuando estaba fuera, noté que pringaba, quizás nevaría.
No entretuve en eso, corrí lejos de casa, lejos dónde no pudiera escuchar esa voz dentro de mi cabeza.
Cuando di vuelta para llegar a la carretera, vi a Mar.
Ella estaba parada a unos metros de distancia de mí, pero sabía perfectamente que era ella. De sus ojos escurrían hilos de sangre seca.
Me mataste.
Leí lo que sus labios decían.
¡No! ¡Eso no! ¡Eso no es cierto!
Huí. Mientras avanzaba, en cada esquina antes de llegar a la carretera, veía a mis amigos. Cada uno mostraba las heridas previas a su muerte y cada uno decía lo mismo "Me mataste"
Alucinaba cosas, oía voces. Terminaría en un maniconmio. Me tapé las orejas para no escucharlos, pero era inútil, sus voces sonaban en mi mente.
Había perdido la cordura.
Puse un pie en el cemento de la calle y crucé.
Lo siguiente y último que recuerdo fue el sonido de un claxon sonar, unas luces demasiado llamativas, sentí el dolor del metal chocar contra mi cuerpo, escuché los vidrios quebrarse y éstos mismos incrustarse en mi piel.
Caí al suelo, incapaz de moverme. Alcancé a oír como se abría una puerta, la voz de un hombre llamando a la ambulancia. Mi vista se volvió borrosa, pero creí ver a todos mis amigos rodeándome, mirándome desde arriba. En sus rostros estaba una sonrisa de complicidad, como si hubieran cumplido algo que querían, algo malo.
- P-por favor... váyanse - dije en voz muy baja y debido a que estaba demasiado débil, las palabras no salieron como quería.
- Es tu culpa.
- Estamos muertos por tu culpa.
¡No! ¡No! ¡Por favor!
Mi vista se hacía cada vez más y más borrosas.
Me di la vuelta, quería levantarme, quería correr de nuevo, quería irme de allí. Sus palabras me atormentaban, se quedaban grabas en mi cabeza.
Sentí desesperación al no poder levantarme y correr. ¡Ya no quería estar ahí más!
Admítelo.
Pero no podían ser ellos, estoy segura, ¡No podían ser ellos! ¡Ellos no podían estar aquí porque...!
Es verdad... ellos están muertos... por mi culpa.
Vi sus imágenes desaparecer y ser reemplazadas por una figura oscura, alta, delgada, creí ver el destello de metal, no lo sé. Su voz ronca y gruesa fue la que resaltó más entre todo.
¿Lo ves? Es tu turno.
- N-no.. No... Por favor... No.
No importaba cuantas veces me negara ante ese hecho, era lo que tenía que pasar.
El oscuro ser acercó su mano hacía mí y con sus frías manos cerró mis ojos.
-karimodelarosa.
Quinta y última parte.
Lamento no haberla publicado completa antes, sólo que perdí la inspiración e ideas para las muertes de los personajes, pero bueno, ya está completa, diganme ¿Que les pareció la historia?
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